Pirámides: El Nacimiento
Por Lucila Navarrete Turrent
19 febrero, 2001
Modificación: 14 junio, 2020
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Antecedentes de Egipto durante las pirámides

a) El Ka y creencias ultraterrenales

Los egipcios antiguos creían que después de la muerte el espíritu de los difuntos continuaba viviendo, así que no escatimaban esfuerzos para asegurarse de que disfrutarían la vida ultraterrena.

El Ka es el nombre egipcio para el espíritu, el cual era una réplica invisible del cuerpo en vida. Como los egipcios antiguos creían que la supervivencia del Ka dependía de que siguiera existiendo el cuerpo terrenal, embalsamaban los cadáveres para conservarlos. El Ka necesitaba además los objetos que la persona había usado en su vida terrenal, un ejemplo claro son las comidas que solían gustar. Para asegurar la vida en el más allá, el cuerpo del difunto debía ser conservado y habían de ser satisfechas las necesidades materiales que tuvo cuando vivía. Esta idea fue dominante y condicionó de modo decisivo la vida en todos los períodos del antiguo Egipto.

Durante el Imperio Antiguo solamente los faraones tenían derecho a pasar a la vida futura. Ya llegando al Imperio nuevo(11 siglos después), todos los egipcios podían participar en ella.

Para los ricos se les embalsamaban sus cuerpos y se les aseguraban provisiones para el hogar de su Ka, que supuestamente escapaba del cuerpo al morir esta persona. El muerto además tenía que ser juzgado por el dios Osiris(dios de las tinieblas), que admitía sus virtudes o pecados, ya sea para otorgarle una renovada vida eterna o para sentenciarlo en una segunda muerte de extinción. Embalsamar un cadáver era una complicada liturgia funeraria, que según Heródoto podía requerir hasta 70 días, dependiendo de la clase social de la persona(para un pobre bastaba uno o dos días).

El nacimiento de la pirámide

Los espíritus del muerto podían habitar su cuerpo, así que los embalsamadores conservaban lo mayor posible los restos mortales para toda la eternidad. A fin de lograrlo, usaban compuestos de sales, especias y resinas que preservaban y secaban el cuerpo convirtiéndolo en una momia arrugada; después lo rellenaban y lo envolvían en finas vendas de lino. El cuerpo, después se entregaba a la familia y la momia se sometía a la ceremonia de la «apertura de la boca». Así, preparado para comer, beber y hablar nuevamente, el muerto quedaba por fin listo para bajar a la sepultura. b) Importancia del faraón ante las pirámides En lo más alto de la sociedad egipcia se encontraba el faraón, que era dios y rey en uno. El faraón era encarnación de los dioses y alma del Estado.

Como ya se había mencionado, los egipcios hacían gran esmero para la vida después de la muerte. Cuanto más importante era la persona, más esmero se ponía en ello. Los preparativos más acuciosos para la otra vida eran, desde luego, los del faraón.

Lo primero que hacía un nuevo faraón era encomendar la construcción de su tumba, que podía no terminar hasta el día de su muerte. La tumba estaba destinada a albergar el Ka del faraón. La principal función de la tumba era proteger a los saqueadores el cadáver y los bienes depositados en ella. Pero las pirámides también eran símbolo del poder y la riqueza de los faraones, que eran enviados a la otra vida con tesoros fabulosos.

El principio sustentante de la civilización egipcia era la vida eterna de los faraones. Un antiguo texto religioso nos muestra el eterno poderío de un faraón: «Oh, Atón, ¿cuánto durará mi vida?» y el dios contesta: «Tú estás destinado a vivir millones de millones de años, toda una vida de millones».

Para satisfacer las necesidades de su vida de millones de años, los reyes diseñaron tumbas y templos mortuorios que debían durar por siempre. En efecto, la tumba se llamaba comúnmente «casa de la eternidad».

El pueblo egipcio trabajaba con entusiasmo en la construcción de los monumentos que serían las tumbas para sus gobernantes muertos, pues los creían de especie divina y que debían atenderlos y propiciarlos como tales.

En la actualidad, 2000 años después de haberse extinguido la cultura , sobreviven muchos monumentales y tumbas o pirámides gigantescas que mantienen vivos los nombres de los antiguos reyes y que responden bien a la idea expresada por los egipcios, el de pronunciar el nombre de la persona muerta es volverla a la vida.

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