Mercedes González
Por Laura Di Nóbile Carlucci
1 julio, 2010
Modificación: 16 febrero, 2017
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Mercedes González es conocida, entre nosotros, por su pasión por las momias. Forma parte, entre otras, de las Asociación Española de Paleo­patología, de la Asociación Nacional de Museólogos y del International Institute for Conservation of Historic and Artistic Works.

En la siguiente entrevista nos cuenta cómo comenzó ese interés y lo que vino después.

Mercedes, ¿cómo empezó tu pasión por las momias?
La tengo desde muy pequeña. Verás, en la parroquia de San Francisco de Borja de Madrid, había un sarcófago muy grande y que conservaba el cuerpo del padre José María Ruboi en su interior. Íbamos a Misa a esa iglesia y, cuando salía, me iba a verlo y miraba en un ventanuco que había en el sarcófago. Tengo que aclarar que yo tenía 7 años entonces.
Cuando llegaba del colegio a casa, bajaba a casa de unos vecinos, que eran médicos. Una vez hechos los deberes, la señora me daba de merendar y el premio por haberlos terminado, era poder pasar a la biblioteca que estaba llena de …. libros de medicina!

Mercedes González

¿Medicina?, ¿y cuáles eran los que más te atraían?
Los que más me gustaban eran los libros de entomología y medicina forense donde se podía ver a personas muertas. Me preguntaba porqué en esas imágenes los muertos eran tan feos y mi muerto de la iglesia estaba tan bien. Entonces el hijo del médico me lo explicó a través de un experimento: en un bote de Eko pusimos un trozo de pescado crudo y una mosca viva. Tapamos el bote con una media. La mosca puso huevos y salió un montón de larvas que no llegaron a convertirse en moscas: lo encontró mi madre, lo tiró a la basura y pegó una bronca al médico, al hijo y a la madre. De todos modos eso no me desmotivó porque volví a hacer otro experimento en casa del médico: en lugar del pescado pusimos un trozo de hígado que no olía tan mal y tenía mayor alimento, y volvieron a salir las larvas.

¿Sabías leer ya?, ¿cómo te las apañabas?
Realmente, no los leía, ya que como he dicho tenía 7 años; pero marcaba las hojas con unos papelitos y cuando venía Javier, el hijo del médico, me los leía. Me hacía dibujos y conseguía material para explicármelo mejor.

¿Y después de ese episodio?
Otra cosa que me marcó mucho fueron las vacaciones en Barcelona. Tendría unos 12 años. Estábamos en una casa en el campo, cerca del Montseny, y yo sabía que cuando caían lluvias torrenciales, éstas arrastraban las tierras cercanas a las ermitas abandonadas y con ellas, los huesos de los enterrados. Me iba con la bici y los recogía en una bolsa que me llevaba a casa. … hasta que mi abuela sospechó algo raro … encontró la bolsa debajo de mi cama, la abrió y pegó un grito de película. Me hizo hacer una agujero en el jardín y enterrarlos mientras rezábamos una rosario, pero yo, a escondidas, me los iba guardando en los bolsillos.

Ya sabrías leer, ¿con qué empezaste?, ¿cómo llegaste a Egipto?
Me leí el libro “Dioses, tumbas y sabios” y empecé a ver cosas muy interesantes. Me metí con el tema de Egipto y vi “cosas maravillosas” pensando en tanta cantidad de momias ….

¿Te interesaron solo las momias egipcias?
No. Mi abuela me había contado que, a veces, en su pueblo cuando sacaban los difuntos de los ataúdes, se encontraban en muy buen estado. Me entró un gusanillo y quise ir a verlo. Ella se negó a acompañarme, pero convencí al abuelo y fui con él. Yo tenía unos 14 años.
Después de verlos, seguí consultando libros. Ya no hacía falta que me los leyeran. Descubrí así que muchas otras culturas también conservaban a sus muertos.

¿Qué estudiaste?
Llegué a estudiar primero de medicina pero no me gustó por lo que me pasé a Historia Antigua.

Según fue pasando el tiempo ¿continuó tu interés por las momias?
A pesar de estar ya casada y tener dos niñas, seguí estudiando por mi cuenta y haciendo todos los cursos que podía sobre momias, patología y antropología forense. Hasta que un día decidí llevar a la práctica una momificación en mi casa.

¿Cuál fue tu primer experimento?
A raíz de un artículo escrito por unos científicos alemanes en el que decían que los antiguos egipcios utilizaban el aceite de cedro como enema licuefactor (disolvía las vísceras), decidí probar con un pollo. No estaba de acuerdo con esa teoría porque en mi casa el aceite de cedro se utilizaba como repelente de insectos para el interior de los armarios pero decidí probar de todos modos.
El pollo que necesitaba comprar para este experimento tenía que conservar sus tripas y sus plumas. Por lo que me fui a una granja cerca de Segovia a comprarlo: me costó un ojo de la cara, era un pollo de granja, claro. Procedí a inyectarle a través del ano un buen jeringazo de aceite de cedro, lo cosí con hilo de sutura quirúrgica y lo deposité en una bandeja en el interior del invernadero que hay adosado a mi casa. ¡En cuestión de una semana aquello estalló y saltó por los aires! ¡Había trozos de pollo corriendo por los cristales!.

Después de ese desastre, ¿se te fue la vena experimental?
No. Volví a Segovia a comprar otro pollo entero. Pero esta vez tomé precauciones: le practiqué unos pequeños orificios e inserté una pajitas para que salieran los gases y no estallara, lo conseguí … pero se lo comió un gato que entró en el invernadero.
¡Evidentemente volví a Segovia!. Esta vez hice todos los preparativos y tomé más precauciones, cerré la puerta del invernadero dejando solo una pequeña abertura de cinco centímetros para que no entrara el gato… ¡Y se lo comieron las avispas!

Mercedes González

Evidentemente todos los investigadores han sufrido percances, ¿renunciaste?
¡No!. Mi marido empezaba a mirarme con cara asustada y decidí ir al Carrefour a comprar filetes de pollo que son más baratos. Este experimento tampoco funcionó, por culpa de otro minino, por lo que decidí interrumpir los experimentos y dejarlo para más adelante.

¿Y cuál fue tu primer contacto con momias humanas, aparte de las de Egipto?
En noviembre del 2004, estando en el Congreso Nacional de Paleopatología, el nuevo director del Museo de Antropología Médica y Forense de la Universidad Complutense de Madrid, me ofreció la posibilidad de colaborar con él para restaurar y conservar las momias que tiene ese museo.
Fui con la idea de que se trataba de las cinco que ya conocía, pero la realidad resultó ser distinta: eran 30 momias andinas, los restos de tres guanches y nueve piezas egipcias, la mayoría de ellas cabezas.

¿Destacarías alguna entre todas?
Dentro de una vitrina me encontré un antebrazo y una mano, momificados. Por el olor llegué a la conclusión de que podía ser andina y me puse a buscar la momia a la que faltaran el antebrazo y la mano. Mientras tanto procedí a limpiar la pieza que acababa de encontrar y descubrí que presentaba unos maravillosos tatuajes. Hice fotografías de los mismos y las envié a varios colegas de Chile y Perú, por si me podían dar alguna información del significado de los mismos. Los de Chile me dijeron que esos tatuajes no eran propios del desierto de Atacama por la complejidad de los mismos y los peruanos contestaron que el dibujo podía ser de Perú. Una vez que encontré la momia propietaria del brazo procedí a las tareas de restauración y pude comprobar que tenía el interior de la boca lleno de tierra y mezcladas con ella cinco semillas. Las fotografié y procedí a enviarlas de nuevo a Chile y a Perú.

¿Semillas? ¿Averiguaste algo sobre ellas?
Sí. Proceden de una planta llamada Anadenanthera colubrina y las semillas, una vez tostadas al fuego, eran trituradas hasta convertirlas en polvo que los chamanes andinos utilizaban para entrar en trance y comunicarse con el mundo de los muertos.
A partir del descubrimiento de los tatuajes podemos decir que el Museo Reverte cuenta con la única momia andina tatuada que hay en España.

Has hablado del olor de las momias, ¿es que huelen diferentes según sean de un lugar u otro?
Si, las primeras que son muy distintas son las momias egipcias y su olor me recuerda a cuando se está asfaltando una carretera, mezclada con el olor de carbonilla de las estaciones de tren antiguas.
Las momias del desierto tienen un olor característico que no se parece a nada y salvo que estén tratadas con alguna sustancia especial huelen todas igual
En cambio, las momias de las turberas (momias de los pantanos) tienen un olor característico que recuerda al mantillo húmedo de los bosques.

Se que has asistido a Congresos y Simposiums, cuéntanos algo al respecto.
El primero al que asistí fue el “VI Congreso mundial de estudios sobre momias”, que tuvo lugar en Teguise, Lanzarote. Ahí tuve la fortuna de conocer personalmente a personas cuya trayectoria profesional yo había seguido, como Bob Brier, Ron Beckett, etc. Eran los “ídolos” cuyos libros habías leído y documentales habías visto. También estaba Rosalie David, ¡no me lo podía creer! En esa ocasión defendí un póster sobre una momia andina que presentaba una extraña elongación labial: ambos labios estaban muy dilatados en forma de cilindro.

¿Cuánto tiempo duró tu colaboración con el Museo Reverte?
Duró casi cinco años y en ese tiempo me dedique a la documentación, restauración y conservación preventiva de toda la colección antropológica y dado que los datos que había sobre las momias eran muy escasos me fui al desierto de Atacama, en Chile, para fotografiar y documentar “in situ” el lugar de procedencia de las momias andinas.
La colaboración con el Museo acabó en agosto de 2009 ya que estaba supeditada a la reapertura del mismo.

¿Has colaborado con alguna otra entidad?
Si, con la Facultad de Medicina de la Universidad de Granada: nos pidieron que restaurásemos la momia de un niño que querían exponer.

Has hablado en plural, imagino que te refieres ya al Instituto de Estudios Científicos en Momias. ¿Qué es ese Instituto?
Es un instituto creado por mí, dado que en España no existe ninguna otra institución que se dedique al estudios sistemático de restos momificados.
Está formado por un grupo de grandes profesionales que abarcan distintas áreas científicas, arqueológicas y museográficas.
Sus fines son: Actividades de investigación y docencia relacionadas con el estudio de las prácticas funerarias en distintas épocas y culturas; edición de trabajos que, por su contenido en el ámbito de la investigación, puedan contribuir a mejorar el conocimiento sobre dichos estudios; asesoría a organismos oficiales y privados sobre temas relacionados con la restauración, conservación preventiva y exposición/almacenaje de restos momificados; participación en campañas arqueológicas para la recuperación de restos antropológicos y su correspondiente ajuar funerario.
Organizamos también talleres infantiles sobre momificación en museos y colegios.

¿Cómo han respondido otros organismos ante el Instituto?
En el 2009 firmamos un convenio de colaboración con el Parque de las Ciencias de Granada para llevar a cabo el proyecto expositivo “El mundo de las momias” y el “I Congreso internacional de conservación preventiva en momias”.
También tenemos un convenio con el Museo de Arqueología de Alta Montaña (MAAM), Salta, Argentina. Es un convenio marco de intercambio científico-técnico para el estudio de los cuerpos congelados pertenecientes a la cultura inca, denominados “Niños del Llullaillaco”.

Tengo entendido que has vuelto a la Universidad, ¿Qué estudias?
Estoy realizando un curso de dos años de duración sobre Anatomía Patológica en la Universidad Francisco de Vitoria.

¿Con qué fin?
Porque quiero ser yo la que realice los estudios histológicos en las momias.

Seguramente más de una persona que lea esta entrevista se preguntará sobre, ¿qué tiene que estudiar una persona que quiera dedicarse a trabajar con momias?, ¿puedes indicar el camino?
Actualmente no hay estudios oficiales sobre ello. Tienes que conocer a fondo la anatomía humana y por eso yo hice varios cursos de antropología forense en la Universidad de Granada.
Tienes que saber qué es una momia para poder conservarla en las mejores condiciones posibles y esto no se enseña en ningún sitio. Tenemos que recurrir al método de trabajo “prueba y error” para ir descartando todo aquello que pueda perjudicar a un resto momificado. Evidentemente este estudio se lleva a cabo con piezas que no tienen ningún valor histórico.

Bueno Mercedes, muchas gracias por tu colaboración y suerte en vuestra futura andadura.


Entrevista publicada en la sección ‘Entrevista egiptomaníaca’ en el Boletín Informativo de Amigos de la Egiptología, BIAE 70 (abril-junio 2010)https://egiptologia.com/biae-numero-70-abriljunio-2010/

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