El helicóptero (imaginario) de Abydos
Por Marc Mateos Comaposada
10 junio, 2023
El helicóptero (imaginario) de Abydos.
Modificación: 1 noviembre, 2024
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El antiguo Egipto siempre ha sido objetivo de elucubraciones sobre misticismos y magias ancestrales incomprendidas. En los últimos años, de todos modos, y con el acceso a internet, ciertas teorías conspiranoicas se extienden como la pólvora dando las más variopintas explicaciones a temas que, en muchos casos, no ofrecen el más mínimo misterio.

Uno de los que más tinta ha hecho correr es, sin duda, el famoso “Helicóptero de Abydos”.

Según sostienen ciertas personas, en un arquitrabe de la primera sala hipóstila del magnífico templo de Abydos, construido por Sethy I (que gobernó Egipto entre 1290 y 1279 aC), hay una prueba irrefutable de que en el antiguo Egipto tuvieron ciertos medios de transporte anacrónicos, como un helicóptero, un tanque o un zepelín (incluso hay quien directamente ve un OVNI). Y es evidente, pues incluso lo respaldan con imágenes de esos problemáticos jeroglíficos.

Lamentablemente (para ellos), cualquiera que visite el templo de Abydos y se fije un poco (sólo un poco) en lo que hay alrededor del famoso helicóptero, descubrirá la explicación.

Si bien es cierto que el templo de Abydos lo empezó a construir Menmaatra Sethy I, la muerte le fue a buscar antes de que pudiera finalizar la obra. Le pasó lo mismo con la Gran Sala Hipóstila del templo de Amón en Karnak, por ejemplo. Así que su hijo y sucesor, Ramsés II (el grande), tuvo a bien finalizar las obras que inició su padre.

En el caso de Abydos la parte que quedó sin finalizar al morir Sethy I fue la decoración de las dos salas hipóstilas y parte de la estructura del acceso porticado y los patios. De hecho, es muy evidente el cambio de faraón en la decoración de esas zonas. Al ir adentrándose uno en el templo, las escenas y textos algo toscos y economizantes que caracterizaron a Ramsés II dan paso a unos relieves con infinidad de detallitos. Desde el más mínimo signo jeroglífico hasta el último de los mechones de pelo y texturas de los vestidos. De hecho, el templo de Abydos es famoso por la increible belleza de los relieves (casi sin parangón en todo Egipto) que dejó Sethy I en su interior.

Pero, como el mito no se crea solo, Ramsés II puso su mano en todos aquellos lugares que finalizó quitando en muchos casos los nombres de su difunto padre para poner los suyos propios. El muerto al hoyo y el vivo al bollo, que se dice. Pero, aunque Ramsés II es famoso por haber abusado de la técnica de la usurpación, lo cierto es que mucho antes que él ya estaba de moda.

Paseando por la sala hipóstila del templo de Abydos, sin siquiera levantar la vista hacia el techo, uno puede descubrir muchísimos ejemplos de esos palimpsestos arquitectónicos. En muchas de las columnas, lugares donde los reyes solían poner sus nombres por doquier, pueden verse solapamientos de los nombres de Sethy I y Ramsés II. Curiosamente hasta hay una de ellas a la que Ramsés II le cambió el sentido de escritura de los textos que la rodeaban.

No es que, en época antigua, esos galimatías de textos superpuestos fueran visibles. El manual del buen usurpador mandaba rellenar previamente los relieves reundidos (como los que Sethy I realizó en la sala hipóstila de su templo de Abydos) con una argamasa que, una vez seca, quedaba endurecida y lista para ser tallada de nuevo con los textos «corregidos». La trampa, sin duda, era ingeniosa. Pero el tiempo le sacó los colores a Ramsés, pues tras el paso de los milenios y el colapso de buena parte de los techos, esa argamasa acabó por desprenderse y mostrar (ahora sí) ambos textos a la vez, tal y como lo vemos hoy en día.

Y aquí es donde entra en juego lo que se conoce como pareidolia. Este divertido concepto, que en los albores de la humanidad nos ayudó a mantenernos a salvo de depredadores agazapados entre la maleza, es el que nos hace reconocer rostros o figuras reconocibles en lugares que, en absoluto, son lo que parece. Puede que incluso la pareidolia sea la razón de ser de las constelaciomes, por esa obsesión de la mente humana por buscar patrones reconocibles en el caos de puntitos de luz de la noche.

Los monarcas egipcios, ya desde la IV Dinastía, tenían cinco nombres: el nombre de Horus (también conocido como «serekh»), el de las Dos Señoras (o «Nebty»), el de Horus de oro, el de Coronación (o «Nesut Bity») y el de Nacimiento (o «Sa Ra»). El orden, en caso de escribir los cinco, era siempre el mismo e inalterable. Y esas titulaturas, por largas e importantes, eran las que acababan decorando los arquitrabes de las salas hipóstilas. Hay muchísimos ejemplos de ello esparcidos por todo Egipto.

Y, si uno se fija en el batiburrillo de signos jeroglíficos superpuestos que hay en todo ese arquitrabe, no es en absoluto difícil discernir los signos que encabezaban cada uno de esos cinco nombres en el orden que se esperaría (salvo el de Horus de oro, que no está escrito en ese arquitrabe en concreto).

Y es allí, precisamente, en los nombres de las Dos Señoras (Nebty), donde se encuentran los famosos «jeroglíficos tecnológicos» que incluyen el helicóptero y compañía.

Por su importancia en la historia arquitectónica de Egipto, hay abundantes ejemplos de las titulaturas completas de Sethy I y de Ramsés II. Así que es muy fácil reconocer los signos que, por caprichos del destino, acabaron uniéndose para formar siluetas que nos pueden llegar a parecer cosas que no son.

Así que, en el caso de Sethy I, el nombre de Nebty sería así:

El que renace, poderoso que somete a los Nueve Arcos (enemigos de Egipto)

Y para Ramsés II, así:

Defensor de Kemet (Egipto), vencedor sobre los extranjeros

 

Al superponerse ambos textos, dio como resultado lo que algunos quieren ver como vehículos militares modernos.

Evidentemente, la respuesta de la pareidolia y el palimpsesto no suele convencer a los defensores de las teorías alternativas. Pero basta con pasarse por cualquier lugar de Egipto en el que Ramsés II participara para ver decenas, o cientos, de textos usurpados.

Y, por si todo esto fuese poco, cabría preguntarse entonces el motivo por el que la imagen del helicóptero de Abydos que aparece en ciertos programas televisivos de índole conspiranoica fue retocada con Photoshop para modificar los relieves y hacer, así, más «evidente» lo que al parecer representan. Basta con buscar en Google «helicóptero de Abydos» para darse cuenta de ello.

Sea como sea, de todos modos, si hay que retocar las imágenes para que muestren lo que interesa a cada cuál ya demuestra la intencionalidad de engaño premeditado.

Pero, independientemente de estos helicópteros imaginarios, el templo de Abydos es una de las maravillas artísticas del antiguo Egipto. La belleza de sus relieves, la policromía que aún conserva y la cantidad inimaginable de detalles hacen de este templo una auténtica joya por la que merece la pena perderse un buen rato.

 

Jeroglíficos realizados con la aplicación web Medu Netcher.

 

Por Marc Mateos Comaposada 

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