El descubrimiento de la tumba de Seti I por Belzoni
Por Susana Alegre García
18 octubre, 2017
Vista del techo astronómico de la cámara funeraria de la tumba de Seti I
Modificación: 23 octubre, 2017
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<<Cuanto más veía, más quería ver>>
Belzoni, 18 de octubre de 1817.

La tumba del faraón Seti I es la tumba más espectacular del Valle de los Reyes. Sus pasadizos y cámaras se adentran más que los de ninguna otra tumba en las entrañas de la montaña tebana y sus bajorrelieves policromados exhiben una extraordinaria calidad. Es ciertamente una tumba magnífica y sobrecogedora, cuyo descubrimiento se debe a uno de los hombres más intrépidos entre los pioneros de la egiptología: Giovanni Batista Belzoni.

Belzoni nació en Padua en 1778 (ver biografía https://egiptologia.com/giovanni-battista-belzon-belzoni/ ). Era un hombre con un físico formidable, cuya fuerza le condujo durante algunos años a trabajar como fuerzudo en ferias itinerantes. Su mayor espectáculo consistía en levantar una docena de personas y pasearse cargado con ellos por el escenario. También le atrajo el mundo de la hidráulica y con este motivo viajó a Egipto, esperando que uno de sus inventos tuviera allí éxito. Sin embargo, iba a ser en el terreno de la búsqueda de antigüedades donde Belzoni lograría trazarse una gran reputación y donde iba a destacar por su tenacidad.

Buena parte del trabajo de Belzoni en Egipto se realizó bajo los auspicios de Henry Salt, cónsul británico que atesoró grandiosas colecciones de antigüedades que vendió a muchos museos europeos. De modo que muchas de las antigüedades encontradas por Belzoni, como agente de Salt, podemos verlas aún hoy en el British, el Museo Egipcio de Turín, el Louvre…

Aunque pocos lugares de Egipto quedaron sin explorar por Belzoni, el Valle de los Reyes también llamó su atención. En 1816 el cónsul Salt le encargó el traslado a París de un sarcófago, el del faraón Ramsés III, que aún se encontraba en la cámara funeraria. Aquel encargo despertó la curiosidad del italiano y ello le impulsó a trabajar en el valle. Así, en pocos meses, Belzoni consiguió encontrar 8 tumbas.

Fue el 16 de octubre de 1817 cuando localizó el acceso a uno de sus más fabulosos descubrimientos. Los trabajos para despejar la entrada se prolongaron hasta el día 18, cuando finalmente Belzoni consiguió entrar en el interior de la tumba. La grandiosidad sin parangón y los relieves, cuyos colores eran aún brillantes, le dejaron paralizado. Aún no se habían traducido los jeroglíficos, de modo que Belzoni no sabía que rey había encontrado allí su última morada, no obstante el paduano afirmó que se trataría de la tumba de un hipotético faraón llamado Psammutis. En realidad se trataba, nada más y nada menos, de la tumba del faraón Seti I, ahora conocida también como KV17. Con estas palabras Belzoni describió su experiencia:

<<El 18 de octubre de 1817:
Me di cuenta inmediatamente debido a las pinturas del techo y de los jeroglíficos en bajorrelieve que se trataba de la entrada de una magnífica tumba. Al final del pasillo me encontré con una escalera de veintitrés pies de longitud… Entré en otro pasillo… Cuanto más veía, más quería ver…; pero tuve que reprimir mi ansiedad ya que al final de este pasillo había un gran foso que me impidió avanzar…
Observé una pequeña obertura en el lado opuesto al foso, enfrente de la entrada… Cuando hubimos pasado a través de la pequeña abertura nos encontramos en una sala maravillosa con cuatro columnas…Seguimos avanzando y entramos en una sala de grandes dimensiones… la llamé la Sala de las Columnas. ..>>

seti-tumba-8.jpgUno de los pasadizos descendientes de la tumba de Seti I 

Belzoni exploró la tumba de Seti I, que tiene más de 120 metros de largo, en una decena de días (lo que resulta conmocionante para los arqueólogos modernos). Aunque la tumba había sido saqueada por completo ya en la antigüedad, en su interior aún se conservaba el sarcófago del faraón. Se trataba de una extraordinaria obra realizada en un bloque monolítico de alabastro, trabajado con un detalle y delicadeza prodigiosa. Salt intentó vender esta pieza al Museo Británico, pero no llegaron a un acuerdo. Finalmente el sarcófago terminó en manos del arquitecto sir John Soane, en cuya casa en Londres convertida en singular museo se continúa conservando (ver http://collections.soane.org/object-m470 ) .

Belzoni realizó planos y plasmó el trazado de toda la tumba, captando su compleja estructura formada por distintas cámaras y tramos apasillados descendientes. También destacan los más de ochocientos dibujos coloreados y calcos realizados por su colaborador Alessandro Ricci. Estos dibujos debieron despertar en Belzoni el deseo de compartir tanta belleza y de hacerla llegar muy lejos, aunque sin duda también se puso en marcha su instinto comercial y su capacidad para el espectáculo. Sea como sea, en 1822 Belzoni inauguraba una exposición en le Egyptian Hall de Piccadilly, donde se plasmaban sus aventuras en los cuatro años pasados en Egipto y donde la tumba de Seti I ocupaba un lugar de honor. Los dibujos y calcos cautivaron a los visitantes londinenses, reconstruyéndose partes de los relieves de forma tridimensional. La muestra fue tan exitosa que poco después fue trasladada a París, en los mismos días en los que el genial Champollion desvelaba la traducción de los jeroglíficos en su célebre Lettre à Mr. Dacier. Solo un año más tarde, en 1823, no cansado aún de aventuras, Belzoni moría en África ecuatorial intentando explorar la ciudad de Tombuctú.

seti-belzoniDibujos de Alessandro Ricci

Aunque sus métodos resultan aberrantes a la egiptología moderna, y aunque su impulso era el de un saqueador y comerciante de antigüedades, a Belzoni hay que comprenderlo en el contexto de la época que le tocó vivir, cuando el cientifismo en la arqueología ni siquiera podía imaginarse y cuando el objetivo era surtir de antigüedades a los coleccionistas antes que lo hiciera un rival. Sin embargo, fue hombre al que le apasionaban las maravillas que localizaba y vivió con profunda emoción la apertura de Abu Simbel o el acceso a la cámara funeraria de la pirámide de Quefrén. Aunque fue intrépido y audaz, tanto como para jugarse la vida en muchas ocasiones compitiendo enérgicamente en la carrera de conseguir antigüedades, lo cierto es que Belzoni fue un hombre especial incluso para su tiempo, siendo en muchas ocasiones más sensible que los supuestos científicos que vinieron detrás. En la tumba de Seti I, por ejemplo, fueron J. F. Champollion y R. Lepsius quienes años después arrancaron trozos de relieves, con gran brutalidad, para exponerlos en museos europeos. Las heridas que hicieron a la tumba continúan siendo evidentes y hasta debilitaron parte de la estructura. Así que Belzoni era un curioso y un aventuro, y dejó su graffiti por todas partes como expresión de vanagloria, pero a la vez parece que llegó a amar lo egipcio, a apreciar su integridad y es evidente que intentó divulgar tanto sus vivencias como los conocimientos que había logrado. Además, resulta sorprendente pensar que realizara tantos hallazgos y tanto trabajo, que demostrara una capacidad excepcional para movilizar colosos y extraer tan pesadas como delicadas obras, teniendo en cuenta que apenas estuvo en Egipto durante cuatro años. Es muy poco tiempo, pero Belzoni dejaba una huella indeleble en la historia de la egiptología.

Grafitti belzoniVarios graffitis realizados en el templo funerario de Seti I, destacando el de Belzoni

Desgraciadamente los métodos intempestivos de excavación de Belzoni no fueron beneficiosos para la preservación de la tumba de Seti I. Tampoco fue adecuado el sistema de moldes de cera que aplicó para reproducir algunas de las superficies de los relieves. No obstante, la deslumbrantes relieves y los vivos colores descritos por Belzoni sufrieron bastante más daños de la mano de J. F. Champollion y R. Lepsius. Y luego llegaron los primeros turistas, a los que siguieron otros, a los que siguieron miles y miles de personas que diariamente llegaron a visitar la tumba sin restricciones. El deterioro pronto se hizo notar y la tumba fue cerrada al público en 1991, además se detectaron grietas y leves hundimientos que amenazaban la estabilidad de la tumba. Ello obligó a actuar a las autoridades egipcias, que la cerraron, restauraron y colocaron andamiajes para ayudar a la sustentación. Recientemente en 2016 la tumba de Seti I volvía a abrirse al público como incentivo de cara a la recuperación del turismo, aunque de forma restringida y tras el pago de una elevada tarifa, evitando la masificación.

Aunque la tumba de Seti I fue descubierta en 1817, algunos de sus secretos no han sido desvelados hasta hace muy poco. Un pasadizo irregular que se prolonga más allá de la cámara funeraria fue explorado por Zahi Hawass recientemente y en la actualidad el equipo de Factum Arte https://egiptologia.com/factum-arte-vuelve-a-la-tumba-de-seti-i/ , con las más elevadas tecnologías, está efectuando un facsímil exacto de algunas de las zonas de la tumba. La réplica parece que se instalará junto a la ya realizada de la tumba de Tutankhamón, para que cualquier amante del antiguo Egipto pueda disfrutar de su belleza. Un gesto que recuerda mucho al que impulsó al propio Belzoni a realizar reproducciones de aquellos relieves policromados que tanto le maravillaron al descubrirlos hoy hace 200 años.

 

Un recorrido virtual por la tumba:
https://www.360cities.net/image/seti-the-first-burial-chamber

 

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