Fósil revela otra ruta comercial romana entre Turquía y Egipto
Por Coordinadores de AE
Creación: 18 julio, 2003
Modificación: 5 diciembre, 2017
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Los restos fosilizados de un pescado desenterrado en la montaña de Sagalassos, en Anatolia, Turquía, revelan una ruta comercial de la cultura greco romana hasta ahora desconocida que permitía que la comunicación entre esta ciudad antigua y Egipto.

Según la investigación publicada en la versión electrónica de Nature esta semana, el bagre desenterrado en Anatolia fue importado desde Egipto y de acuerdo con los análisis genéticos data de mil 400 años atrás. Los fósiles fueron encontrados entre las ruinas de la cima de la montaña Sagalassos a 110 kilómetros de la costa del sur mediterránea de la Turquía, a pesar de que esta especie de pescado (Clarias gariepinus) no es propio de esta región.

En el año 600 después de Cristo, Sagalassos fue un centro de la agricultura y exportación de la cultura greco romana. “El bagre probablemente fue una delicia para los aristócratas”, señaló Marc Waelkens director de la Universidad Católica de Leuven, Bélgica. Los romanos podrían haber importado éste y otras especies de peces exóticos como parte de la decoración de sus piscinas, que Waelkens y sus colegas encontraron en la parte más alta del Nilo.

El pescado encontrado agrega otra evidencia sobre que Sagalassos tenían conexiones con las regiones remotas del Imperio Romano – su cerámica, por ejemplo, también encontrada en el nordeste África. Es interesante como se daban las relaciones comerciales, señaló Stephen Mitchell quien estudia la historia antigua en la Universidad de Exeter.

A partir del año 500 después de Cristo, la ciudad sufrió terremotos, la recesión económica, la plaga y la invasión. La evidencia de pescado de la importación, dice, “implica un alto nivel de organización cerca de la muerte de la ciudad“.

El equipo de Waelkens encontró los restos de pescado en los hoyos de basura de una cocina. Los investigadores encontraron las aletas, pero ninguna de las cabezas y de acuerdo con el genetista marino Filip Volckaert, también de la Universidad de Leuven, esto pudo ser porque probablemente los egipcios abrieron el vientre, sacaron la tripa, quitaron las cabezas, los trataron con sal o los secaron y luego los enviaron. La sequedad de sol también podría haber ayudado a conservar el ADN de los pescados. Los científicos analizaron el ADN mitochondrial de seis de las aletas pectorales. Este material genético se cambia poco con el tiempo.

Lo que hicieron fue comparar la muestra obtenida con especímenes nuevos de Turquía, Siria, Mali, Israel, Egipto y Senegal. Los restos encontrados en Sagalassos encajaron con los del río Nilo. Desde 1990, Sagalassos se convirtió en una excavación interdisciplinaria a gran escala. La perfecta preservación de la plaza, revela un área cerca de la ciudad intacta. Los investigadores reconstruyen el estilo de vida, la economía, prácticas agrícolas y cambios de clima experimentados en este pueblo tardío dentro del comercio y la cultura Romana.

Fuente: La Crónica de Hoy

Reseña : Manuel Crenes

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