Un lugar para ocho millones de libros
Por Coordinadores de AE
Creación: 13 abril, 2002
Modificación: 13 abril, 2002
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La nueva Biblioteca de Alejandría se inaugura el día 23, veinte siglos después de la destrucción del mítico centro de irradiación cultural de la ciudad.

Vista desde el mar o desde la Ciudadela, la nueva Biblioteca de Alejandría se asemeja a la Luna en cuarto menguante en el horizonte del Mediterráneo. Es como si estuviera reflejada en un enorme espejo apoyado en los edificios de diez y doce plantas de apartamentos que esperan cada verano a varios millones de cairotas en esta moderna ciudad egipcia, gloria de la Humanidad cuando todavía era «antigua» y antes de ser consecutivamente arrasada, ya en nuestra Era, por romanos, cristianos y árabes. Para sus diseñadores representa el disco Ra de los antiguos egipcios, símbolo de la renovación.

Pero el nuevo edificio, obra del equipo de arquitectura noruego Snohetta, es mucho más que una bendición para esta ciudad que fue casi totalmente reconstruida tras la Segunda Guerra Mundial a lo largo una espectacular franja costera de más de 25 kilómetros de largo, abierta sin contemplaciones al mar.

El próximo 23, Día Mundial del Libro, la nueva Biblioteca de Alejandría será inaugurada por fin, tras más de treinta años desde que se tuvo la idea de, recuperar el mito del archivo del saber universal.

De esta forma el mundo más o menos civilizado de hoy en día salda la deuda histórica, por la destrucción hace casi dos mil años, de la más famosa y dotada biblioteca de la Antigüedad, creada por Ptolomeo I, el general que sucedió a AlejandroMagno en el poder, fundando el reino lágida.

El legendario archivo bibliográfico renace de sus cenizas, promovido por las clases intelectual y política egipcias, con ayuda de la Unesco, la Organización de las Naciones Unidas para la Ciencia y la Cultura, y numerosos países, donde se crearon asociaciones de amigos del proyecto y que han donado ya varios millones de textos y documentos, en una comunión mundial con pocos precedentes en la historia.

Apoyo mundial

España, que contribuyó con la participación directa de la Reina Sofía en la Comisión Internacional para el Resurgimiento de la Antigua Biblioteca de Alejandría, junto al desaparecido Mitterrand, Noor de Jordania o Carolina de Mónaco, ha aportado infinidad de copias facsímil de textos de cuando los árabes reinaron en la península Ibérica.

También ha incluido entre sus aportaciones los Libros del saber de astronomía, de Alfonso X el Sabio, la cosmografía de Claudio Ptolomeo (100-170), la Biblia de Ferrara, los Estatutos de la Universidad de Salamanca, de 1625, los libros de horas de Fernando I de León, las primeras ediciones de Garcilaso de la Vega o el Cancionero, del Marqués de Santillana.

La antigua biblioteca llegó a tener unos 700.000 manuscritos en rollos de papiro, tal era la avidez de conocimiento de los reyes lágidas y del mundo intelectual que floreció con ellos. Pero la nueva biblioteca tendrá una capacidad diez veces mayor, gracias a los sistemas de almacenaje electrónico. Se calcula que podrá guardar 4,5 millones de libros, otro millón de textos «raros»,300.000 diarios y revistas de todo el mundo y 68.000 mapas, entre diversos fondos que un día podrían llegar a sumar 8 millones de archivos en cuestión de 10 ó 15 años.

Un museo dedicado a la caligrafía y otro a la ciencia, un taller de restauración y un planetario, entre otros servicios, completan este centro cultural de 70.000 metros cuadrados de superficie construida, en cuyo proyecto se han invertido 238 millones de euros.

Forma de cono truncado

El edificio diseñado por los noruegos Craig Dykers, Christoph Kapeller y Kjetil Traedal Thorsen tiene la forma de un cono truncado, con el plano del corte a modo de cubierta-fachada marítima que mira a Occidente con una inclinación de entre 30 y 40 grados.

De ahí, su estética con la simbología árabe, sobre todo de noche, con la iluminación del interior que asoma por numerosas aberturas abalconadas.

Las aberturas permiten en el interior una captación indirecta de la imponente luz natural de esta parte del mundo, a través de enormes ventanales en forma de triángulo isósceles, dispuestos en forma oblicua en cada celda del monumental tejado.

Por dentro es una gigantesca sala de lectura con capacidad para 3.500 personas, almacenaje y exhibición redondeada. Con una altura media de 30 metros y ocho hileras de columnas de hormigón embellecido, está dispuesta en nueve terrazas entarimadas que acaban en un semisótano ante el paseo marítimo.

El conjunto, que se completa con cuatro balconadas menores, evoca los Jardines Colgantes de Babilonia, una de las Siete Maravillas de la Antigüedad, como la histórica biblioteca ahora recuperada. A su vez, el granito negro empleado en impresionantes escaleras y el mobiliario, de elegante aspiración vertical, también diseño de Snohetta, son un guiño al antiguo Egipto.

Fuente: Las Provincias

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