Estudios sobre la Magia Egipcia, III. Apuntes sobre la practica del exorcismo en Textos Magicos
Por Jorge Roberto Ogdon
15 octubre, 2005
Modificación: 21 abril, 2020
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El fenómeno de la Posesión, entendido como la toma de control del espíritu, mente y cuerpo, de una persona viva por parte de otra muerta o no, está muy bien atestiguado en la documentación egipcia[1]. No volveremos a repetir lo dicho en otra parte, ya que nuestra presente intención es la de indagar en ciertos aspectos de las prácticas desarrolladas para contrarrestar tan nefasta situación y liberar a la víctima de la entidad poseedora, los cuales no han sido, hasta el momento, motivo de estudio alguno que sepamos.

Hemos de entender, para los fines de esta breve contribución, entonces, que el Exorcismo está constituido por aquellos actos que se realizan para expulsar a la entidad intrusa fuera del Ser del poseso; el antiguo Egipto no ha sido una excepción en este sentido, y numerosos encantamientos mágicos describen o refieren a tales procedimientos; p. ej.: «¡Arroja fuera (de ti) lo que está en ti![2]«; o, «¡La actividad de cualquier cosa mala que está en este, mi cuerpo (scil., el de la víctima), en esta, mi piel, en estos, mis miembros, es expulsada![3]«.

No vamos a intentar esbozar aquí un estudio completo y profundo del exorcismo en el antiguo Egipto, sino que trataremos de destacar ciertos aspectos peculiares que refieren a sus rasgos operativos.

Entre los diversos procedimientos para echar a un poseedor de su víctima, el que se menciona con mayor frecuencia consiste en arrojar al intruso «a la tierra», en donde parece ser absorbido hasta su completa desaparición; p. ej.:

«¡Ello (scil., el encantamiento) te sacará fuera! ¡Te echará fuera! ¡Vete a la tierra, vete lejos![4]«;

«¡Entonces, tú (el enemigo) te extinguirás!… ¡Entonces, retrocederás de allí (scil., el cuerpo de la víctima) a la tierra![5]«;

«¡Entonces, tú (el enemigo) serás conducido fuera, a los lejanos e invisibles (Dos) Desiertos!…[6]«;

«¡Él (Set) te arrojará (el enemigo) sobre la piedra […]! ¡Los Desiertos (pl.) te beberán […] la tierra y la piedra [¿te beberán?]. ¡Es esto lo que te beberá, oh demonio-Samana![7]«.

Otros encantamientos, nuevamente. afirman que el exorcista conduce a la entidad poseedora desde el cuerpo de su víctima a un lugar u objeto que neutraliza o contrarresta su influencia perniciosa; p . ej.:

«En cuanto a cualquier cosa de la que él (scil., el paciente) sufre en su cuerpo, la aflicción (?: gbw) será enviada desde él a la estatua de Isis hasta que sane[8]«;

«¡Mira! ¡Yo (el mago) te he expulsado…, oh «Aquel que está sumergido[9]» en los miembros de N…, como uno que vuela, se detiene y se posa en un lugar lejano! ¡Yo te he expulsado del mismo modo![10]«.

Estos exorcismos claramente denotan que la entidad alienígena es transferida desde el cuerpo de la víctima o, el paciente; recordemos que las enfermedades eran tenidas por seres malignos a un objeto o lugar neutral o reactivo: la «tierra» (tA) y la «piedra» (inr) e, incluso, la «estatua de Isis», que pudo haber estado confeccionada en algún material específico para el ritual de expulsión -, parecen haber sido los elementos neutralizantes más apropiados para deshacerse de los poseedores; p. ej.:

«¡Si un oponente… se ha unido a esta carne de N, nacido de N; a este su cuerpo, a estos sus miembros… Si es expulsado de los miembros de N…, entonces el Cielo perdurará por siempre sobre sus pilares!¡Si un oponente… es expulsado de todos los miembros de N… a la tierra![11]«.

La «tierra» ha jugado un papel preponderante en la Magia Egipcia desde los tiempos más remotos. En los Textos de las Pirámides, las alocuciones contra ofidios abundan en referencias a ella, como un elemento que garantiza la detención de cualquier actividad negativa; p. ej.: «¡Húndete en la tierra! ¡Endereza tu cola![12]«. En estos textos, la «tierra» es frecuentemente denominada Akr, que es el nombre propio de una oscura y antigua deidad ctónica[13]; p. ej.: «¡La llama viene contra la Tierra (Akr) y (el dios-serpiente) Nehebkau se quema con el veneno![14]«. La confrontación entre la «tierra» y los seres dañinos está bien sintetizada en pasajes como, i.a., Dyt ir pt zpA ir tA, «¡La serpiente está contra el Cielo y el Ciempiés está contra la Tierra![15]«; o: i ggi pr.n.k m wxt iw sTi tA ir.k, «¡Oh Mirona! ¡Tú has salido de la noche y el perfume de la Tierra está en tu contra![16]«. La equivalencia tA = Akr, en estos casos, no se debe a una mera casualidad. Como dijimos en otra parte, el término Akr denota simultáneamente al dios de la Tierra (como potencia ctónica) y al «suelo» (como una sustancia física); cf. p. ej.: «¡Oh Ogdóada…, quien ha reunido al Cielo (pt) y la Tierra (Akr) para Gueb![17]«.

El papel de Aker se encuentra parcialmente revelado en los Grandes Libros Tebanos regios del Reino Nuevo, en donde aparece en la forma de una doble esfinge[18], en el Libro de las Cavernas (IIIa División)[19] y en el Libro de lo que Hay en el Inframundo (Va División)[20]. Aquí Aker es mostrado como un «montículo de tierra» en donde el cuerpo muerto de Osiris yace enterrado bajo su protección, esperando el paso de Ra para revivirle; cp., «¡Oh cuerpo de Aquél Cuya Manifestación (ba) está Oculta, (esto es) Osiris!… Yo (scil. Ra) protejo tu manifestación y tu sombra (Swyt) al alejar la Oscuridad de ti![21]«. Otro párrafo relaciona a Aker al XAt y a las «formas» (ir.w) de Osiris: «Yo (scil. Ra) paso por tu caverna para ver tu cuerpo y tus formas (scil. de Osiris), que has escondido debajo de Aker, el Misterioso y Desconocido…, a fin de que tu manifestación (ba) se extienda sobre tu cuerpo en esta caverna secreta en donde Aker te protege, en tu lugar oculto[22]«. Una curiosa representación en el tumba (VR 9) de Ramsés VI[23] ciertamente habla de su papel beneficioso como guardián de Osiris y todos aquellos que se identificaban con él en el Otro Mundo.

La «tierra», bajo sus varias condiciones (seca = «polvo»; húmeda = «barro, limo»), es una sustancia comúnmente empleada en ritos defensivos, destructivos y productivos. En un texto mágico[24] se dice que el mago, a fin de «golpear a un hombre», debe tomar «tierra en su mano derecha» y verterla «sobre su mano izquierda», al tiempo de hacer la correspondiente invocación. Recientemente, M.J. Raven[25] escribió acerca del empleo de «arcilla» en las operaciones mágicas egipcias, diciendo «como la cera, este es un material plástico que puede ser fácilmente moldeado y rápidamente destruido, sugiriendo la espontánea transición de la vida a la muerte. Como la cera, es una sustancia primordial, la propia esencia de la tierra, aunque procede de las aguas del Nilo… Paradójicamente, el fuego no la daña sino que la conserva para siempre«. Su advertencia de que «los conceptos egipcios antiguos proceden de sus percepciones del material y sus propiedades físicas[26]«, debe ser seguida al pie de la letra al momento de intentar una explicación de los procedimientos de transferencia de un ente posesivo «a la tierra», como un paso importante de cualquier exorcismo à l´égyptienne.

En este caso en particular, se debe preguntar porqué la «tierra» es tan frecuentemente descripta como el destino último de los malhechores. Si reconocemos en estos últimos estados de existencia «energéticos» (i.e., poderes, fuerzas sobrenaturales)[27], la «tierra» pareciera ser el medio más razonable de disponer de ellos sin consecuencias peligrosas: como todos sabemos hoy en día, una «carga eléctrica» es descargada «a tierra», a fin de evitar una sobrecarga o «golpe de energía» o «shock eléctrico»; este el antiguo y buen método del pararrayos o «lightning rod». Notemos que las fuentes egipcias expresamente afirman que el ente posesor «se extinguirá» o «será absorbido» (lit., «bebido») una vez que la descarga que se efectúa «a tierra[28]«. Así, el propósito del exorcismo es no sólo expulsar al poseedor del poseído, sino también el de neutralizar su «poder» al enviarlo a un sitio en donde su «naturaleza energética» pueda ser absorbida con seguridad hasta su desaparición completa. Algunos textos dicen que los poseedores abandonan a su víctima bajo la forma de un «efluvio» (rDw) o un «gas oloroso» (TAw)[29], en tanto otros los definen como una «aflicción» (? gbw)[30], sugiriendo un modo de existencia plasmático o cuasi-material para estos seres parásitos.

Por último, quisiéramos citar un párrafo que conserva lo que parece haber sido el mejor modo de mantener a raya a las entidades poseedoras; viz:

¡Atrás, Rostro Negro! ¡Tú no has sido invocado! ¡Cuando tu poder (sxm) está en mi contra, soy Yo quien está en mi cuerpo (XAt)!… ¡tTú eres impotente para hacerme daño![31].

De acuerdo a este extracto, parece ser que mantener la auto-conciencia era – como aún lo es – el mejor y más seguro medio para prevenir la Posesión. Aprendamos esta antigua lección egipcia sobre la verdadera Libertad.


[1] Ver ahora nuestro estudio monográfico, Sharing New Ideas on the Phenomenon of Possession in ancient Egypt; Colección Estudios C.E.A.E., vol. 1/A (Buenos Aires, 1997), passim. Para la versión española del Capítulo II de esta obra, que trata sobre la naturaleza esencial del ser humano antes y después de la muerte, tema esencial para la comprensión del fenómeno de la Posesión en Egipto, ver ahora nuestro «La naturaleza humana antes y después de la muerte según las concepciones egipcias antiguas», versión on-line en www.venezuelaegiptológica.com, sección Mitología.
[2] J.F. Borghouts, Ancient Egyptian Magical Texts (Leyden, 1978), 25 (n° 33).
[3] Id., ibid., 33 (n° 52).
[4] Id., ibid., 33 (n° 51).
[5] Id., ibid., 18 (n° 23). Cp.: «Este insecto que ha entrado completamente (?) en su cuerpo (scil. del paciente), tan pronto que le abandone vivo, él se arrastrará a la tierra como un efluvio (? RwD). Y su cuerpo no será dañado por lo que le ha abandonado como un efluvio, una vez que se le haya asignado a la tierra (Akr)»; Id., ibid., 16 (n° 18).
[6] Id., ibid., 32 (n° 50).
[7] Id., ibid., 19 (n° 24).
[8] Id., ibid., 31 (n° 48).
[9] Papiro Leyden I343+I345, rt. 6, 3; cp. ibid., rt. 8,10 y 10,10; vs. 4, 9. Sim.: Papiro Museo Británico 10042, 3, 7 y 8, 7, en donde el cocodrilo – un representante de las fuerzas malignas – es «(una entidad) nty hrpw mr que está sumergida en el canal»; J.F. Borghouts, o.c., 89 (n° 133).
[10] Id., ibid., 19 (n° 24).
[11] Id., idid., 4 ss. (n° 9).
[12] TdP § 676 (Alocución 385); cp. xr Dyt pr.t(w) m tA, «¡Cae, serpiente salida de la tierra!» = TdP § 273.
[13] Sobre el dios Aker, ver ahora J.R. Ogdon, «Some Notes on the Name and the Iconography of the God 3kr«, en Varia Aegyptiaca 2/2 (1986), 127-35. Para Aker en encantamientos «anti-posesivos», ver arriba nota [4].
[14] TdP § 2254 (Alocución 727).
[15] Ver ahora J.R. Ogdon, «Studies in Ancient Egyptian Magical Thought, IV» en Discussions in Egyptology 13 (1989), 59-71, esp. 67 (§ c).
[16] TdP § 2259 = JPII, 1055+65 = Nt 720.
[17] TdS II, 28a (Dicho 80). Cp. la escritura en TdP § 2254d (versión Nt); J.R. Ogdon en Varia Aegyptiaca 2/2, 128-9.
[18] El más temprano ejemplo iconográfico se encuentra en TdP § 796b. Reaparece con esta forma en los «bastones mágicos» del Reino Medio, como una deidad protectora: p.ej. bastón Museo Británico 18175; I.E.S. Edwards et al., Egyptian Collection in the British Museum (Londres, 1971), 121 fig. 43.
[19] A. Piankoff, The Tomb of Ramesses VI I (Princeton, N.J., 1956), 66-7 fig. 12 y fig. 148 (al final del volúmen).
[20] Id., ibid. I, 260-1 y fig. 78.
[21] Cenotafio de Seti I en Abidos, corredor de entrada, pared este, Grupo III.J (ed. Henri Frankfort, Londres, 1933).
[22] Ibid., Grupo II, líneas 104-5.
[23] A. Piankoff, loc.cit.
[24] Ostracón Armytage, líneas 1-6; J.F. Borghouts, o.c., 1 (n° 2); A. Shorter en The Journal of Egyptian Archaeology 22 (1936), 165 y ss.
[25] M.J. Raven, «Magic and Symbolic Aspects of Certain Materials in ancient Egypt» en Varia Aegyptiaca 4/3 (1988), 237-42, esp. 240 ss. Cp. W. Barta, art «Materialmagie und – symbolik» en Lexicon der Ägyptologie III, 1233-7; R.H. Wilkinson, Symbol and Magic in Egyptian Art (Londres-Nueva York, 1999), 82 ss, esp. 93 ss.
[26] M.J. Raven, loc.cit., 239.
[27] Ver bibliografía citada en nota 1.
[28] Conceptos similares pueden encontrarse en los corpora de literatura funeraria de todos los períodos de la Historia faraónica; p.ej., «¡Oh serpiente-sriw! ¡Yace! ¡Salta, Aker, y tómala! ¡Húndete en la tierra! ¡Endereza tu cola!» (TdP Alocución 384-5): o, «¡Que tu veneno (scil. de la sierpe-rrk) caiga a la tierra! ¡Que tus labios estén quietos en tu agujero!» (LdM 149, iAt VII).
[29] P.ej., J.F. Borghouts, o.c., 22 (n° 26) y 16 (n° 19).
[30] Id., ibid., 31 (n° 48). En el Papiro Turín 1993, vs. 7, 6-10, 1, la rúbrica de un encantamiento contra varios tipos de «muerte» y entidades posesivas, incluye varias clases de «materia fecal» de origen animal, como materia prima empleada para obtener una «masa» destinada a «fumigar a un hombre con ello, cuatro veces»; Id., ibid., 4-6 (n° 9). Cp. el relato de John Bungan, que estuvo presente en un intento de exorcismo y dio el siguiente comentario: «Fui testigo ocular y auditivo de lo que aquí digo… Le vi (scil. al Diablo) en uno de sus ataques, y vi su carne, como se pensaba, amontonada en una pila aproximadamente del tamaño de la mitad de un huevo…»; E. Maple, The Domain of Devils (Londres, 1966), 130. Más interesante es la experiencia del Obispo Martín de Tours, quien expulsó a un temible demonio del cuerpo de un pobre cocinero: «El demonio, cruel en su corazón, inmediatamente saltó fuera del cuerpo del cocinero por su salida trasera, dejando a su paso, para emplear las palabras de los antiguos textos, ¨tristes y olorosos restos tras de sí¨…»: Id., ibid., 33. La costumbre de considerar a un malhechor como un entidad «maloliente» está bien atestiguada en las fuentes egipcias antiguas; cp. J.R. Ogdon en Discussions in Egyptology 13 (1989), 61 y 69 n. 18: Id., The Protection of Life. An Everyday Magical Practice in Ancient Egypt; Colección Estudios C.E.A.E., vol. 3 (Buenos Aires, 1997), passim.
[31] TdS VI, 205 (Dicho 596).

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