Época: Dinastía XVIII, reinado de Tutankhamón (1334-1325 a. C.).
Material: Madera bronce y pan de oro. Calcita y obsidiana para las incrustaciones en los ojos.
Dimensiones: Altura unos 70 cm.
Lugar de conservación: Hasta 2018 en Museo de El Cairo (JE60709) para luego formar parte de la colección del Grand Egyptian Museum (GEM 338)
Procedencia: Tumba de Tutankhamón descubierta por Howard Carter en 1922 en el Valle de los Reyes.
Foto 1. Tutankhamón con el arpón. Foto: Artiom Gizun (exposición en París. 2019)
El descubrimiento de la tumba de Tutankhamón es uno de mayores logros de la historia de la arqueología. Un descubrimiento que mostró al mundo un tesoro magnífico, maravilloso, que sigue fascinando a cuantos pueden aproximarse a las vitrinas del Museo de El Cairo.
Entre los muchos y variados objetos localizados aparecieron veinticuatro armarios de madera, con forma de capilla y con las puertas cerradas. Dos de estos muebles habían sido depositados en la antecámara y el resto se encontraba dispuesto junto el muro sur de la llamada Sala del Tesoro (Fig. 2 y 3), aneja a la cámara funeraria. En su interior, guardada allí durante miles de años, fue descubierta una colección de figuras de madera que representan a deidades y al propio monarca en distintas actitudes. Se trata de unas tallas fascinantes, en ocasiones de aspecto enigmático y de narrativa críptica, que plasman temáticas de carácter mitológico y que condensan complejas implicaciones simbólicas. Ello ha hecho pensar que podría tratarse de objetos vinculados con algún tipo de culto o liturgia; quizá relacionadas con el propio ritual generado alrededor de los funerales del monarca, para luego pasar a integrarse en el ajuar que debía acompañarle eternamente.
El singular conjunto de tallas comparte características estéticas y técnicas similares, destacando una elevada calidad en la ejecución y una gran limitación del cromatismo, que se reduce esencialmente a la utilización reiterada de la madera ennegrecida con resina, combinada en el brillo del pan de oro. Una combinación de tonos y de materiales que resulta muy armónica y elegante, pero que también es factible que contenga referencias simbólicas: el negro se vinculaba tradicionalmente con la regeneración, con la tierra de la que emerge la vida y se renueva; el oro es una alusión a lo solar, a la fuerza vital que hace palpitar la existencia y que la perpetúa eternamente.
Fig. 4 y 5 Tutankhamón con el arpón, pieza JE69709, aún con la tela de lino y ya con la tela retirada Fotos en archivo del Griffith Institute
En el interior del armario que Carter numeró como “objeto 275”[1], tras romper el sello y abrir las puertas, fueron localizadas cuatro tallas excepcionales: la que muestra al monarca elevado sobre la cabeza del dios Menkeret; una imagen de Horus joven, Ihy, sosteniendo un sistro; y dos magníficas figuras, prácticamente idénticas, que muestran a Tutankhamón armado con un arpón y sobre una barca de papiro. Una de ellas, JE60710, muestra un acabado general algo menos cuidado que su pieza gemela, haciéndose especialmente patente en los ojos, cejas y en la cobra que ornamenta la frente del monarca. Además, la pieza luce el característico alambre propio de la corona del Bajo Egipto, con el extremo retorcido, un elemento que, sin embargo, no aparece en la otra pieza. Esta segunda figurilla, más refinada, es la que fue inventariada como JE60709- (GEM 338) [2], la misma que Carter hizo fotografiar por H. Burton con el número 275c[3]; inmortalizándola en blanco y negro portando el chal de lino (Fig. 4) y liberada ya del fragmento de tela[4] (Figs. 5).
Fig.6. Foto.Artiom Gizun(exposición en París. 2019)
Desde mi punto de vista la figurilla JE60709 es la más hermosa entre las que integran la serie. La pequeña embarcación sobre la que se sitúa la figura del faraón fue pintada de color verde muy oscuro, y luce en la proa y popa motivos florales y realces en pan de oro. Este preciosista acabado se extiende por toda la figura, incluyendo la corona, las sandalias y el arpón. Solo se hace visible el color del bronce en detalles del rostro, en la cobra ornamental y en el rollo de cuerda que sostiene el monarca en la mano izquierda. El conjunto, de apenas 70 centímetro de altura, se sostiene por una peana también de madera sin ornamentación ni texto alguno.
Fig. 7. Tutankhamon sobre la barca y con el arpón. Foto: Josep Mª Valés. Expo Tutankhamón en Londres (diciembre de 2019)Fig. 8. Tutankhamon sobre la barca y con el arpón. Foto: Josep Mª Valés. Expo Tutankhamón en Londres (diciembre de 2019)
El monarca luce como atuendo la corona del Bajo Egipto, un faldellín de tela plisada con caída ornamental por la parte delantera y un amplio collar de cuentas tubulares y con forma de lágrima en la vuelta más exterior. Estos detalles fueron trabajados sobre la madera y luego cubiertos por la fina lámina de oro. A estos elementos hay que sumar unas sandalias doradas, de tipo chancla, con única sujeción entre el dedo gordo del pie.
El conjunto de la figura deja patente los rasgos juveniles del personaje, aunque quizá es en el rostro donde se hace más evidente que el representado no es más que un muchacho. Tutankhamón aparece con el mentón redondeado, amplias mejillas, labios suavemente gruesos que dibujan una leve sonrisa, una nariz recta y ligeramente redondeada en el extremo. Los ojos tienen un protagonismo especial, al estar ribeteados con perfil oscuro y al resultar elegantemente rasgados y almendrados. En ellos se utilizaron elementos incrustados y hasta se recurrió a utilizar leves toques de pintura de color rojo, para plasmar así las venitas que se extienden por el blanco de los ojos. Este tratamiento resulta muy llamativo y otorga gran viveza, lo que además se subraya con las largas y elegantes cejas que ayudan a realzar todavía más la fuerza de la mirada.
Fig. 9. Tutankhamón con el arpón. Detalle. Foto: Albert Rodríguez Flos. Exposición en Londres en diciembre de 2019
La elegancia sobria del rostro, de gesto solemne, se potencia con la forma de la corona que prolonga las líneas del cuerpo y de la nuca, entrando en interesante armonía con la línea del arpón (Fig. 2). La corona, además, no oculta la presencia de las orejas, que han sido trabajadas de un modo extraordinario. También es excepcional el pormenorizado trabajo efectuado en la cobra que se yergue sobre la frente del soberano. Aquí el color oscuro del bronce se utiliza para destacar el cuerpo del ofidio, que se alarga hacia arriba hasta extenderse sobre la zona plana de la corona.
Muchas de las formas lucidas por esta figurilla desvelan influencias amarnianas. Entre ellas destaca la manera de plasmar el torso, que se muestra con una musculatura difusa y con senos prominentes; los brazos enclenques; las caderas bajas y amplias; las piernas gruesas; el borde del faldellín que cubre la zona lumbar pero que baja por la parte delantera hasta quedar por debajo del ombligo, destacando el vientre redondeado y abultado. Estas características estilísticas, que habían alcanzado su cenit en el reinado inmediatamente anterior, son reiteradas en muchas las representaciones de tumba de Tutankhamón. La herencia de un tiempo muy próximo se hace evidente.
Uno de los aspectos más notorios de esta pieza es el detalle con el que se realizaron las manos, mostrándose la forma de las uñas y liberando el dedo pulgar. Llama la atención la que sostiene la cuerda se muestra casi completamente abierta, lo que hace visible la palma. Este gesto genera la sensación de que la cuerda puede caer o ser utilizada en un instante, o quizá que esta mano va a ser utilizada como una especie de punto de mira o guía para ayudar a la puntería del lanzamiento. Sin embargo, la mano abierta desprende también un halo de relajación, algo en claro contraste con la fuerza que irradia el brazo derecho elevado y con la manera de agarrar el arpón.
No obstante, en lo que realmente considero que esta pieza resulta especialmente magistral es en su capacidad para plasmar el instante y detener la acción sugiriendo su continuidad. Ello es posible debido a la utilización de la madera y de elementos de bronce, lo que permite liberar volúmenes y mostrar zonas voladas que habrían sido irrealizables con materiales como la piedra. Pero las sutilezas en el diseño de la figura del monarca son igualmente fundamentales para conseguir plasmar de un modo eficaz la difícil sensación de movimiento contenido.
Foto 10. Josep. M.Valés. Expo en Londres. Diciembre de 2019.
Ciertamente las piernas separadas el monarca contribuyen a generar un artificio de dinamismo. La elevación del tobillo izquierdo, dejando solo los dedos de los pies como punto de apoyo, ayuda a sugerir esfuerzo en el equilibrio y, además, indica un intenso impulso hacia delante. El faldellín plisado juega también un papel importante en el efectismo general de la obra, abriéndose para facilitar la apertura de las piernas, mostrándose con caídas en diversos niveles y, a la vez, ajustándose a la piel en algunas zonas.
Pero la sensación de tensión se hace más patente en la parte superior de la figura, especialmente en la manera de plasmar los brazos. Ello no es de extrañar, ya que la acción principal es la preparación del lanzamiento de un arpón; es decir, la parte más relevante de la acción se condensa en el brazo que sostiene el arpón y en el propio arpón.Tutankhamón eleva el brazo y lo fuerza hacia atrás, doblando además el codo. Parece un gesto algo descoyuntado, pero hace hincapié en el esfuerzo necesario para efectuar el lanzamiento. El otro brazo se mantiene bajo y levemente avanzado hacia delante, lo que indica que su función es contribuir a propiciar que el lanzamiento sea certero y, además, compensar el desequilibro que se producirá justo después de lanzar el arpón; no hay que olvidar que el monarca está situado sobre un pequeño barco, en flotación, y que el movimiento producido en el lanzamiento podría descompensar su equilibrio.
El faraón Tutankhamón en esta magnífica talla parece reconcentrado en la acción y captado en el instante en que apunta a su objetivo. La solemnidad y elegancia de líneas parecen ser el preludio de una acción trepidante que va a producirse. Pero hay además un detalle ciertamente magnífico para ilustrar la sensación de continuidad, la idea de que algo está ya a punto de ocurrir: el monarca ya orienta el arpón hacia la izquierda, entrando en convergencia con la mano baja que sostiene la cuerda; de ahí que el arpón, desde un punto de vista frontal, resulte ligeramente oblicuo.
Pero… ¿sobre quién o qué va a lanzar Tutankhamón su arpón?. El contexto de gran simbología que envuelve la serie de figurillas negras y doradas del ajuar del monarca sugiere que, efectivamente, el rey no está haciendo aquí el banal acto de pescar en el río; sin duda se trata de algo más sublime. De hecho, el gesto del monarca forma parte de la tradición que envolvía al soberano egipcio en su divinización: el ataque contra Set.
Foto. 11. Bajorrelieve del templo ptolemaico de Edfu, dedicado al dios Horus, en la que el dios aparece sobre una barca de papiro arponeando a Set, mostrado como un pequeño y derrotado hipopótamo. Foto Archivo documental AE
La mitología del antiguo Egipto narraba diversos episodios de enfrentamiento entre el faraón, identificado con Horus, y su eterno adversario que podía encarnarse y tomar la forma de animales tan temibles como los hipopótamos o los cocodrilos. La figurilla de Tutankhamón con el arpón materializa plásticamente uno de esos episodios, mostrando como el monarca afronta con valentía esa lucha. No obstante, la representación de Set es omitida. Esta omisión posiblemente viene determinada por el profundo valor mágico que los egipcios otorgaban a su arte, al que se consideraba dotado de la capacidad de dar realidad a lo representado. De modo que en la iconografía egipcia no es extraño que se eluda mostrar lo negativo, precisamente para no propiciar su existencia. Y cuando se muestra la negatividad se insiste en su debilidad o se busca la inoperancia mágica de la imagen. Pero a nivel expresivo el hecho de no mostrar al enemigo, como ocurre en esta figurilla, puede resultar todavía más efectista, pues consigue una incomparable pulsión de inquietud. Tutankhamón, efectivamente, se prepara para enfrentarse a un enemigo invisible, algo que puede tomar múltiples formas, que es indefinido y, por tanto, próximo al caos. Algo informe e indeterminado que se mueve en un medio también indefinido, en el vacío, en la inexistencia, en la ausencia donde Maat no se manifiesta. Puede que la omisión, en realidad, sea la forma más magnífica de mostrar la confusión y terribilidad que Set encarna.
La idea de mostrar al rey sobre un barco para atacar con un arpón a un enemigo no es, en absoluto, una iconografía restringida a objetos procedentes de la tumba Tutankhamón. Se trata, en realidad, de una temática profundamente anclada en la imaginería egipcia e incluso en Valle de los Reyes hay testimonios de representaciones. Un paralelo directo es una figurilla localizada en la tumba de Amenofis II (1453-1419 a. C.), que se encuentra en un estado muy deteriorado pero que parece reproducir el mismo tema (Fig. 12). También en esta ocasión el monarca luce la corona del Bajo Egipto, eleva el brazo y el tobillo izquierdo, mientras extiende hacia delante el otro brazo y abre la mano. Igualmente interesante es una pintura conservada en el interior de la tumba de Seti II (Fig. 13). La imagen muestra lo que parece ser una figurilla dentro de un armario cerrado con forma de capilla, la misma localización en la que apareció la figurilla de Tutankhamón acompañada de otras tres esculturas. En esta ocasión el monarca aparece con la corona del Alto Egipto (Fig. 12), pero se muestra situado sobre un pequeño barco, armado con un arpón y sosteniendo en la otra mano, suavemente abierta, una cuerda enrollada.
Las peripecias sufridas por la pieza
Durante muchas décadas la figurilla de Tutankhamón con el arpón ha reposado tranquilamente y sin notables contratiempos en las vitrinas del museo de El Cairo, salvo esporádicos viajes como los que vivió al formar parte de la exposición sobre el tesoro de Tutankhamón que en los años 70 recorrió el mundo deslumbrando a europeos y americanos.
Foto. 14. Magnífico estado de la pieza cuando fue publicada en la obra de Desroches-Noblecourt, Tutankhamon, Vie et mort d’un pharaon, París, 1963, Pl. XLV, p. 217.
Desgraciadamente, a principios de 2011, esta magnífica antigüedad fue protagonista de una historia rocambolesca, misteriosa aún en muchos de sus puntos. Todo parece indicar que se trata de una de las antigüedades víctimas del asalto producido en el Museo de El Cairo durante la noche del 28 al 29 de enero de 2011, cuando en la plaza Taharir se vivían jornadas de reivindicación y lucha que terminarían siendo cruciales en el devenir del Egipto actual y que iban a liberar al país del dictador Mubarak. Las televisiones del todo el mundo, centradas en lo que sucedía en Egipto, mostraron también imágenes que fugazmente nos dejaron ver vitrinas rotas y antigüedades dañadas. Ya entonces, en esas primeras informaciones, vimos estrellada contra el suelo la barca de papiro sobre la que se sostenía Tutankhamón y vimos sus piernas fracturadas (Fig. 13). Tuvieron que pasar semanas hasta que Zahi Hawass reconociera que, efectivamente, además de actos vandálicos el museo había sido víctima del robo. Luego vinieron las listas ofrecidas por el Supreme Council of Antiquities, así como noticias alarmantes de otros robos en yacimientos y almacenes de antigüedades[5].
Afortunadamente algunas de las piezas robadas en el Museo de El Cairo volvieron a ser localizadas, aunque nunca se ofreció una explicación ni clara ni verosímil de estas apariciones, ni tampoco sobre las medidas que se van a tomar contra los responsables si es que éstos han sido identificados y detenidos. En el caso concreto de la pieza que muestra a Tutankhamón sosteniendo el arpón, la prensa publicó el 12 de abril de 2011 el sugestivo relato ofrecido por las autoridades: la pieza, junto con otras tres, fue encontrada de modo casual por un arqueólogo que iba a su trabajo y al que llamó la atención una maleta abandonada en una estación del metro de El Cairo.
Tras encontrarse rota y maltrecha, la figurilla fue sometida a una cuidada reconstrucción y restauración, que ha permito recuperar la belleza de la pieza en la medida de lo posible, volviendo a lucir su milenario esplendor; aunque las huellas de lo ocurrido siguen siendo heridas visibles. Y una vez más deslumbra con su belleza, formando parte de la exposición que en los último años recorre el mundo con una parte de los tesoros descubiertos en la tumba de Tutankhamón.
Foto 18. Aunque parecía increíble tras ver el estado en el que quedó la pieza en 2011 y a pesar de la cuidada restauración, inevitablemente hay indicios de fisuras, zonas con el dorado dañado y grietas.
Foto 19. Las huellas del destrozo nunca podrán desaparecer completamente, y ya forman parte también de la historia de esta antigüedad. Se aprecia especialmente en la zona de los brazos, manos, hombros…
Una vez más el arpón de Tutankhamón vuelve a levarse para amedrentar a las fuerzas negativas, imponiendo orden y elegancia, trayendo luz a la oscuridad. Ojalá el arpón de la justicia se clave sobre aquellos que quisieron destruir una parte de la belleza creada por los artistas del antiguo Egipto. Ojalá la derrota de Set abra un próspero, feliz y nuevo camino.
Foto 20. Artiom Gizun(exposición en París. 2019)
Debido a su belleza y elegancia la pieza fue elegida como una de las antigüedades para dar la vuelta al mundo con la exposición «Tutankhamón, los tesoros del faraón», que ha estado ya en Los Ángeles, París y Londres entre 2018 a 2020. La pandemia del coronavirus a principios de 2020 ha interrumpido la itinerancia, pero cuando regrese a Egipto, junto con otras 150 antigüedades descubiertas en la tumba de Tutankhamón, ya no volverá al viejo museo de El Cairo en la Plaza Tahrir. Todo el tesoro descubierto por Howard Carter en la tumba en el Valle de los Reyes será expuesto en el Grand Egyptian Museum en Guiza y se convertirá en el atractivo más deslumbrante de este museo. Tutankhamón con el arpón, una vez más, fascinará a cuantos le observen.
[1] Ver archivo del Griffith Institute en: www.griffith.ox.ac.uk/gri/carter/275.html
[2] Así viene referenciada en obras como D. P. Silverman, J. W. Weger, J. Houser Webner, Akhenaten ant Tutankhamun. Revolution and Restoration, Filadelfia, 2006, p. 9., en F. Tirardritti, Tesoros Egipcios de la colección del Museo Egipcio de El Cairo, Barcelona, 2000, p. 209 o en T.G. Henry James, Tutankamón, Barcelona, 2001, p. 179.
[3] Lamentablemente esta pieza parece que es uno de los objetos del ajuar de Tutankhamón que fueron robados hace unos meses en el Museo de El Cairo y, aunque bastante maltrecha, ya recuperada por el museo cairota. De hecho, en algunos informes y listados se ha indicado una numeración y tengo la impresión que, debido a la semejanza, se han producido confusiones y han puesto la foto de la otra pieza. La reciente reaparición de la figurilla y ante las fotos publicadas en la prensa, a pesar del precario estado en que se encuentra, creo que, efectivamente, la pieza que había sido robada era la JE60709 (al menos la así llamada atendiendo a la referencias de publicaciones como las que indico en la nota 1) y llamada por Howard Carter 275c. Ver en www.griffith.ox.ac.uk/gri/carter/275c.html
[4] Muchos objetos de la tumba de Tutankhamón se encontraron cubiertos con telas de lino, la colección de figurillas negras y doradas no es una excepción. Sorprendentemente algunas figurillas portaban etiquetas que aluden al año 3 del reinado de Akhenatón, lo que según N. Reeves puede hacer pensar que quizá «éstas fueron preparadas evidentemente para la proyectada tumba tebana de Akhenatón (quizá la nº 25 en el Valle occidental), que había sido abandonada en el momento de su ruptura con la antigua religión, sacada del almacén y vueltas a inscribir para el enterramiento de su hijo». Ver en N. Reeves, Todo Tutankhamón. El rey. La tumba. El tesoro, Barcelona, 1991, p. 131.
[5] El listado de las piezas robas y las ya recuperadas puede consultarse en la web del Supreme Council of Antiquities: www.sca-egypt.org/eng/MR_PR.htm
Autora Susana Alegre García
Agradecimientos a José M. Valés y a Artiom Gizun por las fotografías que han permitido la actualización de este artículo.
Artículo original publicado en BIAE 73, 2011
(Mejora de SEO/Readability/Presentación/Fotografías… 23 de mayo de 2020. Actualización de contenidos respecto a 2011, relativos a la restauración posterior realizada a la pieza y traslado al GEM)