Apuntes sobre las Erótica AEgyptiaca y la sexualidad en el Antiguo Egipto
Por Jorge Roberto Ogdon
8 mayo, 2002
Modificación: 21 abril, 2020
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1.

Debido a motivos culturales y prejuicios sociales de la civilización «occidental» moderna, el tema de la Sexualidad y el Erotismo en el antiguo Egipto apenas ha sido «redescubierto» por los egiptólogos en las últimas décadas del siglo XX, y, en mucho menor medida, por el público en general: hubo que esperar a 1987 para que se editara el primer estudio integral sobre el tema[1].

El acto sexual, en el Egipto faraónico, según la evidencia disponible, se representó de una manera natural y sin tapujos, lo que sólo encuentra un parangón casi idéntico en las culturas preincaicas Tolita (circa 300 aC-500 dC), del norte de Ecuador y el sur de Colombia, y Mochica (circa 100-800 dC), de la costa norte del Perú[3].

Grupo obsceno. Periodo Ptolemaico, 332-30 a.C.

Grupo obsceno. Periodo Ptolemaico, 332-30 a.C.

Sin embargo, el arte erótico de esas culturas amerindias se realizó exclusivamente en ceramios, modelados y pintados en forma de pequeñas esculturas exentas, ya fueran vasijas u otro tipo de utensilios. Por el contrario, en Egipto se recurrió a toda clase de expresión artística imaginable: dibujo y pintura (especialmente en ostraca [3] y papiros), escultura (en piedra, barro o cerámica) y objetos de fayenza (estatuillas y «objetos fálicos»). En cambio, la «cerámica erótica» -entendida al estilo de aquellas culturas preincaicas- es casi inexistente en el Valle del Nilo, si bien existen esporádicos ejemplos: notemos que, en la colección de erótica aegyptiaca de Museo Egipcio de El Cairo[4], sobre más de doscientos ítems solamente se cuenta un fragmento de vaso de terracota en forma de «grupo obsceno» (hombre y mujer en el acto del coito vaginal).

Escena orgiastica. Tumba de los Toros, Tarquinia (Italia), circa 550-40 a.C.

Escena orgiastica. Tumba de los Toros, Tarquinia (Italia), circa 550-40 a.C.

En el rubro de las «figuras eróticas», la mayor cantidad de piezas representa «figuras (humanas, divinas/sobrenaturales) fálicas», esto es, seres (humanos o no) siempre itifálicos. Ocasionalmente, la entidad itifálica posee un miembro viril de proporciones descomunales, que es sostenido por uno o más personajes subalternos o por su compañera (p.ej., grupo CGCairo 27359)[5]. Asimismo, existen «figuras vaginales» en las que, sin mostrar una posición erótica precisa, se reconoce fácilmente la «actitud obscena»; p.ej., mujeres sentadas exhibiendo genitales muy marcados o reclinadas en posiciones «provocativas». Aquí deben destacarse los llamados «grupos obscenos», integrados generalmente por una pareja humana teniendo sexo o en poses sensuales; p.ej., una mujer de pie que toma el falo desproporcionado de su compañero sedente.

Escena erotica. Espejo de bronce procedente de Corinto, mediados del siglo IV a.C.

Escena erótica. Espejo de bronce procedente de Corinto, mediados del siglo IV a.C.

Dentro de la variedad de posturas representadas en la colección mencionada, podemos intentar una clasificación general -que podríamos hacer extensiva al resto de las expresiones artísticas eróticas egipcias -, en la que distinguimos cinco tipos; a saber:

1. Coito vaginal: las cuatro posiciones usuales son (a) el hombre acostado encima de la mujer; (b) el hombre arrodillado y la mujer yaciendo boca arriba; (c) el hombre arrodillado y la mujer apoyada en sus extremidades; y (d) la posición lateral, con la mujer dándole la espalda a su compañero, mientras ambos yacen acostados.

2. Coito anal: aunque difícil de distinguir en el arte de superficie, es muy clara esta postura en las «figuras obscenas» de bulto exento. Entre los ejemplos más seguros de las primeras encontramos las ilustraciones del Papiro Turín 55001 o Papiro Satírico de Turín, una suerte de panfleto burlesco de tiempos de Ramsés II, en el que se satiriza al soberano y a la alta sociedad[6], y en donde vemos al menos dos posiciones sexuales: posterior, con el hombre arrodillado y la mujer apoyada en sus extremidades, y lateral, con la pareja reclinada sobre un flanco (actitud similar a la 1.d).

3. Coito oral: casi desconocido en las representaciones egipcias, aunque ciertas «figuras obscenas» que muestran a un hombre sentado y dotado de un falo desmesurado, que es sostenido por su compañera de pie y lo acerca a su boca. No conocemos ningún ejemplo de fellatio o cunninlingus hasta ahora, pero el material documental disponible o publicado es muy escaso como para afirmar su absoluto desconocimiento en el antiguo Egipto.

4. Onanismo: las «figuras obscenas» en las que una mujer sostiene o empuña el miembro viril de su compañero, podrían ser consideradas también como representativas de este «juego» sexual. No se conoce, que sepamos, ningún caso de masturbación femenina, ya sea con o sin la asistencia de un cuerpo extraño. Es destacable, sin embargo, la gran cantidad de objetos de barro o piedra que representan un falo erecto, hecho que podría insinuar su empleo en el onanismo femenino. Tal idea debe descartarse de inmediato ante, i.a., la existencia de un ejemplar que muestra un falo alado con testículos de 19 cms. de largo (CGCairo-JdÉ 42035), que es imposible que haya tenido tal destino. Es muy posible que este tipo de esculturas se relacionen con el mito heliopolitano según el cual Atum, el demiurgo creador, generó a la primera pareja cósmica, Shu y Tefnut (o, Tefenet), por un acto de masturbación[7]. Este «motivo» erótico-mitológico está atestiguado ya en pinturas sobre ceramios del Período Predinástico[8] y quizás la imagen de un varón masturbándose (o siendo masturbado) pueda guardar alguna relación con dicho acto generativo.

5. Otros motivos: aquí incluimos una serie de pocas figuraciones que enseñan casos de zoofilia o bestialismo, en las que el animal juega siempre el papel masculino y la mujer el humano; p.ej., una ninfa acompañada por un babuino o un asno en el acto del coito vaginal (CGCairo 32950)[9]. Merecen mencionarse las estatuillas de divinidades, especialmente Bes, protector de las parturientas y genio apotropaico, y Harpocrates u «Horus el Niño», comúnmente en actitud itifálica. Entre los derivados de esta clase de imágenes debemos incluir las que muestran a un hombre itifálico tocando el arpa o en las que esta última es, en realidad, un enorme falo.

Amuleto falico de epoca romana, circa siglo I° a.C. Foto J. Latova.

Amuleto falico de epoca romana, circa siglo I° a.C. Foto J. Latova.

El significado e interpretación que debe darse a esta vasta tipología erótica está muy disputado, especialmente por la carencia de información sobre la procedencia cierta de muchos de estos objetos y por su inaccesibilidad para los interesados en su estudio, muchas veces por timoratas razones «morales»: recién en 1980 se conoció al Papiro Satírico de Turín en forma integral, gracias al alemán J. Oslin. De este papiro siempre se reprodujo el registro superior, de carácter «satírico» -con representaciones que recuerdan las Fábulas de Esopo y similares -, pero omitiéndose pudorosamente el importante registro inferior, que enseña la única representación conocida de un prostíbulo en tiempos faraónicos. Allí, los altos dignatarios de la corte y los grandes sacerdotes retozan con prostitutas profesionales, exhibiendo sus penes erectos y de tamaño desproporcionado, quizás como una burla a su incontinencia -porque nos parece obvio que, en este caso, el descomunal tamaño de sus miembros viriles no tiene el mismo sentido que en las «figuras obscenas» -. Cada uno de los personajes ilustrados está acompañado por un breve texto que reproduce el diálogo amoroso; p.ej., una de las prostitutas le dice a su pareja, quien la penetra por detrás mientras ella se apoya sobre sus extremidades: «¡Ven y hazme el amor por atrás!»: ¡una frase que pareciera salida de algún video-porno moderno! Este notorio documento, actualmente muy fragmentado pero magistralmente reconstruido, lamentablemente es de procedencia desconocida. Dado el contenido y el estilo, tanto artístico como epigráfico, y gracias a que contamos con muchos diseños eróticos sobre ostraca que provienen de la villa obrera de Deir el Medina (Tebas Occidental), que están bien datados en el Reino Nuevo Tardío (Período Ramésida en adelante), al igual que el papiro en cuestión (fechado en el reinado de Ramsés II), no es improbable que este último también provenga de la región tebana, y, porqué no, de la mano de algún artista-escriba asignado a aquella villa obrera o a los templos funerarios soberanos de la orilla occidental.

Escena de un prostibulo en el Papiro Turin 55001. Periodo Ramesida, tiempos de Ramses II, Reino Nuevo Tardio. Actualmente en el Museo Egipcio de Turin

Escena de un prostíbulo en el Papiro Turin 55001. Periodo Ramesida, tiempos de Ramses II, Reino Nuevo Tardio. Actualmente en el Museo Egipcio de Turín

Las «figuras obscenas» en las colecciones de los grandes museos parecen dormitar en sus cajas y no son nunca exhibidas -menos aún publicadas-. Recientemente, el Dr. G.T. Martín descubrió un sustancial escondrijo de este tipo de objetos en la Necrópolis de los Animales Sagrados, en Saqqara Norte, dentro del recinto consagrado a varios animales sacros[10]. Un escondrijo similar, pero muy mal registrado y sin publicar, fue encontrado entre 1905 y 1906 por J.E. Quibell, en las llamadas «Cámaras de Bes», al este de la pirámide de Teti, también en Saqqara Norte: los objetos encontrados se han perdido en los registros del Museo Egipcio de El Cairo y las «cámaras», actualmente, han desaparecido sin dejar rastros visibles[10ª].

Vasija representando a un hombre sedente itifalico. Cultura Mochica, Peru. Coleccion Escarriza Aveilgas, Bilbao

Vasija representando a un hombre sedente itifalico. Cultura Mochica, Peru. Coleccion Escarriza Aveilgas, Bilbao

Por lo menos, estos hallazgos arqueológicos prueban a todas luces que las figuras eróticas tenían un sentido religioso o que estaban imbuidas de una significación profunda que iba más allá de lo profano. El escondrijo de las «Cámaras de Bes» es significativo porque este dios aparece corrientemente entre los motivos de las «figuras obscenas».

2.

Dejemos ahora el material arqueológico y volvamos nuestra atención a la literatura mitológica, que es rica en situaciones de naturaleza sexual y que permite inferir algunas ideas acerca de las relaciones eróticas aceptables y aceptadas por la sociedad antigua. Comencemos diciendo que los mitos, aunque le suene extraño al creyente moderno, abundan en episodios sexuales, lo que no debería suscitar ninguna sorpresa ya que los mitos son normativos de la conducta social y sancionan las formas de las relaciones humanas en base a un arquetipo divino.

Estatuilla itifalica de un hombre en pie, con el brazo levantado por sobre la cabeza. Cultura Tumaco-tolita, Ecuador. Museo del Banco Central del Ecuador, Quito

Estatuilla itifalica de un hombre en pie, con el brazo levantado por sobre la cabeza. Cultura Tumaco-tolita, Ecuador. Museo del Banco Central del Ecuador, Quito

Refirámonos, en esta ocasión, a la homosexualidad, tanto masculina como femenina (lesbianismo): en el ciclo mitológico osiriano, que se constituye formalmente en tiempos de la Quinta Dinastía y se consigna en los Textos de las Pirámides de la Sexta (circa 2300-2200 aC), Osiris, Isis, Neftys y Set, son los últimos «hijos» de la Gran Ennéada o Corporación de los Nueve Dioses de Heliópolis; Osiris es muerto por su hermano Set, el dios de la Confusión, quien pretende el trono de Egipto. Osiris e Isis, la Gran Maga, copulan post mortem e Isis queda preñada de Horus, el Vengador de Su Padre, quien restaurará la memoria de su padre difunto, ahora convertido en el Rey y Juez de los Muertos, y recibirá, como su legítimo heredero, el gobierno del país luego de derrotar a su malvado tío. El enfrentamiento entre Horus y Set perteneció, originariamente, a un ciclo mitológico diferente al osiriano, que recién lo incorpora cuando es elaborado hacia mediados del Reino Antiguo: en ese mito primitivo existe un «episodio homosexual» entre ambas divinidades; en él, Set intenta violar a Horus para, posteriormente, acusarlo ante el Tribunal Divino de ser indigno para gobernar Egipto. Mediante una artimaña ideada por su madre Isis, Horus engaña a Set y recoge su semen; Isis lo pone en una planta de lechuga (considerada como afrodisíaca por los egipcios), que es entregada a Set para el desayuno, previamente al juicio definitivo. Al acusar a Horus, Set invoca a su semen para que surja de donde se encuentre, y, para gran deleite de Horus e Isis, y para su enorme sorpresa, lo hace sobre su propia cabeza bajo la forma de un globo o disco (¿solar, lunar?). Ante la evidencia, el tribunal divino decide que Horus debe ser coronado rey de Egipto[11].

El Dicho 125 del LdM, conocido como «La Confesión Negativa», enumera, entre aquellas acciones que el difunto niega haber realizado en este mundo, que «no he copulado con un(a) joven» -se entiende que del mismo sexo que el del declarante -; esto es, no ha sido un homosexual. Que ésta era condenable para los egipcios lo prueba otra negación del mismo Dicho: «¡Oh Tú, quien tiene la vista detrás suyo, quien procede de la tumba! ¡Yo no he sido un pervertido! ¡Yo no he sido un homosexual!»[12].

Amuleto falico. Periodo Ptolemaico, 332-30 a.C. Museo Egipcio de Barcelona

Amuleto falico. Periodo Ptolemaico, 332-30 a.C. Museo Egipcio de Barcelona

La caótica personalidad de Set presenta aristas interesantes sobre los valores sexuales reprobados por la sociedad faraónica: su consorte, Neftys, nunca entabla relaciones amorosas con él, sino que se muestra como un alter ego de su hermana, Isis. Su nombre propio, Nebet-Hut, significa «La Señora de la Casa» y denota su rol «normal» como otro paradigma de la mujer egipcia socialmente aceptada. Es por ello que se aparta de Set y que puede tener sexo con el marido de su hermana, Osiris, relación de la que nacerá Anubis, el dios que le embalsama. Esta relación es consentida por Isis, quien debía ver en su hermana Neftys no más que una concubina o esposa secundaria -si es que tal concepción existió alguna vez en la mentalidad egipcia- de su esposo, a quien, por otro lado, protege de Set, el «anormal»[12ª].

En el templo de Edfú, Set es llamado «El Afeminado» (hemety, lit., Quien es como Mujer) de una manera despectiva[13]. Por su parte, esta deidad tiene relaciones sexuales con otras diosas, pero éstas son extranjeras (propiamente, asiáticas): Anat y Astarté, oriundas precisamente de las regiones que habitualmente se atribuyen, en la literatura preceptiva o moralista, a las prostitutas profesionales. La «mujer extranjera» o «desconocida en su ciudad» es la imagen clásica de la prostituta en los textos de instrucción moral. Por si esto fuera poco, las relaciones amorosas entre estas diosas y Set se reducen exclusivamente al coito contra natura o anal, y jamás se menciona al coito vaginal como forma amatoria entre ellos. Agreguemos que la descripción que se hace de esas diosas remite a su vestimenta «masculina» y a sus modos «de hombres», lo que claramente insinúa su naturaleza sáfica.

Relieve erotico en un vaso romano hallado en Galia, Francia. Circa siglo II° a.C.

Relieve erótico en un vaso romano hallado en Galia, Francia. Circa siglo II° a.C.

En una palabra, Set sólo puede tener tratos sexuales considerados «aberrantes» o «caóticos» para la sociedad antigua. El coito anal, indudablemente practicado por los egipcios como vimos en otros testimonios, debe verse aquí, más apropiadamente, como un símbolo del carácter estéril de Set, cuya actividad sexual no conduce a la procreación, sino únicamente al desenfreno carnal. Sea como fuere, encontramos evidencias religiosas que apuntan a que el homosexualismo masculino y femenino es rechazado por los egipcios antiguos -al menos en un aspecto formal -, ya que, para ellos, era una práctica no fecundativa o procreativa, contrariamente al coito vaginal, cuyo modelo es la relación Osiris~Isis.


[*] Artículo inédito. Especial para Amigos de la Egiptología. © Jorge Roberto Ogdon, 1991, (versión revisada:) 2000. Queda hecho el depósito que marca la Ley de Propiedad Intelectual N° 11.723 . Es propiedad.
[1] L. Manniche, La esfinge erótica. La vida sexual de los antiguos egipcios (Barcelona, 1988 [ed.or. en inglés: 1987]). El auge reciente que ha tenido el tema de «La Mujer» y «Lo Femenino» en el antiguo Egipto ha redundado en la publicación de numeroso artículos, libros y catálogos de exhibiciones -imposibles de enumerar aquí -, que, entre otros aspectos tocan, más o menos profundamente, el de su sexualidad. Entre las contribuciones recientes en español, de carácter divulgativo, pueden recomendarse, i.a., N. Ares, «La alegría incesante del Sexo» en Selecciones de Misterios de la Arqueología: Egipto (2). n° 2 (Barcelona, 1999), 28-33; y A. Pérez Gutiérrez, «Cara y cruz del encantamiento amoroso» en íbidem: Egipto n° 7 (Barcelona, 2000), 62-6.
[2]] Ver i.a. el excelente informe de E. Sánchez Montañés~G. Vázquez Chamorro, «Sexo y erotismo en la cerámica preincaica» en Historia 16, año III, n° 32 (1978), 40-50. Se conoce, también, un único caso de cerámica erótica procedente del norte argentino, que muestra un coito anal o contra natura; ver Arte argentino Antes (Buenos Aires, 1980), 8-9. El Arte Erótico ha existido en muchas culturas, tanto de la región mediterránea como asiática, entre las que debemos contar a las griega, romana e india. Cuando decimos que el único parangón existente para el «caso egipcio» es el «caso preincaico», nos referimos específicamente a las enormes similitudes que presenta el «escenario erótico» enseñado por las figuraciones. Se podría aducir que el acto sexual, siendo una actividad común y compartida por todos los seres humanos -de una forma u otra -, sería de lo más lógico encontrarnos con tales semejanzas en cualquier cultura; sin embargo, el elaborado ideario de un Kama Sutra no aparece por ninguna parte en el antiguo Egipto, obviamente porque los antiguos egipcios practicaban el sexo de otras maneras, algunas coincidentes pero otras (quizás muchas) no.
[3] Voz griega que se utiliza, en la jerga «técnica» egiptológica, para designar fragmentos y trozos de cerámica o piedra que eran empleados por los artistas-escriba como «borradores» o soportes de escritura «económicos».
[4] G.T. Martin, «’Erotic’ Figurines: The Cairo Material» en Göttinger Miszellen. Beiträge zur ägyptologischen Diskussion 96 (1987), 71 y ss.
[5] Ver Id., loc.cit.
[6] J.H. Oslin, Der Papyrus 55001. Satirisch-erotische Zeichnungen und Inschriften (Turín, 1981). Para la parte «satirica», ver i.a. S. Curto, La satira nell’antico Egitto; Quaderno n° 1 (Turín, s.f.), passim. No queremos dejar pasar la oportunidad de señalar que, si bien nunca fueron hechas públicas, existieron (y aún existen) copias y facsímiles de la sección «impúdica», realizadas por diversos interesados, ya desde el siglo XVIII en adelante (para la «historia» del documento, ver J.H. Oslin, o.c., 5 y ss.). Este dato es muy interesante, por lo siguiente: todo aquel que conoce la obra del ilustrador Aubrey Beardsley recordará, sin duda, aquellas escandalosas láminas que acompañan la obra del poeta Oscar Wilde, Salomé (ver O. Wilde, Salome [Branden Publ. Co., s.d., reed. 1989], passim), en las cuales se enseñan grupos de enanos patizambos sosteniendo alegremente los desmesurados falos de los principales personajes masculinos, exactamente como ocurre en el antiguo papiro. ¿Habrá tenido ocasión Aubrey Beardsley de verlo en privado? Nadie puede dejar de sentirse impresionado e intrigado al comparar las asombrosas semejanzas de ambas expresiones artísticas. Para la vida y obra del ilustrador inglés, ver i.a. Best Works of Aubrey Beardsley (Nueva York: Dover Inc., 1990); S. Calloway, Aubrey Beardsley (Nueva York, 1998)
[7] Esta tradición heliopolitana está atestiguada en TdP §§ 1249-50: «Atum es ‘Aquel que devino a la Existencia’, quien se masturbó en Heliópolis. Él tomó su falo en su mano para lograr la eyaculación. Y así fueron creados los hermanos, Shu y Tefnut»; ver J.R. Ogdon, Símbolos fundamentales de la religión egipcia; Colección Seminarios (C.E.A.E.), vol. 6 (Buenos Aires, 2000), 3.
[8] Ver nuestros comentarios en J.R. Ogdon, «Book Review of Munro, I. Das Zeit-Heiligtum des Min…etc.» en Journal American Research Center in Egypt 25 (1988), 249 y ss.
[9] Debemos destacar que, entre las llamadas «maldiciones», conservadas en textos mágicos, no es infrecuente encontrar la amenaza (o promesa) de ser violado (uno o su familia) por un asno; cf. uno de los ejemplos más tempranos (quizás de fines de la Veinteava Dinastía) es un graffito, dejado por un minero en el Uadi En (ver H. Sottas, La préservation de la propriété funeraire dans l’ancienne Égypte [París, 1913], 165-6), que dice: «Ahora, en cuanto a quien se lleve estas piedras que he arrancado (?, i.e., extraído de la montaña), ¡El asno le violará! ¡El asno violará a su mujer!…»; otros testimonios pueden verse en Id., íbidem, 166-8. Es posible, aunque incierto, que «el asno» mencionado aquí pueda ser Set.
[10] G.T. Martin, The Sacred Animal Necropolis at North Saqqara (Londres, 1981), 27 y 166-70. El hallazgo data, en realidad, del año 1972.
[10ª] J.E. Quibell, Excavations at Saqqara, 1905-1906 (El Cairo, 1907), 13-4 y lám. 31 (n° 1 y 3).
[11] Para todo este asunto, ver J. Gwyn Griffiths, The Conflict of Horus and Seth from Egyptian and Classical Sources (Liverpool, 1960), passim; H. Te Velde, Seth, God of Confusion (Leyden, 1967), passim.
[12] Versión del Papiro Museo Británico 9901 de Nu; P. Barguet, Le Livre des Morts des anciens égyptiens (París, 1967), Chapitre CXXV. Otras variantes: F. Lara Peinado, Libro de los Muertos.
Estudio preliminar, traducción y notas
(Madrid, 1993), 203; E.A.T. Wallis Budge, El Libro de los Muertos. El Papiro de Ani (Buenos Aires, 1992), 276-7; B. de Rachewiltz, El Libro de los Muertos de los antiguos egipcios (Buenos Aires, reimpr. 1993), 132.
[12ª] Es interesante destacar que, a partir del Reino Nuevo, en las viñetas de LdM Dicho 125, que ilustran la renombrada «Escena de la Psicostasia» o «Pesaje del Corazón» en la Sala del Juicio Osiriano, por lo general el dios está sentado bajo un dosel y es abrazado por sus hermanas divinas, Isis y Neftys, a veces acompañados por los Cuatro Hijos de Horus (que, a veces, son llamados «hijos de Osiris»). En algunos documentos, las diosas dicen: «Oh Osiris (y vars.), yo te amo – (así dice) Isis (y así dice) Neftys», una suerte de «llamado amoroso» que se vuelve a repetir en ciertos rituales osirianos (conocidos sólo por testimonios algo tardíos); ver i.a. F.M.H. Heikal, Two Hieratic Papyri of Nesmin, 2 vols. (Bruselas, 1970-72); J. de Horrack, Les lamentations d’Isis et Nephthys (París, 1886); E.A.T. Wallis Budge, «The Festival-Songs of Isis and Nephthys» en Archaeologia LII (Londres, 1891), 459 y ss. Es muy claro que la frase es dicha al unísono por ambas divinidades, y creemos que el término mryt o mrwt, «amor», en este caso, está imbuido de su doble sentido: el de «estar enamorado» (sentimental) y el de «tener sexo» (carnal), con lo que tal expresión denotaría el estatus de las relaciones íntimas, carnal y espiritual, entre esas deidades.
[13] Para este tema, ver H. Te Velde, o.c., 44.

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