El ejército y las armas en el Imperio Antiguo
Por José Ignacio Velasco Montes
10 abril, 2006
Modificación: 10 junio, 2020
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El arco y las flechas

Se dice en algunos libros[10] que el arco es el arma más antigua conocida por el hombre, pero esto no es cierto. El arco es tardío con respecto a otras armas que no precisaban del nivel intelectual de concepción y manejo que precisa un arco.

El arma más antigua es la piedra, y contemporáneas son las cachiporras, como es la rama de un árbol sin desbastar o el fémur de animales de buen tamaño. El siguiente paso en armas es el uso de una piedra de sílex tallada un poco y con dos caras (biface) que, en la mano actuaba como un hacha primitiva.

El palo ligero, afilado por un extremo y endurecido al fuego, para clavar o arrojarlo como una jabalina le sucede en el tiempo. El hombre primitivo descubre que mediante un propulsor[11] que prolonga su brazo, puede lanzarlo más lejos, con más fuerza y, con un poco de práctica, con bastante precisión, con lo que puede cazar animales peligrosos sin acercarse a ellos. Y lo que es lo mismo, el hecho de llegar más lejos, lleva al hombre primitivo a buscar un arma con la que lanzar aún más lejos y con mayor precisión armas capaces de herir a distancia y de esta idea surge el arco.

Los arcos en el Egipto del Imperio Antiguo se fabricaban con las maderas o los cuernos de animales de los que se disponía. Egipto era pobre en madera y tenía que importarla de países del norte, de la zona de Retenu, lo que hoy conocemos como Israel y Palestina, Líbano y Siria, Las maderas propias utilizadas eran: sicómoro, limonero, acacia. El pino ya era de importación. La cuerda propulsora eran nervios de animales y más frecuentemente, tripas retorcida sin nudos. Existieron diversos tipos de arcos, pero los más utilizados eran los simples, una vara de madera más gruesa en el centro, el cuerpo, por donde se empuñaba y dos palas más elásticas a ambos lados de ese cuerpo de arco. Existieron también arcos compuestos en el sentido de tener al menos tres partes, un cuerpo central de cuerno o hueso y dos piezas elásticas que actuaban como propulsores al ser flexibles y tensarse con la cuerda que unía ambos extremos. (Figura: 15)

Fig. 15 - Formación de arqueros - (Grupo C)

Fig. 15 – Formación de arqueros – (Grupo C)

El arco contó con una situación de privilegio ya que era un arma efectiva y se llamaba a Horus, “El tirador” pues la leyenda lo consideraba un gran arquero. Los soldados de este cuerpo se distinguían por llevar una o dos plumas en la cabeza y en las procesiones importantes siempre iban arqueros, ya que a estos se les consideraba una tropa de élite.

Una unidad de arqueros de la época del rey Keops, llamados “Los Arqueros de Keops”, alcanzó un prestigio especial por su disciplina, aspecto marcial y el dominio del arco.

Las puntas de las flechas eran de muy diverso tipo –hay descritas por los hallazgos hasta 11 variantes–, desde las transversales a las afiladas  y puntiagudas, pasando por ahorquilladas, con engorra o retención para dificultar su extracción. Las puntas eran de diversos materiales y se hacían de huesos, madera afilada y endurecida, marfil, cobre y sílex tallado con gran exactitud.

Los astiles de las flecha eran de madera en algunos casos pero, aunque parezca sorprendente, la mayoría de los cuerpos de flecha de hacían con juncos en uno de cuyos extremos se introducía la punta y se fijaba mediante resinas (mastique) e hilo de lino o bien finos pasadores de madera o marfil. Este astil se pintaba en ocasiones con bandas de color para hacerlas más vistosas y poder seguir mejor su curso durante el vuelo. De la época que estudiamos se encontró una buena colección en la tumba de Hemaka[12], en la que por cierto se encontró también el primero y más antiguo ejemplar de papiro (sin escribir) que se conoce.

En la cola de la flecha, se marcaba el culatín, en forma de una hendidura para colocar la cuerda y poder encordar con facilidad. Un poco por delante del culatín se situaban las plumas. Estas se pegaban con resinas vegetales sobre unas hendiduras hechas sobre el hasta y se amarraban por la caña de la pluma con vueltas de hilo de lino, lo que aseguraba su sujeción al astil.

Las flechas se llevaban en haces de entre 78 y 122 unidades para su transporte desde el lugar de fabricación al lugar del combate, punto en el que se distribuía entre los arqueros. Este transporte, cuando la distancia era larga se hacía en cajas de madera. A nivel de transporte dentro de la zona de combates, los proveedores llevaban aljabas cilíndricas de cuero cosido, con los que reponían a los combatientes su dotación. Estos las llevaban en carcaj de menores dimensiones que se colgaba del hombro y se colocaba bajo, lo que permitía que se extrajeran las flechas por debajo del brazo, a nivel de la axila o bien altas, por encima del hombro y colgadas por un cinturón desde éste. (Figura: 16) Por algunas aljabas que han sido encontradas en buen estado, éstas estaban teñidas de colores, preferentemente el rojo. Se han encontrado aljabas y carcajes hechos con fibras vegetales, posteriormente teñidas. Es evidente, por el sistema de transporte y reposición de las flechas, que el sistema de reponer la munición, es muy similar al usado en la actualidad y sólo han cambiado los proyectiles.
El tamaño de la flecha egipcia era de entre 480 y 550 mm. Es una flecha corta, lo que implica un arco que no abría demasiado, ya que el arco egipcio era curvo y corto. Por el contrario, el arco nubio, más grande y de mayor apertura para encarar, estaba dotado por necesidad de recorrido al abrirlo, de flechas más largas,  cercanas a los 750 mm. o más.

Fig. 16 - Arquero con carcaj a la espalda - (Grupo H)

Fig. 16 – Arquero con carcaj a la espalda – (Grupo H)

El arquero suele llevar en la cintura una maza sujeta al cinturón, para la defensa personal si tiene que entrar en el combate cuerpo a cuerpo. Las puntas de combate de las flechas, suelen ir dotadas de engorra, unas aletas que proporcionan retención una vez que han entrado en el cuerpo del enemigo o de las grandes piezas a cazar. Por el contrario las puntas en horquilla, se usaban para derribar a las aves en las actividades cinegéticas.

Se han encontrado flechas cuya punta era de color rojizo o muy amarronado, por lo que se ha pensado en la posibilidad –no demostrada– de que portaran venenos bien de serpiente, de escorpión o algunos tipos de alcaloides de origen vegetal que se sabe manejaban muy bien los egipcios.  Este mismo color indicaba que la flecha era venenosa. Otros autores al opinar sobre el color de las puntas, sugieren que era una búsqueda de efectos mágicos para conseguir con ello que se cumpliera la intención del arquero.

Que el arco era considerado una actividad de élite, queda claro, entre otros hechos, por la acción del rey en su Jubileo, la Fiesta Heb-Sed, en la que lanzaba flechas a los cuatro puntos cardinales[13] indicando que defendería a su país por todos los lados.

Fig. 17 - El signo del Swnw

Fig. 17 – El signo del šwnw

La punta de la flecha era el símbolo que indicaba al médico, el šwnw, pues era una punta de flecha el instrumento utilizado para abrir accesos o penetrar en heridas disecando con la cara cortante de una afilada y bien tallada punta de sílex. (Figura: 17). Un grupo de médicos y auxiliares era otra de las unidades que acompañaba al ejército en sus incursiones de combate o en las expediciones en busca de materiales en tierras enemigas. Sin embargo, dadas las lesiones que se han encontrado en cadáveres y momias, poco podrían hacer en muchos casos (Figura: 18), aunque es de esperar que sí en otros.

Fig. 18 - Graves lesiones en un cráneo y cara por hacha - (Grupo D)

Fig. 18 – Graves lesiones en un cráneo y cara por hacha – (Grupo D)

[10] McDermott, Bridget.- Op. cit., 47
[11] Nota del autor.- El propulsor del que hay bellos ejemplos en museos pues estaban decorados en ocasiones, es una sencilla madera o un hueso largo en uno de cuyos extremos se hace una cavidad en la que se coloca el final de la jabalina  o lanza corta. Al lanzarlo dicha pieza amplía notablemente la longitud del brazo y el alcance es muy superior al que se puede alcanzar con el uso de la mano sujetando el asta por el centro
[12] McDermott, B.- Op. cit. Pág: 50 y  Figura 22
[13] Frankfort, Henri.- Reyes y dioses.- Alianza Editorial.- Pág: 103 y siguientes

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