Pirámides: El Nacimiento
Por Lucila Navarrete Turrent
19 febrero, 2001
Modificación: 14 junio, 2020
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Antecedentes de la pirámide egipcia

a) Mastabas

Más importante que sus viviendas(residencia temporal)eran para los egipcios sus tumbas, donde esperaban pasar toda la eternidad. Las tumbas prehistóricas estaban cubiertas por túmulos de arena o de piedra suelta, pero el viento del desierto barría la arena y los chacales hurgaban entre las piedras; de ahí que los egipcios primitivos tuvieran que idear tumbas más seguras haciendo lo posible por preservar adecuadamente el cadáver. En la era dinástica de los egipcios aprendieron a construir mastabas, tumbas de techo plano y paredes inclinadas de construcción de adobe y ladrillo. Se construían especialmente para personas de elevada posición y los reyes.

«La palabra «mastaba» es la forma árabe moderna que significa «banco»; y se llamaron así las tumbas por su semejanza con los bancos colocados fuera de las casas egipcias. «Los egipcios solían decorar las mastabas con ladrillos exteriores en figuras geométricas. En el interior y generalmente por debajo de la superficie del suelo, se encontraban varias cámaras. Una de las cámaras era para el pueblo y las otras eran para los artículos que dejaban al muerto.

El nacimiento de la pirámide

Al pasar de los años, las mastabas se hacían más grandes cada vez, logrando algunas hasta medir 6 metros de altura. Por consiguiente se complicó el diseño de estas tumbas. Un faraón de la Dinastía I colocó en el suelo de su tumba piedras calizas extraídas de las cercanas colinas del desierto, y otro de la Dinastía II recubrió con ellas todo el sepulcro. Al transcurrir el tiempo, algunas mastabas llegaban a tener hasta 30 cámaras funerarias. Hoy toda la zona monumental de Gizeh aparece, ante la vista de los visitantes, completamente al descubierto, como en la época de los faraones de la V dinastía que allí edificaron las últimas mastabas, esas tumbas cuya parte que está a la vista parece un enorme paralelepípedo con los lados ligeramente inclinados.

1- Casson, Lionel y los redact. de TIME-LIFE, «Egipto Antiguo» ed. TIME-LIFE, USA, 1977, pgs117-139

b) Nacimiento de la pirámide

Pronto los egipcios comenzaron a usar caliza para sus construcciones con más profusión. Durante la Dinastía II se construyó la primera tumba edificada exclusivamente de piedra. Esta pirámide llamada Pirámide de Escalones de Sakkara, se le atribuye a Imhotep, arquitecto del faraón Zóser.

El arquitecto Imhotep llegó a ser tan famoso como el mismo faraón y según la leyenda éste también fue escritor y médico. Siglos de haber pasado por esta vida, los griegos lo consideraron no sólo arquitecto, sino mago, astrónomo y padre de la medicina, lo identificaron como Esculapio, dios de la medicina, hijo de Ptah. Esta tumba de Zóser, que de algún modo inauguró la época de las pirámides, se pensó al principio como mastaba, ya que en realidad, era una serie de seis mastabas superpuestas, en la cual utilizó bloques pequeños de piedra y los colocó unos sobre otros como si fueran ladrillos.

Esta pirámide realmente fue un monumento gigantesco que empequeñeció a todas las demás mastabas midiendo 60 metros de altura por 125 de largo y 100 de ancho en la base. No se construyó aisladamente, sino formando parte de un conjunto de edificios y patios de piedra relacionados con diversas ceremonias funerarias dedicadas al faraón. La parte exterior estaba constituída por atrios y capillas decoradas cuidadosamente, con columnas de caliza, embellecidas por vegetación, techos labrados y muros decorados. La parte interior formada por bloques de piedra caliza fina precedente de las canteras de Tura. En la parte norte un templo funerario. La parte subterránea consistía en un pozo profundo que daba acceso a un complicado laberinto de corredores y cámaras de diversos tamaños.

No habían transcurrido dos siglos desde la muerte de Imhotep, cuando sus sucesores edificaron las primeras pirámides auténticas, esto es, estructuras enormes de grandes bloques pétreos que se iban elevando uniformemente hasta culminar en un solo punto. Las más famosas son las que aún se alzan en Gizeh e inmortalizan a Keops, Kefrén y Micerino.

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