Época: Dinastía XVIII, reinado de Amenofis III (1386-1349 a. C.)
Dimensiones: Alto: 249 cm. Anchura máxima: 106 cm.
Materiales: Cuarcita roja
Lugar de conservación: Museo del Luxor.
Lugar de procedencia: Cachette del templo de Luxor, excavaciones bajo la dirección de Mohammed el-Saghir realizadas en 1989.
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El 22 de enero de 1980, durante la realización de trabajos rutinarios con el objetivo de intentar paliar los negativos efectos de filtraciones de agua, el Servicio de Antigüedades de Egipto hizo un descubrimiento sorprendente: bajo el subsuelo del templo de Luxor apareció un espectacular conjunto de esculturas magníficamente conservadas (fig. 3). A lo largo de varias campañas, bajo la dirección de Mohammed el-Saghir, las esculturas fueron desenterradas y extraídas del lugar donde habían sido depositadas en la antigüedad[1]. Actualmente, casi una veintena de estas hermosas obras se exponen en el Museo de Luxor, llamando especialmente la atención una representación de extraordinaria calidad que muestra al faraón Amenofis III (figs. 1-2-3).
Foto. 3. Vista frontal de la escultura. Foto: Susana Alegre García
La escultura, localizada en la cachette o escondrijo de Luxor en 1989, se compone de un bloque monolito de cuarcita que se ha conservado en perfecto estado. Las proporciones utilizadas en la representación del cuerpo, así como el vientre suavemente redondeado, hacen pensar que probablemente se trata de una escultura realizada a finales del reinado del monarca. La presencia de una sucesión de cobras coronadas con el disco solar en el delantal ornamental, también remiten a la idea de que se trata de una creación tardía[2]. No obstante, el rey luce rasgos evocadores de juventud y su musculatura irradia vitalidad. El faraón, que porta sobre su cabeza la Doble Corona, avanza la pierna izquierda, mantiene los brazos rígidos a lo largo del cuerpo y cierra los puños. El conjunto capta una especie de energía contenida, expresando al unísono un equilibrio entre fuerza, autoridad, solemnidad y serenidad.
Foto. 4. Trabajos en el emplazamiento en que fue localizada la escultura de Amenofis III en la cachette de Luxor. Foto en N. REEVES, El antiguo Egipto. Los grandes descubrimientos, Barcelona, 2001, p. 226.
El atuendo con el que fue representado aquí Amenofis III se limita a un sofisticado faldellín, una larga barba postiza y unas sandalias, así como un amplio collar, un pectoral, brazaletes y pulseras. Dichos elementos fueron trabajados de forma magnífica, resultando extraordinaria la gama de texturas conseguidas sobre la dura cuarcita. De hecho, la utilización de las variadas texturas es uno de los aspectos más relevantes de la obra, ya que permiten contrastar distintos tipos de superficie y generar ciertos efectos de superposición y hasta de transparencia.
La escultura no se muestra completamente exenta en bulto redondo, ya que integra una pilastra dorsal. Dicho elemento se remata con una forma redondeada, mostrando en bajorrelieve un astro solar alado que queda justo por encima de la corona del monarca. A ello hay que sumar elementos como la imagen de dos cobras, también realizadas en bajorrelieve a cada lado de la corona, cuyos cuerpos se yerguen a través del signo ankh. Por la parte posterior, además, la pilastra contiene un texto jeroglífico bastante extenso que alude especialmente a la naturaleza divina del soberano y donde lo solar tiene un protagonismo bastante relevante: el faraón es identificado como «el disco resplandeciente del sol» y como «aquel cuya uraeus ilumina las Dos Orillas»[3]. De modo que la pilastra no sólo colaboraba en la sustentación de la escultura y en el efectismo general de la composición, también ofrece una superficie sobre la que ampliar la riqueza simbólica de la escultura, tanto a nivel iconográfico como textual.
Foto. 6. Detalle rostro. Foto Miguel Ferrer.
Pero la hermosa escultura también podría expresar una simbología todavía más compleja y profunda, sobre todo teniendo en cuenta la trascendencia que el culto solar alcanzó durante el reinado del monarca y la intensa enfatización de la filiación solar de que fue objeto el rey. No en vano Amenofis III es conocido como el «faraón sol». Las referencias metafóricas podrían encontrarse referenciadas, sobre todo, en la representación del trineo sobre el que se sitúa la imagen del monarca[5].
No es excepcional encontrar representaciones de trineos en el arte egipcio, apareciendo en ámbitos como el dificultoso desplazamiento de grandes colosos o el arrastre de la momia en procesión hacia su tumba; incluso algunas capillas o mobiliario funerario o ritual pueden mostrarse sobre trineos o hasta integrarlos en sus formas. Pero el simbolismo del trineo es especialmente inseparable de la divinidad solar y del concepto de totalidad. El nombre del dios Atum, cuyo significado aproximado es «estar completo», se escribe con este elemento. También sobre un trineo la divinidad solar puede deslizarse por el firmamento y recorrer el cuerpo de la diosa cielo Nut.
De modo que el trineo alude a la fuerza creadora y a la renovación, pero también hace referencia al tránsito, a la transformación y a la vitalidad implícita a la idea del desplazamiento solar. La iconografía de Atum, además, se caracteriza por lucir como tocado identificador, al igual que era tradicional en el monarca, la Doble Corona; la misma corona que porta Amenofis III la escultura localizada en la cachette de Luxor. El hecho de que la obra se realizara en cuarcita roja puede ser un hecho también cargado de significación, ya que se trata de una piedra intensamente vinculada a la simbología y culto solar; a lo que hay que sumar los textos que conserva la escultura[6] y que inciden entre otros aspecto en la vinculación solar.
Por tanto, la escultura de Amenofis III sobre el trineo puede ser una forma de subrayar la divinización y vinculación solar de dicho monarca, su transito y transformación en divinidad solar, así como la renovación conseguida en la celebración jubilar y que le encamina hacia un nuevo ciclo de su existencia. Esta posible interpretación, en todo caso, no invalida la vinculación de la escultura como conmemoración de unas celebraciones más relevantes de la gran ciudad de Amón-Ra y que, además, tenía un profundo carácter funerario. La posible identificación de Amenofis III sobre el trineo como una entidad solar, de hecho, tan solo ofrece una posibilidad enriquecedora que amplia la capacidad metafórica de la obra.
Amenofis sobre su trineo es un legado magnífico de la antigüedad y una de las obras escultóricas más extraordinarias del arte de todos los tiempos. Presidiendo una de las elegantes salas del Museo de Luxor, rodeado de otras esculturas sensacionales también localizadas en el emplazamiento de la cachette, la escultura ofrece una visión impactante y llena de magnetismo. Los visitantes parecen acudir a su llamada, para postrarse ante su la belleza y dedicarse a la contemplación. Algunos incluso se detienen varios minutos a pesar del ajetreo y las prisas en las que siempre parecen sumidos los viajeros. Amenofis III, que brilla sutilmente bajo los focos, resulta cautivador y asombroso; a veces los visitantes casi parecen rendirle adoración. Es como si la escultura de Amenfosis III disfrutara del extraño poder de detener el tiempo, de llamar a la pausa y hasta a la reflexión, y, a la vez, seguir mágicamente desplazándose sobre un trineo hacia una eternidad serena y resplandeciente.
Notas:
[1] Sobre el descubrimiento ver M. El-SAGHIR, The Discovery of the Statuary cachette of Luxor temple, Mainz, 1991.
[2] Estos elementos surgen en la iconografía de este monarca tras la celebración del primer jubileo real. Ver estos aspectos y otros relativos al arte de este período en W. R. JOHSON, Images of Amenhotep III in Thebes: Styles and Intentions, en Ed, L. M. BERMAN, The Art of Amenhotep III: Art Historical Análisis, Cleveland,1990, pp. 26-38.
[3] Ver la traducción completa de los textos conservados en esta escultura en el catálogo de la exposición Aménophis III. Le pharaon-soleil, París, 1993, pp. 108-109.
[4] También en el templo de Karnak ha sido localizada una presentación que vincula a Amenofis III con el trineo, aunque en esta ocasión la vinculación con la imagen escultórica de la cachette es más remota. El bajorrelieve de Karnak parece mostrar una capilla situada sobre un trineo, en cuyo interior se encuentra la imagen divinizada del monarca (Fig. 7).
[5] Aunque también hay que tener en cuenta otros elementos de la escultura como el disco solar rematando la pilastra dorsal, las cobras en bajorrelieve a ambos lados de la corona del monarca y coronadas con discos solares en el faldellín.
[6] Algunas partes de las inscripciones, allí donde aparecía el nombre del dios Amón, parece que sufrieron la damnatio característica de los tiempos de Akhenatón.
Autora Susana Alegra García
Artículo publicado en el Boletín Informativo de Amigos de la Egiptología- BIAE 58 https://egiptologia.com/biae-numero-58-mayo-2008/