Sociedad y educación en el antiguo Egipto
Por Coordinadores de AE
Creación: 28 noviembre, 2006
Modificación: 28 noviembre, 2006
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Me llamo Abdel Hakim (Sirviente del Sabio), nací en Tebas, tengo seis años y me dedico, junto con mis hermanos y hermanas a ayudar a mi madre a la recolección de frutos, semillas y tallos con los cuales nos alimentamos.

A esta edad, tanto las niñas como los niños, se nos permite andar desnudos hasta los catorce o quince años.

En los ratos de asueto nos entretenemos con juguetes como todos los niños. Estos juguetes pueden ser caballitos o cualquier otro animal fabricado en madera, carros de terracota, muñecas de madera, pelotas, etc. A veces ejercitamos nuestro cuerpo con la natación, la gimnasia y ejercicios de acrobacia Cuando tenga catorce años, y por ser de clase media baja, debo aprender el oficio de mi padre o algún otro como campesino, orfebre, picapedrero, barbero, jardinero y mis hermanas aprenderán las tareas domésticas propias de la mujer junto con mi madre.

La educación familiar es un deber de los padres quienes nos enseñan el respeto del principio del Maat, que era la Diosa de las leyes, la verdad y la justicia.

Es hermana de Ra y esposa de Thot. Se la representa como una mujer con una pluma de avestruz en la mano y que era la utilizada por Osiris como medida para pesar el alma del difunto.

Dice mi padre que estudie para convertirme en un «escriba», del grado más modesto, y que según él, es un oficio mucho más cómodo que ejercer los otros oficios cuya dureza, inconvenientes y peligros, son mencionados en los papiros antiguos.

También dice mi padre que «el hombre ignorante, es como un asno con una pesada carga; quien lo guía es el escriba», mientras que otro dice: «ponte a estudiar y conviértete en escriba, porque así serás guía de hombres.

En Tebas tenemos dos escuelas para escribas; una en el Templo de Mut y la otra en el Ramesseum.

Ahí, a los pequeños alumnos se nos inicia en el aprendizaje y uso de la escritura jeroglífica, pasando a una especialización que exige la realización de ejercicios gramaticales de composición, nociones de aritmética y geometría.

Cuando aprendamos todo esto al final de un período, obtendremos el título de «Escriba que ha obtenido el cálamo» y, orgullosos nos podremos dirigir a la patrona de la escritura: la diosa SESHAT, pero sometidos a una severa disciplina y también, en algunas ocasiones, se nos aplicarán castigos corporales, basados en una sana lógica: «No golpees por culpas pasadas.

Un pequeño castigo efectuado inmediatamente vale más que uno muy severo pero tardío».

Casi todo lo que aprendemos es a base de memorizaciones repetitivas, tomando en cuenta la escritura que nos enseñaron nuestros padres y los principios educativos en donde se aprenden una serie de advertencias dirigidas a asegurar el éxito personal en relación con las necesidades del estado y las leyes morales que incluyen normas de vida bien ordenada y elementos de moralidad como la justicia, la sabiduría, la obediencia y la humanidad.

Los métodos practicados en la enseñanza se basan en memorizaciones y azotes, como lo demuestra esta máxima escrita en un papiro: «los muchachos tienen las orejas en los lomos, cuando les pegan escuchan».

Conforme los muchachos iban creciendo iban seleccionando el oficio que querían aprender y a lo que se iban a dedicar y, los que se dedicarían al oficio de escribas, tenían la obligación ser muy aplicados a la lectura para adquirir todo el conocimiento que se pudiese ya que la fortuna social del escriba, al igual que su sabiduría, estribaba en los libros y esta sabiduría era cultura, conocimiento, erudición, literatura y todo aquello que se pudiese leer en los libros, pues tomaban muy en cuenta un consejo que decía: «Haré que ames los libros más que a tu propia madre.

La relación de los otros oficios se describen con mucha vivacidad y con estilo sarcástico en la siguiente sátira: «No he visto a un zapatero que sea enviado como mensajero; tampoco se envía a un orfebre.

Pero he visto al herrero en su trabajo junto a la fragua. Por eso dice mi padre que no existe un oficio sin que alguien de órdenes, solamente el de los escribas quienes son los que ordenan porque saben escribir y que, por lo tanto, viviré mejor que los que se dedican a los demás oficios.

El Porvenir.com
http://www.elporvenir.com.mx/notas.asp?nota_id=98507

Reseña: Roberto Cerracin

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