Hasta el 6 de mayo puede visitarse en CaixaForum Barcelona una magnífica exposición dedicada a la música en la antigüedad que organiza la Obra Social “la Caixa”, el Museo del Louvre y el Museo del Louvre-Lens.
Las casi 400 antigüedades de la exposición permiten realizar un recorrido por la música en las civilizaciones antiguas de Próximo Oriente, Egipto, Grecia y Roma, dejándose traslucir las singularidades de la música en cada cultura, pero también los vínculos y paralelismos que pueden darse entre ellas.
La muestra permite al visitante conocer los tópicos y equívocos que acompañan muchas veces a la visión que nos hemos formado sobre la música, los instrumentos y los músicos de la antigüedad, a través de óperas, pinturas o películas. Tras ello, el visitante se adentra en los distintos tipos de instrumentos musicales que se han preservado; en el vínculo de la música con lo divino y el ritual, pero también con el poder y hasta con la guerra; en la relación de la música con la emociones y la seducción, pero sin olvidar la contrapartida imprescindible del silencio. Además, la exposición permite una aproximación a los músicos, a su papel en las sociedades antiguas y a las técnicas de interpretación que empleaban.
En las salas de exposición se ofrecen diversas actividades interactivas, también de carácter infantil, así como la posibilidad de escuchar el sonido de algunos de los instrumentos expuestos. Además se han realizado reproducciones y todo un intenso trabajo de investigación que se hace patente en el catálogo que acompaña a la exhibición.
Para los Amigos de la Egiptología hay que destacar que en Músicas de la Antigüedad se expone una magnífica selección de antigüedades egipcias. Se trata de piezas traídas a Barcelona desde el Museo del Louvre y el Metropolitan de Nueva York. Sistros, liras, arpas, flautas, claquetas, oboes, laúdes, tambores o panderetas, pero también estelas, esculturas, talatats, pinturas, papiros y hasta sarcófagos. Un asombroso conjunto de antigüedades que nos hablan de la música en el antiguo Egipto, de los instrumentos que se utilizaron, de los intérpretes que los tocaron y de la relevancia que tuvo en el mundo de los faraones.
Sorprende la elegante arpa de Imenmés, con su casi imperceptible inscripción: “Dulce es la brisa que dedicas, oh Amón, a la dulce brisa. Es con este arpa que él recitó…”. O la pandereta del Tercer Período Intermedio, o el arpa de la Dinastía XVIII con una cabeza esculpida en el extremo de su mango, o el tambor de dos membranas con un aspecto extraordinariamente moderno y en un magnífico estado de conservación. No menos espectacular es el delicado detalle con el que fue ornamentado el sistro de Henut Taui, Cantora de Amón-Ra, y su estuche para oboe. Sorprendente el himno a Hathor en una estela del rey Intef II o la estela de Meritamón, última esposa de Ramsés II, representada agitando sistros. Sin olvidar el papiro que narra una ceremonia fundacional de un templo, donde la música se hace ineludible; el magnífico collar menat con sus dos pequeños gatitos ornamentales; el sugestivo trozo de cuero con la imagen de una mujer que toca un arpa mientras un hombre baila y sus ostensible atributos viriles se balancean; el ataúd de Madja y sus pinturas llenas de viveza; el ostracon que muestra a un arpista…
