Un estudio de dos arqueologos israelies. Polémica interpretación de la Biblia
Por Coordinadores de AE
Creación: 12 junio, 2002
Modificación: 12 junio, 2002
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Existió la migración de los patriarcas (Abraham, Isaac, Jacob), la épica salida de Egipto en donde el pueblo judío fue reducido a la esclavitud y la conquista del Canaá, la tierra prometida por Dios?.

Desde hace 50 años, los investigadores confrontan la Biblia a los descubrimientos y ponen en duda así certezas científicas o teológicas. Zeev Herzog, profesor de Arqueología en la Universidad de Tel Aviv, subraya que «ningún trámite científico prueba esa salida de Egipto, los largos años de travesía por el desierto y la conquista de la tierra prometida».

Todo esto ya era difícil de creer para los medios judíos ultraortodoxos, pero ¿cómo reaccionarán ante la lectura de la teoría de dos arqueólogos israelíes, Israel Finkelstein y Neil Asher Silberman, que publicaron en Francia la obra «La Biblia revelada»?.

Enseguida, el texto suscitó el más vivo interés entre los judíos ortodoxos, liberales y laicos. Su hipótesis conmociona todos los estudios bíblicos.

Finkelstein y Silberman no tienen duda sobre la falta de autenticidad de los relatos fundadores. Para ellos, la Biblia es una genial reconstrucción de la historia del pueblo judío, que corresponde al surgimiento del reino de Judá (reino israelita del Sur) como potencia en el siglo VII antes de Cristo. Una época en la que el reino de Israel (reino israelita del Norte), más prestigioso que Judá en otro momento, pasa a estar sometido por la Asiria vecina y en la que el imperio asirio inicia su declinación.

Bajo Josías, rey de Judá entre el 640 y el 609 antes de Cristo, los textos bíblicos son compilados y son el instrumento de una nueva religión: un solo pueblo (judío); un solo rey (reunificación de Israel y Judá); un solo Dios (es el verdadero debut de la idea monoteísta); una sola capital, Jerusalén, y un solo Templo, el del Rey Salomón, en el centro de la Ley consignada en el Deuteronomio.

Lo que proponen Finkelstein y Silberman es una revolucionaria interpretación de la Biblia. Ambos releen el gran libro sagrado partiendo de los relatos de los Reyes, de los Profetas y del Deuteronomio hasta los textos más antiguos, como el del Exodo. Y tratan de establecer la coherencia entre el Deuteronomio y los primeros libros del Pentateuco (Génesis, Exodo, Levítico, Números, Deuteronomio), relatos que los siglos trasladaron desde la familia fundadora de Abraham hasta la nación judía y la época de los Reyes.

Relatos ampliados y adornados para servir al proyecto del rey Josías, de reconciliar a los dos reinos israelitas e imponerse a los imperios de Asiria, Egipto y Mesopotamia.

Así, la gran saga de los patriarcas, desde Abraham al hijo de Jacob, no tiene fundamento histórico, aseguran. El relato de los patriarcas no es más que una «prehistoria piadosa» del pueblo judío, escrita en el siglo VII antes de Cristo para cumplir con la ambición territorial del reino de Judá.

El relato de la partida de Egipto es también ficticio. Si se tiene en cuenta la relación de fuerzas en la supuesta época en la que tuvo lugar este hecho (siglo XIII antes de Cristo), resulta imposible imaginar la huida de Egipto de 600 mil esclavos hebreos hasta Canáa.

En la época del Exodo no existían parajes bíblicos tan célebres como Beersheba y Edom. Y ningún rey se encontraba en Edom para enfrentar a los israelitas. Conclusión de los autores: «Los parajes mencionados en el Exodo existieron. Algunos eran conocidos y fueron ocupados pero mucho después del supuesto tiempo del Exodo, luego del surgimiento del reino de Judá, cuando se compusieron por primera vez los textos del relato bíblico».

Ambos arqueólogos multiplican los ejemplos en los relatos bíblicos para llegar al nudo central de su tesis. Bajo los reinos de Israel y de Judá, los relatos de los patriarcas, del Exodo, de la conquista de la tierra prometida, se conservaron para transformarse en el siglo VII antes de Cristo en un poderoso llamado a la unidad nacional del pueblo judío a fin de enfrentar las amenazas de los imperios vecinos. Un Israel unido alrededor de su Dios único y de su capital única, Jerusalén.

La Biblia compila así tradiciones diversas. Relata en el Exodo los episodios de la lucha secular con el Egipto de los faraones, vencido por el Dios de Israel y el estatuto milagroso de su pueblo. La gran saga bíblica sirve así a la visión militar religiosa del rey de Judá y entra en resonancia con los lectores del siglo VII, recuerda sus sufrimientos y los llena de esperanzas.

Fuente: Clarín

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