La vida de las mujeres egipcias durante la dinastía XVIII
Por Teresa Armijo Navarro-Reverter
4 julio, 2004
Modificación: 14 enero, 2017
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IV.- Actividades de las grandes damas de la época

De Egipto nos han llegado pocas noticias sobre el trabajo exterior de las damas de alta alcurnia, pero en Nuzi aparecen casos más explícitos sobre las diferentes responsabilidades de varias mujeres. Nuestra ya amiga Tulpunnaya, casi llenó uno de los archivos de la casa del gobernador de Nuzi con tabletas que trataban de sus negocios particulares. Aunque estaba casada, apenas menciona a su marido, es decir, que actuaba por cuenta propia disponiendo jurídicamente de su propio patrimonio (Starr 1937-39, Vol. I, 131). La participación de la mujer en las tareas del gobierno, aunque debía ser escasa, no era imposible; lo demuestra un escrito con el sello de Saushtatar, en el que este rey concedía una ciudad a una dama (Córdoba 1978, 113). Y la energía con la que ejercían sus poderes las mujeres mitanas queda patente en una carta escrita por una sacerdotisa de Kurruhanni a un juez de su distrito que, al parecer, quiso disponer de unos sacerdotes : «Al juez digo. Habla como sigue la Entu del dios Tilla, la hija del rey. De mis sacerdotes Sajini, Tejeshenni y Shawata, el traslado no se hará sin mi consentimiento. Algún día, una vez que mi gente esté dispuesta, yo la enviaré. Entonces podrá proponerse su traslado, pues dicha gente está para mi servicio» (Córdoba 1978, 96).

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Princesa amarnica. Museo del Louvre

La mujer egipcia no permanecía inactiva. Las grandes damas tenían un gran número de responsabilidades, pues sería la encargada del bienestar familiar, incluidos suegros, cuñados, sobrinos y parientes pobres; del reparto del trabajo entre los siervos, la supervisión de los talleres, animales domésticos, graneros, cocinas etc., y, a veces, cuando la familia no tenía un administrador, también se le encomendaría el control de los almacenes, que podíamos denominar bancos familiares ya que en ellos se depositaba la fortuna en forma de objetos, grano, metales y otros productos aptos para los intercambios. Puede que las grandes damas se ocuparan también del trueque familiar, pero lo harían por medio de un intermediario o agente llamado Swty . No tenemos datos sobre la relación entre esta figura y las grandes familias, aunque es fácil estimar que la Señora de la Casa se encargaría de listar las necesidades familiares y las compras necesarias para los diferentes talleres, así como los bienes disponibles para efectuar el trueque. El comerciante se encargaría de buscar otra gran familia o entidad deficitaria en la oferta y que a la vez contara entre sus excedentes con los productos demandados, coincidencia que podía resultar difícil de encontrar, a menos de disponer de una gran cartera de clientes; entre varias grandes familias se podrían agilizar los trueques a beneficio de todos. En un papiro de la dinastía XVIII (Bulaq XI; Cairo 58070) constan varias transacciones de carne fresca y jarras de vino (Kemp 1992, 328). Las grandes familias poseían ganado propio, pero sacrificar a un animal, con la alta temperatura de Egipto, suponía tener que salar gran parte de la carne y dejarla secar. Indudablemente el producto fresco sería más valioso y el agente del papiro podía estar especializado en intercambios alimenticios, proveyendo a la gente rica la cantidad de carne para el consumo en un día determinado.

Los cargos exteriores conocidos de las hembras se limitaban casi exclusivamente a los sacerdotales. No sólo las grandes damas, sino la mayor parte de las mujeres egipcias con una posición económica desahogada, como las esposas de escribas o artesanos, pertenecían al clero femenino del dios principal de su ciudad. Su trabajo principal consistía en integrarse en el coro y agitar el sistro (sonajero) y el menat (un collar) en fiestas y procesiones; ambos utensilios proporcionaban un sonido que acompañaba a los cantos y propiciaba a los dioses. Las aristócratas ostentaban los títulos de cantora , siendo los más frecuentes los de cantora de Hahor, Hsyt , cuyo culto fue incrementándose a partir de Thutmose III y Hatshepsut, y, sobre todo, cantora del dios Amón, Smayt , el que más se prodigó en la dinastía XVIII. Estos cargos corales eran tan preciados que las mujeres de la elite los utilizaban en documentos legales y no se olvidaban de aparecer con ellos en las paredes de sus tumbas. Todas estas damas formaban el mal llamado harén xnr del dios, cuya traducción es incorrecta, pues las componentes no tenían nada que ver con lo que entendemos en la actualidad por mujeres de un «harén». Su Supervisora poseía una gran influencia; dos damas de gran importancia histórica fueron Supervisoras del «Harén» de Amón, Huy, madre de la reina Merytra-Hatshepsut (esposa de Thutmose III y madre de Amenhotep II) y Tuya, madre de la reina Tiy (esposa de Amenhotep III y madre de Ajenatón). Esto hace suponer que el título que las une podía tener relación con la «Heredera», es decir, que sus hijas podían aspirar a ser Grandes Esposas del futuro rey, a falta de una descendiente real. En otros momentos el cargo de Supervisora recaía en la esposa del Sumo Sacerdote o de algún alto funcionario, por ejemplo, Mertyt, esposa de Sobekhotep, alcalde del Fayum en tiempos de Thutmose IV, fue Supervisora del «Harén» del dios Sobek. Otro título de gran importancia, pero con pocas referencias en esta dinastía, es el de Divina Adoratriz; lo vemos personificado en Sensineb hija de Hapuseneb, alto funcionario de Hatshepsut (Bryan 1996, 33 y 43; Castel 1998, 264) y en Maatka, esposa de los trabajadores del oro de Amón, en tiempos de Amenhotep II (PM I,1:278; Castel 1998, 270), sin que sepamos definir sus funciones. Quizás las mujeres de un rango inferior a la alta aristocracia participaban en los templos como músicas, ḫnwt  ; en la tumba de Amenemhat (TT 82), tiempos de Thutmose III, vemos una fila de damas con el sistro y el menat, representando cada una a un grupo de músicas de varios dioses. Lo que no sabemos es si toda esta banda musical recibía algún salario o era un simple título honorífico del que sentían orgullosas. En el Reino Antiguo parece que las mujeres participantes en los cultos funerarios recibían un salario, pero en estos momentos puede que muchas actuaciones las llevaran a cabo las féminas del entorno del difunto. En las tumbas aparecen dos mujeres con el nombre de Dryt , que significa «las dos milanos» y que debían representar a las diosas Isis y Neftis en alguna escenificación religiosa, desconociendo su posible parentesco con el muerto. Aunque la esposa e hijas se representan con frecuencia llorando ante el catafalco, hay una masa de lloronas a todas luces contratadas, que acompañaban la comitiva hasta la tumba gritando, llorando y esparciendo arena sobre su cabeza. Quizá también fueran profesionales las acróbatas y bailarinas que actuaban en festivales y las procesiones.

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Cabeza de la reina Tiy de Medinet el-Gurab. Museo egipcio de Berlin

Vamos a revisar ahora las tareas de las grandes damas descritas en las tumbas de sus esposos. Allí las vemos acompañando a sus importantes maridos cuando desempeñaban sus cargos oficiales; por ejemplo la esposa de Ineni, Ahhotep llamada Tuyu (TT 81; tiempo de Thutmose I-Hatshepsut) y la de Intef (TT 155; época de Hatshepsut-Thutmose III), acompañan a sus esposos en la inspección de tributos extranjeros. De nuevo la esposa de Ineni, Supervisor de los graneros de Amón, y la de Puiemra (T 39), segundo profeta de Amón durante reinando Hatshepsut-Thutmose III, están junto a sus maridos en la inspección de los bienes templarios. Podemos deducir que las mujeres tomaban parte activa en las funciones administrativas de sus maridos, cuando la ocasión lo requería. Las damas más cercanas al rey participarían en la vida palatina y aquellas honradas con el título de ẖkrt nswt , que podemos traducir por «Adorno Real» merecían una consideración especial. Los autores no están unánimemente de acuerdo con el significado de este título; Erman y Grapow (1926-31, V-III, 401,6) lo definen como mujer perteneciente al harén real; Faulkner (1962, 205) lo traduce por «concubina real»; Whale (1989, 277 n. 20) indica que podría representar a mujeres educadas en el harén, quizá como damas de compañía de las princesas, sin que necesariamente tuvieran relaciones sexuales con el Rey. Está última acepción es la más admitida en la actualidad, conjuntamente con la idea de que el título puede estar asociado con el papel desempeñado por algunas damas reales o de alto rango del harén en el culto a Hathor (Troy 1986, 78). En todo caso se trata de personas muy cercanas a la familia real y que, como su nombre indica, adornarían las recepciones o ceremoniales de palacio. Un honor muy especial para las mujeres afines a la realeza era ser mnʿt nswt , es decir, tutora del rey, en caso de que el bebe llegara a soberano o mnʿt sȝ/sȝt nswt, si trataba de algún príncipe o princesa. Generalmente estas damas participaban en la educación de los niños, junto con los tutores masculinos que se les designa con el mismo nombre,  mnʿt (fig.2). Cuando amamantaban a los niños reales se les llamaba šdwt , que quiere decir «la que alimenta», aunque a veces los dos apelativos se confunden. Este sería el caso de Satra In, quien amamantó a Hatshepsut (Urk 241,8) y cuyo féretro se encontró en el Valle de los Reyes (KV 60), lo que presupone que la gran Hatshepsut le otorgó una tumba en ese lugar sagrado (Roehrig, 1996,17)[10]. Ambos grupos de mujeres gozaban del privilegio de poder representarse con el rey o el príncipe en sus rodillas, siendo la única vez que existe un contacto corporal entre una persona particular y la realeza. Así encontramos a Amenemopet, madre de Qenamón (TT 93), que era «Jefa de las amas que nutren al dios», teniendo a Amenhotep II en sus brazos mientras el rey cariñosamente la abraza (fig.3). Estas damas suelen aparecer en las tumbas de sus esposos de manera prominente, por ejemplo, la esposa de Imenemheb (TT 85), Baki, y la esposa de Pejsujer (TT 88), Neit, ofrecen directamente ramos a Amenhotep II, siendo la primera vez que una mujer realiza este ceremonial; en la tumba 85 el propio Imenemheb ofrece a su esposa mientras ésta amamanta al príncipe[11].

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Cabeza inacabada de Nefertiti de Menfis. Museo de El Cairo

La mujer fue muy sensible a la riqueza que fluía en Egipto en aquellos momentos y en las tumbas tebanas vemos como paulatinamente se van volviendo más coquetas y sofisticadas. Abandonan el traje ritual blanco, propio de los banquetes fúnebres y aparecen con finos vestidos de colores plisados y adornadas con ricas joyas. El amor al lujo llegó a todas las esferas sociales, un claro ejemplo es el rico ajuar funerario encontrado en la tumba de Ja y su esposa Meryt (TT 8), hoy en el museo de Turín (Schiaparelli, 1927). Ja era Jefe del «Gran Lugar», es decir de la necrópolis, y no dejaba de ser un trabajador del barrio obrero de Der el-Medina. Pues bien, el tesoro recuperado en su enterramiento muestra su alto nivel económico, además de un gusto y refinamiento insospechados. Comparando el tesoro de Ja y Meryt con el encontrado en la tumba de Yuya y Tuya (Quibbell 1908; M. Cairo CG 51001-51191), vemos que las dos parejas, de muy distintas categorías sociales, vivían con las mismas comodidades. Yuya y Tuya, padres de la reina Tiy, pudieron llevarse a su morada eterna los más preciosos y refinados objetos, fabricados con las más lujosas maderas y adornado con metales, incrustaciones vidriadas o piedras semipreciosas. Ja y Meryt emplearon materiales menos costosos, recipientes de barro y maderas pintadas, pero la utilidad de muebles y utensilios era la misma y el sentido de la belleza quedó plasmado en sus decoraciones. La famosa cajita llena de tarros y frascos de cristal para los cosméticos de Meryt (Turín n. supl. 8479) son prueba de una cultura muy avanzada y de un pueblo que, por lo menos hasta el nivel de obreros y artesanos reales, no se limitaba a trabajar para su propia subsistencia.


[10] Otras Sdwt de este periodo son: la madre de Sathioh, Ipu, esposa de Thutmose III (Troy, 1986, 164); Amenemopet, madre de Qenamón, administrador de Amenhotep II en Perunefer; Senetnay, esposa de Sennefer, alcalde de Tebas con Amenhotep II cuyo ajuar funerario también se encontró en el Valle de los Reyes, en la tumba KV 42.
[11] Otras nodrizas reales de esta época son: Tethemet, puede que de Ahmose Nefertari (TT15, Whale 1989, 10); Rai, (Urk 77,17) Senetneferet, otra esposa de Sennefer (TT 96); Nebkabenet (Cairo 34117, Urk 1939); dos Tia amamantaron a dos reinas, Nefertiti (tumba de Ay TA 21) y Anjesenamón (MMA 1985.328.5).

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