Mereruka, “yo fui un grande del rey”
Por José Luis López Fernández
5 febrero, 2017
Representación Mereruka en un nicho de su tumba. Foto: Archivo documental AE.
Modificación: 7 abril, 2019
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Mereruka (2.350 a.C.) fue un alto funcionario al servicio del faraón Teti (2.345-2333 a.C.), fundador de la Dinastía VI. En este momento de la historia del Antiguo Egipto el poder de los faraones manifestaba signos de un progresivo declive que culminaría siglo y medio más tarde, bajo el mandato de Pepy II (2278-2184 a.C.), con el fin de la dinastía y el inicio del Primer Período Intermedio (2.181-2040 a.C.) caracterizado por episodios continuos de desorden e inestabilidad política que se prolongó durante casi ciento cincuenta años.

Esta progresiva pérdida de vigor del poder de los monarcas durante la Dinastía VI también tuvo su correlato en sus construcciones más emblemáticas: las pirámides, que eran cada vez más relativamente pequeñas y de peor calidad constructiva. A su vez, de manera paulatina y en sentido inverso, las grandes familias aristocráticas iban atesorando influencia política, mediante la acumulación de títulos y cargos, circunstancia que también tendría su expresión visible en la calidad de la decoración y dimensiones de sus tumbas. La mastaba de Mereruka es un magnífico ejemplo de ello, tanto por sus grandes dimensiones, es la mayor de las mastabas privadas del antiguo Egipto, como por la excelente calidad de los relieves y grabados de sus muros.

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Bajorrelieve en la jamba de acceso a la tumba de Mereruka, en el que aparece con su esposa, la princesa Wetethathor, y algunos de sus títulos escritos en jeroglíficos.

De los datos biográficos de Mereruka, también conocido como Meri, sabemos que su madre se llamaba Nedjetempet (también conocida como Tiyet) personaje del entorno de la familia real; que su esposa fue la princesa Wetethathor (conocida como Sesheshet), hija mayor del rey Teti I, para quien destinaría varias estancias de su tumba, enlace matrimonial que de acuerdo con las prácticas y usos habituales en el Reino Antiguo fue determinante para el acceso y desempeño exitoso de su carrera así como para la acumulación de cargos de relevancia; y que su progenie la conformaron siete hijos y una hija Ibnebu, todos ellos mencionados o representados en las paredes de las diferentes cámaras de la tumba, con especial consideración a su hijo Meryteti a quien reservó varias cámaras en la mastaba.

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Mereruka representado junto a sus hijos en un gesto afectuoso.

Al principio de una inscripción autobiográfica en su tumba, Mereruka se presenta como: “Yo fui un grande del rey”. Lo cierto es que en tanto que hombre de estado, Mereruka a lo largo de su vida llegó a acumular casi un centenar de títulos, algunos de los cuales eran meramente honoríficos y otros vinculados al desempeño de importantes responsabilidades y dignidades. Por citar algunos: “Inspector de los sacerdotes unidos de la pirámide de Teti”, ”Gobernador de Palacio”, “Escriba de los libros divinos”, “Director de obras del rey”. La culminación de su trayectoria se produjo cuando fue nombrado “Visir del Rey del Alto y Bajo Egipto”, tras la renuncia al cargo de Kagemni, otro yerno del rey, convirtiéndose de este modo en la segunda persona más poderosa de Egipto después del faraón, ya que implicaba el desempeño de funciones tanto cortesanas como administrativas y judiciales al más alto nivel.

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Lo que ha hecho que Mereruka pase a la posteridad, llegando a ser admirado y célebre, es su excepcional tumba. La mastaba de Mereruka, situada en Saqqara, al norte de la pirámide de Teti I (Dinastía VI) fue descubierta en julio de 1893 por quien entonces era el responsable del Servicio de Antigüedades, Jacques de Morgan, sin embargo, sus cámaras funerarias no fueron excavadas hasta 1921-1922 por el inspector del Servicio de Antigüedades, el británico Cecil Firth. Las primeras imágenes que se publicaron de la tumba fueron en 1896 consistentes en unos dibujos de sus relieves que De Morgan utilizó para ilustrar su obra: Recherches sur les origines de l’Egypte; l’âge de la pierre et les métaux  Dos años después, en 1898, sería Georges Daressy en su trabajo Le Mastaba de Mera quien ofrecería una exhaustiva recopilación de las inscripciones jeroglíficas del recinto. Las primeras fotografías de la tumba no fueron publicadas hasta 1907 en el estudio Une rue de tombeaux à Saqqarah del egiptólogo belga Jean Capart. La siguiente publicación Excavations at Saqqara: Teti pyramid cemeteries vería la luz en 1926 de la mano de Cecil Firth documentando los trabajos de excavación de la campaña 1921-1922 en la que, como ya hemos indicado, se excavaron las cámaras funerarias. Y la última y más completa con abundancia de fotografías y dibujos sería la que apareció en 1938 dirigida por Prentice Duell The mastaba of Mereruka (parte I)  (parte II) gracias al interés y apoyo económico del magnate norteamericano John D, Rockefeller Jr.

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Estela de falsa puerta y relieves que, a la derecha muestran a la princesa Wetethathor (conocida como Sesheshet), esposa de Mereruka; y, en la pared izquierda, al propio Mereruka.

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Hacia la parte de la tumba dedicada a Meryteti, hijo de Mereruka.

La mastaba de Mereruka es una tumba familiar que ocupa unos 1.000 m2 aproximadamente, lo que la convierte en la capilla funeraria privada más grande de la necrópolis de Saqqara y del Egipto Antiguo. En contra de lo que era costumbre su entrada no está situada al este, sino en la cara sur de la construcción. Dispone de 31 cámaras, de la cuales 21 están reservadas para el propio Mereruka y de las restantes diez, 5 fueron destinadas a su esposa Wetethathor (Sesheshet) y las otras 5 a su hijo Meryteti. En el vestíbulo de entrada, el primer corredor que encontramos a la izquierda da acceso a las estancias de Wetethathor (color azul en el plano) y si seguimos por el corredor que se abre en la pared norte del mismo vestíbulo, tras deambular por las numerosas cámaras del propio Mereruka, hacia al final del complejo, situadas al noreste se encuentran las que destinó a su hijo Meryteti (en verde en el plano).

En las jambas que flanquean la entrada hay dos bajorrelieves que representan a Mereruka y su esposa junto con sus títulos, y en la sala que contiene seis pilares, la más grande, y ubicada más al norte se encuentra una estatua funeraria de pie a tamaño natural del difunto ante una Mesa de Ofrendas.

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Sala de los seis pilares en la tumba de Mereruka.

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Estatua de Mereruk ay Mesa de Ofrendas en la sala de los seis pilares

No todas las estancias del complejo fueron decoradas puesto que algunas sólo fueron usadas como almacenes. De las de Mereruka se tiene constancia de que los muros de 10 de ellas fueron totalmente decorados desde el suelo hasta el techo, incluso, cosa excepcional, también su cámara funeraria presenta decoración. Muchos de estos trabajos se han perdido para siempre, aunque todavía se conservan suficientes fragmentos e incluso escenas más o menos completas que nos permiten apreciar la gran pericia de los artesanos en la excelente calidad de los relieves e inscripciones que ejecutaron.

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Mereruka con su madre Nedjetempet (también conocida como Tiyet) y su esposa, la princesa Wetethathor (conocida como Sesheshet), que se deleita con el perfume de una flor de loto.

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Mereruka disfrutando de una refrescante navegación por el Nilo y bebiendo cerveza.

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Porteadores que traen todo tipo de ofrendas a Mereruka.

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Sarcófago de Mereruka en la cámara funeraria de su tumba.

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Textos de ofrenda y adoración en la cámara funeraria de Mereruka.

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Pinturas que muestran alimentos, bebidas, cosméticos… en la cámara funeraria de Mereruka.

Lo representado en la decoración de la tumba hace referencia a las diversas facetas del difunto: como esposo, como padre, como alto funcionario o como personas acaudalada y refinada que disfruta de su ocio. La información que contienen estas representaciones constituye para nosotros un valioso material para el conocimiento de la sociedad y la economía de la época. Así podemos contemplar relieves en los que con variaciones sutiles aparecen Mereruka y su esposa cogidos de las manos en señal de amor y cercanía o, a Mereruka pescando con arpón, o pintando o jugando al senet o haciendo profusas ofrendas a los dioses o recibiendo de sus servidores abundantes y variadas bebidas y viandas y perfumes. Se han conservado relieves en los que se representa el castigo que se administra al súbdito que no paga impuestos o de plañideras que lloran a Mereruka. En otros se ilustra las distintas fases de producción del trabajo de herreros y joyeros, de ceramistas, de carpinteros haciendo una cama, o se representan actividades agrícolas y ganaderas. Escenas curiosas en las que dos hombres alimentan una hiena o a gacelas comiendo en pesebres.

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Escena de castigo a quienes no cumplen sus obligaciones con el fisco.

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Aplicación de castigo por impago de impuestos con hombre atado a poste.

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Hienas que están siendo obligadas a comer para su engorde. Se les ha atado las patas y se las sujeta con firmeza.

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Hiena bien cebada, lo que se aprecia en el abultamiento de su vientre.

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Joyeros soplando para avivar un horno de fundición.

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Joyero entregando un collar a Mereruka.

No hay que perder de vista que la mastaba, en tanto que capilla de culto funerario, además de ser una expresión y exhibición terrenal para los vivos del estatus de su propietario, su función principal era asegurar al difunto una existencia en el más allá lo más confortable posible. Y eso era factible gracias el poder mágico/religioso que operaba mediante el cual todo lo representado en su interior, en sus muros bajo la forma de relieves o inscripciones o como estatuas o mesas de ofrendas, adquiría realidad en su otra vida. Las numerosas escenas de la decoración de sus paredes, en cierto modo, constituyen el catálogo de todo aquello que Mereruka consideraba necesario y deseable tener en el Más Allá para hacer de su vida eterna una vida plena y de máximo bienestar. Por eso los objetos, los alimentos, las actividades de pesca que se narran, las relacionadas con el quehacer agrícola o ganadero, las escenas de servidores o de actividades artesanales, el entorno natural que aparece representado, es decir, todo, debe hacerse con el máximo esplendor y exuberancia ya que es así como se reproducirá en la realidad de la eternidad. Dada la pertenencia de Mereruka a la élite de la sociedad en la que vivía lo más probable es que su vida deseada en el más allá la concibiera muy parecida a la que ya estaba viviendo mientras construían su tumba.

Más documentación en Amigos de la Egiptología:
Recorrido fotográfico por la mastaba de Mereruka en Saqqara

 

Bibliografía

  • Alberto Siliotti, Guía de Arqueología. Pirámides de Egipto. Ed. Libsa, Alcobendas, Madrid 2005
  • Toby Wilkinson, Vidas de los antiguo egipcios. Ed. Blume, Barcelona 2007
  • Nicholas Reeves, El antiguo Egipto. Los grandes descubrimientos. Ed. Crítica, Barcelona 2001

 

 

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