Saqueo de tumbas en el Antiguo Egipto: termómetro social
Por Rafael Gómez Portela
1 octubre, 2000
Modificación: 17 abril, 2020
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Cuarta parte: el caldo de cultivo

Certeza de la profanación de tumbas hay desde el Imperio Antiguo. Sin embargo, será en los momentos de mayor inestabilidad social y política cuando la actividad de los ladrones crezca proporcionalmente.

Sobre todo durante los reinados de Ramsés X y Ramsés XI el robo generalizado en las tumbas nobles y reales se convierte en ocupación favorita de una amplia masa social acosada por la hambruna. Las crecidas del Nilo no han alcanzado el nivel previsto, el poder real ha ido mermando en beneficio del alto clero, creándose una clase sacerdotal que estará, ahora sí, preparada para enfrentarse a la autoridad del faraón.

Signos evidentes proclaman la paulatina desintegración del imperio durante la Dinastía XXI. Si hasta aquel momento las princesas extranjeras se desposaban con la realeza egipcia como muestra de sumisión diplomática y los reyes que mantenían relaciones con Egipto enviaban a sus hijos a la corte del faraón para ser educados como egipcios, por primera vez princesas egipcias se desposarán con altos dignatarios extranjeros, no siempre para sentarse en el trono y sí para ocupar un lugar más en el harén del soberano de turno.

Se desencadena una guerra civil entre los seguidores del dios Amón, afincados en Tebas, y los seguidores del dios Seth, con capital en Menfis. Amparados en la estratagema de no permitir que los tesoros caigan en manos del enemigo, ambos partidos se afanarán en el saqueo premeditado y sistemático.

Pero no será esta la única época de inestabilidad en la historia del Egipto faraónico y, por tanto, tampoco será la única en la que proliferen las profanaciones. Se trata de una remembranza de los sucedido durante el reinado de Pepi II (VI dinastía), hacia el final del Imperio Antiguo, que sirve para fechar las «Admoniciones de un sabio» o «Admoniciones de Ipwer», que además de relatar diversos casos de canibalismo en Menfis provocados por el hambre, hace una descripción dramática del reinado:

» los pobres saquean las casas de los ricos y las tumbas reales sin que nadie pueda impedirlo».

Papiro de las Admoniciones de Ipwer conservado en Leiden

 

El poder del faraón disminuye, la disciplina religiosa se relaja, la organización social de Egipto se resquebraja y el país del Nilo comenzará un declive político, lento pero implacable, que culminará con la anexión como provincia romana tras la batalla de Actium, en la que las tropas de Octavio derrotarán a las de Marco Antonio.

 

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