Las nodrizas reales de la Dinastía XVIII
Por Naty Sánchez Ortega
1 agosto, 2017
Modificación: 9 febrero, 2023
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Posibles funciones de la nodriza real durante la Dinastía XVIII

No conocemos con seguridad las tareas específicas que debía realizar la persona que recibía el encargo de atender a los bebés de la realeza. Tampoco es posible precisar el tiempo que este niño o niña quedaba a su cargo. Sin embargo, del trato que ellas recibieron una vez coronados, se infiere que crearon un lazo tan fuerte como para considerar que se ocupaban de ellos durante muchos años.

Por norma general, se ha visto en la nodriza la figura de una mujer cuya función es amamantar a los niños y cuidarlos mientras son bebés, para dejar su posterior educación en manos masculinas. Contra esto, el título específico de šdt nb tȝwy  (literalmente, “la que ha amamantado al Señor de las Dos Tierras) utilizado a continuación de mnʿt nswt en una misma inscripción señala que, además de proporcionar su leche al bebé, el concepto de nodriza implicaba otras funciones, pues de otro modo bastaría uno para enfatizar la lactancia. En todo caso, se mantenía como una persona de confianza y no se descarta que a sus ocupaciones durante la infancia siguieran otras en las sucesivas etapas de la vida, como asistente personal, por ejemplo.

En primer lugar, estaría pues la cuestión de la lactancia, tarea que abarcaba aproximadamente desde el nacimiento hasta el tercer año de edad, siguiendo premisas que aparecen en los textos sapienciales. A esto hay que añadir el cuidado general del cuerpo del bebé, su aseo diario, el control del sueño y demás necesidades fisiológicas. En otro ámbito, como se aprecia gracias a las variantes del arte amárnico, la nodriza portaba en brazos al príncipe durante eventos oficiales, sin que sea posible precisar la frecuencia con que se llegaba a requerir esta presencia. Es muy lógico pensar que dedicaban un tiempo importante a la narración de cuentos, historias y mitos, a través de los cuales se transmiten los valores culturales desde tiempos prehistóricos. Asimismo, los cantos debían formar parte de la rutina diaria.

Una vez el infante lograba la independencia de movimientos debían incorporarse otras actividades ligadas a escribas o tutores masculinos, lo que no implicaba necesariamente que la nodriza cesase su labor de educación general y atención diaria. En casos de enfermedad, quizás gestionaba las visitas médicas y se encargaba de que fuesen dispuestas las medicinas indicadas. Ignoramos hasta qué punto era supervisado y/o restringido el contacto de individuos no autorizados con los alimentos y el cuerpo de los príncipes que todavía no eran reyes. En los casos en que las nodrizas atendieron a un niño ya coronado como Tutmosis III o Tutankhamon, sería interesante indagar si eran ellas las que supervisaban su dieta o si les practicaban algunas curas, o esto quedaba en manos de terceros. La hipótesis es plausible en tanto que era una labor que seguía formando parte del arquetipo isíaco, como queda bien reflejado en el relato de Isis y los siete escorpiones o en las estelas típicas de la Época Baja como la Estela de Metternich.

 

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