El llamado perfil egipcio
Por Susana Alegre García
14 marzo, 2007
Roy y su esposa (TT225). Foto: Susana Alegre
Modificación: 23 abril, 2020
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Uno de los rasgos más característicos del arte egipcio es el llamado «perfil egipcio», que afecta a buena parte de las representaciones que realizaron, aunque parece que resulta mucho más llamativo cuando se trata de entidades antropomorfas. No obstante, el llamado «perfil egipcio» se inscribe en el marco de un complejo sistema representativo denominado «aspectiva» y que tiene como razón de ser la valoración intensamente mágica que los egipcios daban a su arte: todo lo que se representaba podía ser el centro de un ritual o cobrar vida en otra dimensión.

Si observamos las representaciones antropomorfas, comprobaremos que generalmente la cabeza se muestra de perfil, pero el ojo se representa frontalmente. También el tronco se muestra de frente, aunque los senos se muestran de perfil y eliminando uno de ellos. En la zona de las caderas, al igual que las piernas y los pies, también se priorizó el perfil.

Nakht y su esposa Tawy (TT52). Dinastía XVIII. Foto Susana Alegre García

Nakht y su esposa Tawy (TT52). Dinastía XVIII.

Ante lo visto, se hace evidente que la denominación habitual de «perfil egipcio» no responde a lo que realmente plasmaron los artistas faraónicos. Lo que ellos hacían era una especie de desarticulación, tratado distintas partes del cuerpo desde distintas perspectivas, pero que vuelven a recolocarse sobre un plano y de una forma aparentemente naturalista. En muchos aspectos, aunque con grandes distancias, podría recordar a lo que milenios después harían los cubistas.

Con el recurso del «perfil egipcio» parece que los artistas pretendían dar énfasis a determinadas partes del cuerpo y mostrarlos en lo que consideraban que era la forma más adecuada y mágicamente eficaz. Por ejemplo, la nariz es uno de los elementos que otorgan más personalidad al rostro; y desde luego este órgano cobra su auténtico carácter si se mira de perfil. ¿Acaso no ofrecemos nuestro perfil cuando queremos mostrar la forma aguileña, alargada o chata de nuestra nariz?. ¿Acaso no nos colocamos frontalmente ante una fotografía cuando queremos disimular una nariz, a lo peor, excesivamente grande?. Pero además la nariz, desde la mentalidad egipcia, era uno de los órganos fundamentales de la existencia, ya que entre otras cosas era la vía de acceso del aire que permite la respiración. La relevancia de la nariz fue expresada por algunos de lo más destacados textos religiosos del antiguo Egipto. La nariz era considerada, por tanto, un órgano crucial, que además es único, por lo que tenía que ser mostrado en su más clara y representativa angulación.

Idea similar se expresa en las representaciones del torso, aunque para mostrar esta zona del cuerpo en el que se encuentran los órganos fundamentales de la existencia, la mejor opción se consideró que era la visión frontal. De hecho, hacer un tórax de perfil acarrea el peligro de otorgar realidad, por la magia del arte, tan sólo a una sus mitades. Ello podría comportar serios problemas al intentar acceder a un ámbito más sublime o incluso dificultar el acceso al Más Allá, ya que se podría carecer quizá del corazón, del estómago, de uno de los pulmones… La visión frontal, en definitiva, mostraba esta parte del cuerpo en una imagen mucho más completa y en la que quedaban mejor englobados los órganos más vitales.

En cuanto a la representación frontal del ojo, es obvio que a nadie le gustaría pasarse la vida mirando de reojo el mundo que le rodea. La mirada humana es realmente óptima cuando mira de frente. Asimismo, en la tradición simbólica y en los amuletos, lo establecido era mostrar ese órgano también frontalmente (es el caso, por ejemplo, del sagrado udyat). No obstante, cuando se trata de determinados órganos dobles, como los ojos y también los senos, el arte egipcio prescindía de la representación de uno de ellos. Pero ese uno se muestra desde su mejor ángulo y en su más expresiva plenitud.

La zona de la cadera o glúteos, en cuanto a su plasmación gráfica, implica una problemática muy similar a la nariz. Es el perfil el punto de vista  que mejor capta su volumetría, su carácter respingón, plano… etc. Y en cuanto a las extremidades inferiores, parece que lo realmente importante era mostrar que se disponía de las dos. De esta manera se propiciaba que el individuo representado pudiera gozar de plena movilidad.

En lo que respecta a la representación de los pies, el perfil hace patente tanto la presencia de los dedos, como la presencia del tobillo; parte ciertamente fundamental para poder caminar. De esta manera, con dos piernas y dos pies enteros, el representado podía avanzar superando los obstáculos tanto de este mundo, como los de cualquier otro.

En resumen, el llamado «perfil egipcio» era una convención artística que tenía como máximo objetivo, en el caso de representar a seres antropomorfos, propiciar un cuerpo mágicamente adecuado y trascendente, útil para la propiciación en vida y para la continuidad tras la muerte. Representarse fuera de este patrón podía llevar al traste esos objetivos, pero tampoco los creadores egipcios renunciaran a tomarse ocasionalmente algunas libertades. Ajenos a estas convenciones estéticas se mostró también a individuos como los enemigos de Egipto, cuya continuidad y supervivencia eterna eran, en definitiva, no deseadas.

Enemigos representados en Medinet Habu, uno de ellos con el rostro frontal. Dinastía XX. Foto. Susana Alegre García

Enemigos representados en Medinet Habu, uno de ellos con el rostro frontal. Dinastía XX.
Foto. Susana Alegre García
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