Charles Edwin Wilbour
Por José Antonio A. Sancho y Gerardo Jofre
1 septiembre, 2007
Modificación: 4 junio, 2020
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Charles Edwin Wilbour

Little Compton-New Port-Rhode Island (Estados Unidos) 17-03-1833 / París (Francia) 17-12-1896

Hijo de Charles Wilbour (1805-1882) y Sarah Soule (1804-1891)

Charles Edwin Wilbour vio la luz por vez primera en la pequeña población de Little Compton en Rhode Island (EEUU). Por las profundas creencias religiosas de sus padres que pertenecían a la Iglesia Metodista Episcopal, Charles Edwin Wilbour recibiría una educación clásica en la que ya mostraría una especial habilidad para el latín y preferencia por el estudio de las culturas antiguas, hasta que, siendo enviado a la Universidad de Brown en Providence dónde, recibiría una importante formación lingüística en otros idiomas y muy especialmente en griego del que acabaría siendo un gran experto, iniciaría el estudio de otras de esa antigüedad que tanto le habían interesado desde niño. Pero sería la visita a un museo la que hizo que definiese aún más su vocación. En efecto, sería durante un viaje universitario que realizó a la por entonces ya gran colección egipcia donada por el coleccionista Henry Abbot a la Universidad de Chicago cuando Wilbour decidiría fijar sus objetivos en la cultura faraónica.

Desgraciadamente la intransigencia familiar por esa meta y su muy delicado estado de salud, hizo que abandonara sus estudios universitarios e iniciara otros taquigráficos que en 1854 le llevarían a Nueva York como reportero del “Herald Tribune” y a trabajar en una editorial como traductor de diversas obras literarias francesas entre las que cabría destacar “Los Miserables” de Victor Hugo. Posteriormente a la Oficina Electoral Central y por unos estudios de derecho y contables que iniciara en 1859, a la Corte Superior de Justicia y Tribunal de Cuentas de esa ciudad. Ya por entonces Wilbour dedicó gran parte de su tiempo a recorrer diversos museos y bibliotecas con fondos egipcios de Estados Unidos y Canadá en su afán por profundizar en la cultura faraónica, y casado con Charlotte Beebe, una conocida militante feminista norteamericana, además de una apasionada de la Historia, su participación en la resolución judicial de un turbio asesinato que habría de llevar a la cárcel al importante político neoyorquino William M. Tweed, quien se había hecho con importantes cantidades de dinero de la ciudad, tales circunstancias facilitaron su decisión de trasladarse a París y con ello, una ocasión propicia con la que iniciar esos estudios egiptológicos que nunca pudo llegar a realizar. En París ingresó como alumno de lengua y arqueología egipcias en el Collège de France siendo su profesor el egiptólogo francés Gaston C. Ch. Maspero, para más tarde ampliarlos en Berlín con el alemán Heinrich F. K. Brugsch. De ambos se haría gran amigo.

En 1880 Wilbour visitaba por primera vez Egipto, y a pesar de la edad y de las difíciles condiciones de vida que por entonces ofrecía el país a los occidentales, esa primera visita no parece que afectase en lo más mínimo al entusiasmo que llevara así como a sus deseos de aprendizaje. Sin ninguna duda contribuyeron a ello sus amigos Maspero y Brugsch, pues convirtiéndose en sus verdaderos valedores ante la comunidad egiptológica y gubernamental del país, unido a su generosidad y categoría humanas mostradas ante sus colegas (como curiosidad se dice que dio clases de inglés a alguno de ellos), su preparación egiptológica y la laboriosidad de la que hizo gala en sus trabajos, a Wilbour no tardaron en abrirle las puertas de la Egiptología y a reconocerle su valía personal. Y a Egipto se desplazó cada invierno entre 1880 y 1891 desde París dónde tenía fijada su residencia o Nueva York.

En la “Década de Oro” de la arqueología egipcia que se produciría a finales del s. XIX con el hallazgo de importantes restos, la salida al mercado de un sinfín de publicaciones que las dieron a conocer a la sociedad occidental y el impacto que produjo en ella, la avidez que generó por contar con testimonios de aquél pasado en museos y colecciones privadas propiciaron el gran mercadeo que se produjo en la época, y Wilbour, quien práctica y casi exclusivamente se dedicara a acompañar en sus excavaciones a arqueólogos como Maspero o William M. F. Petrie en mero papel de espectador de cuyas peripecias tomaría buena nota en sus escritos, o en el otro de dibujante de cuanto descubrían, terminaron por hacer de él un formidable experto en antigüedades y coleccionista. En 1886 adquirió una “dahabiya”, la “The Seven Hathor’s”, con la que al lado de su familia recorrería de norte a sur el país adquiriendo aquello cuanto pudiera ser de su interés o del de sus representados. Ciertamente Wilbour nunca llegó a ser y considerarse arqueólogo, ni aún siquiera a publicar algo en alguna revista especializada de la época a excepción de cierto trabajo que realizó sobre la época de Thutmose (III), pero en los años que pasó en Egipto visitó gran cantidad de tumbas y templos, asistió a innumerables excavaciones, frecuentó multitud de distribuidores de antigüedades en su afán por conseguir valiosos restos dónde adquiriría gran cantidad de ostraca, escarabajos, una amplia gama de ornamentos funerarios y papiros como por ejemplo el conocido como “Papiro Wilbour”; un documento fiscal de notable importancia fechado en el reinado de Ramsés (V).

Su herencia, una importante colección de antigüedades egipcias y documentos de la época que tocó vivir a Wilbour, así como una extensa biblioteca de más de 2500 volúmenes (alguno procedente de la biblioteca del egiptólogo Karl R. Lepsius), fueron donados por su viuda al Brooklyn Museum de Nueva Cork dónde serían estudiados por Jean Capart, y en memoria suya su hija Theodora fundaría el importantísimo departamento de egiptología que lleva su nombre en el “Oriental Institute” de Chicago.

Wilbour murió el 17 de diciembre de 1896 en París, y sus restos trasladados al panteón familiar de los Wilbour en el “Sakonnet Cemetery” de Little Compton dónde reposan para siempre.

Bibliografía sobre Wilbour

  • Travels in Egypt (December 1880-1891). Letters of Charles Edwin Wilbour), por Jean Capart, 1936
  • L’Egyptologie, por Gaston C. Ch. Maspero, 1915
  • The Brooklyn Museum’s Egyptian Collection, pp. vii-xiii in Ancient Egyptian Art in the Brooklyn Museum, por Richard Fazzini, 1969

 

Autores José Antonio A. Sancho y Gerardo Jofre

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