La técnica del grabado en el redescubrimiento del antiguo Egipto (Parte I)
Por Santiago Entrena Gil
1 enero, 2010
Modificación: 23 mayo, 2020
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En el transcurso de los siglos la técnica del grabado ha cumplido una función fundamental en la difusión de la cultura. Fascinó y “embrujó” a numerosos artistas, que lamentablemente no siempre han sido reconocidos en su justa medida. En la época del Renacimiento, en torno a 1455, se inventa la imprenta para difundir textos, empleándose el grabado como recurso artístico para ilustrar y reproducir aquellos conceptos o ideas imposibles de explicar a través de la palabra escrita.

Pero la ilustración es algo más que el ornato del libro, ya que ofrece un comentario gráfico de su contenido, muestra un reflejo de la sociedad en la que apareció el libro y, en algunos casos, puede constituir el principal motivo de interés de una publicación. Y entre los tipos distintos de ilustraciones, en este artículo vamos a introducirnos en el mundo del grabado, técnica artística que a pesar de su trascendencia como auténtico difusor de conocimiento y reflejo de la mentalidad de las distintas épocas, no ha recibido en muchas ocasiones el reconocimiento que considero que merece. Además, los pioneros, los primeros exploradores que visitaban el país del Nilo, no disponían de la fotografía, de modo que los grabados se transformaron en un magnífico medio para transmitir el cúmulo de sensaciones que experimentaban al observar aquellos paisajes y monumentos maravillosos (Fig. 1).

Fig. 1. Grabado extraído de la obra: Views in Egypt..., de Luigi Mayer. Editado por R. Bowyer en 1802. Obra de Thomas Milton que representa el interior de un tumba cercana a Guiza.

Fig. 1. Grabado extraído de la obra: Views in Egypt…, de Luigi Mayer. Editado por R. Bowyer en 1802. Obra de Thomas Milton que representa el interior de un tumba cercana a Guiza.

Pero no quiero continuar este texto, de cara a la mejor comprensión de alguno de sus aspectos, sin explicar qué me ha movido a interesarme por el mundo artístico del grabado. Mi afición por la Egiptología nace durante mi adolescencia, provocada por la visión de las películas como: Cleopatra y Tierra de faraones, que rezuman misterio y espectacularidad; aunque realmente se manifestó a la vuelta del viaje que realice a Egipto en 1999. Entonces empecé a comprar asiduamente revistas especializadas, a nutrir mi biblioteca de novelas y estudios históricos sobre el tema, a acudir a cursillos, conferencias, exposiciones, además de “chatear” en la “red”. Sin embargo, no es hasta comienzos del año 2000, cuando empiezo a reunir material gráfico y libros ilustrados antiguos sobre Egipto. El detonante de esta afición al coleccionismo fue la adquisición en una librería anticuaria, del casco viejo de Vitoria, de un ejemplar espectacular de 30 x 40 cm, primer volumen de la obra Egipto de George Ebers, editada entorno a 1876. En esta publicación destacan 24 cromolitografías, en color, del artista Carl Werner, así como 650 grabados de los dibujos a pluma de los especialistas alemanes de la época como Schmauffer, Leopold Carl Müller o Strassberger. Me costó 60.000 pesetas, “de las de antes”. He tardado casi diez años en conseguir el segundo tomo de la citada obra.

Después de adquirir mi primer libro con grabados, continué comprando publicaciones ilustradas y grabados. Al principio de forma algo anárquica, para posteriormente seleccionar más el material teniendo como referente la documentación de diversas publicaciones.

Los textos e imágenes de los libros antiguos y grabados que colecciono, para el espectador moderno, descubren no sólo los paisajes y costumbres, sino el asombro que producía Egipto a los europeos del siglo XVIII y XIX, enfrentados a la visión de los exóticos lugares que observaban. También son obras que nos adentran en la época de los viajes de exploración y en los primeros pasos de la egiptología. Personalmente me resulta muy seductora la sensación de revivir ese mundo tan complejo, pero a la vez tan romántico, que estos precursores han conseguido transmitir a través de las imágenes reflejadas en sus escritos y en los grabados (Fig. 2).

Fig. 2. Cromolitografía del Frontispicio extraído de la obra George Ebers, Egipto, Volumen I, Espasa y Cía. 1878. Primer libro de mi colección.

Fig. 2. Cromolitografía del Frontispicio extraído de la obra George Ebers, Egipto, Volumen I, Espasa y Cía. 1878. Primer libro de mi colección.

Pero localizar libros ilustrados originales y sus grabados, al haberse editado pocos ejemplares, resulta complejo. A ello sumar su natural destrucción y desaparición debido al paso del tiempo, y, desde luego, mi limitada capacidad económica que me ha impedido adquirir algunas de las obras más representativas de estas épocas, pese a la irrefrenable búsqueda que llevo a cabo, tanto en nuestro país como en el resto de Europa e incluso en Estados Unidos. Paradójicamente, hoy en día ocurre un poco como cuando se inició esta técnica del grabado: libros más interesantes, de mayor calidad, tamaño, rareza, antigüedad y con profusión de obra gráfica, solo están a disposición de personas con elevada capacidad económica o influencia. Al resto de los “mortales”, solo nos queda el consuelo de tener un “golpe de suerte”.

Ciertamente, alguna persona podrá acusar a los coleccionistas de fomentar la venta de grabados que han sido arrancados de preciosos libros ilustrados por algún vendedor de antigüedades sin escrúpulos que no pueden vender la obra en su integridad por su elevado valor en el mercado. Sin embargo, también, he tenido la oportunidad de conocer a anticuarios y libreros profesionales, que han rescatado del “anonimato” viejos volúmenes, muchos de ellos ya desmembrados o incompletos; los mismos libreros que habitualmente se alejan de ese modelo especulador y que hacen todos los esfuerzos posibles para intentar adaptarse a las condiciones de compra que se adoptan de mutuo acuerdo.

Así pues, la selección de imágenes que acompañan este artículo, que se presentará en el BIAE dividido en dos entregas, es una muestra representativa de las diferentes formas y maneras de representar el Egipto faraónico, que forman parte de mi modesta colección particular. Mi única pretensión es que el lector se haga idea de la enorme importancia que el grabado ha tenido a la hora de difundir el conocimiento de la civilización egipcia. El tema en cuestión, requiere plantear una investigación pormenorizada y más exhaustiva que la expuesta en estos párrafos. En el desarrollo del artículo nos adentraremos en el concepto del grabado, en su técnica e historia, y nombraré a los viajeros, descubridores, arqueólogos y artistas más conocidos del mundillo egiptológico; pero también he hecho el esfuerzo de incluir a muchos de los artistas grabadores de las obras de esos precursores de la egiptología, sin cuya intervención jamás se hubiera obtenido el conocimiento posterior de las mismas y de los que apenas se habla hoy en día.

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