El nacimiento de la civilización egipcia
Por Carlos Blanco
29 marzo, 2005
Modificación: 19 mayo, 2020
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98.- El emplazamiento de Maadi, situado a 10 kilómetros al noroeste de El Omari en una baja y estrecha planicie de 18 hectáreas de superficie en la desembocadura del Wadi el Tih, es cronológicamente contemporánea de las fases más tardías de ocupación de Omari B y C, aunque representa una adaptación más dinámica y consta de un mayor desarrollo tecnológico y cultural al resto de culturas del Bajo Egipto que le precedieron. Aunque aparentemente exhibe muchas de las características de un poblado predinástico, las evidencias conocidas gracias a las numerosas campañas de excavaciones arqueológicas dispensadas con el objetivo de conformar una idea global de la importancia del yacimiento en el desarrollo de la región, además de ser una inestimable muestra de la forma de vida en la agitada época que precede a la Unificación; nos indican que la cultura que en él habitó comerciaba intensamente y poseía una metalurgia y unos contactos exteriores ignorados en otros lugares. Todo ello justifica la dedicación exclusiva de un capítulo de nuestra obra a resumir los aspectos más relevantes de tan importante establecimiento.

Las excavaciones han sido efectuadas en sucesivas campañas. Las primeras fases de exploración fueron realizadas entre 1.930 y 1.933 por el arqueólogo egipcio Mustafa Amer y el prehistoriador austríaco Oswald Menghin, quien más tarde fue sustituido en los trabajos por Ibrahim Rizkana, quien en colaboración con el ya mencionado M. Amer, quienes al final de sus excavaciones en 1.948, habían explorado 40.000 metros cuadrados y un cementerio al pie de la terraza. Un segundo cementerio fue descubierto entre 1.948 y 1.953 un kilómetro más al sur, en el Wadi Digla. Los sondeos fueron retomados en 1.977, y se prolongaron hasta 1.987. En esta etapa, el reconocimiento del terreno (200 m2 de la parte oriental del área de ocupación) fue llevado a cabo por un equipo de la Universidad de Roma dirigido por I. Caneva. Finalmente, desde 1.984 hasta 1.987 el estudio documental ha sido completado por I. Rizkana y J. Seeher bajo los auspicios del Instituto Arqueológico Alemán en El Cairo[286].

99.- La cerámica es de colores marrones-rojizos o negros, y al igual que la de El Omari utilizaba paja picada como desgrasante (cf. 92). Era generalmente globular y estaba hecha a mano, sin la ayuda de torno (excepto, como precisa Midant-Reynes, el borde, que puede haber sido acabado con un torno lento). Su superficie está alisada, y la forma más empleada es la globular con fondo plano y cuello no muy estrecho.

Se han distinguido cuatro clases principales, y una quinta que agrupa a los ejemplares más singulares[287]:

.Primera Clase: Agrupa las vasijas rojizas alisadas a mano, los cuales nunca están pulidos. Algunas presentan una serie de trazos de un lavado rojo mate que posiblemente sea la causa de su fragilidad. Así pues, este primer grupo alberga numerosas y variadas formas:

a) Forma oval alargada, reposando sobre un pequeño pie anular o cónico.

b) Vasijas de la misma forma pero sin pie.

c) Vasos ovoides de fondo puntiagudo.

d) Bolas cónicas de fondo plano

e) Un tipo de vasija se caracteriza por un fondo alargado separado por una especie de garganta poco marcada, únicamente atestiguado por unos fragmentos y un solo ejemplar completo.

f) Finalmente, cabe destacar un vaso cilíndrico con fondo plano y un cuello recto y corto[288].

.Segunda Clase: Vasijas negras pulidas, cuyo color se obtiene mediante la exposición al humo, de una gran variedad de formas:

a) Vasos globulares, que poseen la cifra más elevada del porcentaje de la cerámica maadiense siendo, por tanto, de gran profusión. Son generalmente pequeños (de 16 a 20 cm. de altura) y presentan una base alargada o aplanada con un cuello más o menos pronunciado.

b) Vasos de forma análoga pero de mayor longitud (el más grande medía 33’5 cm.), y con una forma más semejante a la oval que a la ovoide.

c) Escasos ejemplares del grupo precedente presentan un fondo redondeado y en ocasiones puntiagudo. La única vasija completa que perteneciente a este tipo tenía un fondo plano y un cuello ensanchado, de lados convexos y forma casi cilíndrica.

d) Se han identificado algunos vasos esféricos o globulares de fondo plano y cuello recto.

e) Excepcionalmente se descubrió una vasija cilíndrica de fondo cónico que carecía de cuello.

f) Bolas cónicas que, aunque más numerosas que en la clase precedente, no gozaron de mucha aceptación entre los ceramistas.

.Tercera Clase: Vasijas pardo-rojizas con manchas negras. Los recipientes pertenecientes a este grupo son globulares, con fondo redondeado o puntiagudo[289].

.Cuarta Clase: Vasijas toscas. Se pueden distinguir a su vez cuatro tipologías:

a) Grandes jarras utilizadas para conservar el grano o el agua, siendo éstas las más numerosas. De gran tamaño, ya que alcanzan el 1’20 cm. de altura, son comparables con las pithoï griegas puntiagudas y de hombros anchos (este tipo de vasijas ya aparecieron en El Omari. Cf. 92). Los lados son convexos y el color es generalmente el pardo-rojizo o el gris-rojizo, aunque algunos ejemplares son totalmente negros. Se encontraban enterradas en el suelo, lo que ayudó a conservarlas y que en la actualidad nos hallan llegado tantos ejemplares completos con decoraciones incisas en la zona de los hombros.

b) Esta categoría comprende un único ejemplar encontrado durante el segundo año de excavaciones que por su complejidad y particularidad se ha visto oportuno agruparlo en otro conjunto. Consiste en un recipiente de grandes dimensiones que tiene la forma de un cilindro con un enorme fondo plano reforzado por un burlete. Dos protuberancias de alargadas hacen de asas.

c) Ciertos vasos toscos de pequeñas dimensiones son globulares

d) Grandes bolas o barreños de fondo plano de gran tamaño han sido conocidas gracias a numerosos fragmentos, ya que sólo conservamos unejemplar completo. La decoración es incisa digitalmente.

.Quinta Clase: Ejemplares singulares. Entre ellos cabe destacar las vasijas con asas y las vasijas pintadas, éste último tipo conocido mediante una serie de fragmentos que se asemejan ligeramente a la cerámica decorada del Gerzeense, los cuales poseen una coloración roja clara y unos motivos principalmente geométricos[290].

Así pues, se fabricaban vasos de piedra con caliza o basalto locales o importados de El Fayum o del Desierto Oriental, generalmente con forma de copa semiesférica. Sus analogías más exactas se encuentran, paradójicamente, en un depósito de un templo de la fase Uruk reciente –Jemdet Nasr en Erech, Sumer- y Bronce I de Palestina. La Dra. Helene Kantor, del Instituto Oriental de la Universidad de Chicago, examinó la cerámica maadiense en un intento de identificar el lugar de origen de las relaciones extranjeras. Aunque su análisis se realizó antes del descubrimiento de las modernas técnicas de datación química, el trabajo de Kantor ha sido justamente elogiado por las nuevas e interesantes vías de investigación que abrió. Hoffman concluye sobre la cerámica maadiense con una justa reflexión: “El hecho de que Maadi ha producido algunos de los primeros burros domesticados recuerda que lo conocido en el Egipto prehistórico recorre un largo camino para explicar como estos continentes [refiriéndose a las vasijas] pudieron haber sido llevado a Egipto desde el sur de Palestina. En cuanto a los contenidos de las vasijas importadas- la razón definitiva para su largo viaje- muchos prehistoriadores han especulado que ellas fueron llenadas de aceite o grasa, desde que Petrie hubiese encontrado sustancias semejantes en sus famosas vasijas wavy-handled en Nagada yaen 1.894. Una posible explicación para el gran número de vasijas de manufactura local encontrada en los almacenes es que ellas hubiesen servido para ser llenadas con suministros como trigo y cebada que fueran aprovisionadas en la gran pithoï que fueron guardadas permanentemente dentro de los depósitos. Ya que habría habido buenas mercancías en demanda entre las tribus pastoriles que atravesaban la ruta entre el Sinaí y el Valle del Nilo en la Palestina meridional”[291].

100.- Los útiles líticos estánhechos principalmente en sílex. Representan una tradición local influenciada por elementos del Alto Egipto y de Palestina. Se trata, grosso modo, de una industria de láminas, buriles y raspadores grandes elaborados con grandes lascas de nódulos locales provenientes del propio yacimiento. Las láminas de bordes y nervios rectilíneos son, como indica Midant-Reynes, originarias de Palestina, por lo que se las ha denominado “láminas cananeas”. Laspiezas bifaciales no son muy numerosas, y entre ellas se encuentran las puntas de flecha, las dagas y los elementos en hoz; aunque estos últimos serán progresivamente reemplazados por los prototipos de láminas (simples no retocadas, con extremidades redondeadas o rectas de pequeño tamaño, con extremidades puntiagudas o ligeramente redondeadas de diferentes dimensiones, de base espesa y las que han conservado su ganga en uno de sus lados). Las sierras son poco numerosas, reduciéndose a una decena de ejemplares en total los hallazgos a ellas consignados. Las únicas armas identificadas son las mazas discoidales. Debido a esta combinación de elementos locales y orientales, podríamos calificar a la industria lítica de Maadi como autóctona y exógena al mismo tiempo. Para explicar esas influencias del Este hemos de recordar que la ruta desde el Alto Egipto hasta Palestina pasaba por Maadi (quizás ésta habría sido una ciudad dormitorio para los individuos que se desplazaran en una u otra dirección)[292].

100bis.- Posiblemente, la característica más relevante de la cultura de Maadi es el conocimiento de la metalurgia y el uso del cobre. Una cabeza de hacha de cobre deteriorada en el momento de la fundición y la existencia de este mineral indica que este material ya era trabajado en el establecimiento, convirtiéndose en el yacimiento más antiguo del Norte de Egipto en el que se han hallado indicios del conocimiento de la metalurgia y el trabajo del cobre, elemento clave en el desarrollo de los Reinos Antiguo y Medio hasta la invasión hicsa del Segundo Período Intermedio. Es precisamente la situación del poblado, en la ruta de acceso hacia las minas de cobre de Gebel Ataqa y del Sinaí, el aspecto del que Baumgartel se ha valido para apoyar su famosa tesis: “Una floreciente industria del cobre causada por la primera explotación de las minas del Sinaí bien podría haber sido la razón de la existencia de Maadi”. Las evidencias arqueológicas respaldan la teoría de la conocida investigadora, ya que los numerosos restos de útiles en cobre degradados son prueba de una extracción directa o indirecta de ese material. Lo más probable es que Maadi fuese una importante factoría que controlaba el comercio entre el Valle del Nilo, la península del Sinaí y Palestina[293], y que la obtención del citado metal la hiciesen mediante intermediarios. El hallazgo de restos óseos de burros (cf. 100), animal tradicionalmente empleado en las actividades caravaneras, indican la presencia de un transporte de materiales a considerable distancia. La estratégica situación de Maadi, (factor ya expuesto en el anterior epígrafe), lo que hizo posible el desarrollo de la industria del cobre, explicaría muchas de las dudas pendientes acerca de la larga y atípica duración de las relaciones comerciales con el extranjero y las numerosas influencias que de éste recibió; nuevo apoyo al fin y al cabo para el elevado grado de cosmopolitismo e independencia de las ciudades del Delta entre sí con relación al Alto Egipto del que habla en numerosas ocasiones J. Pirenne. Un aperturismo comercial que permitía la penetración de influencias culturales de los diversos enclaves con los que negociaba; hecho éste que también explicaría los perceptibles influjos meridionales en varias de las manifestaciones artísticas, ya que las gentes del sur utilizarían como intermediarios con el este a los mercaderes de Maadi[294]. En conclusión, podríamos hablar, como sugieren Rizkana y Seeher, de una cultura de una marcada especialización artesanal enfocada a una actividad comercial[295].

101.- La caza y la recolección no parecen haber tenido mucha importancia en Maadi, ya que los restos de animales salvajes son muy escasos (íbices y especies acuáticas como hipopótamos, tortugas o peces). Las conchas de molusco se extraían, al igual que en las demás culturas del Norte de Egipto analizadas en las páginas precedentes, del Mar Rojo[296]. Por el contrario, la agricultura, la ganadería y la pesca eran, junto con su distintiva especialización artesanal y comercial; las principales actividades económicas del poblado, lo que reafirma el carácter totalmente sedentario de sus habitantes. Los maadienses pescaban especialmente los Synodontis para utilizarlos, en opinión de Midant-Reynes, como “dardos”; y los Lates Niloticus para el consumo individual. Los restos de cereales carbonizados encontrados en los pozos de almacenamiento (cf. 102bis) revelan un amplio cultivo del trigo y la cebada(Triticum monoccum, Triticum dicoccum, Triticum aestivum, Triticum spelta, Hordeum vulgare), así como leguminosastales como lentejas y guisantes; todo ello semejante a El Omari (cf. 94).

La producción artesanal también comprende numerosos objetos de uso cotidiano; entre los que cabe destacar paletas romboidales de esquisto, sin lugar a duda originarias de Nagada y muestra del gran desarrollo que experimentaron los productos de lujo, al contrario que en Merimde Beni-Salame, donde los restos de joyas son muy escasos (cf. 84). Así pues, los objetos de hueso pulido y marfil, con excepción de algunos peines importados del Alto Egipto, constituyen la gama tradicional de agujas y punzones. Las aletas pectorales y dorsales de los peces han servido muy probablemente como puntas de flecha, siendo éstas exportadas al Oriente Próximo, ya que su presencia ha sido atestiguada en el Wadi Gazzeh (en la región meridional de Palestina); y el hecho de que estos objetos hayan sido encontrados en Maadi depositados en el interior de vasijas del mismo tipo que aquéllas rellenas de aceites y otros productos destinados a la exportación así lo sugiere; estaríamos ante una posible ‘moneda de cambio’ de los artículos importados[297].

102.- Las viviendas se encontraban concentradas en la zona central del yacimiento. Consisten en cabañas ovaladas o paravientos en forma de herradura construidos con postes clavados profundamente en la tierra para soportar los muros de cañas y ramas recubiertos de barro. En su interior o en las inmediaciones se encontraron piedras de moler y vasijas de almacenamiento.

Junto a estas edificaciones endebles había un gran número de cámaras subterráneas ubicadas a una profundidad superior a 2 m., de forma oblonga o casi rectangular, de tres por cinco metros de largo,cuyas paredes verticales eran revestidas con esteras para evitar las filtraciones de agua y en una ocasión, de piedra y adobe en hiladas alternadas. Se accedía mediante escalones excavados en la roca, y los restos de techumbre y fogones confirman su carácter de habitáculo. Una vez en el interior de la fosa, había postes introducidos en el suelo para soportar un tejado que debió haber sido construido de materiales que dejasen pasar luz para la iluminación del interior de la casa como esteras. En el centro contenían fogones y chimeneas, además de una gran cantidad de escombros. Es por tanto indudable que Maadi es el único asentamiento predinástico que posee auténticas viviendas subterráneas. El hecho de que viviendas similares hallan sido identificadas en Beersheba, al sur de Palestina, ha generalizado la posibilidad de una importación de esta tipología particular de viviendas a Maadi desde aquellas regiones. También se localizaron estructuras rectangulares caracterizadas por finas tiras vegetales que actuarían como fijación y enderezamiento de las débiles paredes que fácilmente eran desplomadas por la acción del viento. Trigger sugiere que el establecimiento de Maadi hubiese estado protegido por empalizadas y zanjas[298].

102bis.- En los sectores periféricos del asentamiento se han encontrado áreas especiales dedicadas al almacenamiento. En la zona norte consisten en vasijas de gran tamaño (similares a las pithoï griegas) enterradas hasta el cuello, alcanzando una profundidad cercana al metro y una longitud máxima de 4 m. En el sector sur del yacimiento son pozos de paredes verticales o inclinadas revestidas de arcilla o cestas, y existen indicios de que algunos sótanos fueron cubiertos con una plataforma de madera que actuó como tejado.La separación de estas zonas especiales de almacenamiento del núcleo del poblado nos remite instantáneamente a la cultura Fayum A, en la que los silos y graneros también se emplazaban en las afueras del poblado (cf. 75). En el interior de los pozos de almacenamiento había restos de cereales carbonizados a los que ya hicimos referencia (cf.101), así como vasijas de basalto y cuentas de cornalina hechas de materiales importados del Desierto Oriental[299]. Este modelo de planificación urbanística, marcando claramente los diferentes sectores de habitamiento, uno para almacenamiento, otro para enterramiento (cf. 103) y un tercero residencial (el núcleo del asentamiento) son claras muestras de una sociedad avanzada, organizada y jerarquizada, cuya principal ocupación era el comercio.

103.- En cuanto a los enterramientos, se han descubierto tres cementerios situados en las afueras del asentamiento, en el cual únicamente eran enterrados los cuerpos de los fetos que no llegaban a nacer[300]. Estas necrópolis se encuentran en Heliópolis, Wadi Digla y Buto y cabe destacar que en cada una de ellas existe un área dedicada a las sepulturas de perros y gacelas. A continuación describiremos cada uno de ellos:

. Heliópolis: Descubierto en 1.950 durante los trabajos de saneamiento de la moderna urbe, fue excavado entre ese mismo año y 1.953 por F. Debono, quien también llevó a cabo importantes investigaciones en El Omari (cf. 90) y recientemente ha publicado el reportaje definitivo sobre el cementerio (según Hoffman el más antiguo de los tres) bajo los auspicios del Instituto Alemán de Arqueología en El Cairo[301]. Está emplazado en una planicie desértica que bordea el Gebel Ahmar y el Gebel Moqattam. Se exhumaron 63 tumbas, de las cuales 45 contenían restos humanos (treinta y seis adultos, dos adolescentes y siete niños) y 11 eran enterramientos de animales (seis cabras y cinco perros). Las restantes siete sepulturas únicamente albergaban cerámica sin ningún resto óseo. Las tumbas consisten en simples fosas ovales de profundidad indeterminada y en ellas había restos de esteras. Los difuntos se disponían en posición fetal, generalmente sobre el lado derecho. En el aspecto de la orientación de los cadáveres las posturas son más regulares, con la cabeza hacia el sur mirando al este. En las dimensiones, estructura y ajuares de las tumbas se aprecia una progresiva jerarquización, así como el desarrollo de una élite cada vez mejor definida, ya que según la edad que tuviese el individuo se le inhumaba en un diferente tipo de sepultura con ofrendas distintas a los de mayor o menor categoría. Midant-Reynes distingue cuatro casos de enterramiento según la edad y el tratamiento social del difunto:

a) Los adultos no envueltos en esteras o pieles y carentes de ofrendas; b) adultos que sí disponen de tapetes o pieles de animales como protección, y sus sepulturas constaban incluso de techos de madera, aunque el ajuar funerario continúa siendo muy pobre; c) los adultos que, además de ser envueltos en esteras y pieles, son igualmente rodeados de abundantes y ricas ofrendas; d) finalmente, a los niños que en ocasiones se les equipa con ajuares, nunca les acompañan esteras o pieles[302].

103bis.– Wadi Digla: En este cementerio las tumbas poseen un mayor equipamiento. Durante las excavaciones de Amer y Rizkana (1.952-53) se descubrieron 468 enterramientos. Además de las sepulturas que contenían cuerpos humanos, se identificaron los restos de un perro y trece gacelas, de las cuales al parecer una había sido sacrificada mediante decapitación. Las tumbas eran ovaladas o circulares, de 90 x 70 cm., y algunas de ellas cubiertas por bloques. El difunto, colocado en posición embrionaria, estaba envuelto en una estera o tejido. La repartición de las tumbas ha permitido distinguir dos fases estratigráficas de ocupación . En la fase más antigua la cabeza está preferentemente al sur. En la época siguiente el difunto aparece con la cabeza también colocada en el sur y mirando al este. Una vasija, y a veces dos, acompañan el cadáver. Excepcionalmente se encontró en una tumba un peine de marfil y un vaso pétreo. Los análisis antropológicos revelan, al igual que en El Omari (cf. 96), la presencia de gentes más altas y robustas que las que por entonces poblaban el Bajo Egipto, de cráneo prominente, de frente convexa y nariz larga[303].

.Buto: La antigua capital del Bajo Egipto (en egipcio Dep Pe), de especial importancia en la historia política y religiosa del antiguo Egipto, ya que era la sede de la diosa serpiente Wadjet (una de las dos Señoras, componentes del segundo nombre del monarca, Nbty), representa la tercera zona de influencia maadiense, en la cual se ubica uno de sus cementerios. Situado en la zona más septentrional del Delta, a una considerable distancia del núcleo de población, Maadi (lo que demuestra la amplia y distante expansión de sus modelos culturales), fue objeto de intensivas excavaciones en la década de los ’80 por un equipo alemán dirigido por Th. Von der Way. Los diversos sondeos efectuados en la necrópolis han permitido establecer una clara estratigrafía que distingue dos niveles consecutivos de ocupación: los inferiores poseen un material tanto lítico como cerámico que se asemeja a Maadi, por lo que estaríamos hablando de la “tradición del Bajo Egipto”; los niveles superiores experimentan evidentes influencias gerzeenses, estaríamos por lo tanto ante la “tradición del Alto Egipto”; un significativo estrato transicional caracterizado por la progresiva desaparición de la cerámica bajoegipcia en incremento de la de tradición sureña. Para Midant-Reynes: “como en todos los yacimientos maadienses, Buto está en la frontera de dos tradiciones: la <<africana>>, podríamos decir, por el Alto Egipto, la oriental, seguramente, por Palestina. Constituye en efecto el único lugar de Egipto, junto con Maadi, donde se han encontrado grandes raspadores de sílex tubulares, típicamente palestinos. Pero, más allá del Próximo Oriente cercano, es con el sur de Mesopotamia, los sumerios de Uruk VII-VI, con quienes los maadienses de Buto parecen haber estado en continuos contactos: esto es lo que atestigua el descubrimiento de conos de terracota, donde la base pintada en negro, blanco o rojo, sirvió para constituir un mosaico decorativo, con los que los sumerios decoraban las fachadas de sus templos”[304].

104.- Gracias a los datos estratigráficos aportados por los análisis de los cementerios maadienses, se han podido determinar una cronología, en la que se distinguen tres fases. La Fase I, la más antigua, coincidiría con la cultura Amratiense o Nagada I en el Alto Egipto, y estaría representada por el yacimiento epónimo (Maadi). La Fase II maadiense sería contemporánea del Nagada IIab y cd. La última fase es apreciable en el cementerio de Buto, y habría sido coetánea de las últimos períodos del Gerzeense.

En conclusión, la cultura Maadiense era la heredera de una larga tradición neolítica en el Bajo Egipto que progresivamente fue absorbida por el fuerte desarrollo y expansión de los modelos culturales altoegipcios, cuyo destino más inminente era el cosmopolita norte. Maadi era una importante factoría que controlaba el intenso comercio que por entonces existía entre el Valle del Nilo y los obreros metalúrgicos palestinos que extraían el cobre de las minas del Sinaí. Pero, como señala Gordon-Childe, no podemos hablar de que Maadi representase la cultura del hipotético reino unido predinástico, como tampoco podemos especular sobre la posibilidad de que las tumbas de Heliópolis formasen parte de la necrópolis de la supuesta capital del recién creado estado[305].


[286] Menghin y Amer: “The excavations of the Egyptian University in the Neolithic Site at Maadi. First Preliminary Report (Season 1.930-31)”, 1.932; Menghin:“The Excavations of the Egyptian University in the Neolithic Site at Maadi. Second Preliminary Report (Season 1.932)”, 1.936;“Die Grabung der Universität Kairo bei Maadi”, 1.931, 143-147; “Die Grabung der Universität Kairo bei Maadi”, 1.932, 150-154; “Die Grabung der Universität Kairo bei Maadi”, 1.934, 111-118 (“Las excavaciones de la Universidad de El Cairo junto a Maadi”); Amer y Huzayyin: “Some Physiographic Problems Related to the Pre-dynastic Site at Ma’adi”, 1.952; Rizkana: “ Centres of Settlement in prehistoric Egypt in the areas between Helwan and Heliopolis”, 1.952, 117-130; Caneva, Frangipane y Palmieri: “Predynastic Egypt: New Data from Maadi”, 1.987, 105-114; Caneva, Frangipane y Palmieri: “Recent Excavations at Maadi”, en Krzyzaniak y Kobusiewicz, 1.989, 287-294; Rizkana y Seeher: “New Light on the relation of Maadi to the Upper Egyptian culture sequence”, 1.984, 237-252; Rizkana y Seeher: “The chipped stones at Maadi: preliminary reassessment of a predynastic industry and its long-distance relations”, 1.985, 235-255; Rizkana y Seeher: “Maadi I. The pottery of the Predynastic Settlement”, 1.987; Rizkana y Seeher: “Maadi II. The Lithic Industries of the Predynastic Settlement”, 1.988; Rizkana y Seeher: “Maadi III. The Non-Lithic Small Finds and the Structural Remains of the Predynastic Settlement”, 1.989; Rizkana y Seeher: “Maadi IV. The Predynastic Cementeries of Maadi and Wadi Digla”, 1.990. Cf. también Kaiser: “Zur Südausdehnung der vorgeschichtlichen Delta-Kulturen und zur frühen Entwicklung Oberägyptens”, 1.985, 61-87 (“Sobre la extensión de los modelos de la cultura del Delta y sobre el desarrollo de los altoegipcios”); Habachi y Kaiser: “Ein Friedhof der Maadikultur bei es-Saff”, 1.985, 43-46 (“Un cementerio de la cultura maadiense junto a es-Saff”); Mortensen: “Four jars from the Maadi Culture found at Giza”, 1.985, 145-147. Sobre la bibliografía dedicada aMaadi cf. Kemp, 1.996, nota I-39; Parra Ortiz, 1.997, notas 162-163;Midant-Reynes, 1.992; Pérez Largacha, 1.993, 87-89, 199-205;
[287] Las cuales serán expuestas según el procedimiento de Vandier, 1.952, 468-483.
[288] Sobre la Primera Clase cf. en general Menghin, 1.931, láminas XXI, 6-10; XXII, 1-5,9; XXVIII, 1-3, 4, 5, 8; 1.932, láminas XXX y XXXIV; 1.934, 113.
[289] Sobre las clases segunda y tercera cf. Vandier, 1.952, 470-471; Menghin, 1.932, láminas XXIII, XXIV, 5, 7, 8, 9, XXV, 8, XXX, 4, XXXII, 3, 6, 7, 8, XXXIII, 1-3, 5-8, XXXIV, 7, XXXV, 3.
[290] Sobre las clases cuarta y quinta cf. Vandier, 1.952, 471-483; Menghin, 1.931, láminas XX, 2-3, XXVI-XXX, XXXVI, XXXI, XXXII, XXXV, 1-2, XXXVIII, XXXIX, 4-5, XLI, 1-5, XLII, 1-3, 6, 7, 8-11; 1.932,XXX, 3, XXXIV, 1, XXXVIII, 1-2, XXXIX, 1-2,XLI, XLI, XLIX, 1-3; 1.934, 112-114 y lámina XX.
[291] Gordon-Childe, 1.985, 93 y Midant-Reynes, 1.992, 200. En general, sobre la cerámica maadiense, cf. Vandier, 1.952, 467-483; Midant-Reynes, 1.992, 199; Gordon-Childe, 1.985, 93; Rizkana y Seeher, 1.987; Caneva, Frangipane y Palmieri, 1.987, 107; Massoulard, 1.949, lámina LXXII; Parra Ortiz, 1.997, 13; Trigger, 1.997, 44-45; Hoffman, 1.984, 203-205 (de donde procede la cita); Kantor: “ The Early Relations of Egypt with Asia”, 1.942, 174-213. De la misma autora cf. también: “Further Evidence for Early Mesopotamian relations with Egypt”, 1.952, 239-250;“The relative chronology of Egypt and its foreing correlations before the Bronze Age”, en Ehrich: “Chronologies in Old World archaeology”, 1.965.
[292] Sobre la industria lítica de Maadi cf., en general, Midant-Reynes, 1.992, 199-200; Gordon-Childe, 1.985, 92-93; Vandier, 1.952, 487-491; Rizkana y Seeher, 1.985; Rizkana y Seeher, 1.988; Menghin, 1.931, láminas XLIX, 1-2, 8-12, L, LI, 1-5, 12, LII, 1-15; 1.932, láminas LIII, 3, LV, 1-3.
[293] Trigger, 1.997, 45.
[294] Pirenne, 1.980, capítulo II, principalmente pp. 49-51.
[295] Rizkana y Seeher, 1.989, 76-80. Sobre este aspecto de la cultura Maadiense cf. Hoffman, 1.984, 207-208; Baumgartel, 1.955, 122 (de donde procede la cita); Hayes, 1.965, 122; Trigger, 1.997, 44-46; Kemp, 1.996, 58; Midant-Reynes, 1.992, 201-202; Chartier-Raymond, Gratien, Traunecker y Vincon: “Les Sites miniers pharaoniques du Sud-Sinai. Quelques notes et observations du terrain”, 1.994, 31-77; Given: “Investigations in the Egyptian minig centres in Sinai: preliminary report”, 1.975, 45-54; Caneva, Frangipane y Palmieri, 1.987, 107;Kaiser, 1.985;Seeher: Maadi eine prädynastische Kulturgruppe zwischen Oberägypten und Palästina”, 1.990, 151 (“ Maadi, un grupo cultural predinásticoentre los altoegipcios y Palestina”); Oren: “The overland route between Egypt and Canaan in the Early Bronze Age”, 1.973, 198-205; “ ‘Ways of Horus’ in North Sinai”, en Rainey: “Egypt, Israel, Sinai: Archaeological and historical Relationships in the Biblical Period”, 1.987, 69-120; Cervelló, 1.996b, epígrafe 154; Rice: “Egypt’s Making. The Origins of Ancient Egypt”, 1.990, 29. Sobre el descubrimiento de asnos domésticos cf. Bököny: “The animal remains of Maadi, Egypt: A preliminary report”, 1.985, 495-499.
[296] Trigger, 1.997, 45.
[297] Midant-Reynes, 1.992, 201-202; Rizkana y Seeher, 1.988, 33; 1.989, 20-21, 87-120, 129-136; Caneva, Frangipane y Palmieri, 1.987; Bököny, 1.985; Trigger, 1.997, 44-45.
[298] Sobre las viviendas de Maadi cf. Hoffman, 1.984, 201-202; Gordon-Childe, 1.985, 92; Trigger, 1.997, 44; Vandier, 1.952, 510-517; Rizkana y Seeher, 1.989, 39-57; Midant-Reynes, 1.992, 198-199; Menghin, 1.931, láminas XI-XIV y pp. 18-19; 1.932, 19-20 y 42; 1.934, 112 y fig. 1; Drioton y Vandier, 1.994, 25; Kemp, 1.996, 58.Sobre las viviendas de Beersheba cf. Perrot: “Structures d’habitat, mode de vie et environnement. Les villages des pasteurs de Beersheva, dans le Sud d’Israel, au Ive millénaire avant l’ére chrétienne”, 1.984, 75ss.
[299] Sobre las áreas especiales de almacenamiento cf. Trigger, 1.997, 44; Hoffman, 1.984, 202-203; Gordon-Childe, 1.985, 92; Rizkana y Seeher, 1.989, 71-73; Vandier, 1.952, 513-517 (este autor, basado en los datos que ofrece Menghin, 1.932, láminas XV-XVII y pp. 19-20,considera que las jarras de gran tamaño encontradas en la periferia del núcleo del asentamiento son en realidad viviendas semisubterráneas, tesis que no podemos compartir, máxime cuando se han encontrado restos de diversos productos que sólo nos pueden indicar la finalidad de depósito que éstas tenían).
[300] Trigger, 1.997, 44.
[301] Debono y Mortensen: “The Predynastic Cementery of Heliopolis”, 1.988.
[302] Midant-Reynes, 1.992, 203-204; Gordon-Childe, 1.985, 93-94; Hoffman, 1.984, 210.
[303] Hoffman, 1.984, 210; Midant-Reynes, 1.992, 202-203; Rizkana, 1.989, lámina I, 5; Rizkana y Seeher, 1.990, 29-94.
[304] Midant-Reynes, 1.992, 205-206 (la cita procede de p. 205); Cervelló, 1.996b, epígrafe 154 y notas 232 y 233; Von der Way: “Tell el-Fara’ in-Bouto. 1. Bericht”, 1.986, 191-212; “Tell-el-Fara’ in-Bouto. 2. Bericht”, 1.987, 241-257; “Tell el-Fara’ in-Bouto. 3. Bericht”, 1.988, 283-306; “Tell el-Fara’ in-Bouto. 4. Bericht”, 1.989, 275-307; “Die Grabungen in Buto und die Reichseiningung”, 1.991, 419-424 (“Los enterramientos de Buto y el enriquecimiento”); “Excavations at Tell el-Fara’ in/Bouto in 1.987-1.989”, en Van den Brink: “The Nile Delta in Transition: 4th-3rd Millenium B.C.”, 1.992 a, 1-10; “Indications of Architecture with Niches at Buto”, en Friedman y Adams: “The Followers of Horus”, 1.992b, 217-226; Bower: “Civilization and its discontents. Why did the world’s first civilization cut a swath across the Near East?”, 1.990, 136-139; Pérez Largacha, 1.993, 88-89.
[305] Sobre las tres fases de la cultura Maadiense cf. Midant-Reynes, 1.992, 206 y Seeher, 1.990. Sobre la cuestión planteada en el párrafo final cf. Gordon-Childe, 1.985, 94-95.

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