Medicina, médicos y enfermedades en el Antiguo Egipto
Por Núria Castro Jiménez
29 julio, 2016
Instrumentos médicos representados en el templo de Kom Ombo. Época Ptolemaica. Foto Susana Alegre
Modificación: 18 octubre, 2018
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Desde la antigüedad, la sabiduría que poseían los Antiguos Egipcios ha ejercido sobre el resto de la humanidad una extraña fascinación, especialmente en lo concerniente a sus logros en el campo de la ciencia y la técnica. Herodoto de Halicarnaso, conocido como “el padre de la historia” describió Egipto como: “Tierra fecunda que produce abundantes drogas; unas son remedios, otras venenos; país de médicos, los más sabios del mundo». En estas páginas vamos a tratar de la increíble modernidad de la medicina  Egipcia: ¿Mito o realidad?

Uno de los aspectos más desconocidos de la civilización egipcia, pero sin duda uno de los más fascinantes, es la creación de las bases de la medicina moderna. Cuando todas las culturas antiguas se acercaban a la enfermedad y a sus tratamientos basándose en creencias irracionales de posesión de malos espíritus u ofensas a los dioses, los egipcios daban un gran salto en el conocimiento de los mecanismos que rigen la salud humana, tratando al enfermo, no como culpable, sino sencillamente como afectado por la enfermedad. Inventaban la medicina moderna, basada en métodos científicos como el estudio de los síntomas, el diagnostico, el pronostico y por último, el tratamiento. Conozcamos algunos aspectos de una ciencia que hace más de 4.000 años inventó cosas como el precedente de la aspirina, las tiritas, y los puntos de sutura.

Pero ¿De dónde procede nuestro conocimiento sobre la medicina egipcia? Disponemos de diversas fuentes: Las más importantes son los papiros médicos:

I. Los papiros médicos

Los papiros médicos son recopilaciones de tratamientos para la consulta de los profesionales de la medicina. Los más importantes que han llegado hasta nosotros son los conocidos como el Papiro Ebers, datado en la Dinastía XVIII (1550-1307 a.C.) y el Papiro Edwin Smith, datado en la Dinastía XVII (1640-1550 a.C.), aunque trata de una recopilación de textos más antiguos, las “Invocaciones a los dioses y formulas para recitar cuando se trata a un enfermo” que posiblemente se remontan a la época de las pirámides. Es curioso que aunque mucho se ha hablado de la vinculación de la magia en la medicina egipcia, en el Papiro Edwin Smith la única mención mágica se halla al final de un caso ejemplar de los pasos utilizados en la medicina egipcia, los mismos de la medicina moderna:

1- Síntomas: espasmos, inmovilidad a partir de las cervicales, ojos enrojecidos. 

2- Diagnóstico: Rotura de la espalda a nivel del cuello. 

3-Veredicto: es una enfermedad que conozco y con la que no puedo luchar. 

4-Tratamiento: No existe. Ahora el paciente puede consultar a un mago o curandero, pues no le hará ningún mal.»

El veredicto era equivalente a nuestro pronóstico y se presenta en tres formas: «una enfermedad que yo trataré, una enfermedad con la que me batiré, una enfermedad por la cual no puedo hacer nada». (Lamentablemente, la medicina actual no ha superado este certero diagnóstico, y sigue sin existir un tratamiento eficaz para la fractura de la médula espinal).

El veredicto era equivalente a nuestro pronóstico y se presenta en tres formas: «una enfermedad que yo trataré, una enfermedad con la que me batiré, una enfermedad por la cual no puedo hacer nada». (Lamentablemente, la medicina actual no ha superado este certero diagnóstico, y sigue sin existir un tratamiento eficaz para la fractura de la médula espinal).

Figurilla de bronce que muestra a Imhotep. Época Ptolemaica. Foto Susana Alegre

Los egipcios atribuyeron la autoría de los papiros médicos a Tot, dios de la sabiduría, “Aquel que ha dado a los hombres la palabra y la escritura”. Era el patrón de los escribas, médico y mago de los dioses. Los griegos lo asimilaron al dios Hermes y dieron a los libros que Tot había revelado el nombre de Herméticos. El célebre médico Galeno afirma que en el XI a.C, los médicos griegos seguían consultando las obras medicas de la biblioteca del templo de Imhotep en Menfis. La ciencia médica parece estar ya totalmente establecida en el Imperio Antiguo. El supuesto origen divino de los papiros médicos supuso un obstáculo para la experimentación de nuevos remedios. Diodoro de Sicilia relata: “Ellos establecen el tratamiento de acuerdo con los preceptos escritos, revelados y transmitidos por un gran número de ancianos médicos celebres. Si siguiendo los preceptos del libro sagrado no pueden salvar al enfermo, son declarados inocentes y exentos de todo reproche, si al contrario, se comportan contrariamente a los preceptos escritos, podían ser acusados y condenados a muerte.”. No cabe duda que los jóvenes médicos que deseaban probar nuevas terapias exponían su vida, aunque hemos de recordar que los viajeros griegos llegaron a Egipto en un momento en que se hallaba en franca decadencia, y el culto al pasado esplendor de la civilización faraónica sustituía a un futuro desalentador en manos de griegos y romanos.

 

II. La profesión médica

La palabra que designaba al médico era sunu, “el de los que sufren”. Aunque existía la medicina general, Egipto era conocido por sus reputados especialistas. Según Herodoto: ”La medicina esta repartida en Egipto de esta manera: cada medico cura una única enfermedad, no varias” “Todo está lleno de médicos, unos para los ojos, otros para la cabeza, para el abdomen, y para las enfermedades de localización incierta” Algunas especialidades eran: el Oculista (sunu-irty), el “Medico del vientre”(sunu khet), “El pastor del ano”, y dos tipos de dentistas, diferenciando a los que habían estudiado medicina, como los actuales estomatólogos.

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Entre los muchos títulos que ostentó Mereruka, también se encuentra el de «Supervisor de médicos del palacio real». Dinastía VI. Archivo documental AE.

Status

Algunos médicos estaban sometidos a una vigilancia del estado, para garantizar a los usuarios la calidad del servicio. Eran funcionarios, una especie de Seguridad Social que cubría las necesidades más esenciales, como la traumatología. A su vez existía un ejercicio privado, sobre todo en odontología y veterinaria. Según Diodoro de Sicilia “en las expediciones militares y en los viajes todo el mundo es curado de manera gratuita, porque los médicos son alimentados a expensas de la sociedad.

Los médicos reales eran escogidos entre los mejores del país. Tenían bajo su cargo al “director de los dos lados de remeros del barco de los médicos reales”, para realizar desplazamientos con rapidez. Gozaban de una gran reputación e incluso desde el extranjero se hacían largos viajes para consultarlos. A veces el faraón enviaba sus médicos a las cortes extranjeras. Según Herodoto, Amasis, de la Dinastía XXVI, es enviado a Ciro, respondiendo a la petición del mejor oculista conocido para sanar a la madre del monarca, y el medico, enfadado por el viaje, incita a Ciro a atacar Egipto. También es célebre la petición del rey hitita Hattusil de un buen ginecólogo para curar la esterilidad de su hermana ¡de 50 años! Ramses II, responde en una carta cargada de fina ironía, que no hay médicos tan eficientes en Egipto, y envía un profesional más adecuado a este caso: un mago.

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También existieron en Egipto mujeres dedicadas a la medicina, las senut. Estela de la dama Peseshet, que portaba el título de «Supervisora de las doctoras». Imperio Antiguo.

La Formación 

Los médicos recibían formación en “La casa de la Vida”, escuela de medicina y biblioteca en la que escribas y sabios recopilaban antiguas tradiciones. Los alumnos adquirían las bases de la profesión en contacto con sus maestros, leyendo, elaborando y copiando textos, así como procediendo a la practica controlada de la medicina por parte de los estudiantes. Tras la graduación en estos centros podían dedicarse al ejercicio de la profesión.

 

III. Enfermedades

El corazón y de los vasos

Los egipcios utilizaban haty para referirse al corazón como termino anatómico, ya que ib es utilizado en todos los papiros literarios para expresar la idea de residente de la conciencia, el alma, la tristeza, etc. Tal como nosotros utilizamos expresiones del tipo «te amo con todo mi corazón» o «Te lo digo con el corazón en la mano», «es una persona de gran corazón», sin hacer esta diferenciación de nomenclatura.

A pesar de que se ha atribuido el mérito de ser el primer médico en medir los latidos del corazón al griego Herofilo, que vivió en Alejandría en el s III a.C., el siguiente escrito demuestra que habían descubierto la relación del corazón con el sistema circulatorio, incluido el pulso y su importancia para establecer un diagnostico:

Hay vasos en él a todos los miembros. En cuanto todo medico y todo sacerdote de Sekhmet, o todo mago, pone sus dedos, sobre la cabeza o sobre la nuca, o sobre las manos  o sobre el lugar del corazón o sobre los 2 brazos o sobre las 2 piernas o sobre una parte cualquiera, siente alguna cosa del corazón ya que los vasos de él van a cada uno de sus miembros; y de esto se dice que él habla en los vasos de cada miembro.”

El Papiro Ebers describe un infarto de miocardio 4.000 años antes de que lo hiciera Hebeden, considerado el primero en hacerlo:
Si tu examinas un enfermo que sufre de la boca del corazón al igual que de dolores en su brazo, en su pecho, en un lado de su estomago, es la muerte quien lo amenaza”

En cuanto a la circulación, es un tema muy discutido, y no hay unanimidad entre los investigadores. Los egipcios explican que por los vasos que comunican el corazón y el resto de los órganos corporales circula -con la sangre como vehículo- el alimento (nutrientes), el agua (suero), el aire (oxígeno), y los excrementos (sustancias de desecho), lo cual coincide, cambiando la nomenclatura, con las teorías de la actualidad.

Pulmones y vías respiratorias

Existen numerosas prescripciones para tratar la tos. A los niños se les daban los remedios mezclados con dátiles, en medio litro de leche de vaca. Hay remedios que contienen miel, cuyos efectos la hacen totalmente adecuada para este fin. También se utilizaban los vapores: “Otro remedio: mirra, resina aromática, pulpa de dátiles, se mezclan en una sola masa. Iras a buscar 7 piedras y las calentaras al fuego. Bajo una de ellas pondrás una parte del medicamento. La pondrás en un vaso nuevo, con el fondo perforado. Pondrás enseguida un tallo en el agujero y pondrás tu boca en este tallo, tomando el vapor que exhala. (Papiro Ebers)

Vías digestivas

En el Papiro Ebers hay 12 recetas de purgantes destinadas a “liberar el vientre”. El elemento purgante más efectivo es el ricino y los frutos de sicomoro macerados en cerveza: “remedio para liberar el vientre y hacer desaparecer la enfermedad del vientre de un individuo: granos de ricino. Machacar e ingerir con cerveza, hasta que todo lo que está en su vientre sale (Papiro Ebers).

Para favorecer la evacuación se utilizaban lavativas y supositorios: “Otro remedio que se hace después: aceite, mererhet, miel. Poner en un saco de tejido. Harás 4 bolitas. Introducir una de ellas en el ano cada día (Papiro Chester Beatty). El tratamiento de los parásitos era a base de frutos del granado, que contienen un alcaloide utilizado aún hoy en día para el tratamiento contra la tenia. También se trató con notable éxito las hemorroides, el prurito anal, y la aerofagia.

Abcesos, tumores y hernias

Los tumores eran tratados quirúrgicamente en caso de estar localizados en un miembro, pero si se constata que el mal se ha extendido: «…Tu le dirás: un caso que yo trataré. Pero no hay tratamiento…” Además en el Papiro Ebers también encontramos la descripción de un cáncer de estómago con anorexia y espasmos gástricos. Al médico se le advierte: “Ten cuidado de él, ¡no le abandones! El médico debe dar apoyo moral incluso en los casos en que profesionalmente no puede hacer nada. En algunos casos, el cirujano intervenía intrépidamente y sin dudar para extirpar un tumor vascular haciendo una termo-coagulación, aunque no se indica como era el instrumento utilizado para cauterizar.

Obstetricia y Ginecología

El Papiro de Kahun es un tratado de ginecología, y el documento médico conservado más antiguo de la historia. En otros muchos papiros hay una parte dedicada a “los remedios que conviene preparar para las mujeres”. Sin duda es una muestra de la importancia y la frecuencia de éstas en el Antiguo Egipto. Muchas patologías ginecológicas son fácilmente reconocibles por la descripción de síntomas.

Los tratamientos son administrados por vapores, vertiendo el remedio sobre piedras calientes, y sentando a la mujer (a una prudencial distancia, claro está.) Se han hallado recipientes en forma de cuerno a los que se ha dado diferentes explicaciones: Cerrados por un lado con marfil y por el otro con un tapón de madera y acabados en su punta por una especie de cuchara, podrían haberse utilizado para contener leche a modo de biberón, o para irrigaciones vaginales, ya que para intra-rectales le faltaría presión.

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Cuerno utilizado como recipiente. Dinastía XVIII. Museo del Louvre. Foto Susana Alegre.

Anticonceptivos: En el Papiro Kahun hay recetas que empiezan por “Para evitar… seguido de un dibujo de un falo, con ingredientes como heces de cocodrilo, mucílago; miel y natrón para embadurnar los genitales, procesos que disminuyen la movilidad de los espermatozoides (también podemos pensar que parte de la efectividad se debiera al escaso atractivo de dicho mejunje). Existían remedios incluso para no quedarse embarazada en 1, 2 o 3 años basados, en la goma de acacia, que una vez fermentada produce ácido láctico, un potente espermicida.

El Parto: “Sentarse en los ladrillos” es sinónimo de dar a luz. La postura comúnmente elegida era en cuclillas, que facilita la expulsión del bebe, sobre una estructura de ladrillos con un hueco entre ellas para facilitar la labor de las comadronas. También existía -aunque escasamente utilizada-, una “silla de partos” similar a las adoptadas en la actualidad. Los dolores de parto se aminoraban dando a la madre cerveza, masajes con polvo de azafrán disuelto en cerveza o polvo de mármol disuelto en vinagre, en bebidas o en supositorios. Los partos podían ser normales, satisfactorios, complicados, difíciles y prolongados. El Papiro Ebers tiene 20 recetas para el parto, desde masajes para hacer descender la placenta y todos los restos del parto, así como inyecciones vaginales y óvulos para evitar la fiebre puerperal.

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Escena de parto. Época Ptolemaica. Museo de El Cairo. Ministry of Antiquities. Press Office

Enfermedades de la infancia

Frecuentemente se amamantaba a los hijos hasta los 3 años. Para que suba la leche e incluso para que mejore su calidad, había muchas recetas, como espina de pescado, (por el calcio), y cerveza espesa (método que aún se utilizaba en los años 60). La mastitis y otras molestias en los senos se trataban con pomadas y aplicación de cataplasmas.

Para saber si un niño era fuerte, se le daba un pedazo de su placenta. Si la vomitaba, el niño moriría, pues la placenta significa vida, y si el niño la rechaza, rechaza la vida. Algunos remedios, como los destinados a retener la orina de los niños, la diarrea, etc., eran suministrados a la madre o nodriza, para que los transmitiera por la lactancia, lo cual resulta absolutamente acertado.

Nariz y orejas

La nariz era bien conocida por el proceso de meter un gancho en la nariz para sacar el cerebro durante la momificación. Las lesiones eran tratadas de manera adecuada dependiendo de si eran heridas, fracturas de hueso o de cartílago. El tratamiento es el mismo que se utilizaría en la actualidad: una limpieza local seguida de introducción de mechas grasas y completado por dos rodillos rígidos laterales en caso de lesión del tabique. También se procede a la reducción en caso de rotura ósea.

Patología quirúrgica de la oreja: es realmente sorprendente la reconstrucción estética del pabellón auditivo en caso de rotura: Era cuidadosamente recosido, fijando la posición con unos rodillos rígidos de lino. Pero si hay una zona necrosada: “Entonces cortarás con un cuchillo hepet hasta el límite de todo lo que está necrosado” Hay que retirar el tejido muerto para permitir la cicatrización del tejido sano.

Boca y dientes

Para la lengua se hacían tratamientos consistentes en enjuagues  bucales, y las encías se reforzaban con una pasta de pulpa de dátiles, cerveza dulce, y pluma de Tot. Debía mascarse y después escupir. En el Papiro Edwin Smith aparece una técnica de reducción de la luxación del maxilar inferior que maravilla a los médicos, pues es exactamente la misma que se utiliza en la actualidad: “Instrucciones concernientes a una luxación en el maxilar inferior: Si examinas a un hombre que tiene una luxación en el maxilar inferior y encuentras que su boca se queda abierta y no puede volverse a cerrar, pon tus pulgares  en el extremo de sus 2 ramas de su maxilar, en el interior de su boca mientras que tus otros dedos, formando apretados estarán bajo su mentón y tu volverás a poner sus 2 ramas hacia atrás: estarán así colocadas en su lugar…” (Papiro Edwin Smith)

Se ha encontrado un “puente”, es decir, dos dientes sujetos por un hilo de oro. Unos autores consideran que solo es un amuleto por la diferencia de desgaste entre ambos, pero hay quien afirma lo contrario, ya que sobre el hilo de oro puede apreciarse la existencia de sarro dental.

Para tratar la caries se obturaba el orificio con una pasta de tierra de nubia y miel. Para la anestesia utilizaban un producto derivado del eléboro que más tarde utilizarían también los dentistas coptos.

Oftalmología

En el Papiro Ebers hay unas 100 recetas englobadas en el “Principio del capitulo de los ojos” contra las enfermedades oculares, muy frecuentes en Egipto, debido sin duda a los insectos del Nilo, al polvo desértico y la gran exposición a la luz solar, agravada por la falta de protección (puesto que no llegaron a inventar las gafas de sol). Las enfermedades son fácilmente reconocibles por la descripción de los síntomas y por la curiosa la similitud de denominación con las actuales, como la opacidad del cristalino, que se conoce actualmente con el nombre de cataratas, y era literalmente tener una “Subida de agua en el ojo”.

La base de las recetas es el hígado de diversos animales, por la vitamina A que contiene. Actualmente se extrae la cortisona del ácido colánico, que a su vez se extrae de la bilis. La sangre de murciélago, utilizada en el Antiguo Egipto para hacer pomada contra las enfermedades oculares, tiene una cantidad de vitamina A superior a la del aceite de hígado de bacalao. Si los remedios tradicionales no tenían efecto, se recurría a la magia: “Recitar una letanía a la vez que se inyecta una masa de ojos de cerdo por las orejas”

Traumatismos

En el Papiro Edwin Smith hay descritas 48 casos de heridas que van desde años en los tejidos hasta lesiones en huesos y articulaciones. De ellas, 10 son fracturas de cráneo, en las cuales se describen perfectamente la existencia de meninges, circunvoluciones cerebrales, y líquido encefalo-raquídeo. Se conocía la técnica la reducción de luxaciones, y el uso de desinfectantes a partir de miel y de minerales aún no identificados. Las fracturas en vida demuestran una excelente sanación, incluso en roturas graves. Los huesos rotos se sujetaban con tablillas de madera revestidas de lino empapado con escayola y goma.

Las llagas se dividían entre “herida con labios”, que por su anchura era tratada con carne fresca por sus cualidades cicatrizantes, hemostáticas y con puntos de sutura, impidiendo así la supuración. Las sin labios (estrechas) simplemente se cerraban con unas tiras de lino engomadas, claro precedente de las actuales “tiritas”,

Aunque en este escrito hemos hecho hincapié en el cientifismo de la medicina, los egipcios no dejaban de lado importante componente psicosomático de algunas enfermedades. El médico animaba constantemente al enfermo, y en algunos casos se prescribía un tratamiento con la indicación de recitar algún tipo de oración. Los papiros médicos, (que solamente el médico podía leer), explican que la oración aumentará la fe del enfermo en su curación, y eso acelerará la sanación. «Miles de veces comprobado». Es sorprendente que ya hubiesen descubierto lo que actualmente llamamos «el efecto placebo», que produce en algunos casos la mejora espontánea de los síntomas de la enfermedad.

Pero ¿porqué todos estos logros apenas han llegado hasta nuestros días? ¿Qué pasó con todos estos conocimientos? Pues que estos papiros, escritos en hierático egipcio, dejaron de entenderse en el momento en que se decretó el cierre de los templos de Egipto, y los antiguos conocimientos se perdieron hasta que Jean- Françoise Champollion tradujo los jeroglíficos. Si hubiéramos tomado la ciencia y la técnica donde ellos la dejaron ¿dónde estaríamos ahora? Lamentablemente, ahora sólo nos resta maravillarnos y esperar que algunos de sus secretos nos sean revelados.

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