El reinado de Amenhotep II
Por Jorge Roberto Ogdon
17 junio, 2006
Modificación: 21 abril, 2020
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Amenhotep II. (1438-1412 a. de J.C.)

Amenhotep II. (1438-1412 a. de J.C.)

Dos años antes de su fallecimiento Tutmosis III, llamado “el Napoleón egipcio” por los historiadores debido a haber sido el más esplendoroso conquistador faraónico, designó como corregente a su hijo Aajeperura Amenhotep (o Amenofis) II, nacido de la reina Hatshepsut II Meritra – una hija de Huy, quien era divina adoratriz de Amón y de Atum, y corista en jefe de Ra – quien gobernó la tierra de Egipto desde el 1438 hasta el 1412 a. de J.C. Famoso por ser un arquero de fuerza excepcional, no dudó en mostrarse cruel para asegurar el imperio que le legó su padre.

Al morir, Tutmosis III era considerado un “héroe nacional” en todo Egipto, y era, allende sus fronteras, tenido como el más grande guerrero de todos los tiempos y lugares. También se le veía como el más industrioso constructor de monumentos conocido hasta ese entonces en el país. Sus campañas asiáticas le habían llevado al otro lado del Éufrates, en donde había plantado una losa pétrea que recordaba su gesta, y su espada había sojuzgado a casi todo el Medio Oriente, así como las zonas de Nubia y Libia, a las órdenes del trono faraónico.

La fama de Tutmosis III corría de boca en boca de los narradores del Cuento de la captura de Joppa – actual Jafa -, que relataba las valientes acciones del general Dyehuti y su astucia en la toma de dicho puerto mediante métodos que nos traen a la memoria al Caballo de Troya de La Ilíada de Homero, y las tinajas de Alí Baba en Las Mil y Una Noches, pues introdujo a doscientos de sus soldados en la ciudad escondiéndolos en canastos.

La grandeza del faraón no radicaba únicamente en sus gloriosas conquistas militares, sino también en su naturaleza piadosa y su mecenazgo de las artes y las ciencias. La cámara denominada “Sala del Jardín Botánico” en el Gran Templo de Amón-Ra en Karnak, es testimonio de una de sus inclinaciones – hacia la Botánica y la Zoología -, a la que se le sumaba su interés por leer escritos ancestrales y la Literatura en general.

Relieve fragmentario representando a la reina Hatshepsut II Meritra, madre de Amenhotep II. University College, London UC 14373. Dinastía XVIII. Tebas Occidental

Relieve fragmentario representando a la reina Hatshepsut II Meritra, madre de Amenhotep II. University College, London UC 14373. Dinastía XVIII. Tebas Occidental.

Los magníficos monumentos que dejó tras de sí continúan hablando, miles de años más tarde, sobre su personalidad y carácter de verdadero líder. Una luminaria del pasado difícil de superar en brillo y logros. El legado de Tutmosis III fue, por ello, un tanto complicada para su hijo. Algunos estudiosos creen que Amenhotep II no se destacó, precisamente, por ser un intelectual, sino más bien todo lo opuesto. Sin embargo, no se puede ser categórico al respecto, ya que los restos arqueológicos de su gobierno son bastante escasos, y, a pesar de dichas especulaciones, parece que el joven monarca pudo conservar los estándares de la época.

Es muy posible que los vasallos asiáticos pensaran como aquellos investigadores y, creyendo que estaban enfrentando a un rey debilucho, se levantaron en rebeldía; craso error, Amenofis II era un vigoroso muchacho con fama de atleta, quien no le escapaba al peligro. La revuelta fue sofocada sin compasión. Esta primera campaña asiática está registrada en la Estela de Amada, erigida en el templo de esa localidad de Nubia, y data del Año III de su reinado. Una copia parcial se encuentra en la Estela de Elefantina, tal como lo demostrara, hace ya tiempo, Elmar Edel (1953; contra S. Säve-Söderberg, 1941). Según se adopte la opinión de Edel o de Säve-Söderberg – la cual parece prevalecer en la bibliografía disponible -, los acontecimientos atribuidos al Año III son los mismos que luego, en las estelas de Karnak y Menfis, estarán fechados en el Año VII. Así, la famosa anécdota de la ejecución sumaria y la consecuente exhibición en público de los cadáveres de varios príncipes asiáticos, llevadas a cabo en el Gran Templo de Amón-Ra, en Karnak, y en el recinto sacro de Nápata, es referida ya a la primera, ya a la segunda de las fechas citadas. Para conocer mejor los hechos acaecidos durante esa campaña hemos de basarnos, por un lado, en la Estela de Karnak, que no está datada y su texto es muy fragmentario, y en la Estela de Menfis, que se encuentra en perfectas condiciones y menciona dos expediciones militares. La primera, que es la misma registrada en Karnak, está fechada en el Año VII, en tanto la otra lo está en el Año IX, teniendo ambas lugar en el frente asiático.

Estela de Amada relatando la campaña del Año III. Según K. R. Lepsius

Estela de Amada relatando la campaña del Año III. Según K. R. Lepsius

Si bien la del Año VII está mencionada allí como “la primera campaña”, esto no quita que haya existido la expedición del Año III mencionada en Amada y Elefantina, así como tampoco que estos últimos documentos fechen en antelación a la del Año VII. Después de todo, lo de “la primera campaña” no deja de ser verdad para la del Año VII respecto de la del Año IX, volviendo inútil toda discusión sobre el asunto.

De este modo, serían tres las empresas guerreras acometidas por Amenhotep II en los primeros años de su gobierno como soberano independiente. Edel pensaba que había existido una cuarta campaña, no mencionada en esos testimonios, a causa de un texto que aparece en la tumba TT 93 de Qenamón, en Tebas Oeste, el cual habla de uno de los carros del rey llamado “Carro de(l país de) Amor”, que supuso fue capturado durante tal refriega. Pero esto es tan sólo una especulación, pues nada impide que tal carruaje le fuera obsequiado como un presente diplomático amorrita al faraón, lo que explicaría la inexplicable ausencia de referencias a aquella hipotética lucha.

Reconstrucción hipotética de las campañas de Amenhotep II en Medio Oriente

Reconstrucción hipotética de las campañas de Amenhotep II en Medio Oriente

La revolución anti-egipcia del Año VII tuvo su origen en el territorio de la moderna Siria. Como el texto nos sitúa directamente en el terreno, ignoramos si el ejército egipcio llegó allí por tierra o por mar, pero se nos dice que lo hizo apresuradamente. La acción no se hizo esperar: la tropa de Amenhotep II asedió la ciudad de Shemesh-Edom y la arrasaron por completo, capturando gran cantidad de gente, para luego continuar un enfrentamiento cruzando las aguas del Orontes. Habiendo vadeado el curso acuático, los egipcios de a pie rechazaron a la caballería asiática, e hicieron retroceder a los agresores. Después, Amenhotep II se hizo presente ante las puertas de la localidad de Niy, desde cuyas murallas fue recibido con aclamaciones por sus habitantes. Allí se le informó que la guarnición de Ugarit (Ras Shamra) estaba viviendo graves dificultades, y de inmediato se dirigió a la ciudad para defenderla, estableciendo con rapidez el orden gracias a su pronta maniobra. Algunos altercados con sublevados que ocupaban zonas reducidas del desierto circundante ocuparon, entonces, su atención, pero fueron sofocados en breve: la Estela de Karnak está perdida en esta última parte del relato, pero se conserva en la versión menfita.

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