Ajenatón, reconstrucción artística. Dedicado a Víctor Rivas, creador de Amigos de la Egiptología-AE
Introducción
Estas representaciones son reconstrucciones artísticas basadas en las antiguas imágenes de este revolucionario faraón que han llegado hasta nosotros. Constituyen un aporte a la Cultura Egipcia y nos muestran a Ajenatón (Akenatón, Akhenatón, Akhenaten) a través de las imágenes creadas hace tiempo por los artistas egipcios, así que se trata también de un homenaje a ellos.
Ajenatón, Amenhotep IV o Amenofis IV, décimo faraón de la Dinastía XVIII de Egipto. Alrededor de 1353 – 1336 a. C. en el Imperio Nuevo. Esposo de la enigmática y bella Nefertiti y padre de Tutankamón
Estas RECONSTRUCCIONES ARTÍSTICAS de Ajenatón están basadas en el antiguo arte amarniano. Justo en este año 2021 se cumplen 15 años de mi primera representación de este faraón, que realicé para mi estimado y querido Víctor Rivas, a quien siempre recordaré y agradezco profundamente. Y hoy, agradezco, con estas nuevas representaciones, a Susana Alegre, estimada y admirada egiptóloga. Mi intención es que todos disfruten de este artículo artístico.
La imagen de Ajenatón en el arte
Sus representaciones son llamativas y muy interesantes: rostro alargado, labios carnosos y voluminosos, largo mentón, ojos rasgados y orientales, cráneo alargado, brazos y manos y dedos finos, caderas muy anchas y curvas femeninas. Todo ello lo convierte en un ser andrógino particularmente atrayente para estudiosos, científicos, artistas, y público en general. Científicos y médicos teorizaron acerca de que el faraón padecía distintas enfermedades. Se habló principalmente del «Síndrome de Marfan», que otorga al paciente un rostro alargado, enjuto, delgado, ojos rasgados, dedos finos y largos. Otra enfermedad es la «lipodistrofia muscular». Caracterizada por la poca grasa corporal de la cintura hacia arriba en el hombre y la acumulación exagerada de grasa de la cintura hacia abajo. Esto dota al hombre de caderas y piernas muy anchas y curvas y femeninas. Se ha mencionado también la «hidrocefalia». Y hasta se habló de hermafroditismo que es compatible con los rasgos físicos y faciales que manifiestan los retratos de Akenaton; no obstante, los científicos no tienen ninguna prueba que avalen su teoría… También se ha hablado de que los rasgos femeninos de Akenaton eran debido a una mutación genética que causó en su cuerpo un desequilibrio en las hormonas masculinos y femeninas. Pero dejaremos las especulaciones científicas para otros artículos.
Ajenatón y el arte de la época
Los grandes cambios religiosos, económicos, políticos y administrativos de Ajenatón, ocasionaron también cambios contundentes y drásticos en los cánones de la representación artística. Akenatón, fundó, como sabemos, su propia ciudad en la actual Amarna, y éste fue el centro del culto al dios Atón, el disco solar, que, primando sobre los demás dioses, sentó las bases de una religión monoteísta, algo particular y sorprendente para el mundo egipcio de la antigüedad.
La «revolución amarniana» es un período único e importantísimo en el arte egipcio. Este arte tan novedoso, cambió años y años de cánones y normas que regían un arte invariable en el tiempo. Se abandonó el hieratismo y la estilización simbólica y estructurada y mensurada de las figuras. Se dejaron atrás las proporciones y reglas establecidas… Las nuevas representaciones son realistas y/o naturalistas. Se trata de un naturalismo que no oculta defectos ni deformaciones, ni simples rasgos particulares e individuales, incluida entre ellos, la misma belleza física. Todo es representado y a veces, pienso, que exagerado en cada retrato. De esta manera las particularidades anatómicas se acentúan haciéndolas más visibles, ya sean rasgos de vejez, de malformaciones o de gran belleza.
Como artista plástico, sólo puedo hacerme una pregunta: ¿y si Ajenatón hubiese sido realmente así tal como lo representan las esculturas y relieves? He visto personas muy parecidas, con esos rasgos y no padecían necesariamente ninguna patología, por lo cual no me extraña que luciese así. También opino que es muy probable que el propio Ajenatón hiciese «exagerar» ciertos rasgos para convertir sus retratos en un Naturalismo Simbólico. ¿A qué me refiero? Pues, un faraón tan particular en su visión y en sus acciones, ante todo movido por la parte religiosa o espiritual, podría haber utilizado esta exageración de sus rasgos andróginos y ambiguos para manifestar una totalidad universal relacionada a la conjunción de ambos sexos y a la fertilidad y a la vida generada por el sol Atón. Recordemos que los retratos siempre, siempre, guardan gran verdad, más allá de la intención del artista, del estilo y del simbolismo. Tal vez él quería verse así, o le convenía que lo viesen así, ambiguo y andrógino… o tal vez así era… De todos modos, sus rasgos, aunque se tratase de un simbolismo de la ambigüedad del rey como atributo de totalidad y supremacía, también demuestran su retrato íntimo, personal, emotivo, mental y espiritual. Y me pregunto: ¿Por qué no pudo ser así?
Texto y obras de Cesáreo Alfonso García *22027940427121