«Que el faraón Tut (Tutankhamon) haya sido asesinado por su gran sacerdote Ay, no puede afirmarlo nadie, no hay ninguna prueba». Así responde el arqueólogo más famoso de Egipto, Zahi Hawass, secretario general del Consejo Superior de Antigüedades, a las acusaciones formuladas por dos americanos (el ex-agente del FBI Greg Cooper y el experto de inteligencia Mike King), aparecidas ayer en la prensa inglesa.

«Nadie puede afirmar con certeza que Tut haya sido asesinado, no hay ninguna prueba de esto», subraya Hawas levantado, por consiguiente, algunas dudas sobre la hipótesis mantenida durante algún tiempo por los egiptólogos de que Tutankhamón – el faraón que reinó menos de diez años de su vida, de 9 hasta casi los 19- no murió por causas naturales sino que fue asesinado.

«Sin embargo, aunque supiésemos de forma cierta que fue asesinado – añade Hawass- nadie puede determinar hoy quién fue el que provocó la muerte. Si aceptamos que las famosas radiografías hechas a la momia confirman el asesinato, como se deduciría de la astilla de hueso que se ve en el craneo, en tal caso yo pienso que la muerte puede ser obra del jefe militar de entonces, Horemheb, que después fue faraón. Y también es posible que haya sido un complot y una colaboración entre Horemheb y el gran sacerdote Ay que está representado en la tumba celebrando el funeral de Tut, pero eso no lo puede decir nadie con certeza».

Aunque las investigaciones del FBI, parecen querer decirlo , a distancia de 33 siglos, no podemos resolver el misterio de la muerte del joven faraón, tan desafortunado en vida, pero que ha sido una de las fuentes de mayores sugestiones para los egiptólogos y los simples aficionados de la historia faraónica, desde el dia del descubrimiento de la rica tumba en luxor y de sus tesoros, todavia hoy distribuidos en varias partes del mundo.

Fuente: ANSA
http://www.ansa.it/beniculturali/archeologia/20020930141732341924.html

Reseña: Montse Borrás

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