Poemas de amor del antiguo Egipto
Por María Teresa Vázquez Garcés
14 febrero, 2018
Ajenatón y Nefertiti. Neues Museum, Berlín. Foto: Archivo documental AE.
Modificación: 21 junio, 2019
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La literatura del antiguo Egipto fue de gran riqueza y en ella se originaron algunos géneros literarios que hoy día siguen vigentes. Entre cuentos, proclamas laudatorias a los faraones, relatos novelados o himnos religiosos, también la poesía se hizo hueco. Y en la poesía cultivada por los escribas egipcios, como entre los poetas de todos los tiempos, la temática amorosa fue ineludible fuente de inspiración.

Los poemas egipcios de amor que conocemos se remontan al Imperio Nuevo y son especialmente relevantes los textos conservados en el Papiro Harris 500 (British Museum 10060 ), el Papiro Chester Beatty (conservado en Dublín ). Además de estos documentos, existen otros textos más fragmentarios en papiros y ostraca, y hay que tener en cuenta algunas inscripciones en tumbas que, igualmente, nos adentran en ese mundo de sentimientos.

Los poemas de amor del antiguo Egipto, tan ricos en metáforas, nos muestran los anhelos y emociones intrínsecos al enamoramiento. Pasiones que se nos presentan en términos a veces muy modernos, tanto en voz masculina como femenina. Así que no solo “ellos” proclaman el impulso del deseo, también “ellas” expresan sus pasiones.

Aunque puede resultar sorprendente para el lector moderno, los textos amorosos egipcios presentan al amado y a la amada como “hermano” o “hermana”. Este es un recurso para indicar cercanía, identificando al amor como una fuerza de aproximación, de hermanamiento.

Los poemas de amor del antiguo Egipto nos hablan de la fascinación por la persona amada, del deseo, de la complicidad, de la angustia ante la distancia… Sentimientos atemporales, intensamente vividos hace miles de años y que son, sin duda, eternos.

<<A mi amado encontré en su lecho.
Mi corazón rebosaba de alegría.
Nos dijimos» «Nunca te abandonaré».
Nuestras manos se han unido.
Caminamos juntos. Te acompaño
a todos los lugares agradables.
Para él, yo aventajo a todas las mujeres.
Nunca me romperá el corazón.>>

<<Oh amado. Qué dulce es seguirte en el río…
y bañarme ante ti.
Quiero dejarte ver mis encantos a través del traje de las más finas telas,
cuando esté mojado.
Yo entro en el agua contigo y salgo hacia ti con un pescado rojo bello en mis manos.
Ven, mírame… >>

<<Si te abrazo y tus brazos se abren,
es para mí como si estuviera en el Punt.
Si yo te beso y tus labios se abren,
entonces me siento embriagado sin haber bebido>>.

<<El amor de mi amada se halla en la otra orilla;
un brazo de río está entre nosotros y hay un cocodrilo sobre un banco de arena.
Pero yo entro en el agua y me lanzo a la corriente.
¡Mi corazón es valiente sobre las ondas! Las aguas son como el suelo bajo mis pies.
Es su amor el que me vuelve más fuerte; es para mí un encanto que prevalece sobre las aguas>>.

<<Si mi amado se marcha y olvida mi amor, mi corazón se para.
Miro los dulces y los perfumes como si fueran sal.
Los licores, tan dulces en mi boca, saben como la hiel.
Sólo el soplo de su nariz es lo que hace vivir mi corazón.
Ojalá Amón te de a mi para siempre>>

<<Mi hermano, con su voz, mi corazón transforma,
por él casi enferma estoy.
No lejos de la casa de mi madre vive, mas visitarle no puedo.
Hace bien mi madre en advertirme: ¡No vuelvas a verle!.
Sabed que mi corazón zozobra cuando pienso en él, pues de él me he enamorado.
Sabed que he perdido la razón, pero yo soy igual que él.
Ven a mí y déjame contemplar tu hermosura. Mi padre y mi madre se regocijarán, todos se holgarán de tu presencia >>.

<<La voz de tórtola me habla y dice: “He aquí el alba, ¿dónde está tu camino?
No tórtola, tu me insultas. He hallado a mi hermano en su lecho.
Mi corazón se alegra en gran medida. Me dice: “No te abandonaré; mi mano permanece en tu mano.
Me paseo y estoy contigo en todas partes, y en todas partes contiguo se está bien.

<<Es una muchacha singular, otra igual no hay.
Nadie en belleza la alcanza.
Veréis, es como una estrella divina
que al nacer el nuevo año asoma,
con última blancura, con refulgente tez;
unos ojos graciosos con los que mirar,
unos labios dulces con los que hablar;
nunca pronuncia una palabra de más.
El cuello largo, el pecho albo,
sus cabellos de lapislázuli puro;
sus brazos más que el oro brillan;
sus dedos, flores de loto;
las nalgas, generosas;
la cintura; estrecha.
Sus muslos al resto no desmerecen;
Con paso airoso camina.
Con su abrazo mi corazón a capturado.
No hay quien la cabeza no vuelva para verla pasar>>. Este es el poema que canta Peter Pringle en el vídeo que enlazamos al final.

<<¡Mira, la mansión de mi amada!
la puerta está en medio de la casa,
los dos batientes de la puerta están abiertos,
el cerrojo está fuera!
¡Mi amada está furiosa!
¡Oh, si al menos me hiciese su portero!
¡Yo haría que se enfureciese en contra de mí,
y podría oír su voz cuando está airada
y podría ser como un niño, temeroso de ella!>>

<<Alegras el corazón, ver algo hermoso,
declamaciones, bailes y cantos,
aplicar mirra, untarse aceite, una flor de loto junto a la nariz,
pan, cerveza, vino, dulces y otras cosas delante
para el príncipe y visir Rejmire,
con él está su esposa, la que ama su corazón,
la señora de su casa Merit.
¡A vuestra salud!
Bebe la hermosa embriaguez.
Celebra un hermoso día con aquello que Amón,
el dios que te ama, te ha dado.>>

 

Muchos poemas de estos emocionales himnos al amor podían ser cantados. Peter Pringle, reconocido investigador sobre la música en la antigüedad, le ha puesto melodía a uno de estos poemas, que canta en egipcio antiguo mientra toca un arpa que es una reconstrucción del milenario instrumento «djedjet«.

 

(Mejora de SEO, Readability/Presentación. 21 de junio de 2019)

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