Frecuentemente en el arte egipcio se pueden observar personajes representados con dimensiones reducidas, en contraposición a otros que fueron plasmados a una escala mucho mayor. Se trata de un recurso artístico denominado comúnmente «perspectiva jerárquica», que permite destacar o concentrar la atención en determinados aspectos narrativos, utilizando para ello la distorsión del tamaño de las figuras. Así, en una misma representación pueden interactuar personajes mostrados con escalas que a veces pueden ser muy dispares, llegando incluso a generarse la sensación que unos son gigantescos, mientras que otros pueden llegar a resultar minúsculos (Foto 1).
La «perspectiva jerárquica» ha sido utilizada por los artistas de todos los tiempos, ya sea en relación a figuras completas (por ejemplo, ya en las pinturas prehistóricas levantinas las cacerías suelen mostrar a animales desproporcionadamente grandes); aunque también se aplica este efectismo al trastocar parcialmente el tamaño de alguna de las partes del personaje representado (es el caso del David de Miguel Angel, con unas manos quizá demasiado grandes, pero que dirigen la atención del espectador hacia la acción inminente de preparar la honda).
A pesar de lo que frecuentemente se ha dicho sobre la «perspectiva jerárquica» en relación con el arte egipcio, lo cierto es que bien poco tiene que ver este recurso con la jerarquía o posición social de los representados. El uso de la «perspectiva jerárquica» es, sobre todo, una conceptualización plástica. Las variaciones de tamaño con las que eran mostrados los individuos por los artistas egipcios, en definitiva, constituye un eficaz recurso expresivo que se utilizó para dar énfasis a personajes y para ensalzarlos visualmente en el marco que se considerara adecuado, sin olvidar la trascendencia simbólica y mágica que puede tener todo aquello que es mostrado con mayores dimensiones.
De modo que al observar una pintura, un relieve o una escultura egipcia, en los individuos representados con grandes dimensiones no debemos ver sistemáticamente de forma estricta a aquellos que ocupan una elevada posición en el escalafón social, un alto rango o al poseedor de una elevada capacidad económica; sino a personajes que en un contexto temático concreto se les ha querido destacar utilizando el recurso de la «perspectiva jerárquica» (Fig. 2).

Un buen ejemplo para comprender la utilización de la «perspectiva jerárquica» en el arte egipcio podamos encontrarlo en una Psicostasia del Libro de los Muertos conservada en el Museo Egipcio de Turín (Fig. 3). En esta imagen, Osiris fue representado con dimensiones que contrastan claramente por encima de los demás dioses y además se le destacó con un baldaquín. En el otro extremo de la escena, por la derecha, el difunto accede a la Sala del Juicio y también es mostrado con una estatura ligeramente superior a la de los dioses (es algo mayor que Maat y claramente más grande que Horus, Tot y Anubis). Ello no significa que exista una especie de escala que sitúe a Osiris por encima de las demás deidades, ni que el personaje humano pueda ocupar algún tipo de jerarquía por encima de los dioses. Lo que expresa la «perspectiva jerárquica» es que en este contexto escénico Osiris y el difunto son fundamentales en la acción que se narra, y que los demás personajes resultan más secundarios.

Aquí, el gran protagonista es el enjuiciado y, más aún, Osiris, cuya dimensión, como su autoridad en la Sala del Juicio, se impone por encima de todos los demás.
Autora Susana Alegre García
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