No habrá más permisos de excavación para los países que no devuelvan a Egipto sus tesoros
Por Coordinadores de AE
Creación: 2 septiembre, 2002
Modificación: 26 febrero, 2018
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Tiene 55 años y una misión a la que dedica todas sus fuerzas: terminar con el saqueo del patrimonio histórico de Egipto y recuperar las piezas que hoy se exhiben en museos de todo el mundo. Al mismo tiempo, Zahi Hawass ha abordado un ambicioso proyecto de remodelación de la meseta de Giza, el hogar de las pirámides.

No es verdad que desde el cuarto de baño de su segunda oficina, al pie mismo de las pirámides de Giza, salga un túnel secreto hacia varias cámaras llenas de tesoros del antiguo Egipto que sólo él conoce. Rumores, sólo rumores que forman parte de la leyenda que rodea a este hombre cuyo poder en la nación del Nilo, y eso sí que es cierto, bien le valdría el título de «el último faraón». Para zanjar de una vez la cuestión, que ha llegado incluso a los periódicos, enseña entre risas una fotografía, en la que un retrete solitario ocupa el centro de una pequeña habitación cuadrada, en la que no hay absolutamente nada más. «Como puede ver -ironiza- no hay túneles ni galerías. Sólo mi cuarto de baño».

Nombrado hace apenas unos meses secretario general del Supremo Consejo de Antigüedades egipcio, no resulta exagerado decir que no se mueve una sola piedra en todo el país sin su consentimiento expreso. Su simple veto es más que suficiente, por ejemplo, para desviar todo el tráfico aéreo de la capital con objeto de que los aviones no pasen sobre las tumbas más bellas del mundo. O para que se interrumpan de forma indefinida las costosas obras de la carretera que iba a unir El Cairo con Alejandría, la más importante de las ciudades del norte. O para que equipos enteros de investigadores de todo el mundo se vean obligados a recoger, de la noche a la mañana, sus bártulos y regresen a sus países de origen con las manos vacías.

El señor de las pirámides

Zahi Hawass es, sin duda, el nuevo señor de las pirámides, su defensor a ultranza, el encargado, como él mismo afirma «de poner un poco de orden en el patrimonio histórico de Egipto, uno de los más valiosos y codiciados que existen». Hawass reparte su tiempo entre el despacho oficial en el centro de El Cairo y la oficina desde la que dirige «in situ» los planes de remodelación y restauración de la meseta de Giza. Por no hablar de sus numerosos libros y de sus propios proyectos de investigación que, como uno de los especialistas en arqueología egipcia más reputados del mundo, le han llevado en los últimos años a realizar importantes descubrimientos. «No creo que exista nadie más ocupado que yo, aunque hay tiempo para todo. Es cuestión de saber organizarse».

Duro de carácter y de facciones, tirano donde los haya, trabajador incansable y poseedor de un carácter que es la pesadilla de sus numerosos enemigos «los tengo desde siempre, por todas partes, pero los he ido derrotando uno a uno», Hawass no tiene un solo minuto que perder. Siempre con prisas, corre continuamente de un lugar a otro, impartiendo órdenes tajantes y concretas, sin florituras, en un tono áspero que no se hace más amable ni siquiera cuando pasa del árabe al inglés.

Temido más que respetado, a sus cincuenta y cinco años de edad se dispone a cumplir, con todo el respaldo de su gobierno, la difícil misión de cortar de raíz el tráfico ilegal de antigüedades, un auténtico y hasta ahora imparable chorreo de miles de tesoros arqueológicos que salen de Egipto por varios medios y que pasan a engrosar colecciones públicas y privadas en el extranjero. Otro de sus objetivos es recuperar los incontables tesoros egipcios que hoy se exhiben en los principales museos del planeta. Para ello, ha inaugurado un nuevo Departamento de Recuperación de Objetos Egipcios: «Ya hemos enviado cartas a los museos del mundo que tienen parte de nuestro patrimonio, y también a sus Gobiernos. En ellas solicitamos la devolución inmediata de las antigüedades. Para el país que no las devuelva, se acabaron para siempre los permisos de excavación».

Y se acabaron, también, las nuevas excavaciones. Antes de seguir desenterrando maravillas, afirma, «es necesario ser capaces de conservar las que ya tenemos. No habrá nuevas excavaciones, desde aquí a Assuán. No se pueden seguir sacando monumentos a la luz para después abandonarlos a su suerte. Hace falta restaurarlos y protegerlos».

Salvar los monumentos

Proteger los templos, las estatuas, las tumbas y las pirámides se ha convertido en una obsesión para Zahi Hawass: «Si no hacemos algo, dentro de cien años no habrá ya pirámides que ver». En 1999, Zahi Hawass lideró un importante proyecto de excavación y restauración en el oasis de Bahariya, donde se descubrieron 234 momias de la época grecorromana, muchas de ellas espléndidamente doradas. Conocido desde entonces como el valle de las momias de oro, se trata de uno de los hallazgos más importantes de Egipto desde la tumba de Tutankhamon. «Ese mismo año fui nombrado director de los trabajos de conservación de la Esfinge de Giza -explica-. Mi intención era la de hacer mi trabajo e irme, pero me encontré ante un proyecto enorme».

Él lo llama Proyecto Gobal de Restauración de la Meseta de Giza. Y consiste, por un lado, en «limpiar» la meseta de vendedores ambulantes, camelleros y aparcamientos y, por otro, conseguir que los turistas, gracias a un programa más completo, se queden más tiempo visitando el complejo: «Construiremos un gran muro alrededor de Giza, con una puerta de entrada, a tres kilómetros de las pirámides. Se entrará desde el desierto, y no desde la ciudad como ahora. Dentro, construiremos nuevos museos, incluso bajo tierra, y limitaremos el acceso a las tumbas. No tiene sentido seguir permitiendo la entrada de miles de personas cada día cuando se pueden hacer reproducciones exactas o películas en tres dimensiones. Las visitas incluirán también los yacimientos en los que se está trabajando actualmente, como el cementerio y la ciudad de los trabajadores, que están revelando quiénes hicieron (y cómo) las pirámides.

Fuente: ABC
http://www.abc.es/cultura/noticia.asp?id=126611&dia=02092002

 

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