Viaje al “más allá”
Por la importancia que le asignaban los egipcios al alma, una vez concluido el proceso de momificación se procedía a ejecutar ritos funerarios muy precisos.
El cuerpo embalsamado se colocaba en sarcófagos encajados unos dentro de otros y el viaje a la tumba se realizaba con un cortejo a bordo de una barca con fines fúnebres (Foto 24), en la cual se cruzaba el Nilo para dirigirse al lugar del enterramiento, en la orilla occidental del río. Según los egipcios, en esa ubicación se encontraba el reino de los muertos porque allí se ponía el sol. (Foto 25)
En la embarcación se colocaban los objetos que el difunto necesitaría en el “más allá”. Los más ricos llevaban muebles, vajillas, joyas, armas y comida. Juntos con todos estos objetos iban los llamados “Ushabtis”, que eran estatuillas que tenían la función de servir al fallecido en su otra vida. Los más valiosos estaban hechos de lapislázuli, pero los había también de madera o piedra. Muchos de ellos eran figuras masculinas con un arado y un saco en la espalda. En la parte delantera llevaban un capítulo del Libro de los Muertos. (Foto 26) Existen tumbas en las que se han encontrado hasta 365 ushabtis, cada uno de los cuales corresponde a un día del año. Se describe que en las tumbas de los faraones pueden encontrarse cantidades superiores de ushabtis. (Foto 27) Dentro de los ritos funerarios más divulgados se encuentra el de la “Apertura de la Boca”, que se celebraba justo antes del entierro. Su objetivo era que la momia recuperara sus sentidos. En ese momento el sacerdote vestido con una piel de leopardo, se ubica delante de la momia en la puerta de la tumba y realiza el rito. (Foto 28)
Anubis era el guardián de la necrópolis en el Egipto Antiguo y debía encontrarse en el momento de la momificación. (Foto 29) Es por eso que los sacerdotes al realizar los rituales del proceso de embalsamamiento se colocan una máscara de chacal, para adoptar el papel de Anubis. Para ser reconocido en la otra vida, encima de las vendas del cuerpo momificado se colocaba una máscara con un retrato idealizado. Las máscaras de los faraones estaban hechas de oro y lapislázuli. Según el mito, la carne de los dioses era de oro, su cabello de lapislázuli y sus huesos de plata, material muy escaso en Egipto.
El difunto también debía responder preguntas al tribunal de Osiris. Este rito se considera el juicio final, el cual se celebraba en la Sala de las dos verdades. En ella se definía si el difunto estaba preparado para cruzar el mundo subterráneo lleno de peligros y lograr su llegada al paraíso.
En este ritual Anubis pesa el corazón del difunto para comprobar el peso causado por los pecados cometidos. Si era más ligero que la pluma de la verdad, la persona viviría eternamente. Si no arrojaban el corazón al monstruo Ammit, considerado el Devorador de los Muertos. Es por eso que asociado con el proceso de momificación y sus rituales aparece en muchos documentos una imagen donde se expone la escena del juicio final.