El jeroglífico M3çT
Dice Gardiner[32] que el lenguaje egipcio está relacionado no sólo con las lenguas semíticas (hebreo, árabe, arameo, acadio, etc.), sino también con las del Este de África (gala, somalí, etc.) y con las lenguas berberiscas del norte de ese continente.
En parecidos términos se expresa Lefebvre[33] al enmarcar la lengua egipcia en la familia camito-semítica; es decir, un primer grupo semítico, un segundo líbico-bereber, un tercero kusítico, y un cuarto egipcio.
En ese sentido ya, Lepsius había clasificado los tres últimos grupos como camíticos y considerados como el producto de la fusión más o menos completa de hablas africanas primitivas y autóctonas con las protosemíticas que penetraron en la parte nororiental de África a finales de los tiempos protohistóricos desde la península arábiga.
Nuestra opinión ya fue expresada hace unos años[34] y no ha variado en absoluto. Estamos, por tanto, de acuerdo con mi querido amigo el profesor Iniesta[35], lingüista por formación académica y africanista riguroso y que sigue a Cheikh Anta Diop[36] en su convencimiento de la negritud egipcia, así como el profesor Martín Bernal[37], incluida la lengua. Y como también expresé suficientemente[38], el Coloquio de la UNESCO[39] ha sido clarificador y zanja, definitivamente, la cuestión.
Ya en ese Coloquio[40], el profesor Obenga expresó que el parentesco entre el egipcio faraónico y las actuales lenguas negras, entre otras el wolof, no es tipológico o casual, sino genético u original. Ya Hjelmslev diferenció el parentesco lingüístico tipológico y el genético, dado que el parentesco lingüístico tipológico se fundamenta en la concordancia estructural de las palabras y de las categorías gramaticales, sin indicar si las lenguas comparadas derivan de un antepasado predialectal común. Como dice Obenga[41]: «de hecho los habitantes neolíticos y predinásticos del valle egipcio y nubio, eran negros… fueron negros quienes levantaron las civilizaciones egipcio-nubias prehistóricas… e históricas». «El Egipto faraónico, tanto por la etnia de sus habitantes como por su lengua, pertenece en su totalidad, desde los balbuceos neolíticos hasta el final de las dinastías indígenas, al pasado humano de los negros de África»[42]. Esta tesis, actualmente apenas discutida, sobre el origen y naturaleza de la civilización egipcia, la inició Diop[43] en 1955. Martín Bernal[44], con su modelo antiguo, la amplía en el área de influencia angla-americana, y Ferrán Iniesta[45] la difunde en España.
Ese «modelo antiguo» era el habitual entre los griegos en los períodos clásico y helenístico, y la cultura griega surgió como resultado de la colonización de egipcios y fenicios que, hacia 1500 a.C. civilizaron a los naturales del país, a los que hicieron multitud de préstamos culturales. Y Vercoutter[46] distingue entre raza y cultura, y dice: «Por su lengua, su escritura, su forma de pensar, la civilización egipcia es indiscutiblemente y ante todo, africana. Incluso si ha tomado elementos culturales a sus vecinos orientales, en el curso de milenios. Respecto a la distinción entre raza y cultura, en la misma línea, Leclant[47].
Sin embargo, para Gardiner[48] y como ya hemos apuntado más arriba: «El lenguaje egipcio está relacionado no sólo con las lenguas semíticas (hebreo, árabe, arameo, acadio), sino también con las del Este de África (gala, somalí, etc.) y con las lenguas berberiscas del Norte de África. Su conexión con los últimos grupos, conocidos como la familia amítica, es una materia verdaderamente espinosa, pero la relación con las lenguas semíticas se puede establecer de manera clara»[49]. Otro tanto Lefebvre que, en el fondo, sigue a Lepsius. También Menu[50] sigue las tesis de Gardiner y Lefebvre, cuando dice: «L’egyptien est una langue chamito-sémitique (ou afro-asiatique). Élaboree dans la vallée du Nil au cours de la préhistoire et de la protohistoire». Y muchos años antes (1910), Wallis Budge[51] seguía el «modelo ario» al decir: «Es muy probable que el sistema de escritura jeroglífica se haya inventado en Egipto, y todo el cúmulo de evidencias parece indicar que tuvo comienzo cuando las tierras egipcias fueron invadidas por ciertas tribus del Noroeste o del centro de Asia; estas tribus se asentaron en el Norte entre el Nilo y el Menfis, y en el Sur en lo que hoy conocemos como Tebas, estableciendo gradualmente su cultura y su religión en los parámetros de su nuevo hogar».
Hoy se sabe con absoluta certeza que esto no fue así, aunque Mokntar[52] guste de considerar Egipto como una absorbente «esponja» cuya consecuencia habría sido un multivario mestizaje[53].
Centrada la cuestión del lenguaje como de origen negro-africano, será quizás más fácil comprender el concepto mágico-religioso y filosófico de M3çt. Ciertamente no parece haberse hecho un estudio científico de M3çt, si exceptuamos el del profesor Assmann, y ello desde un punto de vista exclusivamente filosófico. De modo que M3çt en su función jurídica está todavía por descubrir.
M3çt se representa invariablemente como una mujer que lleva colocada en su cabeza una pluma de avestruz (fig. 27), como en este bajorelieve pintado en la tumba del Horus Menmare (Sethi I), y que actualmente se encuentra en el Museo arqueológico de Florencia, o también está representada simplemente como una pluma. El ideograma determinativo de M3çt es el de una diosa con una pluma en la cabeza:
mientras que el de justicia es:
y que, como se ve, participa en él la pluma. En la psicostasia, y en el momento de la pesada, siempre se coloca en uno de los platillos de la balanza, el corazón del difunto, que era donde radicaba el pensamiento, según la teología menfita[55] en el acto del juicio y, en el otro, la pluma de M3çt (fig. 28), tal y como aparece en este pasaje ilustrado con el juicio de Osiris, del Libro de los Muertos.
El jeroglífico M3çt, como deidad antropomórfica, se representa como una mujer sentada con una pluma en la cabeza, o también solamente una pluma.
Para Gardiner[56] el ideograma de pluma se lee:
«swt», y trasliterado «M3çt»; es decir, «Verdad». Fonéticamente «Sw» (Shu) es el dios del aire, hijo de Aa y esposo de «Tfnt» (Tefnut = la humedad), en la enéada de Heliópolis, y la «verdad» tiene como característica la ligereza de la pluma. La verdad, como la bondad, no pesa. Pesa la mentira y la maldad.
El cap. CXXV del Pap. de Turín comienza con un texto para entrar en la «Sala de la Verdad y Justicia» y para separar a la persona de las infracciones cometidas «<pecados») y poder ver el rostro de los dioses. Su primera línea vertical expresa: «Para decidirse: Homenaje a vosotros, Señores de la verdad y de la Justicia. Homenaje a ti, dios grande, Señor de la Verdad y de la Justicia. Yo he venido a ti, mi señor. Yo mismo he venido para contemplar tus glorias. Yo te conozco, conozco tu nombre y…» (sigue la línea vertical siguiente). Era, por tanto, necesario que el difunto hiciese una relación «negativa» de sus pecados: «no cometí iniquidad» «puse al mentiroso cabeza abajo», etc. (cap. 125 del «Libro de los muertos»).
De modo que «M3çt» acaba siendo la esencia de la justicia, o principio primero o fundamental de la misma, por su propia esencia. Los dioses la necesitan y ella es necesaria para los humanos. Es, por tanto, una mezcla absoluta de la ética (hacer el bien y no el mal) espiritual y primicia del comportamiento social -«ser entre los otros»- del egipcio. Y, naturalmente, es la «idea justiciera» que se transmitirá a la cultura griega, romana y, en definitiva, a la mediterránea u occidental.
Por otro lado el «tjaty» (Jati) como «alter ego» del Horus, y el máximo representante de la administración de justicia, portaba un amuleto de «M3çt» sobre su pecho, colgado de su cuello.
[32] GARDINER, A. H.: Gramática egipcia. Lepsius. Valencia, 1995.
[33] LEFEBVRE, G.: Grammaire de I’Égyptien classique. IFAO. Le Caire, 1955.
[34] ALONSO y RoYANo, F.: Instituciones familiares en el Egipto faraónico (Tesis doctoral. UNED. Madrid, 1994). Vid. también El derecho de familia en el Egipto faraónico. Edit. Lepsius. Valencia, 1995 y E.U.A., Bilbao, 1996.
[35] INIESTA, F.: Antiguo Egipto. La nación negra. Sendai. Barcelona, 1989.
[36] Nos limitaremos a citar de ese autor «Nations Negres et Culture». Présence Africaine. París, 1955.
[37] BERNAL, M.: «Black Athena. The afroasiatic roots of classical civilitation». Free Association Books. London, 1987 (Hay edición en castellano de 1993).
[38] Vid. nota 28.
[39] El Cairo, 1974.
[40] VERCOUTTER, J.; BLANc, N.; OBENGA, TH.; LECLANT, J.: Le peuplement de l’Egypte ancienne et le déchiffrement de I’écriture méroitique. UNESCO. París, 1978 (Hay edición española de 1983).
[41] OBENGA, Th.: L’Áfrique dans l’Antiquité: Égypte pharaonique, Áfrique naire. Présence Africaine. París, 1973 (pág. 102).
[42] Vid. pág. 445 del texto de la nota anterior.
[43] CHEIK ANTA DIOP: «Nations Negres et Culture: de l’Antiquité négro-égyptienne aux problé- mes culturels de l’Afrique noire d’aujourd’hui. Présence Africaine. París, 1955 (Págs. 54/58; 107/111; 171/175).
[44] MARTíN BERNAL: «Black Athena. The afroasiatic…». Vid. nota 31.
[45] Vid. nota 29.
[46] VERCOUTTER, J.: «Le peuplement…». Vid. nota 34.
[47] «Le peuplement…». Coloquio de la UNESCO. Informe de los debates (pág. 92). Vid. supra notas 33 y 34.
[48] HENDERSON GARDINER, A.: «Egyptian Grammar being an Introduction to the Study of Hiero- glups. Oxford, 1950 (ed. Revisada). Hay edición en español.
[49] Un «estado de la cuestión» fue tratado por Lefebvre en «Sur !’origine de la langue «égytien»
(CE, junio 1936) pero, naturalmente, 40 años después se ha llegado a las conclusiones citadas en el Coloquio de la UNESCO. y sigue así en su «Garmmaire de I’égyptien classique»,
[50] MENu, B.: «Petite grammaire de I’égyptien hieroglyphique a I’usage des bébutants». Geuthner. París, 1989.
[51] WALUS BUDGE, E.A.: «Jeroglíficos egipcios». Ed. Humanitas. Barcelona, 1988.
[52] MOKHTAR, G.: Investigador árabo-egipcio y director y autor de la Introducción al Vol. II de la «Historire Genérale de l’Afrique», editado por la UNESCO en París en 1980, como consecuencia del Coloquio de El Cairo, en 1974, y cuyo primer capítulo de la historia antigua lo escribió el profesor Cheikh Anta Diop. En síntesis, y siguiendo el Informe de los debates habidos en el Coloquio sobre el poblamiento del antiguo Egipto, para Gordon Jaquet: «la hipótesis sobre la existencia de importantes migraciones entre el Valle del Nilo y la Mesopotamia en la época predinástica y a principios del período dinástico está contrarrestada por la total ausencia de intercambios de pala- bras prestadas entre las antiguas lenguas de Egipto y Sumer». En el mismo sentido se manifiesta Holthoer. Pero en el período de los hicsos, y más tarde, se produjeron importantes movimientos de población que dejaron términos tomados del semita. En líneas generales, Leclant estaba de acuerdo.
[53] Vid. ut supra nota 28.
[54] Para Wallis Budge sería:
y se traduce como «verdad», «justicia», «rectitud», según la traducción del cap. CXXV del «Libro de los Muertos» de una copia de la XVIII dinastía.
[55] En K. SETHE: Dramatische Texte zur altagyptischen Mysterien-spielen (Untersuch., X <1928>, pág. 59 Y sgtes., se puede leer: «Es (el corazón) el que hace que se produzcan todos los (conceptos) perfectos, y la lengua es la que pronuncia lo que el corazón piensa».
[56] HENDERSON GARDINER, H.: Gramática egipcia. Tomo 11, pág. 51. Ed. Lepsius, s.l. Valencia, 1995.