Nefertiti, reina de Egipto, esposa del faraón Ajenatón (Amenofis IV o Akenatón), con quien inició muchos cambios religiosos, artísticos y culturales.
Nefertiti pudo haber ejercido el oficio sacerdotal, posición normalmente reservada a los reyes. Ajenatón, que reinó desde aproximadamente el 1350 hasta el 1334 a.C., sólo permitió el culto del dios sol, Atón, de quien Nefertiti era una devota adoradora. En el año décimo segundo del reinado de Ajenatón, Nefertiti aparentemente perdió el favor del faraón y fue sustituida por Meritaten, una de sus seis hijas.
Un busto de Nefertiti en piedra caliza decorada es una de las grandes obras de arte que se conservan del antiguo Egipto, y actualmente se encuentra en el Staatliche Museum de Berlín (Alemania).
Análisis y comentario de las obras
Por la armonía entre sus rasgos y proporciones y sus facciones atemporales, el rostro de Nefertiti resulta ajeno y a la vez común a cualquier raza humana y se convierte en un ideal de belleza universal de nuestra especie.
Este ideal se ajusta al buscado por los artistas de distintas razas durante toda nuestra Historia.
Sus amplios párpados superiores confieren ensoñación, dulzura y un aire de superioridad y orgullo a su mirada.
Su sonrisa apenas insinuada (profetiza la sonrisa de la Mona Lisa) es dulce y calma, escueta y majestuosa, como corresponde a una mujer de su rango.
A diferencia de los retratos de otras reinas, las representaciones de Nefertiti nos muestran a una dama increíblemente bella pero posible y humana, lejos de la dureza impersonal y tácita de los retratos antiguos o lo gracia cándida y chistosa de retratos intermedios y tardíos.
Debemos al arte de Amarna esta vertiente realista que envió hasta nosotros la “fealdad” de Ajenatón la hermosura de su esposa.
Las fuentes de mi obra son precisamente otras obras de arte (esculturas, pinturas, relieves y dibujos que tuvieron la intención de inmortalizar al retratado). Para mis obras sobre Nefertiti he tomado como fuente representaciones en placas de caliza, las cabezas sin terminar del taller de Tell Amarna y principalmente, el célebre busto de caliza que se conserva en Berlín.
Para “revitalizarlos” se hacen indispensables los conocimientos sobre figura humana, cosmética y moda.
Los relatos que nos han legado los historiadores crean el marco necesario para la inspiración. De este modo, leyendas, hechos y anécdotas contribuyen al resultado final.
El proceso general es largo y complejo. Consta de dos partes fundamentales:
- Reconstrucción creativo-manual (incluye bocetos, dibujos, mediciones, comparaciones).
- Tratado digital de la obra para obtener un resultado de alta definición y minucioso terminado.
Es preciso aclarar que mis obras son esencialmente artísticas y por lo tanto, imbuidas de mi estilo y subjetividad.
Obras
Nefertiti de blanco
Representación de la reina, ataviada elegantemente con túnica pesada y engalanada con las joyas “nefer”, con velo transparente y su pesado pectoral.
La reina lleva una peluca semilarga de pelo natural en trencitas e intercalado de fibras vegetales e hilos. Luce una diadema con el ureo real.
Nefertiti Azul
Representación de la reina como adoradora de Atón, sus atavíos azulados y transparentes aluden a nubes suaves y ligeras. Luce una peluca corta, de estilo nubio, característica de la época amarniana; ésta tiene varias capas superpuestas de trencitas y delicados tirabuzones y es de color azul, símbolo del cielo, casa del dios único y digna de ser portada sólo por una reina. Sus ojos aparecen maquillados con un trazo verde en la zona inferior (moda amarniana retomada del Imperio Antiguo). El maquillaje verde puede ser mesdemet (ojos expresivos) o simplemente ouadjou (polvo verde). El arco del ojo aparece rodeado por un trazo negro que apenas guía a la sien.