La llamada «Estela Poética de Tutmosis III» se descubrió en Karnak y se conserva en el Museo de El Cairo (nº34010). Es célebre por el texto que contiene, de una gran belleza literaria y que narra las gestas victoriosas del faraón.
Tutmosis III (1479-1425 a. C.), rey conocido como «el Napoleón egipcio» por su gran capacidad militar y como estratega, es descrito en el texto de esta estela como un héroe invencible y dotado de unas capacidades incomparables, cuya sola presencia atemoriza a los enemigos. Pueblos como los Retemu (asiáticos), Djahy (en tierra de Canaán), Naharina (Mitanni), Keftiu (cretenses). Libios o Nubios, son devastados por las victorias del faraón.
En la loa se exaltan las conquistas del faraón y se proclaman sus extraordinarios poderes sobrehumanos. Tanto es así que el propio dios Amón es el narrador de estas hazañas y el rey es asimilado con el sol. Es esta una retórica frecuente en las fuentes egipcias aunque aquí se dota de una belleza literaria extraordinaria. Estos motivos hicieron que el texto fuera considerado una obra clásica por los antiguos egipcios, por eso que se copió en reinados posteriores para glorificar a reyes como Amenofis III, Seti I o Ramses II.
El texto consta de un prólogo en el que Amón habla de la capacidad sobre del rey sobre los «Nueve Arcos» o territorios conquistados, sobre el regocijo que le causan sus gestas y la protección que él mismo dirige al rey: «He extendido mis propias manos y las he atado a ti». Sigue con varias estrofas que pueden considerarse la parte verdaderamente en verso o poéticas en el texto, con recursos como la asimilación del faraón presentándose como un halcón, toro o león; animales desde la prehistoria asociados con el rey de Egipto. El texto se concluye con un epílogo en el que el dios Amón-Ra insiste en su protección al rey al que ama tanto como para llamarlo su hijo: «Te doy mi protección, hijo mío, mi amado»; colocando además como protectoras a «sus dos hermanas», diosas Isis y Neftis. Amón admira las obras de Tutmosis III y alaba el santuario que el rey le ha erigido.
El texto de la Estela Poética dice así:
«Palabras dichas por Amón-Re, Señor de los Tronos de las Dos Tierras:
«¡Sé bienvenido a mí y regocíjate al ver mi belleza, hijo mío, mi protector, Menkheperre, que vives eternamente! Yo resplandezco por tu amor; mi corazón se llena de gozo por tu feliz venida a mi templo. Mis brazos se unen, como protección y vida, a tu cuerpo. ¡Qué dulces son en mi pecho tus favores…! (Por ello) te he establecido en mi santuario, y me maravillo ante ti. Te concedo el valor y la victoria sobre todos los países; instalo tu poder y el temor a ti en todas las tierras, tu respeto hasta el límite de los cuatro pilares del cielo. Magnifico la reverencia a ti en todas las gentes. Difundo el grito de guerra de tu majestad entre los Nueve Arcos, reunidos los principales de todos los países como botín tuyo. He extendido mis propias manos y los he atado para ti. He amarrado conjuntamente por decenas de millar y por millares a los nubios, y a los septentrionales por centenas de millar, como cautivos.
Hago que tus enemigos caigan bajo tus sandalias, (para que) pisotees a los rebeldes y a los adversarios, ya que te he otorgado la tierra en toda su extensión, estando sometidos a tu autoridad (tanto) los occidentales (como) los orientales. Tu hollas todos los países, con tu corazón lleno de gozo. No hay quien pueda volverse agresivamente en la proximidad de tu majestad, sino que, siendo yo tu guía, eres tú quien les da alcance. Has cruzado las aguas del Eufrates en Naharina, en el poder y la victoria que yo te he otorgado. Ellos (los mitannios) escuchan tu grito de guerra, escondidos en agujeros. He privado sus narices del aliento de la vida, (pues) he provocado en sus corazones el temor a tu majestad. Mi Uraeus, que está en tu frente, los consume; él extiende la devastación entre los perversos y quema a los isleños con su llama; corta las cabezas de los asiáticos, sin que escape ninguno de ellos, cayendo postrados temblando ante su poder. Hago que tu poder se extienda por todas las tierras. (Todo) lo que mi Uraeus ilumina es servidumbre tuya. No hay quien se rebele contra ti en (todo) lo que el cielo rodea. Ellos llegan portando tributos sobre sus espaldas, inclinándose ante su majestad, tal como yo he ordenado. Hago que los enemigos que se te aproximan se debiliten, ardiendo sus corazones, temblando sus cuerpos.
Yo he venido para hacer que tú pisotees a los jefes de Djahy. Los extiendo bajo tus pies a lo largo de sus tierras. Hago que ellos vean a tu majestad como «señor de rayos». Y que resplandezcas ante su vista como imagen mía.
Yo he venido para hacer que pisotees a los que están en Asia
Y que golpees las cabezas de los Asiáticos de Retenu
Hago que vean a tu majestad provista de (todas) sus insignias
Cuando tomas las armas de combate sobre el carro (de guerra).
Yo he venido para hacer que tú holles las tierras orientales
Que aplastes a quienes están en las zonas de la Tierra del Dios
Hago que ellos vean a tu majestad como una estrella
Que derrama su llama como fuego y trae su perfume.
Yo he venido para hacer que tú holles las tierras occidentales
Estando Keftiu e Isy llenos de respeto hacia ti
Hago que ellos vean a tu majestad como un toro joven
De corazón resuelto y cuernos afilados, que no puede ser atrapado
Yo he venido para hacer que tú holles a los isleños
En tanto que el país de Mitanni tiembla por temor a ti
Hago que ellos vean a tu majestad como un cocodrilo
Señor de temor en medio de las aguas, que no puede ser atacado
Yo he venido para hacer que pisotees a los que están en las «Islas de Enmedio»
Estando el mar (entero) bajo tu grito de guerra
Hago que ellos vean a tu majestad como un protector
Que aparece gloriosamente sobre el lomo de su víctima
Yo he venido (para) hacer que holles Libia,
Estando las islas de los Utjentiu sometidas a tu poder
Hago que ellos vean a tu majestad como un (fiero) león
En tanto que tú los conviertes en cadáveres en sus valles
Yo he venido para hacer que holles hasta el confín de la tierra
Estando todo lo que rodea el océano encerrado en tu puño
Hago que ellos vean a tu majestad como un halcón, señor del ala
Que se apodera de lo que ve según su deseo
Yo he venido para hacer que pisotees a los que están en el principio de la tierra
Para que ates como cautivos a los beduinos del desierto
Hago que ellos vean a tu majestad como un chacal del sur
Señor de la carrera, el corredor que atraviesa el Doble País
Yo he venido (para) hacer que pisotees a los Nubios
Estando (Nubia) hasta Shat bajo tu control
Hago que ellos vean a tu majestad como tus dos hermanas
Cuyas manos he reunido para ti en victoria
He colocado a tus dos hermanas como protección tras de ti; los brazos de mi majestad están alzados para erradicar la maldad.
Yo te doy protección, hijo mío, mi amado, Horus «Toro-Potente-que-se-alza-Glorioso-en-Tebas», que yo engendré de mi cuerpo,
Tutmosis, que vive eternamente, que hace para mí todo lo que mi Ka desea. Tú has erigido mi santuario como obra de eternidad,
más largo y ancho que lo anteriormente existente, (así como) la gran puerta… cuya belleza pone festivo a Amón-Re.
Tus monumentos sobrepasan los de todos los anteriores soberanos. Yo te ordené hacerlos y estoy satisfecho de ellos.
Te afirmo sobre el Trono de Horus de Millones de Años, (para que) líderes a los vivientes por toda la eternidad”.
(Traducción de J. M. Serrano Delgado, Textos para la Historia Antigua de Egipto, Madrid, 1993.
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