Ritos de execración en el Antiguo Egipto
Por Nieves García Centeno
7 mayo, 2021
Figuras antropomorfas con textos de execración. Saqqara, Reino Medio. (Foto Wikipedia Commons)
Modificación: 9 agosto, 2021
Visitas: 7.111

En el Antiguo Egipto no solo tenemos los Textos de las Pirámides o los Textos de los Sarcófagos. También están los llamados Textos de Execración, que eran unos escritos que enumeraban a los enemigos del faraón, del estado o de todo aquello que amenazara al orden establecido. Los textos, normalmente en hierático, nombraban a los pueblos proscritos o problemáticos y se escribían sobre unas piezas de cerámica o de barro de color rojo que a continuación se rompían y se enterraban cerca de tumbas o en sitios rituales. Esta práctica se ejecutó sobre todo en tiempos de conflicto con los vecinos asiáticos y con los nubios.

El poder mágico del barro

Para los antiguos egipcios, el barro tenía poderes sobrenaturales al ser la primera materia que apareció tras la retirada de las aguas del Nun, siendo Khnum el dios alfarero que modela con el lodo del Nilo el ka de las personas en el momento de nacer. Por tanto, el barro y la cera se usaron para hacer figurillas mágicas cargadas de poder que después se rompían o se lanzaban al fuego con el fin de eliminar simbólicamente al representado.

Figurilla de barro con textos de execración, Imperio Medio, Saqqara. Museo de Bruselas (Wikipedia Commons)

Para la mentalidad egipcia, Egipto era el orden cósmico implantado por los dioses, mientras que fuera de sus fronteras estaba el desierto, la muerte, los enemigos que querían traer la destrucción y el caos. Por tanto, era lícito realizar acciones mágicas contra ellos. Muchas de las evidencias arqueológicas proceden de fortalezas en las fronteras, donde han aparecido restos de vasijas rotas y figuras de arcilla con los nombres de los enemigos y datados en épocas de crisis políticas, económicas y sociales. Era la magia execratoria, la magia para maldecir. Para ello, se fabricaban cuencos de cerámica o tablillas de arcilla sobre los que se escribía, con tinta roja o negra, la lista con los enemigos que se quería destruir. También se usaban figuras modeladas representando a los invasores (nubios, libios, etc.). Durante el ritual el mago debía imprecar maldiciones sobre las figuras mientras las trataba de forma violenta como si fueran el enemigo al que se quería destruir.

Dos piezas con textos de execración, Dinastía V, actualmente en el Museo de Múnich (Wikimedia Commons)

Figuras antropomorfas con textos de execración. Saqqara, Reino Medio. Museo de Bruselas (Wikimedia Commons)

Los rituales de execración

Los rituales de execración se realizan desde el Reino Antiguo hasta época romana y eran acciones mágicas que tenían como principal finalidad alejar o erradicar a los enemigos. Se han hallado más de un millar de depósitos de execración, sobre todo en la zona de cementerios. Las mejores fuentes para entender estos ritos vienen de las propias inscripciones en los objetos usados o en manuscritos, como son los papiros Bremner-Rhind o el Papiro Salt 825, que contienen listas contra los que se dirige el ritual, fórmulas para conjuros de amor o la manera de alejar los malos sueños.

Bisagra de la puerta de un templo en Hieracómpolis, Dinastía I (Penn Museum, Egypt (Mummies Gallery), E3959, AES732).

Los ritos de execración podían hacerse contra enemigos de tipo sobrenatural (dioses), políticos o personales. Los ejemplos más tempranos tienen que ver con prisioneros atados, algo típico en la iconografía egipcia desde los inicios del estado unificado egipcio, conectado con acciones de ofrendas y rituales de purificación. Así, los cuencos rojos que se usaban para las ofrendas funerarias después se rompían para alejar o destruir a los enemigos del difunto. En el Reino Medio se estandariza el uso de los textos de execración, aunque cambiarán a lo largo del tiempo y en el Período Tardío se realizarán incluso dos veces al día y en festivales propios para ello.

Prisionero con las manos atadas a la espalda. Imperio Antiguo (Dinastía I). Museo de Leiden. (Wikipedia Commons)

El Estado como patrocinador

Los rituales fueron primero de tipo político y empezaron contra los rebeldes egipcios, aunque después incluyeron a los extranjeros. Las víctimas eran los que, vivos o muertos, se rebelarían en el futuro, conspiraran o tuvieran esa intención. Enemigos que podían ser individuos, grupos y en localizaciones geográficas específicas. El hecho de que en estos textos estándar se cite a entidades extranjeras o a sus jefes y se haga para proteger el territorio, gobernador o divinidad, indica que estaban patrocinados por el Estado. En el Reino Medio su práctica ya estaba estandarizada.

Los cuencos usados en los rituales llevaban inscrita la llamada fórmula de rebelión, pero a veces hay nombres personales, no necesariamente extranjeros, y a veces no llevaban ninguna inscripción. Mientras que en el Reino Antiguo se utilizaba cerámica roja, también se usaron papiros, estatuillas de piedra, cera o madera, bolas con pelo e incluso animales vivos. Un ritual de execración completo estaba dividido en varias partes, y es de suponer que no todos llevaran los mismos componentes antes de ser enterrados, como objetos atados, rotos, pisoteados, apuñalados, cortados, atravesados, escupidos, cerrados en caja, quemados, orinados. En el Reino Nuevo, tras la expansión de Egipto al sur, Nubia, la tierra de magos por excelencia, se benefició de su fama a la hora de practicar con efectividad estas fórmulas.

Por el contrario, en el Tercer Período Intermedio, la visión del extranjero cambió. Las llegadas asiria y persa fueron un punto de no retorno que provocó inseguridad en la población, de ahí el desarrollo de una literatura apocalíptica en donde las invasiones se consideraban la expresión de un castigo divino. Sin embargo, había dos percepciones: la oficial de los sacerdotes y la realidad, ya que hay ejemplos de que los persas se mezclaron con la población autóctona. Se nota la influencia de los sacerdotes a la hora de producir estas historias: los extranjeros no son puros y no respetan las tradiciones, por eso los dioses estaban enfadados.  En este periodo, los magos usan fórmulas escritas en lenguas extranjeras, pues se han descubierto textos mágicos escritos en arameo, que se consideraba el lenguaje de los demonios. Esa misma impureza la tuvieron los hicsos y posteriormente la comunidad judía en Alejandría.

Los Textos de Bruselas, de Berlín y de Mirgissa

Los primeros investigadores de estos textos a raíz de sus hallazgos fueron el alemán Kurt Sethe (n.1869-m.1934) y el francés Georges Posener (n.1906-m.1988). El llamado primer grupo de textos de execración fue publicado por Sethe en 1926 y se conoce como los Textos de Berlín. Estaba formado por 323 fragmentos de cerámica adquiridos en 1925 el mercado de antigüedades y se cree que procedían de un enterramiento en la orilla oeste de Tebas. La mayor parte está escrita en hierático y aparecen los nombres de una veintena de lugares de Canaán y Fenicia, además de treinta gobernantes de esa época (comienzo del segundo milenio aC o final de las dinastías XI a la XII).

Kurt Sethe

Georges Posener 

Por otro lado, Posener publicó un segundo grupo en 1957, los Textos de Bruselas; aunque una parte se compró en el mercado negro, otra fue excavada en el cementerio de Teti ( Dinastía VI) en Saqqara, lo que aseguraba un contexto arqueológico seguro. En este caso son unas 120 estatuillas de arcilla de prisioneros atados de unos 30 cm de alto y que tienen también escrito en hierático los nombres de 64 lugares, enumeran uno o dos gobernantes y siete países asiáticos conocidos. También datan del final de la XII dinastía. Ambos grupos de textos contienen la primera mención conocida de Jerusalén.

Además de los hallazgos de Sethe y Posener, Robert K. Ritner, de la Universidad de Chicago, estudió estas prácticas mágicas en un millar de textos de execración hallados desde el Reino Antiguo hasta el 500 aC. Como encontró igual de elementos rotos con texto que sin él, Ritner le dio más importancia al ritual en sí y no al hecho de que la pieza tuviera que tener texto para que la magia tuviera efecto.

Hay un tercer grupo, encontrado en los años 60 del siglo pasado en un enterramiento cerca de la fortaleza de Mirgissa, en Nubia, que también repite los nombres del Grupo Berlín y coinciden en la época: son los Textos de Mirgissa, publicados en 1990 por el francés Yvan Koenig. Mirgissa, actualmente sumergido bajo las aguas, era un asentamiento comercial situado tras la Segunda Catarata donde el ejército egipcio levantó una fortaleza para proteger la frontera. En varias necrópolis, que datan del Reino Medio, aparecieron 200 vasos rojos rotos con inscripciones y otros 400 sin ellas, unas 350 figurillas de barro, cuatro de piedra caliza, y un cuerpo, cuya cabeza fue quemada como parte del ritual. Evidencias similares del uso de personas para los rituales de execración también se encontraron a principios de la dinastía XVIII en Avaris.

Dos escuelas: maximalista y minimalista

Los Textos de Execración y su validez histórica han generado mucho debate entre los investigadores sobre los topónimos que aparecen y se distinguen dos escuelas. Por un lado, la maximalista, que considera que los Textos reflejan una realidad histórica de esa zona del Levante, como afirmaba el mismo Sethe (asentamientos probables y que Egipto los conocía), aunque están los que difieren en si esos asentamientos eran ya urbanos o todavía eran pastores nómadas. Y la otra corriente, llamada minimalista, más escéptica, cree que era una simple relación de topónimos que para el cometido eran necesarios, pero que no estaban basados en la realidad; en esos sitios ni habría ciudades fortificadas ni los Textos de Execración revelan un cuadro real de ese Levante, que sitúan en la Edad del Bronce Medio I.

Lo que está claro es que estos sitios, empezaran o no a destacar, tenían relación con Egipto o se sabía de su existencia, a pesar de que la corriente minimalista siga negando su existencia como entidades sociales y que su aparición en los Textos es simbólica, abstracta y ni eran enemigos.

El sḏ dšr.wt

Desde su descubrimiento y estudio, el ritual de execración se asimiló a otro denominado “rotura de los vasos rojos” o sḏ dšr.wt. El hecho de que en el Reino Antiguo ya se practicara evidencia una larga tradición en estos ritos, una forma de magia que buscaba prevenir futuros daños. Si inicialmente se realizaba en las ofrendas de comida a los muertos, con el tiempo se convirtió en una forma de destrucción de los enemigos.

Trozos de vasija roja con textos de execración. Saqqara. Reino Medio. Museo de Berlín (Wikipedia Commons)

Sin embargo, hay estudios de la Universidad de Leiden que ponen en duda la conexión entre la rotura de cerámica roja y los rituales de execración. Otros investigadores consideran que el ritual sḏ dšr.wt se realizaba en la etapa final de los ritos funerarios y tenía como objetivo proteger el cuerpo del difunto y el lugar de enterramiento. Se podían utilizar cuencos y jarras de cualquier tipo pues no hay constancia de que se fabricaran utensilios especiales para dicho ritual, pero el requisito principal era el color rojo por su aspecto apotropaico o de defensa. Hay connotaciones negativas en este color, porque se asocia con Seth, el enemigo de Horus y Osiris.

La rotura de las tablas de los Diez Mandamientos

Un estudio muy interesante es aquél que encuentras similitudes entre los rituales de execración egipcios y la rotura de las tablas de los Diez Mandamientos por Moisés, como aparece en Éxodo 32. Con ese acto, Moisés maldice al pueblo por su idolatría, como hacían los sacerdotes egipcios con la rotura de cerámica o estatuillas. Moisés quiere castigarles por perder el control y alterar el orden correcto de las cosas.

No nos debe extrañar la influencia de la literatura egipcia en los escritos del Viejo Testamento, pues Egipto tuvo una presencia cultural y política en esa zona desde hacía miles de años antes de la existencia de Israel. La rotura de las tablas es lo que el profeta quiere hacer a la gente, no por lo que han hecho.

Los rituales en Época Tardía

En período tardío los rituales de execración pasaron al ámbito privado o personal. Aunque no se han encontrado figuras de cobre ni se menciona en los textos, la víctima de execración tenía que ser atacada con cobre. De hecho, en el periodo grecorromano el cobre se usaba para hacer las agujas que atravesaban las figuras de execración. Asimismo, aunque los animales salvajes se asociaban a los enemigos extranjeros, el pescado, sin entrar en esta categoría, se consideraba maldito. Un texto explica como el nombre de la víctima se tenía que envolver en piel de pescado o escribir su nombre con una espina en una figura de cera. En Edfu hay un texto que describe dicho ritual y se sabe que algunas figuras se colocaban en una red para ser quemadas tras simular que eran pescadas y en el templo de Esna se menciona que al final del ritual el pez usado se tiraba al canal.

Conjunto mágico, siglo IV, Museo de Louvre

La sangre también se usaba como componente, como la sangre de pescado para escribir en un papiro, o mezclar cera con la sangre de una vaca, además de que la tinta roja se usaba para escribir el nombre de la víctima. Otro elemento sería simular algunas mutilaciones o atarles las manos o los brazos a la espalda con pelo o fibras negras, o suspender la figura colgada de los pies, una postura que se ve en representaciones egipcias. Asimismo, apuñalar a los enemigos o poner las figuras dentro de una jarra roja. Cuando los baños públicos fueron introducidos por los griegos, hay muchos ejemplos de textos en demótico, griego y copto sobre usar los hornos de las casas de baño para quemar las figuras de execración y amuletos mágicos. Es más, habría templos con hornos solo para esta función.

Por tanto, la execración fue variando su función original a lo largo de los siglos. Ya no era una magia patrocinada por el Estado, sino una actividad regular en los rituales del templo que los sacerdotes adoptaron para uso privado. Como sus usuarios no estarían versados en la mitología egipcia, simplificaban los elementos religiosos de la fórmula: en muchos casos se solucionaba cambiando el nombre del dios egipcio por uno griego. Incluso hubo un sacerdocio específico que hacía estos rituales en Época Ptolemaica y que se celebraban en el templo de Montu en Karnak. Este tipo de actividades que empezaron en los templos paganos se llevaron a los monasterios con el Cristianismo. La religión cambió, pero la magia continuó.

 

Texto de Nieves García Centeno

Fotografías: Wikipedia commons y libres de derechos

 

Whatsapp
Telegram