Arqueólogos españoles desentierran el Egipto Faraónico
Por Coordinadores de AE
Creación: 3 febrero, 2003
Modificación: 19 octubre, 2017
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Carmen Pérez Die, en una expedición auspiciada por Cultura y el Museo Arqueológico Nacional, ha recuperado dos tumbas con pinturas y estelas de hace más de cuatro mil años. José Manuel Galán, del CSIC, está a punto de alcanzar el interior de la tumba de Djehuty, sepulcro originario del 1.500 A.C.

En Ehnasya El Medina los griegos identificaron a Heracles con el dios local, Herisef, y llamaron a la ciudad Heracleópolis Magna. Nen-ne-su era su nombre en egipcio antiguo: «El niño real». Estamos en el Egipto Medio. Ciento treinta kilómetros al sur de El Cairo. Puertas del Oasis de Fayum. En la antigüedad, capital del nomo 20 del Alto Egipto, llamado Naret Jentet. Un equipo de arqueólogos españoles dirigido por Carmen Pérez Die, jefa del Departamento de Antigüedades Egipcias del Museo Arqueológico Nacional, ha clausurado su XIX campaña de excavaciones. Cansados, fatigados, culminan su labor exultantes: las pinturas, estelas y «ushebtis» desenterrados son vestigios esenciales para entender la historia de esa ciudad y del esplendor del Egipto faraónico.

El otoño del arqueólogo arrancó el 3 de octubre y finalizó el 16 de noviembre de 2002. El yacimiento es una antigua urbe egipcia cuya historia nace con la Primera Dinastía y se prolonga en época copta e islámica.
Heracleópolis resplandece como una de las ciudades más importantes de toda la historia faraónica. Se trata de un gran proyecto vinculado al Museo Arqueológico Nacional, desde donde se gestionan todas las intervenciones, y está financiado en su totalidad por el Ministerio de Educación y Cultura.

Durante quince años (entre 1984-1999) los arqueólogos españoles excavaron una necrópolis fechada en el Tercer Periodo Intermedio (entre las Dinastías XXII a XXVI; de mediados del siglo IX a mediados del siglo VII a. C.). Pero a mediados del año 2000 el equipo de Pérez Die se trasladó a otra zona de la ciudad, que es también una necrópolis, aunque mucho más antigua. Fue construida durante las Dinastías IX y X del Primer Período Intermedio (etapa histórica que se desarrolló entre el Imperio Antiguo y Medio). Heracleópolis dominaba entonces Egipto. Muy pocos datos se disponían en la actualidad de estos Períodos Intermedios. Los hallazgos del equipo de Pérez Die han revelado interesantes, apasionantes y fundamentales claves para entender la historia de Egipto.

Nuevos personajes

En cada campaña Pérez Die plantea, además del trabajo de excavación, el de estudio, documentación y restauración del yacimiento. La misión española ha podido localizar e individualizar varias tumbas y analizar cómo estaban edificadas. Se construían con cámaras de piedra, de adobe y, en ocasiones, abovedadas. «Hemos encontrado las bóvedas, pero lo más importante ha sido el hallazgo de las cinco estelas de falsa puerta completas y las mesas de ofrendas «in situ», algunas con policromía, bellísimas, en las cuales están escritos los nombres de los funcionarios y sus títulos».

Así, hemos conocido a nuevos personajes: a Jety, funcionario del entorno real; a su esposa Meret y a Meryt, un alto dignatario que se acompañó de una deslumbrante estela de gran tamaño. Todas estaban orientadas hacia el Este, colocadas en la pared oriental de la capilla. «Nos han proporcionado claves para el estudio urbanístico de la necrópolis», apunta.

Carmen Pérez Die y su equipo (integrado por Salomé Zurinaga, Carmen López, Luis López, Miguel López, Antonio Guio, Antonia Moreno, José Antonio Sánchez y Juan Medina) han encontrado en esta campaña otra tumba más moderna, del Tercer Período Intermedio. En esa época, construían las tumbas excavando una fosa en el suelo, fosa en ocasiones muy honda y que llegaba a los niveles antiguos. La tumba está datada en torno al siglo VIII a. C. y contenía vasos canopos y «ushebtis».

El sacerdote Iipi

Los «ushebtis» eran figurillas de fayenza que acompañaban al difunto para sustituirle cuando éste era llamado por el dios para trabajar en los campos de la divinidad. «Hemos encontrado más de 350 «ushebtis» y, junto a ellos, los vasos canopos utilizados para contener las vísceras del difunto. A pesar de que son anepigráficos, y posiblemente reutilizados, podemos conocer la persona enterrada: se trata de un sacerdote llamado Iipi».

En la necrópolis del Primer Período Intermedio no hay prácticamente ajuar porque las tumbas fueron saqueadas y abiertas desde antiguo, algunas intencionadamente, pero nunca han sido resquebrajadas por el paso del tiempo.

Uno de los hallazgos más relevantes e importantes de la campaña pasada fue la localización de una tumba, de un alto funcionario, con pinturas en las paredes. Se trataba del encargado de los almacenes de la mirra, cuyo nombre era Hotep-Uadyet. Los posteriores hallazgos han sido espectaculares. «Este año hemos encontrado otra tumba con más pinturas de hace cuatro mil años, lo cual no es muy habitual, por lo que se puede considerar un hallazgo excepcional», explica Pérez Die. Los arqueólogos han luchado a brazo partido contra la capa freática que inunda los niveles más bajos del yacimiento, aunque a las pinturas no le ha afectado. Los personajes pintados en la pared de la tumba, además del propietario -«del que no conocemos el nombre por no estar escrito»-, portan ofrendas, con animales en la mano, o tras ellos. Se ha hallado también la representación de un arpista.

Las estelas de falsa puerta se denominan así porque imitan a una puerta auténtica: son las que separan el mundo de los vivos del de los muertos y estaban colocadas en la capilla; era el lugar de acceso al público que venía a visitar a sus difuntos. En el centro de la estela se ha representado al propietario sentado ante una mesa de ofrendas repleta de alimentos para consumir en el más allá. En las jambas y el dintel se han grabado inscripciones con fórmulas y con el nombre y títulos del difunto. Pero no solamente se representan a los hombres; las mujeres tienen sus propias estelas y títulos.

Más de cuatro mil piezas

A esta primera fase de la excavación le ha seguido una segunda de informatización de las piezas (más de cuatro mil) en una base de datos específica: Horus. Desde esa base se proporciona información y datos fundamentales a la comunidad egiptológica internacional. Dibujos y fotografías de las piezas y dibujos de planimetría han completado esta segunda fase documental.

Los estudios de antropología ocupan la tercera etapa de la campaña. Un antropólogo ha estudiado parte de los restos humanos de los más de mil individuos exhumados en los veinte años de excavación. Las conclusiones son harto espectaculares: se ha descubierto que se trataba de una población que apenas tenía caries en la boca, que padecía de artrosis por los trabajos y que su edad media de vida rondaba los 35-40 años. «Ahora podemos entender cómo era la necrópolis, cómo funcionaba, quiénes estaban enterrados allí», apunta Pérez Die.

De la antropología a la restauración, la misión española no se marchó sin limpiar, fijar y dar esplendor a las pinturas, estelas de falsa puerta y la infinidad de recipientes cerámicos hallados. «Las estelas no las restauramos «in situ» por temor a que la policromía se perdiese; se trataron en laboratorio porque allí la temperatura y la luz se pueden controlar», dice Pérez Die. «A toda la pintura le afecta mucho la humedad y la luz solar y esto ocurre tanto en las estelas como en los muros de las tumbas, por lo que tratamos de protegerlos para controlar la luz y la temperatura». La última etapa de la campaña de 2002 se consumió en revisar la restauración de las tumbas del Tercer Periodo Intermedio.

Los egipcios llegan sin avisar

La máxima autoridad del Servicio de Antigüedades Egipcio se interesó por los trabajos del equipo de Carmen Pérez Die. Llegaron sin avisar y se marcharon entusiasmados. «La cúpula del departamento de antigüedades vino a vernos y se quedó fascinada; nos felicitaron por el trabajo y por los magníficos hallazgos. Dijeron que era de lo mejor en excavación que se hacía hoy: por la belleza de los objetos y por la importancia histórica. Nos animó que se fueran satisfechos porque en Egipto trabajan muchas misiones y querían ver también «in situ» y personalmente el trabajo que se realizaba». La comunidad científica y egiptológica ha solicitado a Carmen Pérez Die todo tipo de documentación, fotografías, dibujos y análisis que cobije su «cuaderno de bitácora» de Heracleópolis Magna. Es la misión más antigua de las expediciones españolas en el Egipto faraónico, desenterrado en todo su esplendor.

Fuente: ABC
http://www.abc.es/cultura/noticia.asp?id=159693&dia=03022003

Reseña: Montse Borrás

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