Viaje a la tumba de Djehuty
Por Coordinadores de AE
Creación: 2 marzo, 2002
Modificación: 2 marzo, 2002
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Hallazgos, alegrías y desdichas de un grupo de egiptólogos en campaña en la colina de Dra Abu el-Naga. Esto es un no parar. Encontramos momias, arquetas y figurillas por decenas, los relieves y las inscripciones son magníficas… La zona es una bomba de relojería». El egiptólogo José Manuel Galán está entusiasmado con su trabajo de los últimos meses.

El y sus compañeros de excavación han pasado un mes en el interior de la tumba de Djehuty, el contable de la reina Hatshepsut, la única mujer que reinó en el Egipto de la época faraónica, y se muestran exultantes. «El primer vestíbulo -relata- es sobrecogedor, con una estatua fenomenal de Djehuty, inscripciones policromadas y un banquete funerario de gran calidad.

Luego, la tumba se hace más oscura, más polvorienta… Ningún investigador ha entrado aquí nunca, sólo los saqueadores. Cuando metes un foco como luz descubres un mundo. No paramos de trabajar», resume este investigador del CSIC que está cumpliendo su sueño de excavar la cueva que se levanta en la colina de Dra Abu el-Naga, cerca de Luxor. Lo que sigue es un resumen del diario de la excavación arqueológica en la tumba.

Día 2. Sin duda alguna, el número de la suerte. Llegamos a la entrada de la tumba a las siete y cuarto de la mañana. Los trabajadores que el rais Alí ha seleccionado se reparten en tres grupos… Las herramientas que compramos el día anterior resultan perfectas. Poco después entramos dentro de la tumba.

Los siete miembros del equipo recorremos el interior examinando las inscripciones y las escenas grabadas. La calidad de los relieves es magnífica y la variedad temática, amplísima. Subimos por encima de los escombros que se amontonan, casi hasta el techo, y llegamos al fondo de la tumba de Djehuty. El santuario es mayor de lo que suponíamos.

Apenas llevábamos una hora limpiando el terraplén cuando desenterramos la mano de una estatua de madera, un fragmento de cerámica policromada, un bloque de caliza con una inscripción jeroglífica, un cono funerario del propio Djehuty: Supervisor del Tesoro, Supervisor de los Trabajos, Sirviente de Amón, Pa-wah (Justo de Voz)… Margarita vigiló la criba de la tierra sacada del terraplén de la entrada. Entre otras cosas halló el dedo de una momia perfectamente conservado.

Planeamos cómo rehacer la techumbre del patio de entrada. Nos visita el egiptólogo alemán Daniel Poltz: Nos adelanta su hipótesis de que las tumbas de los faraones Ahmose y Amenofis I y la tumba de la reina Ahmose-Nefertari están en esta colina.

El momento más pintoresco de la jornada ha sido ver a nuestro rais Alí pagando a los trabajadores en función de su categoría: porteadores de espuertas, los que trabajan con azadillas y los que trabajan más fino. A estos hay que añadir al aguador, al tractorista, al taxista y al inspector.

Pagar a cincuenta obreros, todos con nombres parecidos y cada uno con un salario distinto no es tarea fácil. Los que acarrean espuertas cobran doce libras egipcias al día (unas seiscientas pesetas). Los que retiran tierra con una azadilla, una libra más. Los canteros, considerados artistas, veinticinco.

Andrés ha tenido la fortuna de encontrar nuestro primer ostracón (fragmento de cerámica o de piedra caliza con una inscripción en cursiva realizada con pincel y tinta negra).

A media mañana devolvemos visita a la expedición australiana que trabaja en la tumba de Amenemope, que fue tercer profeta de Amon. Después, comenzamos a desenterrar una momia en el sector Sur. El cuerpo estaba incompleto y los miembros, dispersos. También ha salido un cono funerario con la inscripción: El Supervisor del ganado de Amón, el líder, Djehuty;. Más complicaciones. Una de las vigas del vestíbulo estaba en muy mal estado. Gracias a la sabiduría y a la capacidad de trabajo de Alí la obra de afianzamiento se llevó a buentérmino.

Fuente: Sur Digital
http://www.diariosur.es/diario/suscr/aldiaf14.htm

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