Los epigrafistas habrían descubierto la marca de un falsificador
Por Coordinadores de AE
Creación: 17 agosto, 2003
Modificación: 7 junio, 2018
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Jean Yoyotte, egiptólogo, profesor honorario del Colegio de Francia y director de Estudios de la escuela Práctica de altos estudios (El texto de este artículo fue leído y corregido por Jean Yoyotte)

Vd. dirige las excavaciones de Tanis y es consejero científico del instituto europeo de arqueología submarina. Contrariamente a los expertos designados por la justicia, estima que la estatua de Sesostris adquirida por los Srs. Pinault es falsa. ¿Porqué?

Este asunto pone de manifiesto un mercado de objetos de arte y no demasiado interés por los egiptólogos. La autoridad de los tribunales franceses no se puede imponer a los miembros de una comunidad científica por naturaleza transnacional

¿La estatua parece haber viajado?

Un anticuario me dijo de haberla visto en los años 1970, en un comercio de El Cairo, después en un comercio de Medinet-el-Fayum. Se puede suponer que abandonó clandestinamente Egipto hacía Suiza y llegó, como es habitual, a uno de los puertos francos de este país. Propuesto por la Galería Vollmoeller de Zurich, fue presentado a diversos museos en Suiza, en Alemania y en Estados Unidos. No tuve conocimiento de su existencia hasta final de setiembre de 1998, en el despacho de Chakib Slitine. Me hizo saber que Elisabeth Delange la había autentificado.

La escultura me hizo una «tibia» impresión. Le dije al experto: » hay alguien que podría darle un informe más autorizado que el mío, es Dietrich Wildung». Se citaron y este vio la estatua… o más bien la volvió a ver. Le expone a Slitine las razones por las cuales la considera falsa. Queda estupefacto cuando aparecen los anuncios de la venta en Drout. Alerta en vano al presidente de la Compañía de los «commissaires-priseurs

¿Porque no quiso estudiar Vd. mismo la estatua?

Conocía bastante bien los problemas complejos que tiene la estatuaria real de la Dinastía XII pero tenía bastante trabajo entre manos para encargarme de empezar una tarea nueva y larga. Además Wildung había publicado en 1984 un bonito trabajo de síntesis sobre esta época y se había ocupado especialmente de las falsificaciones a las cuales había consagrado una exposición en Munich en 1983

¿Hizo bien en aconsejar a Chakib Slitine?

Como varios de mis colegas, frecuento los anticuarios y los expertos para conocer objetos que pasan por el mercado. A cambio del permiso de tomar notas y fotografiar, les sirvo de informador científico. Redacto noticias para ellos, les pongo en guardia cuando un objeto me parece dudoso o que haya sido manifiestamente robado de un sitio arqueológico. Este género de actividad ha permitido que dos esculturas desaparecidas de Tanis fueran restituidas a Egipto en 1981 y 1983… Es decir, apreciando la amistad cooperativa de los negociantes de objetos de arte, sé los límites de la ciencia egiptóloga de los expertos profesionales

¿Ha continuado siguiendo el caso?

Si, he analizado las dos ediciones del amplio informe de las Sras. Noblecourt y Delange. Los argumentos avanzados en la discusión propiamente tipológica me han parecido a menudo frágiles tanto en su conjunto como en los detalles, y por tanto insostenibles. La importancia en ellos de la utilización de criterios «antropométricos» prueba poco. Los impresionantes desarrollos sobre la personalidad y los actos memorables de Sesostris III no son fruto de investigaciones eruditas originales sino de espigar en datos comúnmente recibidos que se encuentran en todos los manuales. La deriva consistente en pasar del objeto a estudiar, a dudar de Wildung está fuera de propósito y es evidentemente chocante.

En su autobiografía «Bajo la mirada de los dioses» (Albin Michel), Christiane Desroches-Noblecourt explica la opinión de Dietrich Wildung escribiendo que él no podía admitir que esa estatua fuese auténtica porque su maestro, Hans Wolfgang Müller, las relaciones con el cual se habían deteriorado, había afirmado lo contrario. Noblecourt lo considera «vejado porque no conocía esa estatua cuando hizo su tesis de doctorado sobre las estatuas del Imperio Medio».

Trece páginas y media , veinte si se añade el capítulo que trata de los «límites del peritaje», resumen y amplifican perentoriamente el informe. En casi todas las líneas se encuentran errores y exageraciones retóricas, argumentos expeditivos y consideraciones enfáticas sobre puntos de historia y de iconografía bien sabidos. La exposición de la peripecia es aberrante: no habría empezado hasta el mes de agosto de 1999!. Las actuaciones anteriores y posteriores del experto son escamoteadas. La historia de la introducción del hierro, ver del acero, en Egipto entra a saco en las adquisiciones de los arqueólogos en este dominio. Este texto sufre de defectos de memoria y de información

¿Qué pensar de las graves alegaciones formuladas contra Wildung?

Deontológicante, no es costumbre que un investigador conteste la honestidad intelectual de un colega incluso si no comparte sus conclusiones. Las admirables performances de la Sra. Noblecourt relativas al salvamento de Nubia, a Tutankhamon o a Ramsés el Grande, no la autorizan a transgredir la moral común.

Hay que decir que Wildung ha sido un brillante émulo y challeger de Christiane Noblecourt. El mundo le debe una serie de magníficas exposiciones. No es sorprendente que Alemania haya escogido a este hombre de ciencia, de museos y de cultura para reestructurar y revalorizar las colecciones egipcias del Berlín reunificado. Francia lo estima también: el 4 de junio de 2003, fue rendido un homenaje póstumo a Jean-Louis de Cénival, conservador genial que ha hecho que sea lo que es nuestro departamento egipcio. El Louvre pidió a Dietrich Wildung que expusiera en público lo que había sido la obra científica de Jean-Louis lo cual hizo con precisión y elegancia.

¿Qué piensa del informe de Luc Watrin?

A mi entender sus escritos desvelan una vieja problemática. Ignora el estado de las cuestiones concernientes a los «retratos naturalistas» de los reyes y usa, también, el método vano»antropométrico» . Su informe contiene algunas observaciones pertinentes. El «sondeo de opinión» que realizó a varios sabios de distintos países es significativo. Tuvo el mérito de vulgarizar los resultados dirimentes del peritaje «traceológico».

¿A fin de cuentas, cree que la obra es moderna?

Sí. Y no soy yo solo como muestra la lista de Watrin a la cual se puede añadir cuatro anticuarios experimentados de Francia y de Suiza y varios egiptólogos del Louvre, sin hablar de las autoridades egipcias que ni siquiera reclaman la restitución de esta obra proclamada de alta importancia patrimonial. Para mí, la prueba más decisiva de falsificación fueron las maniobras que hizo el antiguo propietario de la pieza que rascó las inscripciones después que los epigrafistas descubrieron a primera vista la marca de un falsificador. Hay que tener mucha buena voluntad para aceptar el argumento consistente en negar que se pueda descubrir la diferencia, perceptible a simple vista, entre un pulido antiguo y uno moderno, y rechazar categóricamente toda credibilidad al análisis de laboratorio y no digamos decir más tarde que los escultores egipcios de la edad del bronce podrían haber tenido herramientas de acero!

El veredicto de los científicos

François Pinault confió para el análisis de la estatua de Sesostris III al Laboratorio Francine-Maurer. He aquí los resultados de este análisis: «El material que constituye el objeto no presenta indicaciones de una alteración de larga duración en un medio de «enfouissement» después de la fase de escultura; el objeto presenta huellas de útiles que corresponden a una ejecución efectuada a partir de útiles y abrasivos modernos(…); los depósitos presentes directamente en la superficie de la escultura contienen elementos de origen industrial. Estas diferentes características permiten concluir que esta escultura es un objeto moderno». Por otra parte han descubierto elementos de acero incluso en la estatua. Según la Sra. Desroches-Noblecourt, nada prueba que los egipcios no conociesen los instrumentos de hierro en el Imperio Medio. El problema es que algunos son en acero o cromo, una aleación realizada en el siglo XX d.C.

Fuente: Le Monde
http://www.lemonde.fr/article/0,5987,3246–330784-,00.html

Reseña: Montse Borrás

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