Momias. La derrota de la muerte en el antiguo Egipto – Entrevista al autor: J. Miguel Parra
Por Coordinadores de AE
1 marzo, 2010
Modificación: 13 febrero, 2017
Visitas: 13.083

Entrevista a José Miguel Parra Ortiz

José Miguel Parra Ortiz es uno de esos escritores que en seguida consigue conectar con el lector. Doctor en Historia Antigua por la Universidad Complutense de Madrid, compagina su trabajo como escritor con la labor ocasional de profesor y conferenciante sobre la Historia de Egipto. Prolífico traductor, con un Máster en Traducción e Interpretación en el Instituto de Lenguas y traductores en la U.C.M., se manifiesta como un fiel amante de la cultura del antiguo Egipto, lo cual le otorga una fórmula mágica para describir su historia desde el punto de vista de un enamorado, que pone todo su empeño en transmitir al lector de forma clara pero elaborada, todos esos conceptos que para los profanos pasarán desapercibidos, pero que a través de sus manos, se muestran como ineludibles.

José Miguel, en tu último libro “Momias” nos explicas que las momias son mucho más que cuerpos sin vida durante muchos años enterrados, ¿es esto lo que te ha llevado a escribir el presente libro?
La paleopatología es un tema que siempre me ha interesado mucho, y cuando juntas ese interés con el antiguo Egipto uno siempre termina llegando a las momias. Es lo mismo que me ha sucedido en otras ocasiones: la curiosidad por un tema concreto de la historia de Egipto me lleva a profundizar en él y luego, como disfruto escribiendo y creo que es mi obligación como historiador, termino volcando el resultado de mis estudios en una obra que ofrezca al lector una visión general del tema estudiado.

Cuando oímos hablar de momias en seguida hacemos una analogía directa con las momias del antiguo Egipto, sin embargo, se han utilizado técnicas de momificación durante diferentes épocas históricas, con todo, de entre todas ellas el período egipcio destaca sin lugar a dudas sobre las demás ¿a qué crees que es debido?
Sin duda el atractivo de las momias egipcias va parejo al de la cultura faraónica, que es tan difícil de definir y, sin embargo, tan evidente para todos. Si uno consigue aprehender cuál es el “veneno” que inocula a casi todos la cultura del valle del Nilo, seguramente averiguará dónde radica el encanto de sus momias. No es que las momias faraónicas tengan nada que a primera vista resulte más atractivo que las de otras partes del mundo, pero lo cierto es que nos han permitido conocer casi en primera persona el rostro y el físico de prácticamente todos los faraones del Reino Nuevo. Quizá radique ahí el gran interés que provocan; ahí y en que si bien hay momias en muchas otras culturas del mundo, sólo los egipcios las convirtieron en parte universal de su cultura y las produjeron a millones, no sólo de personas, sino también de animales sagrados.

Cuando los lectores empiecen a interesarse por el mundo de las momias, lo primero que detectaran es que todas ellas corresponden a reinas y reyes o a grandes personajes de la época, sin embargo, ¿la gente pobre también se enterraba de la misma manera?
Sólo los reyes y las clases superiores conseguían reunir los recursos necesarios para un entierro con mastaba o hipogeo (con las paredes decoradas), momificación completa (con ataúd para el cuerpo del difunto) y un abundante ajuar funerario (amuletos, Libro de los muertos, etc.). En realidad, la inmensa mayoría de los egipcios terminaron enterrados en un agujero en la seca arena del desierto (quizá con un burdo ataúd o un sudario), momificándose sólo gracias a las propiedades secantes de esta y al calor que reina siempre en el país del Nilo, en muchas ocasiones bastante más efectivos que los procesos de embalsamamiento. Sólo hay que ver la momia de Ginger (expuesta en el Museo Británico) para comprobar lo bien que se conservaban así los muertos. Ahora bien, según se abarataron los costes, el proceso fue estando al alcance de más personas, de modo que hubo más gente momificada en la Baja Época que en el Reino Antiguo.

Después de todo parece que la momificación está íntimamente relacionada con la religión. ¿Exactamente que pretendían los antiguo egipcios al preservar sus cuerpos?
Los egipcios consideraban que, al morir, los cinco elementos que formaban al ser humano (ba, ka, sombra, nombre y cuerpo) se disgregaban y sólo después de los adecuados rituales se recomponían y podían seguir viviendo en el más allá. Dado que los muertos egipcios podían interactuar con el mundo de los vivos por medio del ba, para que éste pudiera hacerlo y regresar cada anochecer al otro mundo debía contar con el cuerpo del difunto, que le servia digamos de “acceso” entre una y otra esfera. Por ese motivo se momificaban los egipcios, para que ninguno de los elementos del ser humano se perdiera y después de muerto pudieran seguir viviendo de otra forma en el duat.

¿Y que sucedía entonces cuando una tumba era saqueada y la momia destruida?
El ba del difunto dejaba entonces de tener un punto de contacto entre ambos mundos al que regresar tras su andadura por el mundo de los vivos, lo que lo condenaba a vagar sin rumbo por el mundo de los vivos.
Las momias que han llegado más o menos intactas a nuestros días, han sido estudiadas para aportarnos conocimiento sobre la cultura del antiguo Egipto, ¿de entre todo lo que nos han enseñado que destacarías?
Son tantas cosas que resulta complicado destacar una, de modo que mencionaré varias. En primer lugar, tenemos la parte meramente física, que nos permite conocer la existencia de enfermedades, el tipo de alimentación, las circunstancias particulares de cada vida. En segundo lugar, podríamos hablar de que las momias y cómo estaban hechas nos iluminan sobre la posición social del difunto, su riqueza, las técnicas y conocimientos de los médicos egipcios. Y, en tercer lugar, podríamos hablar de que al analizar las momias podemos saber cosas de lo más variopintas, como que los obreros que construyeron las pirámides contaban con la presencia junto a ellos de médicos dedicados a velar por su salud. ¿Qué cómo hemos podido saberlo? Bueno, eso lo dejo para los lectores del libro…

En tu libro también nos hablas de momias de animales, y a juzgar por el esmero con que los momificaban se diría que existía una estrecha relación entre ambos ¿Cuál era esa relación? ¿Por qué enteraban a sus animales con técnicas de momificación?
Los egipcios tenían mascotas y sentían por ellas el mismo afecto que nosotros, por lo que algunas de ellas fueron enterradas embalsamadas junto a sus amos. No obstante, sólo se conocen unos cuantos ejemplos de lo anterior; el mayor número de momias de animales fue creado a partir de la Baja Época. Fue entonces cuando se convirtió en moda ofrendar a determinados dioses, como Sobek o Thot, cuyas cualidades se manifestaban en determinados animales, una momia de esos mismos animales. Junto a cada templo importante se creó toda una industria embalsamadora. Dado que ya se sabía cómo conservar un cuerpo, los más pudientes eligieron gastar su dinero en una momia de animal que recibiera las mismas garantías de supervivencia que las humanas. En muchas ocasiones, las personas con menos recursos compraban momias de animal falsas, que en realidad sólo eran pellas de barro con la forma adecuada y envueltas en vendas para dar el pego.

De forma casi ineludible cuando hablamos de momias, en nuestras cabezas resuenan las famosas maldiciones de las momias, de entre ellas la más significativa es la de Tutankamon.
En tu libro haces una exposición y siguiente demostración que no permite tener dudas sobre su origen periodístico, sin embargo, a pesar de conocerse que efectivamente es así, las maldiciones nos siguen persiguiendo ¿Cuál es en tu opinión el motivo? ¿Nos gusta creer sin más? ¿Nos gusta que nos alimenten en este sentido?

Un misterio por resolver es siempre mucho más entretenido que una realidad insulsa y, como muy bien dices, a la gente le gusta creer en cosas. Resulta complicado explicar los motivos, pero ahí están. Supongo que las razones de que la gente crea en la maldición de la momia (dejando a un lado la falta de información veraz que en ocasiones reciben) son las mismas que llevan a las personas a pasar miedo yendo al cine a ver películas de terror, una emoción que saben no tendrá ninguna repercusión en sus vidas, pero que sin embargo les hace pasar momentos muy entretenidos.

Para finalizar, en tu trabajo de campo seguro que has tenido la oportunidad de “conversar” cara a cara con alguna momia ¿Qué se siente al entrar en una estancia habitada por una persona que ha merecido tantos esfuerzos para lograr su conservación?
La verdad es que es una sensación peculiar, encontrar un ataúd con miles de años de antigüedad y, al atisbar dentro, tropezarse con el cuerpo de una persona en razonable estado de conservación; alguien que lleva siglos y siglos ocupando inmutable un mismo punto del planeta. Resulta complicado describir qué se siente, pero sin duda es una de las cosas que hace que la arqueología sea tan satisfactoria, y consigas olvidarte de los madrugones, los mosquitos, el frío, el calor, la falta de sueño, las agujetas…

Páginas: 1 2 3

Whatsapp
Telegram