El Escondrijo Real de Deir El-Bahari
Por José Antonio A. Sancho
23 septiembre, 1998
Maspero (a la derecha) y miembros de su equipo, junto al acceso al escondrijo real de Deir el-Bahari
Modificación: 26 abril, 2020
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Amigo, ante ti uno de los más impresionantes hallazgos arqueológicos llevados a cabo en Egipto. Si te apasionan los relatos de este tipo, te invito a que continúes…

El testimonio de un hallazgo

A pesar de cien años de intensa búsqueda, durante la mayor parte del siglo XIX no se logró descubrir ni siquiera una momia de faraón. Todas las pirámides habían sido violadas ya de antiguo, todas las tumbas reales habían sido saqueadas a conciencia -al menos por lo que se alcanzaba a saber, o por lo que se decía-. Sin embargo, en los años que siguieron a 1870, empezaron a aparecer en los mercados de antigüedades una serie de objetos que una vez pertenecieron a los faraones y que eran el testimonio de que se había producido el hallazgo de una gran tumba de la realeza….. Auguste Mariette, el director del Servicio de Antigüedades Egipcias, adquirió una copia del Libro de los Muertos que había pertenecido a Henuttaui, una reina de la XXI Dinastía. El libro se encontraba en unas condiciones bastante buenas; el color de las viñetas que acompañaba a los conjuros que aseguraban la resurrección se había conservado vivo y brillante, lo cual sugería que se trataba de un hallazgo reciente. Durante los años siguientes aparecieron otras copias reales del Libro de los Muertos, todos procedentes de reyes, reinas, príncipes y princesas de la familia de la reina Henuttaui. Además de estos papiros, empezaron a surgir a la luz una serie de preciosas joyas, de manera que Mariette cayó en la cuenta de que alguien había encontrado una tumba real intacta perteneciente a la XXI Dinastía, y que su contenido se estaba poniendo poco a poco a la venta. Mariette se propuso hallar esa tumba antes de que se siguiera vendiendo o destruyendo información, pero murió en 1881, sin haber podido completar su búsqueda. Su sucesor, Gaston Maspero, hizo de este asunto su principal prioridad.

Masperó y la familia Abd El Rassul

Maspero llegó a Luxor el 3 de Abril de 1881, con la determinación de encontrar la tumba. Llevó consigo a un antiguo alumno, Charles Edwin Wilbour, para que le prestase su ayuda. Fue en Luxor, durante su primer invierno en Egipto, que Maspero logró encontrar la tumba.

La pasión de Wilbour era recuperar antigüedades y muchas de sus adquisiciones se hallan hoy en día en el Museo de Brooklyn. Maspero le recomendó que tuviese los oídos bien abiertos, y Wilbour en seguida oyó rumores de que la familia Abd el Rassul estaba saqueando una nueva tumba. Esta familia vivía en Qurnet Murai, el pueblo que se halla junto al Valle de los Reyes. Durante generaciones, sus habitantes se habían dedicado profesionalmente a robar tumbas, y ahora parecía que habían dado con el hallazgo más importante.

Wilbour, un americano hábil, se hizo pasar por un aficionado a las rarezas y dispuesto a pagar hermosas sumas. Pronto dio sus frutos y un tal Ahmed Abd el Rassul aceptó recibirle, en Qurnet

Murai…¡ En una tumba ¡. Una semana más tarde, Wilbour tuvo entre las manos vendas de momia con el nombre de Pinedjem I, por lo que empezó a sospechar que habían dado con la tumba de este. Pero Wilbour estaba bastante equivocado.

Con Maspero en Luxor, la familia Abd el Rassul estaba bastante nerviosa. Sabían que el terrible gobernador de la provincia, Daud Pacha había venido para encontrar la tumba y para llevarse una fortuna en antigüedades, las cuales eran consideradas por toda la gente de Qurnet Murai como su patrimonio. Maspero hizo llamar a Ahmed Abd el Rassul, el cual lo negó todo, pero éste cometió un error; con el dinero obtenido con su tráfico, se hizo construir, una «nueva casa blanca» que llamó la atención de las autoridades. La fortuna se hizo demasiado visible.

Maspero envió a dos de los hermanos Rassul, Ahmed y Hussein, a Quena para que fueran interrogados por Pacha, a quién todos los fellahs temían. Era un interrogador minucioso -uno de los hermanos Rassul cojeó durante el resto de su vida-, pero ninguno de los dos confesó. Por aquél entonces, Maspero tenía que partir hacia Francia, aunque los Rassul sabían que ese no sería el fin de los interrogatorios. Mohamed, el hermano mayor quedó convencido de que la policía no se detendría ahí; aterrorizado y preocupado por las severas represalias, fue a ver al gobernador y le dijo que sabía donde estaba la tumba, la cual contenía cuarenta momias.

El clan Abd el Rassul lo había descubierto muchos años antes, en 1875 y tal vez, incluso en 1870; como precio de su «traición» Mohamed recibió quinientas libras egipcias y fue nombrado «reís» de las excavaciones en Tebas Daud lo comunicó al Museo de Bulaq (el Museo Egipcio de El Cairo aún no se había construido) y Émile Brugsch, el asistente de Maspero, se desplazó inmediatamente a Quena.

Daud Pacha obsequió a Brugsch con tres copias del Libro de los Muertos. Daud había acordado que la familia Abd el Rassul haría una visita más a la tumba antes de revelar su situación y adujo que había hallado los papiros en un segundo registro efectuado en la casa de esa familia. Dos días más tarde, el 6 de Junio de 1881 un calor abrumador reinaba en Luxor; Brugsch fue conducido por los Rassul a través de un camino elevado y tortuoso desde el que se dominaba el Valle de los Reyes.

¡Allí había un pozo de dos metros y medio por diez metros!

El Escondrijo Real de Deir El-Bahari

El camino serpenteaba por el área conocida como Deir El-Bahari. A medida que Brugsch, sus dos asistentes y los Abd el Rassul caminaban, en sus mentes quizás se dibujarían diferentes pensamientos. Los Rassul llorarían por lo que estaban a punto de perder y Brugsch y su grupo sólo podrían hacer que imaginar lo que estaban a punto de descubrir. El camino quedaba delimitado por una serie de afloramientos de roca en forma de chimenea y los Rassul se pararon en la base de uno de ellos. Había allí un pozo de dos metros y medio por diez metros que descendía unos trece metros. Mohamed colocó un tronco de palmera sobre la hendidura y bajó ayudándose de una soga para limpiar la arena que cerraba el paso a la pequeña entrada que había en el fondo. Después fue bajado Brugsch, el cual avanzó de rodillas por el corredor de bajo techo y se metió unos setenta metros en la roca. Objetos antiguos por todas partes: estatuillas funerarias, cofres para canopes , ataúdes. El arqueólogo comprendió que se hallaba en un escondrijo dispuesto por Pinedjem II, que había hecho ampliar una antigua tumba, quizás de la reina Inhapi, esposa del rey Ahmose, primer rey de la XVIII Dinastía.

Brugsch tras haber girado a la derecha, descubrió un nuevo corredor; era largo, estrecho, pero más alto y lleno también de antigüedades; al final del recorrido , estupefacción y maravilla: una cámara de setenta pies cuadrados llena de sarcófagos colosales. El primero que alcanzó a ver fue el enorme sarcófago de Nebseni, un sacerdote de la XXI Dinastía. Al lado había tres sarcófagos más, y más allá de éstos, a la derecha, iniciaba un corredor de más de veinte metros de largo. En el suelo se habían esparcido pequeños ushabti de fayenza azul brillante -estatuillas que representaban a los siervos que habían de servir al difunto en el otro mundo-. Había además tazas de fayenza, vasos, cofres canopes, cestos de frutas, carne de bueyes y hasta de una gacela embalsamados y otras pertenencias que los egipcios creían que necesitarían en el más allá.

El Escondrijo Real de Deir El-Bahari

Al final del corredor había una habitación cuadrada de cinco metros de lado. Brugsch creyó sufrir alucinaciones cuando descifró la identidad de los personajes reunidos en aquél santuario. Allí yacían Taa II Seqenenra de la XVII, Ahmose, su gran y venerada reina Ahmose Nefertari, cuyo sarcófago estaba metido en otro de cuatro metros de altura Amenhotep I, el creador del Valle de los Reyes, , Tutmosis I, Tutmosis II y Tutmosis III, de la XVIII Dinastía, además de los faraones de la XIX Dinastía Ramsés I, su hijo Seti I, y su hijo Ramsés II, Ramsés III…… Era mucho más de lo que Brugsch podía haber esperado.

Al fondo de la tumba había otra habitación, mucho más alta que las demás y de seis metros de largo. Fue aquí en donde finalizó la búsqueda, ya que por fin Brugsch había dado con la familia real de la XXI Dinastía cuyas copias del Libro de los Muertos habían iniciado la aventura. Allí estaban las momias de Pinedjem I y Pinedjem II, de la reina Henuttaui, y de muchos más de esta familia de reyes-sacerdotes.

La época más gloriosa de la historia egipcia resucitaba, las momias de los reyes depositadas en los ataúdes del Valle salían de la nada…. Conmovido, Brugsch escribió esta frase exacta y extraordinaria: «Me hallaba ante mis propios antepasados». Pero enseguida surgió la duda de por qué reyes de diferentes dinastías habían sido enterrados juntos en una misma tumba.

¿Porque se enterraron juntas las momias de diferentes dinastías?

escondrijo-bahari2Como se mencionó en el capítulo anterior, hacia el final de la XX Dinastía el poder del faraón se debilitó y una serie de reyes llamados Ramsés perdieron su dominio sobre el trono. Finalmente, al final de la dinastía, el gran sacerdote de Amón, Herihor, escribió su nombre en un cartucho y se declaró a sí mismo rey. Los descendientes de Herihor, también sacerdotes, continuaron siendo los gobernadores de Tebas y conformaron la XXI Dinastía. Había otra XXI Dinastía que gobernaba desde Tanis en el Delta, y que controlaba el norte. Con la pérdida de poder, al reino se le hizo cada vez más difícil la vigilancia del Valle de los Reyes.

Incluso antes de la XXI Dinastía, algunas de las tumbas reales habían empezado a ser saqueadas. Una inspección realizada en el Valle de los Reyes durante la XXI Dinastía reveló que casi todas las tumbas de los reyes habían sido violadas. Entonces, más que vigilar tumbas aisladas, los cuerpos de los faraones se volvieron a vendar, se etiquetaron, se colocaron en nuevos sarcófagos en los casos en que era necesario y se llevaron a otras tumbas del Valle de los Reyes mucho más seguras. Los graffiti escritos en negro sobre las paredes de las tumbas originales y el hallazgo de vendajes y del sarcófago de los faraones documentan en detalle las fechas y los lugares del tránsito. La combinación de estos datos hizo posible la reconstrucción de todas las medidas que tomaron estos piadosos sacerdotes de la XXI Dinastía para preservar a sus predecesores. Las inscripciones que registran los últimos movimientos se pueden leer al fondo del pozo que conduce a la entrada de la tumba de Deir El-Bahari.

Una de las inscripciones registra que en el vigésimo día del cuarto mes del Invierno, durante el décimo año de reinado del rey, fue enterrado el sumo sacerdote de Amón-Ra, Pinedjem I. Los nombres del comité que enterró a Pinedjem se hallan registrados en una lista que incluye a Nespekeshuty, el alcalde de Tebas, Pediamón, y otros oficiales. Existe documentación disponible que demuestra que se hicieron ya algunos intentos de protección de los cuerpos de los faraones antes de esta dinastía. En el sarcófago de Seti I figura una inscripción de alto sacerdote Herihor en la que consta que él restauró la momia.

El Escondrijo Real de Deir El-BahariLa misma inscripción aparece en el sarcófago de Ramsés II y probablemente también estuvo alguna vez sobre el sarcófago dañado de Ramsés I. Pero no fue Herihor quien colocó estas momias en el escondrijo de Deir El-Bahari. Sabemos, por ejemplo, que las momias de Ramsés I y Ramsés II se salvaguardaron primero en la tumba de Seti mucho antes de que fuesen llevadas a Deir El-Bahari.

A medida que pasaron los años, las momias dañadas de los grandes reyes de Egipto fueron recogidas por los sacerdotes y emplazadas en la tumba alta de Deir El-Bahari. El escondrijo se consideraba suficientemente seguro, ya que incluso el rey-sacerdote Pinedjem II lo eligió como lugar propio de reposo eterno.

Irónicamente, a pesar de su importancia y de su particularidad, la documentación que se registró sobre el gran hallazgo en Deir El-Bahari fue muy pobre. Después de dos horas en la tumba, a Brugsch le dominó una angustia, aquel fabuloso tesoro estaba en peligro. Ante todo había que salir de la tumba; las antorchas podían pegar fuego a los preciosos sarcófagos de madera, y abandonó rápidamente la tumba. Después se trasladaron las momias y enseres a El Cairo.

El escondrijo de Deir El-Bahari proveyó al museo de sus primeras momias reales; parecía que había sido un hallazgo de los que sólo se producen una vez en la vida, pero no fue así. Diecisiete años más tarde se iba a descubrir otro escondrijo de momias reales, esta vez en el mismo Valle de los Reyes……..

Relación de hallazgos más importantes

  • Sarcófago y momia de Taa II Seqenenra.- Faraón de la XVII Dinastía
  • Sarcófago y momia de Rey.- Nodriza de la reina Ahmose Nefertari. (Sarcófago usurpado a la reina Inhapi, tal vez esposa de Ahmose ) XVIII Dinastía
  • Sarcófago y momia de Ahmose.- Faraón de la XVIII Dinastía
  • Sarcófago y momia de Ahmose Nefertari.- Esposa de Ahmose. XVIII Dinastía
  • Sarcófago y momia de Amenhotep I.- Faraón de la XVIII Dinastía
  • Sarcófago y momia de Siamón.- Príncipe, hijo de Ahmose. XVIII Dinastía
  • Sarcófago de Sitamón.- Princesa, hija de Ahmose. XVIII Dinastía
  • Sarcófago de Seniu.- Mayordomo real y escriba. XVIII Dinastía
  • Sarcófago y momia de Pediamón.- XXI Dinastía
  • Sarcófago de Ahmose Henuttemehu.- Princesa, hija de Ahmose. XVII Dinastía
  • Sarcófago y momia de Bakt.- XIX Dinastía
  • Sarcófago y momia de Ahhotep II.- Esposa de Amenhotep I
  • Sarcófago y momia de Thutmosis I.- Faraón de la XVIII Dinastía.
  • Sarcófago y momia de Thutmosis II.- Faraón de la XVIII Dinastía
  • Caja de madera guarnecida de marfil de Hatshepsut.- Reina de la XVIII
  • Dinastía. Rehusado como canope por la reina Makara Moutemhet de la XXI Dinastía. Contenía un corazón
  • Sarcófago y momia de Thutmosis III.- Faraón de la XVIII Dinastía
  • Sarcófago ( fragmento ) de Ramsés I.- Faraón de la XIX Dinastía. Contenía una momia inidentificable
  • Sarcófago y momia de Seti I.- Faraón de la XIX Dinastía
  • Sarcófago y momia de Ramsés II.- Faraón de la XIX Dinastía. Sarcófago usurpado tal vez al rey Horemheb
  • Sarcófago y momia de Ramsés III.- Faraón de la XX Dinastía
  • Sarcófagos ( dos ) y momia de Nezemt.- Esposa de Herihor. XXI Dinastía
  • Tapas ataúdes ( interior y exterior ) y momia de Pinedjem I.- Faraón de la XXI Dinastía. Usurpadas a Thutmosis I
  • Sarcófagos ( dos ) y momia de Pinedjem II.- Sumo Sacerdote de la XXI Dinastía
  • Sarcófagos ( dos ) y momia de Henuttaui.- Esposa de Pinedjem I. XXI Dinastía
  • Sarcófagos ( dos ) y momia de Mahasarte.- Profeta de Amón. XXI Dinastía
  • Sarcófagos ( dos ) y momia de Makara Moutemhet.- Esposa de Pinedjem I. XXI Dinastía
  • Sarcófagos ( dos ) y momia de Asetemakhbit.- Esposa de Menkheperra. XXI Dinastía
  • Sarcófagos ( dos ) y momia de Tauhert.- Esposa de Mahasarte. XXI Dinastía
  • Sarcófago de Nebseni.- Escriba. XVIII Dinastía
  • Sarcófago y momia de Neskhons.- Esposa de Pinedjem I. XXI Dinastía
  • Sarcófagos ( dos ) y momia de Zeptahefankh.- Profeta de Amón-Ra. XXI Dinastía
  • Sarcófagos ( dos ) y momia de Estanebasher.- Princesa, hija de Pinedjem I. XXI Dinastía

Bibliografía

Momias de Egipto. Autor : Bob Brier . Editorial: Edhasa.
Los últimos secretos del Valle de los Reyes. Autor: John Romer. Editorial: Planeta.
Topographical Bibliography of Ancient Egyptian Hieroglyphic Texts, Reliefs, and Paintings. Autores: Berta Porter y Rosalind L.B. Moss. Editorial: Griffith Institute.
Archivos personales.

 

Autor José Antonio A. Sancho

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