Visita de los egiptólogos periféricos a la Villa y Corte, también llamada Madriz, con z
Por Rosa Pujol
10 agosto, 2023
Modificación: 24 septiembre, 2023
Visitas: 1.420

WASET, WASET, WASET
Chotis Madrid, Madrid, Madrid,
Música: Agustín Lara https://www.youtube.com/watch?v=el3aQmuIe1U

Cuando vayas a Waset culona mí—a
Voy a hacerte emperatriz del Ipet-Swt
Y alfombrarte de papiros la avenida
Con esfinges que parecen Hatsehpsut
Turururú

Y en Abu un comistrajo postine—ro
En la cuna de la insalubridad
Y después un regateo retrechero
Más egipcio que el Gran templo de Karnak

Turururú, chin, chin (varias veces)

Waset, Waset, Waset
Pedazo de la tierra de Kemet
Por algo te hizo Ra
La cuna de Amón y de Amonet
Waset, Waset, Waset
En Hispania se piensa mucho en ti
Por el placer de tantos madrugones
Y tantos recojones que soñamos desde allí
Y vas a ver lo que es polvo y arena
Por las tumbas de Tebas
Cuando vayas a Waset
Y Olé.

Me ha parecido bonito iniciar esta minicrónica, dando la bienvenida a quienes han venido a visitar la Villa y Corte. Los madrileños, sean de nacimiento o de adopción, somos muy hospitalarios, y lo mismo reservamos un restaurante que regalamos violetas, que os ofrecemos un chotis faraónico de bienvenida. Ramiro y yo no estábamos por la labor de haceros un ‘aurresku’ en la misma Puerta del Sol, por si nos miraban los guiris. Además de no tener ni idea de cómo se hace. Para los asquerosamente jóvenes que no hayan ni oído hablar de esta canción, os he puesto un enlace para que conozcáis la música y la podáis cantar alegremente cuando lleguéis a Waset. En Madrid debéis cantarla con su letra original.

Pero vayamos por partes. Esta idea de la quedada en Madrid de algunos miembros de los Amigos de la Egiptología se fraguó allá por Navidad, con motivo de… bueno, ni idea, el caso es que se fraguó, y fructificó. Y tras kilómetros de whatsapps (y de tonterías dichas en ellos, que todo hay que decirlo) quedó la fecha fijada para el gran día: 18 de febrero.

La verdad es que los visitantes habían preparado un programa más ‘apretao’ que las tuercas de un submarino, y querían visitar TODOS los museos, TODAS las exposiciones y el templo de Debod, además de comer con los locales. Y, claro, se han quedado cosas en el tintero.

Pero presentemos a la concurrencia.

Los visitantes:
Olga y Jorge – de Pamplona
Naty Sánchez – de Palma de Mallorca
Marc, Mireia, Nil y Pol – de Barcelona
Susana y José Luis – de Barcelona

Los locales:
Ramiro
Mercedes
Rosa

Ah, que no los identificáis, pues son estos, más o menos:

Bien, pues primero estuvo la llegada. Venían en las cosas más raras, en AVE, en coche, no sé si alguno en avión, por lo que la quedada era complicada, ya que, como dije tenían un programa apretado y todos querían aprovechar la mañana para ver algo. Normalmente, cualquier ‘algo’ en Madrid está lleno de gente. Y es que nos hemos puesto de moda, y los fines de semana se nos llena la ciudad de turistas que vienen a vaciar el PRIMARK y a ver El Rey León. Luego durante la semana incluso podemos andar por las calles….

Un grupito quedó al pie de la estatua de un señor que no todos sabían quién era, pero que, al estar encima de un pedestal y llevar melenita y un pincel en la mano se parecía mucho a Velázquez. Y como la estatua está en la entrada del Museo del Prado, es posible que fuera él. ¿Qué pensáis?

 

Ramiro era el encargado de recoger a los del Prado, Caixaforum, etc. Mientras, yo estaría en la puerta del restaurante acogiendo a los que fueran directamente.

Supongo que Ramiro llegaría con tiempo para esperar a los turistas, pero yo, que soy muy exagerada, llegué con más de media hora de adelanto. Y diré que:

• La Puerta del Sol está destruida, impracticable, con las personas caminando estabulados entre las vallas de las obras. Imposible dar un paseíto medianamente agradable.
• La Carrera de San Jerónimo, lugar donde se ubica el restaurante ‘La Catedral’ está igualmente en obras.
• La plaza de Canalejas, una de las más bonitas de la zona centro, también está en zona de guerra, con trincheras, y eso.


¿Qué podía hacer yo 30 minutos con turistas tropezando conmigo en la puerta del restaurante? Pues se me ocurrió meterme en una tiendecita de toda la vida llamada La Violeta, famosa por sus deliciosos y aromáticos caramelitos. Compré un paquetito para cada una de las señoras, como bienvenida al caos madrileño. Y después me senté en un pedrusco que hay allí a modo de banco, a esperar.

Yo creía que controlaba todo el tráfico de gente y que los vería llegar, pero no fue así. Al parecer Naty (en un lógico despiste de forastera) pasó varias veces por delante de mí y del restaurante sin verme, ni yo a ella, hasta que en uno de sus ires y venires me vio.

Y ya juntas, decidimos entrar en el restaurante y ‘pillar’ la mesa como se suele decir. El restaurante en sí, es enorme y tiene una decoración de estilo remordimiento tardío. O sea, un horror de cornucopias, capiteles, artesonados, maderas, columnas… y los bancos para comer eran de iglesia. Os lo juro, solo faltaba el lugar para arrodillarse y un par de confesionarios.

Naty y yo vimos que aquella mesa no daba para tanta gente y pensamos que los Niños Nil y Pol podrían estar en la mesa de al lado. Pero ni aún así. Así que tomamos el Apis por los cuernos y acercamos la mesa del otro lado, con su correspondiente banco de iglesia. Ahora sí que cabríamos.

Y poco a poco fueron llegando, y nos fuimos dando besos y abrazos porque los que no nos habíamos encontrado cara a cara con anterioridad, teníamos ganas de conocernos. Y la verdad es que éramos todos como esperábamos:

Marc grandón, coñón y dicharachero, y su santa Mireia y sus niños portándose muy bien, Olga parece una chiquilla, pero ya tiene pareja y todo… A Susana y José Luis ya los conocía por lo que me impresionaron poco. Al igual que a Naty y a Mercedes. Pero… Ramiro, ay Ramiro! Yo me lo esperaba con aspecto de señor serio, con su barba tal y como aparece en su perfil, pero no. Resulta que ahora, en un arranque juvenil tardío, se ha quitado la barba y ¡se ha dejado coleta! Esto si que no me lo esperaba. No es que tenga yo nada en contra de las coletas, yo misma la llevo muchas veces, pero me impactó.

Bueno nos sentamos como pudimos, quedando Ramiro un poco descentrado por el ajuste de mesas. La comida estuvo bien. La relato aquí para que os acordéis.

Entrante por cuenta de la casa: tres bandejitas de cecina y muchas croquetas (enormes) buenísimas.
Entrantes por cuenta nuestra: calamares, sepia y tortilla de patata.
Luego cada uno se pidió lo que quiso, aunque los callos a la madrileña tuvieron su público.
La comida estuvo correcta, y regada con un Arco Iris. No penséis que me estoy amariconando y me he puesto cursi; esa era la marca del vino que nos empujamos. Y agua, mucha agua. ¡Vaya reseco que traen los forasteros!

Olga Navarro Cía y Mercedes González 

De la conversación, solo diré que estuvo muy animada, que fue a gritos como suele ser en España y que nos reímos a modo de las ocurrencias de unos y otros.
Pero el punto álgido de la reunión fue cuando Susana sacó una misteriosa bolsita que contenía una diadema faraónica con una cobra enhiesta (en ángulo recto, eso sí) y un brazalete de serpiente que hubiera puesto verde de envidia a la mismísima Cleopatra. Pongo las fotos, porque la diadema nos la fuimos poniendo uno tras otro. Si bien, en honor a la verdad, a Ramiro le quedaba mucho mejor, sobre todo por las gafas. Era Miopsis I en persona. Vean:

Vamos, que no tenemos desperdicio. Olga se puso el brazalete encima del jersey, y Susana que la vio tan emocionada con él, que se lo acabó regalando. Creo que ha dormido con él puesto.

Y esta otra foto me gusta mucho. Se suponía que tendríamos que haber llevado alguna chorrada egipcia para ponernos, pero solo Susana se acordó. Y en esta imagen, ella va de faraona, pero nosotros … regulín. Marc está mordiendo un escarabeo precioso de Mercedes y yo llevo un espejo hathórico al cuello y unas pulseras de jeroglíficos. Y mira que yo tengo cosas en casa para el regodeo faraónico, pero no me acordé. Así que esto fue lo que conseguimos. No obstante, en la foto se nos ve a los tres mosqueteros muy divertidos.

Rosa Pujol, Marc Mateos Comaposada y Susana Alegre 

En la imagen, se puede ver la exquisita decoración del lugar, y, sobre todo, la inclinación de la pobre cobra/ureus de Susana. De ahí se fue al fisioterapeuta a que le arreglara los anillos del cuello. Lo mejor era que su dueña iba picando a todo el mundo a base de embestidas.

Después seguimos de sobremesa tomando todo lo que nos traían: digestivos, bajativos, chupitos, con y sin alcohol. Es decir, Pacharán para los navarros, y aguardiente de hierbas para el resto de alcohólicos. Los abstemios tomaron algo parecido a un jarabe para la tos que se decía licor de mora.

Y a una hora prudencial, pero muy poco, las 18,00, dimos por finalizada la comida, aunque nos costó un Congo que vinieran a cobrarnos. Teníamos visiones subliminales de los camareros, pero cuando fijabas la vista, ya no estaban. Nos costó mucho echarles el guante, pero somos muy persistentes y finalmente lo conseguimos.

Y de nuevo en la calle, toda destruida, del centro neurálgico de España. Digo yo que será el centro, porque con las obras han quitado la placa del kilómetro 0 (desde donde se cuentan las distancias por carretera), y ahora no sabemos a qué distancia estamos de Logroño, pongo por caso. Los turistas que hacían cola para hacerse fotos con la dichosa placa, están desolados, y ahora le hacen fotos solo al oso y el madroño, que está así de negro porque lleva más de 50 años en Sol, y al sol, claro

La placa                                                                                                                                El Oso y el Madroño

Estuvimos viendo un poco los preciosos edificios que hay en la plaza de Canalejas, todos recién repintaditos y remozados, y cogiendo todo el polvo de las obras, que no se privan con la radial espolvoreando la zona. Pero así son las cosas. Estilo Penélope, hacer y deshacer. Aclaro a Joanna que en español ‘coger polvo’ es ensuciarse, mancharse de polvo, pero en cambio ‘echar un polvo’ no tiene nada que ver con las partículas de suciedad que flotan en el aire, sino que es lo que en Argentina dicen ‘coger’. O sea, que en lo referente al polvo, no es lo mismo coger que echar. Sé que es un poco enrevesado, por eso lo explico. Los demás me habéis entendido de sobra.

En lugar de seguir Carrera de San jerónimo hacia abajo y acabar en Neptuno, como si fuéramos del Atleti, y que es más bonito, decidimos meternos por la calle del Príncipe, viendo la cantidad de tugurios y bares que hay en Madrid. Y lo peor es que todos están llenos. Pero Ramiro se sabía un sitio donde tomar una copa. El lugar se llama Casa Pueblo, y, efectivamente había sitio. Bien es verdad que ya éramos menos, porque Olga y Jorge se fueron y Mercedes también. Y otro rato de copa y charleta.

Por cierto, los niños de Marc son como dos termitas. Porque a los mayores no nos cabía ni un alfiler de cómo habíamos comido. Bien, pues cuando vino el camarero a tomar la comanda, el pequeño se pidió ¡un Cola-Cao calentito! Y, no contentos con eso se trapiñaron todas las gominolas que el camarero iba trayendo para acompañar los gin-tonics. Claro, tenían una energía impresionante. Tuvieron un gesto bonito repartiendo su platito de gominolas con los mayores… pero luego se comían las del nuestro.

A todo esto, Rosa no desaprovechaba la ocasión para hacer proselitismo. Así de crudo. No hacía más que intentar que Ramiro se haga socio de su chiringuito faraónico. Y es que, la verdad, le vendría muy bien. Vive en Madrid, y no parece que el trabajo le agobie. Y venir los viernes por la tarde a escuchar una confe chulísima y luego irnos de cenita, creo que es muy buen plan. Por lo que he visto de él, encajaría perfectamente en el grupo de los borrachos (de Velázquez, por cierto) Ella cree que sus esfuerzos no han caído totalmente en saco roto.

Luego ya tiramos calle Atocha abajo, y se fueron yendo cada uno a sus alojamientos. Acabamos en la glorieta de Atocha, donde el Reina Sofía despidiéndonos eternamente Susana, José Luis, Ramiro y yo. Y ahora os voy a contar un secreto, pero no lo comentéis.

Aquí, la cronista, vive en Boadilla sur Mer, un pueblecito de las afueras, que cada vez está más en las adentros. Y pensé, cojo el metro aquí y me voy a la estación de Tribunal, donde hago transbordo para coger mi línea 10 para ir a casa. Pues bien, a la estación de metro de Atocha de toda la vida le han cambiado el nombre y ahora se llama Estación de las Artes (¿?) y yo no me fiaba mucho de donde me llevaría eso, por lo que eché patas hasta la torre de cercanías, ya con andares de Chiquito de la Calzada y los pies machacados para coger el metro seguro. Y si, lo cogí, para volver a Estación de las Artes antes de seguir para Tribunal. Esto siendo del Foro, así que no os preocupéis si os perdéis. De todas formas, he de decir que mi sentido del humor es razonable, pero el de la orientación es nulo. ¡Si en una ocasión me perdí en el templo de Karnak!

Y por fin llegué a casa hecha unos zorros, pero llegué, y he dormido como una bendita.

No puedo decir con exactitud lo que han hecho los visitantes hoy domingo hasta la hora de sus respectivos regresos. Pero por las fotos enviadas al whatsapp veo que han desayunado como campeones, y que han visto el templo de Debod, donde no hay posibilidad de perderse. Mas bien se encuentra uno todo el tiempo.

Estaréis conmigo en que lo mejor de Debod es el exterior, ya que está en un enclave precioso. En otoño las puestas de sol son memorables. Y es el lugar preferido por los recién casados para hacerse fotos. A veces hay atasco de bodas. Esta es la de mi hija, cómo no. Y anda que no quedan bonitas

Por las fotos que han enviado al WhatsApp  observo que se lo han seguido pasando bien y que las risas han estado aseguradas. También veo con tranquilidad que también hoy han comido, y que no se han vuelto muertos de hambre. No nos gusta que los que nos visitan pasen necesidades.

Ramiro José Mesa, Susana Alegre, Marc Mateos Comaposada y Naty Sánchez Rodríguez

Ramiro José Mesa y José Luis López

Templo egipcio de Debod

Marc Mateos, Mireia Delgado, Nil, José Luís López  

Ramiro José Mesa, Pol y Naty Sánchez

Y, a estas horas del domingo 19, recibo noticias de que todos los viajeros ya han regresado a sus lugares de origen, y estarán descansando para seguir trabajando mañana con el fin de levantar España y pagarnos las pensiones a los yayos.

Chicos, me ha encantado veros a unos y conoceros a otros, sois un grupo genial y todo ha fluido como si nos conociéramos de siempre. Y es que la doble corona y el jeroglífico une mucho. Nos sabemos raros, y por eso congeniamos tan bien. Ya podéis ir preparando la próxima, y reservando restaurante, porque visto como está todo de gente hay que hacerlo con tiempo. En Madrid se os han quedado muchas cosas por ver, y no solo faraónicas, que tenemos de todo, incluso cosas horrorosas, como un obelisco circular y otro de base triangular. Y les llamamos pirámides a dos miniobeliscos que ni se ven. Pero esa es otra historia que ya os contaremos. Por cierto, he buscado por qué nos dicen gatos a los de Madrid. Esto dicen los cronicones:

<<En el año 1085, uno de los soldados que acompañaban a Alfonso VI, un soldado joven y muy valeroso, cogió una daga y se lanzó a escalar la muralla islámica. Cuando llegó arriba, cambió la bandera de la media luna (que no existía) por una bandera cristiana. El rey quedó impresionado y dijo: «Este hombre ha escalado como un gato». El soldado decidió adoptar el apellido gato como si fuera un título nobiliario, con escudo y heráldica propios»>>.

Pero yo creo que es porque nos gusta que nos rasquen la espalda y que nos hagan mimos. Igual que a los mallorquines, baleares, catalanes, andaluces, gallegos, valencianos, maños, canarios etc. etc.

Chicos, ha sido un placer, y tú, Ramiro, piénsatelo 😊
Madriz 19 febrero 2023

 

Texto a vuelapluma: Rosa Pujol

 

 

Whatsapp
Telegram