Vida y obra de Jacques de Morgan, el descubridor de la Prehistoria de Egipto
Por Jorge Roberto Ogdon
7 junio, 2006
Modificación: 21 abril, 2020
Visitas: 25.392

Una nueva teoría

En esa maravillosa monografía sobre el Egipto más antiguo, De Morgan exhibe sus dotes de narrador, constituyéndose en una sabrosa lectura, pese a la aridez que el tema supone. Su humanismo al describir la relación vital entre el Hombre y el Nilo capturó la mente de egiptólogos más recientes de la talla de John A. Wilson, quien mantuvo su punto de vista en su ya clásico libro “La cultura egipcia”, que dominó las décadas de los ’50 y ’60. Si bien influenciado por la perspectiva de la Prehistoria europea, mucho mejor conocida por entonces que la egipcia, De Morgan no dejó de señalar la irrupción de la que Sir Flinders Petrie llamaba “la Raza Dinástica”, que conduciría a la instauración de las primeras dinastías egipcias. Su opinión particular a esta postura errónea, descartada totalmente en la actualidad, era que procedían del Asia, y, posteriormente, mantuvo la tesis de la procedencia mesopotámica de la civilización faraónica, otra idea que no cuenta con adherentes en nuestros días.

Uno de los críticos favorables a sus posiciones, el conocido arqueólogo francés Marcellin Boule, se refería a su libro en estos términos:

El volumen sobre la Edad de Piedra fue una verdadera revelación. Lo he dicho y lo he escrito en otra parte, y debo repetirlo aquí: es Jacques de Morgan quien ha creado verdaderamente la prehistoria de Egipto. Por su instrucción general, su vasta erudición de cosas vistas, por su preparación realmente científica, ha podido ir mucho más allá de la Egiptología tal como se la comprendía entonces, y enseñar a los arqueólogos clásicos, generalmente extraños por completo a las ciencias naturales, lo que no habrían sospechado jamás y lo que debía turbarnos tan profundamente. Por cierto, la ciencia ha marchado después de Jacques de Morgan. Los ingleses, sobre todo, han seguido el movimiento.

En efecto, el otrora escéptico Sir Flinders Petrie, terminó admitiendo, en el prefacio a su “Diospolis Parva”, publicada en 1901, que los sílex tallados, exhumados en tantos yacimientos por los trabajos de Jacques, eran, efectivamente, “prehistóricos”. El gran Layard resume claramente las posturas prevalecientes en la discusión, diciendo:

Los prehistoriadores están, por lo general, a favor de un origen remoto, con el doctor Reil, Gallardot-Bey, Henri Haynes, Burton, Greg, Harny, De Nogué, John Lubbock, John Evans, el abate Richard, Montellius, De Mortillet; los egiptólogos con Mariette, Chabas, Lepsius, Ebers, Southell, Brugsch, Dauson, Virchow, se inclinan más bien por el lado de la modernidad de los restos; Schweinfurth está indeciso.

Pero la aceptación de los ingleses y el cada vez mayor convencimiento de los egiptólogos por la veracidad de la Teoría Prehistórica de Jacques, volvió inútiles a las insistentes argumentaciones de Mariette y Gaston Maspero en contrario, quienes pretendían sustentar la validez de la vieja hipótesis de su inexistencia. En el resultado jugó un papel fundamental la aplicación de la estratigrafía como medio para demostrar la antigüedad de las capas en las que aparecían los diferentes tipos de objetos líticos, y para apreciar y clasificar su tipología de manera rigurosa e inequívoca. Casi siempre se encontraban asociados a las clases más primitivas de cerámica, lo que daba mayor respaldo a su datación prehistórica. Sin embargo, los mejores descubrimientos de De Morgan estaban todavía por verse. En 1897 publicó el segundo volumen de sus “Recherches sur les origines de l’Égypte”, que registra numerosas localidades prehistóricas del Valle del Nilo, pasa revista a las poblaciones nativas del país, y se explaya sobre su más deslumbrante hallazgo: la Tumba Real de Nagada.

Páginas: 1 2 3 4 5 6 7 8

Whatsapp
Telegram