La técnica del grabado en el redescubrimiento del antiguo Egipto (Parte II)
Por Santiago Entrena Gil
1 abril, 2010
Modificación: 23 mayo, 2020
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IX. La investigación del antiguo Egipto en España y publicaciones egiptológicas

España se suma tarde al mundo de la egiptología. Este desinterés inicial puede ser justificado y entendido bajo las circunstancias sociopolíticas que se estaban viviendo en los primeros años de 1800, cuestión que derivó en la invasión de Francia en 1808. Quizás este hecho influyó en que la publicación en castellano del Voyage de Vivant Denon: Viaje al Bajo y Alto Egipto durante las campañas del General Bonaparte causara una mínima repercusión en el país. Esto no quiere decir que el “descubrimiento” de la civilización faraónica no interesase, pues ya en los siglos XII y XIX, y aún antes, una larga serie de peregrinos y aventureros españoles cruzó las rutas de Oriente. En sus libros y en los caminos que abrieron, encuentra la investigación moderna española las huellas de sus olvidados pioneros.

En base a la excelente documentación aportada por el autor Joaquín María Córdoba en su artículo La aventura española en Oriente Viajes e investigaciones españolas en Oriente Próximo, hemos podido conocer la identidad de esos viajeros pioneros que visitan Egipto, entre los que destacan una dama dedicada al culto a Dios a la que se conoció como Egeria, probablemente familiar del emperador Teodosio, que entre el 381 y el 384 residiría en Oriente, visitando los Santos Lugares de Palestina , Egipto y el Sinaí. La verdadera literatura de viajes a Oriente había de nacer en los siglos de la conocida como Edad Media. Algunos de los más curiosos relatos vendrían firmados por viajeros como Benjamín de Tudela, Ibn Yubayr, Ruy González de Clavijo o Pero Tafur.

De Benjamín de Tudela aparecería impreso en 1543 en Constantinopla, un libro llamado Séfer-Masa’ot. Hace una admirable descripción de Egipto y, en especial, de la vida de los judíos en El Cairo y Alejandría. Algo similar ocurre con la obra de Ibn Yubayr, fundador del género literario de las letras arábigas conocido como la rihla o relación de viaje. Pronto, este viaje modélico sería considerado la obra maestra del género, siendo imitada durante siglos pero sin llegar a ser igualada. Nacido en Játiva, nuestro viajero salió de España en 1183 con dirección a La Meca, en peregrinación que le llevaría dos años, recorriendo Egipto, el Mar Rojo, Arabia, Iraq, Siria y Palestina. A su regreso narraría con detalle su experiencia aderezado todo ello con comentarios bastante acertados sobre monumentos y ruinas espléndidas, como las pirámides, la esfinge o Nínive (Fig. 23).

Figura 23. Grabado que representa una imagen de Benjamín de Tudela vestido a la usanza oriental. Siglo XIX.

Figura 23. Grabado que representa una imagen de Benjamín de Tudela vestido a la usanza oriental. Siglo XIX.

Mucho después, Ruy González de Clavijo nos legaría un relato de sus viajes de hasta Samarcanda entre los años 1403 y 1406, titulado Embajada a Tamorlan. Este libro está considerado como una de las joyas de la literatura medieval castellana y es, en muchos aspectos, comparable al célebre Libro de las Maravillas del veneciano Marco Polo escrito casi un siglo antes .
Qué decir del libro titulado Andanças e viajes de Pero Tafur por diversas partes del mundo avidos, considerado como uno de los mejores libros de viaje de la literatura medieval. Son las aventuras de Pero Tafur, un caballero que entre 1435 y 1439 realiza un viaje por Italia, Palestina, Egipto, Chipre, Constantinopla, Venecia, Basilea, Colonia, Praga, Viena, Budapest y otras ciudades. Al referirse a la grandeza de las pirámides dice que son “de altura mucho más que la torre mayor de Sevilla”.

Para realizar una aproximación de lo ocurrido entre los años 1500 y 1700, nos vemos obligados a consultar y entresacar información que forma parte del excelente y documentado artículo de la autora María José López Grande, titulado: El viaje a Egipto. Primeros viajeros españoles y primeras miradas de la investigación española hacia las tierras del Nilo, haciendo un somero resumen de la parte del artículo dedicada al periodo comprendido entre los años 1500 y 1700, se menciona a una serie de viajeros que se aventuran por diversos países, visitando Egipto, entre ellos a Diego de Mérida, monje de la orden de los Jerónimos, que realizó un viaje por Oriente visitando Palestina, Chipre y Egipto del que se han conservado dos manuscritos originales que fueron dados a conocer por A. Rodríguez Moñino en 1946. Son apreciables los comentarios que ofrece de la ciudad de El Cairo. Sobre todo, resulta muy interesante su descripción de la meseta de Gizeh y de las grandes pirámides. Diego de Mérida dice haber visto dieciséis pirámides, monumentos a los que a lo largo de su relato también llama «montañas del faraón». De los citados monumentos dice que son «obras admirables tanto al interior como al exterior» ofreciendo detalles que permiten saber que estuvo en la «cámara del rey» de la pirámide de Keops.

La autora María José López Grande, continua enumerando a otros viajeros como Guy de la Fontaine, natural de Navarra, que llevó a cabo en 1564 una investigación del mercado de momias en Alejandría, ciudad en la que más asentado estaba aquel negocio. Cuando examinó los almacenes en los que se conservaban las momias que iban a ser enviadas a Europa , comprobó que se estaban momificando cadáveres recientes, a menudo de criminales que habían sido ejecutados. Para que aquellos muertos recientes adquiriesen el aspecto de momias antiguas se les trataba con betún y se le ponía al sol para que se resecaran. Recordar que según, Thomas Pettigrew, en su libro History of the Egyptian Mummies, publicado en Londres en 1834, expone que el comercio de momias entre Egipto y Europa, que las utilizaba con fines terapéuticos, llegó a ser un negocio tan próspero que llevó a que los cadáveres momificados procedentes de tumbas antiguas escasearan por lo comenzaron entonces prácticas irregulares para mantener una oferta capaz de satisfacer la demanda existente. Finalmente, obtenemos de la citada autora información sobre la existencia de un franciscano español, Antonio del Castillo, nacido en Málaga, que realizó un viaje de peregrinación a Tierra Santa a mediados del siglo XVII. En 1654 publicó la primera edición del relato de su viaje que fue reeditado en numerosas ocasiones. Dedica en él páginas a Alejandría, el Nilo y El Cairo y describe los monumentos más llamativos, como las pirámides. Lamentablemente no he conseguido determinar si las obras literarias que describen los viajes de estos precursores españoles por Egipto, incluían, en el momento de su edición, entre los siglos XIV y XVIII, láminas o grabados que apoyasen el relato de sus autores. Ciertamente en la actualidad podemos adquirir ediciones actualizadas de estas magníficas obras, algunas de las cuales incluyen numerosa información gráfica que sin duda nos ayuda a ubicarnos tanto en la época en la que discurre la acción y a reconocer el mérito que tenían estas personas al aventurarse por aquellas tierras inhóspitas.

A partir del siglo XVIII, el desarrollo de la conocida como egiptología española se centró en un reducido grupo de intelectuales entre los que se pueden destacar Lorenzo Hervas y Pandero, Salomón Fernández, Antonio Bernal O’ Reilly, Juan de Dios de la Rada y Delgado, José Ramón Melida, Eduard Toda i Güell. Sin embargo, también vamos a hacer referencia a algún autor o aventurero menos conocido y que desarrolló una interesante labor como artista, así como otros autores que aún no siendo españoles (por ejemplo obras de Maspero, Lange, Montet, Pirenne, Wolley, Ceram), que gracias a la traducción y divulgación de sus obras ha significado un impulso en el conocimiento de la civilización egipcia por parte de los lectores españoles de la época más romántica e incluso perdura en la actualidad.

Domingo Badia y Leblich, conocido como Alí Bey el-Abbassí (1767-1818 ). Fue uno de los primeros viajeros que recorrió el mundo árabe musulmán, dejando multitud de textos que constituyen un campo de conocimiento para la época. Fue a la vez etnógrafo, astrónomo, espía, cartógrafo e incluso dramaturgo. En Mayo de 1805, llega a Egipto. Observó y describió algunos de los grandes monumentos de Alejandría y de las inmediaciones de El Cairo. Durante su estancia en Alejandría visitó las llamadas “agujas de Cleopatra”, que no eran más que obeliscos construidos en la época del faraón Tutmosis II ( actualmente se encuentran en Central Park de Nueva York). En El Cairo inspeccionó las pirámides de Gizeh y la Esfinge. Definió el motivo por el que se construían las pirámides “grandes tumbas señalando al cielo para una pronta llegada del faraón al mas allá “. En 1814, en París, se publica el relato de sus viajes, con el título: Voyages d’Alí Bey en Afrique et en Asie… en tres tomos y un atlas que incluye 83 grabados y 5 mapas. La traducción española se publica en 1836. El autor, con una gran variedad y soltura en la narración, combina sus constantes intrigas como espía con Manuel Godoy y la minuciosidad de los estudios etnológicos, científicos y geográficos, con vigor nos describe la vida, las costumbres, la espiritualidad y las ceremonias sagradas a las que asiste, sus aventuras, complicidades, huidas, mil datos con los que podemos reconstruir entre la inquietud y el goce por la belleza del relato la imagen de un tiempo, un pensamiento y el viaje por Marruecos, Trípoli, Grecia y Egipto (Fig. 24).

Figura 24. Portada del libro que relata los avatares de Domingo Badia escrito por A. Casas y titulado: Aly-Bey. Vida viajes y aventuras de Don Domingo Badía, Editorial Miracle, Barcelona, 1943.

Figura 24. Portada del libro que relata los avatares de Domingo Badia escrito por A. Casas y titulado: Aly-Bey. Vida viajes y aventuras de Don Domingo Badía, Editorial Miracle, Barcelona, 1943.

Juan de Dios de la Rada, (Almería 1827 – 1901), arqueólogo y orientalista. Fue miembro de la Real Academia de la Historia, catedrático de arqueología y numismática de la Escuela superior Diplomática, profesor de la de Jurisprudencia y Legislación matritense, y de igual clase de la de Ciencias y Literatura del Liceo de Granada. En 1894 fue nombrado primer director del Museo arqueológico Nacional, cargo que ocupó hasta 1900. En la segunda mitad del siglo XIX se realizó la primera expedición con carácter científico a Egipto dirigida por él. A bordo de la fragata Arapiles se trasladó a Alejandría, llevando a varios científicos para estudiar la cultura egipcia. Fruto de dicha expedición fue la adquisición de una interesante colección de piezas arqueológicas que hoy forman parte del fondo del Museo Arqueológico Nacional. La memoria de la citada expedición fue editada en Barcelona el año 1876, en tres volúmenes (el tercero es la parte correspondiente a Egipto), con el título: Viaje a Oriente de la fragata de guerra Arapiles y de la comisión científica que llevó a su bordo (Figs. 25 y 26).

Figuras 25 y 26. Litografías que representa piezas arqueológicas del Museo Arqueológico Nacional que fue publicada en El Museo Español de Antigüedades, bajo la dirección de De la Rada. El autor del dibujo fue Reinhart, siendo litografiado por J. M. Mateu Valverde.

Figuras 25 y 26. Litografías que representa piezas arqueológicas del Museo Arqueológico Nacional que fue publicada en El Museo Español de Antigüedades, bajo la dirección de De la Rada. El autor del dibujo fue Reinhart, siendo litografiado por J. M. Mateu Valverde.

Figuras 25 y 26. Litografías que representa piezas arqueológicas del Museo Arqueológico Nacional que fue publicada en El Museo Español de Antigüedades, bajo la dirección de De la Rada. El autor del dibujo fue Reinhart, siendo litografiado por J. M. Mateu Valverde.

Dirigió la publicación El Museo Español de Antigüedades, que pese al poco tiempo que duró esta iniciativa (1872-1880), supuso un interesante experiencia en el panorama de las publicaciones de la época, tal y como afirma la autora Susana González Reyero en su obra : La fotografía en la arqueología española (1860-1960). 100 años de discurso arqueológico a través de la imagen. La citada autora manifiesta que la apariencia monumental de la publicación dirigida por De la Rada, remitía a las grandes publicaciones del siglo XIX. A lo largo de esta obra encontramos la idea que España debía incorporarse al progreso en que vivan otras naciones y cómo esto implicaba una mayor atención por su pasado. Por ejemplo, quedó de manifiesto en la inauguración del Museo Arqueológico Nacional. Los diferentes números incluían una importante parte gráfica donde destacaba el uso de las técnicas del grabado, entre ellas la litografía y la cromolitografía. Se prefirió la calidad a la cantidad testimoniado por el empleo de la litografía y al caro procedimiento de la cromolitografía. Varios pintores y dibujantes contribuyeron en esta parte gráfica como Avecilla, F. Sierra Ponzano, R. Soldevilla, J. Avrial y Reinhart, entre otros. La empresa litográfica J.M. Mateu Valverde destacó en la elaboración de estos preciosos grabados.

Ramiro Fernández Valbuena, canónigo de la catedral de Toledo, fue autor de una magna obra en cuatro volúmenes: Egipto y Asiria resucitados (1895, 1898, 1901 y 1905). Su excesivo apego a una historia bíblica de Israel, que es lo que en realidad desmenuza el índice de su obra, no debe ocultarnos el singular interés de sus comentarios a los desciframientos del jeroglífico egipcio y la escritura cuneiforme, la incorporación a su discurso de los textos asirios y babilonios ya traducidos y la reflexión sobre el valor de los mismos para una nueva historia de las regiones orientales.

Eduardo Toda y Güell (1855-1941). Natural de Reus, su faceta como egiptólogo ha sido reconocida internacionalmente aunque en España ha sido prácticamente desconocida. La labor egiptológica de este diplomático se puede dividir en dos partes, la formación de una interesante colección de antigüedades egipcias que cedió al Museo Arqueológico Nacional y al Museo Víctor Balaguer de Vilanova i la Geltrú; y por otro lado la excavación y publicación de la tumba de Sennedyem. Publicó numerosos artículos en la prensa nacional, mientras estuvo en Egipto. A nivel científico publicó: Sesostris, La Muerte en el Antiguo Egipto, Son Notém en Tebas y A través del Egipto, que incluye ilustraciones de J. Ruidavets, y preciosos grabados en color realizados por J. Cebrian y litografiados por la empresa Litografía de Fernández, que estuvo ubicada en la Plaza San Nicolás nº 7 y 9 de Madrid. Decir que forma parte de mi colección gracias a la generosidad de otro coleccionista que se lo había adjudicado en una subasta, en la que yo también tomaba parte y que apiadándose de mi tuvo el detalle de vendérmelo a un precio razonable (Fig. 27).

Figura 27. Preciosa portada del libro de Eduardo Toda, titulado A través del Egipto, El progreso editorial, Madrid, 1889.

Figura 27. Preciosa portada del libro de Eduardo Toda, titulado A través del Egipto, El progreso editorial, Madrid, 1889.

C. Von Gonzenbach. En 1890 se publicó en España, un libro escrito por este rico viajero suizo, del que apenas hay referencias bibliográficas, siendo una persona culta y de talante aventurero que relata sus experiencias vividas en el libro Viaje por el Nilo (Barcelona, Montaner y Simón), en el que se incluyen excelentes láminas y grabados, realizados por el artista italiano Rafaello Mainella. El original de la obra se publicó ese mismo año en Alemania (Stuttgart) y llegó a alcanzar un rápido éxito de ventas (también en España), siendo considerado como un best-seller de su época. Von Gonzenbach relata un viaje iniciado por el autor en 1887 que recorre el curso del Nilo hasta Sudán. El éxito de esta obra demuestra la enorme popularidad alcanzada a finales del siglo XIX por el país de las pirámides. Las láminas y grabados que ilustran el libro destilan un aire nostálgico y un sabor exótico. El autor en su estancia en El Cairo no ahorra descripciones pintorescas, de gran valor. Incluye igualmente retratos psicológicos y biográficos de las personalidades con las que tiene la posibilidad de relacionarse. En el texto deja patente su admiración por las antigüedades egipcias, siendo testigo de la lamentable situación en que se hallaban entonces los restos de las glorias arquitectónicas de la floreciente Tebas, como era el caso del templo de Luxor. En los cinco meses que duró este exhaustivo viaje, el autor no dejo prácticamente monumento o ruins alguna, conocido en su momento, por escudriñar y relatar en su diario. Tuvo incluso tiempo de visitar Tell el-Amarna, la capital del faraón Akhenatón (Fig. 28).

Figura 28. A la drecha, portada del conocido libro de E. V. Gonzenbach, titulado Viaje por el Nilo, Editado por Montaner y Simón. Barcelona, 1890.

Figura 28. A la drecha, portada del conocido libro de E. V. Gonzenbach, titulado Viaje por el Nilo, Editado por Montaner y Simón. Barcelona, 1890.

George Ebers. Egiptólogo y novelista alemán, nacido en Berlín en 1837. Cursó estudios de egiptología en su ciudad natal. En su segundo viaje a Egipto, realizado en 1872, descubrió el más importante, papiro médico conocido, que lleva desde entonces su nombre y que se conserva en Leipzig. Sus novelas, alguna de ellas traducidas al castellano, cuya acción suele transcurrir en el Egipto antiguo, alcanzaron gran difusión en su época, en especial La hija del rey de Egipto, una de las ediciones de 1881, posee ilustraciones acuarelas por Arturo Mélida y dibujos a la pluma de Apeles Mestres y otra preciosa obra titulada Egipto. Libro de viajes, probablemente de 1882, en dos tomos, editado por Espasa y Cia, de dimensiones 40 x 30 cm.; contiene grabados realizados por los especialistas alemanes de la época como Schmauffer, Leopold Carl Müller o Strassberger, y cromolitografías de C. Werner, además de una preciosa encuadernación de Doménech. Esta obra fue previamente publicada en entregas en El Mundo ilustrado, entre 1879 y 1880, incluyendo magníficas ilustraciones. Según el autor Pablo Martín Asuero, en su Descripción del Egipto Otomano, esta obra sobre Egipto está muy bien documentada a partir de fuentes clásicas como Heródoto, Teócrito, Diodoro de Sicilia, Homero, Estrabón y contemporáneas como Golziher o Schwinfurth, pudiendo afirmarse que es una de las obras más completas y mejor ilustradas que tenemos en lengua castellana sobre el tema. Ebers falleció en Baviera (Figs. 29 y 30).

Figura 29. Portada del libro de George Ebers, La Hija del Rey de Egipto, Biblioteca de Artes y letras, Barcelona, 1881.

Figura 29. Portada del libro de George Ebers, La Hija del Rey de Egipto, Biblioteca de Artes y letras, Barcelona, 1881.

Figura 30. Grabado litográfico de un barco egipcio, contenido en el libro de George Ebers, La Hija del Rey de Egipto, Biblioteca de Artes y letras, Barcelona,1881.

Figura 30. Grabado litográfico de un barco egipcio, contenido en el libro de George Ebers, La Hija del Rey de Egipto, Biblioteca de Artes y letras, Barcelona,1881.

Sobre la editorial Espasa y Cía, editora de los volúmenes de Ebers en España sobre Egipto, deseo incluir algún apunte. La empresa fue creada por José Espasa Anguera (Lérida 1840-Barcelona 1911). Siendo un adolescente aún, hubo de trasladarse a Barcelona, ya que su pueblo natal no le ofrecía ni siquiera medios de subsistencia al ser de una humilde familia, llegando a trabajar como peón en el derribo de las murallas de la ciudad condal. A los 18 años aceptó una modesta plaza de repartidor de publicaciones por entregas, lo que fue para él una verdadera revelación, pues su talento natural y su intuición le hicieron pronto comprender el desarrollo de que era capaz aquél ramo.

Con su tenacidad, José Espasa Anguera no tardó en dominar todo lo concerniente a la librería, y así, al cabo de dos años de un penoso periplo, pues él mismo contaba que había subido a todos los pisos de la Barcelona de entonces para proponer subscripciones, no vaciló en arriesgar los ahorros que a fuerza de privaciones hiciera, estableciendo por su cuenta un modesto centro de subscripciones (1860), que fue el origen de la actual casa Espasa.

En este período (1860-77) y bajo la razón social Espasa Hermanos, dio la empresa los primeros pasos editoriales. En 1875 aparecía ya la magnífica edición de las Poesías catalanas de Federico Soler, la más notable de su época en España, tanto por la parte tipográfica como por la ilustración debida al dibujante Padró y a los mejores grabadores en madera de boj que entonces existían. Después de varios avatares, en 1881, el señor Espasa, ante el creciente desarrollo de la empresa, se asoció con su hermano político, don Manuel Salvat, dando origen a la nueva razón social Espasa y Compañía (1881-97), que en 1886 dejó el local que ocupaba en la calle de Aribau, para instalarse en el grandioso edificio de la calle de Cortes de Barcelona, construido exprofeso para sus talleres y oficinas.

Alternando con las novelas por entregas y las publicaciones periódicas, la Casa Espasa y Compañía hizo en aquella época numerosas ediciones monumentales como: Los dioses de Grecia y Roma y La Tierra Santa, obra en folio mayor de importante repercusión y con la ayutoría de Víctor Gebhardt (Barcelona, 1878-1879), en la que que relata los más altos y maravillosos hechos acaecidos en Tierra Santa desde que la conquistaron los hijos de Israel hasta el tiempo que cayó bajo el yugo Mahometano. Obra en que la que colaboraron los principales eruditos sobre la materia, como son los viajeros y estudiosos: Castillo, Deshayes, Chateaubriand, Geramb, Lievin, Cassini, Bourassé, Mislin, Saulcy, Guerin, etc. Está Ilustrada con 46 magníficos grabados al acero y grabados xilográficos (intercalados en el texto) y mapas, muchos de ellos a página entera, que representan enclaves del Sinaí, Egipto, Jordania, Israel, Siria, Líbano, etc. (Fig. 31).

Figura 31. Grabado que representa una imagen panorámica del templo de Philae, extraído de la obra La Tierra Santa. Su historia, sus monumentos, sus tradiciones, sus recuerdos, su estado actual de Víctor Gebhardt, Barcelona. (1878-1879) Espasa y Compañía. El autor del grabado es Cousen.

Figura 31. Grabado que representa una imagen panorámica del templo de Philae, extraído de la obra La Tierra Santa. Su historia, sus monumentos, sus tradiciones, sus recuerdos, su estado actual de Víctor Gebhardt, Barcelona. (1878-1879) Espasa y Compañía. El autor del grabado es Cousen.

En 1897 Espasa y Compañía separó de Salvat la razón social, que giró hasta 1908 con el nombre de José Espasa, y desde esta fecha hasta la muerte del fundador con el de José Espasa e Hijos, siendo entonces cuando mayor desarrollo adquirió la empresa, secundada por los hijos del fundador, José, Juan y Luís Espasa Escayola. En 1905 se produce una nueva y trascendental transformación de la Casa Espasa, que dio comienzo entonces a la publicación de la Enciclopedia Universal Ilustrada, que está considerada como una de las obra de mayor importancia y de más vastas proporciones qué hasta ahora se haya emprendido en el mundo.

Por otro lado, comentar que la historia de la egiptología Española no ha seguido la ortodoxia que marcaban las grandes escuelas europeas, ni tan rápida como se hubiera deseado, pero tomó su primera forma gracias a la labor de Mélida, Toda, Agrasot y tantos otros. Su testigo ha sido recogido por diversas asociaciones, fundaciones y universidades que potencian la formación e investigación de la egiptología moderna, que tanto sigue interesando a numerosas personas.

Figura 32. Cromolitografía de C. Werner del libro de viajes de George Ebers, Egipto, editado por Espasa y Cia.

Figura 32. Cromolitografía de C. Werner del libro de viajes de George Ebers, Egipto, editado por Espasa y Cia.

Aporto un breve apunte sobre el diplomático, nacido en Tolosa, Nemesio Artola, quien permaneció en Port Said, ejerciendo veinte años de Vicecónsul honorario de España y que mantuvo un cargo en la Compañía encargada de la construcción del canal de Suez. Fue autor de la obra editada en 1889 en Madrid, titulada: Historia Antigua y contemporánea del Canal de Suez, que puede considerarse una rara aportación sobre el tema que existe en idioma castellano.

Para finalizar quiero hacer referencia a un personaje poco conocido en el panorama egiptológico nacional; fue el diplomático Antonio Bernal de O’Really. He tenido la inmensa suerte de poder conseguir un ejemplar original (forma parte de mi colección particular) del libro Viaje a Oriente. En Egipto, siendo el autor, el propio diplomático, texto que está precedido por una carta prologo de D. R. Mesonero Romanos, editado en 1876, e incluso lo he podido leer. Los hechos se desarrollan en 1863. Relata un viaje que inicia O‘Reilly en barco, en el que ocupa una sección de categoría de lujo, desde Marsella, relatando incluso una tempestad. Recala en Mesina y llega al Egipto arribando al puerto de Alejandría, desplazándose posteriormente a El Cairo. El autor se refiere a pasajes históricos de Egipto correspondientes a diferentes épocas y incluye comentarios sobre escenas bíblicas que la visión de los lugares le evoca, posiblemente influenciado por su formación humanista y cristiana. Mi deseo es que, por fin, vea la luz parte de su legado, de procedencia egipcia, que he tenido oportunidad de conocer y estudiar junto a otras personas interesadas en el “mundillo egiptológico” y que “descansa” en los fondos de una institución de una ciudad del Norte de la península (Fig. 33).

Figura 33. Frontispicio del libro de Antonio Bernal de O’Reilly, Viaje a Oriente. En Egipto, Librería de Victoriano Suárez, Madrid, 1876.

Figura 33. Frontispicio del libro de Antonio Bernal de O’Reilly, Viaje a Oriente. En Egipto, Librería de Victoriano Suárez, Madrid, 1876.

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