El arte del expolio internacional
Por Coordinadores de AE
Creación: 30 julio, 2002
Modificación: 6 junio, 2018
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«Sé realista. Pide lo imposible.» La vieja pintada del mayo del 68 aún tiene vigencia. Parecía imposible que tras años de reclamación Etiopía pudiera recibir el obelisco de Axum que Mussolini hizo colocar en la romana Piazza di Porta Capena. Parecía imposible la devolución de las obras de arte que los nazis confiscaron a los judíos durante la Segunda Guerra Mundial. Pero tras años de reclamaciones, Italia devolverá el obelisco y museos como el Art Institute de Chicago, el Pompidou de París o el Metropolitan de Nueva York están retornando obras a sus propietarios. Y lo mismo sucede con el arte precolombino, africano o camboyano.

También parece imposible que los mármoles del Partenón puedan regresar a Atenas para las Olimpiadas del 2004 o que México recupere el penacho de Moctezuma, expuesto en el Museo Etnológico de Viena, pero la reclamación persiste. Los dos museos son legítimos propietarios de las piezas citadas y escudan sus negativas en que la devolución podría provocar una avalancha de reclamaciones que vaciarían los museos occidentales, nutridos en la época del colonialismo. En este sentido, las reclamaciones históricas sólo podrían ser resueltas mediante un gesto de buena voluntad por parte de los gobiernos.

El problema más acuciante, sin embargo, en el expolio patrimonial que sufren actualmente los países del Tercer Mundo. La emergencia del arte primitivo ha hecho que Centroamérica, el África Negra o el Sudeste Asiático sean objeto de un pillaje sistemático por parte de saqueadores que venden a Occidente valiosas piezas de sus culturas. La magnitud de dicho expolio ha movido a la Unesco a declarar el 2002 Año del Patrimonio Cultural y a alentar la cooperación internacional para eliminar el comercio ilícito de antigüedades.
En 1995 promovió un convenio internacional, Unidroit, que complementaba la convención de 1970 sobre tráfico ilícito de obras de arte. El convenio no era retroactivo, de modo que los países firmantes sólo se comprometen a la devolución de piezas robadas a partir de esta fecha. Una breve lista de los casos más célebres sería la siguiente.

PENACHO DE MOCTEZUMA. El director del Museo Nacional de Antropología de Ciudad de México, Felipe Solís Olguín, ha manifestado que espera la devolución por parte de Austria del penacho para el 12 de octubre: «Está en el contexto de las negociaciones que está llevando a cabo el gobierno de México. Esperamos que Austria tenga un gesto, como lo tuvo el Papa Juan Pablo II, que en uno de sus viajes regaló a México el Códice Badiano -herbolario indígena-, un libro que tenía en la biblioteca del Vaticano y que ahora se encuentra en el Instituto Nacional de Antropología e Historia.

Para nosotros el Penacho tiene un gran valor emotivo y un enorme poder simbólico», concluye. Cabe añadir que el Penacho de Moctezuma fue una de las 158 piezas que el caudillo azteca regaló al conquistador Hernán Cortés, en calidad de «visitante de honor». Datada entre 1325 y 1521, por sus características es una pieza singular de la cultura azteca, que se exhibe en el museo Etnológico de la antigua capital imperial austríaca.

LOS MÁRMOLES DEL PARTENÓN. Están expuestos en el British Museum. La misma manera en que fueron sustraídos de Atenas es motivo de polémica. Algunas versiones apuntan a que Thomas Bruce, conde de Elgin, militar, diplomático y arqueólogo, durante la época del imperio otomano extrajo el friso de las ruinas del Partenón con la aprobación de las autoridades. No obstante, se especula que para conseguirlo sobornó a los funcionarios locales. Los defensores de Elgin argumentan que, de no haber sido extraídos, hubieran sido destruidos durante la guerra de Independencia o en las que sobrevinieron. Sin embargo, otros denuncian los daños que sufrieron los mármoles durante su transporte a Inglaterra -en un largo periplo por Alejandría, Esmirna, Siria y Malta- y responsabilizan a Elgin de haber cortado por la mitad algunas esculturas para facilitar el transporte.

La colección completa fue comprada en 1816 por el gobierno británico y confiada al Museo Británico para su conservación. Grecia está aprovechando la organización de los Juegos Oímpicos como argumento para el retorno de estas piezas, y ya ha presupuestado la creación de un museo en donde poder colocar los mármoles de Elgin.

OBELISCO DE AXUM. Italia y Etiopía ultiman los trámites de la devolución. El obelisco, uno de los monumentos más representativos de la cultura antigua etíope, fue enviado a Roma, en 1937, por Mussolini. Desde entonces, se encuentra en la Piazza di Porta Capena. La pieza de 180 toneladas y 24 metros de altura, es uno de los monumentos funerarios pertenecientes a un grupo de seis obeliscos erigidos en Axum cuando Etiopía fue convertida al cristianismo a mediados del siglo IV. El obelisco, una vez en Roma, fue reforzado con barras de metal en su interior, lo que dificulta su desmontaje y traslado a Etiopía.

MÁSCARA DE BARCELONA. El Gobierno de Guatemala reclama al Museo Barbier-Mueller situado en el Palau Nadal de Barcelona la devolución de la máscara funeraria de fucsita valorada en 11 millones de euros y que data de entre los años 400 y 500 d.C. La máscara funeraria representa al dios solar Kinich Ahau. Guatemala alega que fue fruto de un saqueo de tumbas en Río Azul y exportada ilegalmente.

EGIPTO. Este mismo mes, al amparo de la mayor sensibilidad internacional, el ministro de Cultura de Egipto, Faruk Hosni, ha aprovechado para prohibir toda colaboración científica con las universidades y museos extranjeros que se nieguen a devolver antigüedades egipcias robadas. Hace pocas semanas, su gobierno recuperó, gracias a las autoridades holandesas, una estatua de Aminhotub III robada en Luxor hace quince años. Aunque la devolución más significativa es la de una momia expoliada hace 143 años y que podría pertenecer al faraón Ramsés I, por parte del museo universitario de Atlanta, en EE.UU. Asimismo, el Gobierno egipcio ha anunciado que redactará un catálogo exhaustivo de todas las piezas de su patrimonio dispersas en colecciones de todo el mundo. No obstante, piezas como la piedra Rossetta han dejado de ser reclamadas.

EL TESORO DE TROYA. Las supuestas joyas de Helena de Troya, también conocidas por el tesoro de Príamo -aunque ambas denominaciones se hayan demostrado históricamente falsas- constituyen uno de los capítulos más rocambolescos de la arqueología. Heinrich Schliemann, el visionario alemán que localizó y excavó la Troya de la Ilíada, además de Micenas, reunió un fabuloso tesoro -con la «máscara de Agamenón» en oro incluida- que acabó donando a un museo de Berlín. El Ejército Rojo, tras tomar la capital del III Reich, se llevó dichas joyas, junto a otros tesoros, como botín de guerra a Moscú, donde todavía permanecen. A pesar de las reclamaciones alemanas -aunque Grecia y Turquía también tendrían algo que decir- la Duma votó hace pocos años que ni esa ni otras requisas jamás serían devueltas,como compensación por los sufrimientos de una guerra que costó la vida a 20 millones de rusos.

BENIN Y ARTE AFRICANO. Nigeria se ha convertido en el abanderado del África Negra a la hora de reclamar la devolución de su patrimonio por parte de museos occidentales. El caso más significativo es el de las estatuillas de bronce del siglo XVI que los ingleses descubrieron en la ciudad de Benin en 1897 y que desde entonces se encuentran en el Museo Británico. Las autoridades nigerianas consideran que su país ya reúne las condiciones para custodiar con garantías dichos tesoros artísticos, mientras que los británicos se escudan en la corrupción en el país africano para hacer oídos sordos.

ANKOR WAT. El complejo de templos de la cultura jemer se extiende a lo largo de 200 kilómetros cuadrados. Los traficantes rompen las esculturas para venderlas a comerciantes y turistas. El Metropolitan de Nueva York devolvió recientemente una cabeza de Siva.

EXPOLIO NAZI. Los principales museos de EE.UU. y Europa elaboraron una lista de obras expoliadas por los nazis a sus propietarios judíos y están cumpliendo sus compromisos sin excepciones.

Fuente: La Vanguardia
http://wwwd.lavanguardia.es/Vanguardia/Publica?COMPID
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Reseña: Montse Borrás

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