Es quizá el más famoso de todos los faraones del antiguo imperio egipcio. El más mediático, el más fotogénico. Su leyenda cautiva la imaginación y, a la vez, es la causa del estereotipo que occidente tiene sobre «lo egipcio». Sí. Es Tutankamón, que luego de milenios no encuentra paz. Sus tesoros fabulosos viajan por el mundo suscitando la admiración y el asombro.
La semana pasada, la National Geographic Society anunció que las joyas del famoso faraón volverán, luego de una ausencia de más de 30 años, a presentarse en Londres.
La exhibición, que tendrá lugar en noviembre, parece estar destinada a ser el acontecimiento arqueológico del año. La exhibición servirá para inaugurar el futurista centro de arte y ocio O2 londinense, la antigua Cúpula del Milenio, que ha sido adaptada para albergar la fastuosa colección del niño rey.
Más de 120 mil entradas ya se han reservado para la exposición «Tutankamón y la Edad Dorada de los Faraones». La muestra ha sido un gran éxito en cuatro ciudades estadounidenses, donde ha atraído a más de 3 millones de visitantes.
Sin embargo, el faraón llegará a Londres sin su famosa máscara dorada. La pieza, que refleja el rostro en vida del joven monarca, se encuentra en un estado muy delicado como para poder soportar los rigores del viaje sin sufrir daños. Por tal razón, permanecerá en su hogar, en el Museo Egipcio de El Cairo.
Misterio
La tumba de Tutankamón fue hallada en 1922 por el arqueólogo británico Howard Carter en el Valle de los Reyes en Egipto. El faraón niño siempre ha fascinado al público, intrigado por el misterio que aún pervive sobre la causa de su muerte y la maldición que, según la leyenda, Tutankamón echó sobre todos aquéllos que intentaran profanar su tumba, reforzada por la repentina muerte de Lord Carnarvon, protector de Carter y uno de los primeros en entrar en la cámara funeraria.
Tutankamón fue un faraón perteneciente a la dinastía XVIII de Egipto, y gobernó entre los años 1336 al 1327 antes de Cristo (a. C.). Había nacido aproximadamente en el 1345 a. C. Se casó con una pariente suya, Ankesenpatón, quien al parecer era hija del rey Akenatón y de su esposa, la reina Nefertiti.
Tutankamón contaba apenas con nueve años de edad cuando fue coronado faraón tras la muerte del corregente de Akenatón designado por el emperador para gobernar hasta que el joven heredero tuviese edad suficiente para acceder al trono. Pese a su juventud, Tutankamón no fue un títere de los consejeros de su antecesor. Contrario a lo que se creía hasta hace pocos años, el rey fue un destacado constructor y restaurador del imperio.
Durante su reinado se restableció la religión politeísta, tradicional en Egipto antiguo, y el culto a Amón, deidad solar de los vientos, que reemplazó al culto al dios único Atón, creador de los vivientes.
Murió alrededor del año 1327 a. C. a los 19 años de edad, luego de casi una década de reinado.
Las causas de su deceso nunca fueron claras. Se especuló sobre una conspiración para asesinarlo, pero los expertos han descartado esta hipótesis al hacer un estudio más exhaustivo de sus restos y no encontrar huellas de violencia anteriores a su muerte.
Necesidad
Lo misterioso y fascinante de su vida es lo que hace que más de 3 mil años después atraiga la atención del público. La exposición de Londres de 1972, para la que algunos llegaron a esperar colas de hasta ocho horas, sigue ostentando el récord como la más visitada de Londres de todos los tiempos.
Por eso cuando el Gobierno de El Cairo decidió que las posesiones del faraón niño volvieran a salir al extranjero, la capital británica era una visita obligada.
El Consejo Supremo de Antigüedades de Egipto ha aceptado que espera conseguir fondos con esta gira.
«El dinero va a ir destinado a la construcción de un museo y a obras de restauración», explicó el egiptólogo Zahi Hawass, que estimó en 100 millones de dólares los fondos que esperan conseguir.
Detectives tras la pista de un misterio milenario
En la oscuridad de una noche a comienzos de 2005, un equipo de investigadores en Luxor, Egipto, sacó brevemente la momia del faraón Tutankamón de su sarcófago para someter al rey, por primera vez, a una tomografía computarizada. Los investigadores querían saber, entre otras cosas, si el rey niño murió por un accidente o si fue víctima de un asesinato. Cuando el cuerpo momificado fue llevado desde la tumba en el Valle de los Reyes hasta el tomógrafo, se produjo una intensa tormenta de arena y comenzó a llover, algo poco habitual en esa región de Egipto. «Es la maldición del faraón», murmuraron algunos presentes asustados. Los resultados de la tomografía realizada a la momia de Tutankamón, presentados casi un año después, indicaron que el juvenil faraón no fue asesinado, sino que debió haber muerto porque se fracturó una pierna poco antes de su muerte y a que la herida podría haberse infectado, según dijo un importante arqueólogo egipcio. Esto echaría por tierra la idea de que hubo un complot para asesinarlo.
Fuente: Prensa.com
http://mensual.prensa.com/mensual/contenido/2007/03/20/hoy
/panorama/919051.html
Reseña: Roberto Cerracin
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