Un experto en augurios en una Carta de El Amarna (EA 35)
Por Graciela Gestoso Singer
6 octubre, 2021
Diosa con aspecto de buitre. Templo de Kom Ombo. Foto: Susana Alegre
Modificación: 30 mayo, 2022
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Introducción

Un presagio es un fenómeno que sirve para predecir el futuro. En la antigua Roma se los denominaba augurios, ya que eran interpretados por los augures. La interpretación de presagios o augurios es una forma de adivinación. Sin embargo, los presagios deben ser diferenciados de los augurios, no sólo por la etimología de sus nombres, sino también por sus orígenes e intérpretes. Los presagios pueden ser interpretados por cualquier persona según su deseo y son producto de la casualidad; por ejemplo, las señales del cielo (i.e. un rayo o un relámpago), vuelos de aves (i.e. buitres, halcones, cuervos, lechuzas, cigüeñas o águilas), y actitudes y movimientos de animales (i.e. pollos, perros, gatos, o cocodrilos) o personas (i.e. estornudos, entumecimientos, palpitaciones, voces, zumbidos o caídas). En cambio, los augurios son buscados, derivados de las reglas y prácticas augurales, e interpretados por expertos; como por ejemplo la interpretación del vuelo de determinadas aves, el análisis de las vísceras de animales, la lectura de platos con agua y aceite, o el movimiento de la flama de una vela o la dirección del humo del incienso.

Buitre egipcio

La Mano de Nergal en Alashiya

Probablemente, Nergal es mencionado en la EA 35,[1] una carta enviada por el gobernante de Alashiya (Chipre) al faraón. Los asuntos de la carta se refieren a: a) una epidemia –“la mano de Nergal”- que aflige al país; b) el intercambio de cobre y madera (de Chipre) por plata, aceite dulce y un experto en augurios del vuelo de buitres (de Egipto), y c) el envío de mensajeros entre ambas cortes. Según esta carta, el gobernante de Alashiya envió al faraón una cantidad muy reducida de cobre, debido a la falta de mineros, a causa de la epidemia que azotaba a su país: “Te he enviado quinientos (talentos o lingotes) de cobre. Los he enviado como regalos de salutación para mi hermano. Mi hermano, el hecho que la suma de cobre es reducida, no debe ser ofensivo para tu corazón, ya que la mano de Nergal,[2] mi Señor, está en mi tierra. Él ha asesinado a todos los hombres de mi tierra, y no hay un sólo trabajador en las minas de cobre”.[3] Es incierta la lectura -en EA 35, 13- del nombre de Nergal, Reshep/Rasap/Resef o de un dios chipriota de la pestilencia (probablemente Reshep-Mikal).[4]

Carta de El Amarna EA35 (BM29788). Fuente fotográfica: https://www.britishmuseum.org/collection/object/W_1888-1013-37

De acuerdo con esta carta, Nergal ha matado a muchos de sus súbditos y por este motivo se afirma que no queda ni un sólo hombre para trabajar en las minas de cobre. Nergal era el dios asirio de la muerte y del mundo del más allá. Se deduce de esta carta que las personas estaban muriendo de una enfermedad no especificada, tal vez la peste u otra epidemia.[5] La “mano de … (+ el nombre de un dios o dioses)” es una expresión usada para describir el poder y la acción de un dios, en general para castigar a la gente, a un rey o a un reino. Además, durante el Período Babilónico Antiguo, los textos de encantamientos mencionan la “mano de un dios”, “un demonio”, “un fantasma” y la “lengua de un humano” (generalmente una bruja), como los agentes que actúan contra un hombre o personas enfrentando una enfermedad.[6] Se ha sugerido que la referencia en esta carta a una epidemia podría indicar que ésta fue enviada a fines del reinado de Akenatón.[7]

Foto 7 - Busto de Akenatón, faraón monoteísta y padre de TutankamónRepresentación colosal del faraón Akenaton. Museo de Luxor. Foto: Archivo documental AE. 

El gobernante de Alashiya solicitó a cambio plata (en bruto) en grandes cantidades, como pre-pagos para futuros envíos de cobre: ​​“Tú eres mi hermano, entonces, ¡Envíame plata en grandes cantidades! Mi hermano, envíame plata pura (en bruto). Luego, por mi parte, te enviaré, mi hermano, todo lo que requieras”.[8] Sin embargo, de acuerdo a los lazos de hermandad y amistad entre grandes reyes, el gobernante de Alashiya solicitó también “regalos de salutación”: “Además, mi hermano, envíame el buey (o la estatuilla de un buey) que mi mensajero ha solicitado; dos recipientes kukkubu de aceite dulce, y un experto en augurios de buitre (un adivino egipcio).”[9] En esta carta, el experto en augurios egipcio es solicitado junto a un buey (o una estatuilla de un buey) y dos recipientes de aceites aromáticos; todos bienes de prestigio, entregados como “regalos de salutación”. Si la lectura de Rainey es “estatuilla de un buey” y no el animal mismo, podríamos estar frente a algún ritual en el que fueron utilizadas este tipo de estatuillas para combatir una epidemia. Por ejemplo, según los textos heteos, en el “ritual de Dandanku” (CTH 425. 2) se emplea a un burro, o en el caso de una persona pobre se usaba una estatuilla de arcilla con la forma de este animal, para erradicar la enfermedad de una ciudad y expandirla hacia el territorio enemigo.[10] En cuanto a los dos recipientes, conocidos como del tipo kukkubu, habrían contenido “el mejor aceite” o “aceite dulce”, probablemente muy refinado y aromático, usado para uso personal o en ciertos rituales.[11] La mención del pedido al faraón de un experto egipcio en augurios a través de la interpretación del vuelo de buitres es muy singular, aunque no una excepción. Dentro de la categoría de los augurios, se encuentran los “auspicios”, es decir la interpretación del vuelo de las aves. En el antiguo Egipto, los buitres han sido símbolos de protección ante las fuerzas del mal. Estas aves se caracterizan por su visión, velocidad e inteligencia. Debido a sus cualidades y predominante color blanco fueron venerados como símbolos de pureza y protección. Las características generales de estas aves (en su estado adulto) son las siguientes: la cabeza y patas son de color amarillo, el cuerpo, sus alas y cola son predominantemente blancos, aunque sus alas poseen manchas de color gris o negro en los extremos. El color de estas aves es diferente para cada edad. En esta Carta de El Amarna (EA 35) se hace referencia al buitre egipcio. En Egipto, el buitre fue el animal consagrado a Mut, la diosa de la naturaleza y la maternidad. Además, el buitre es un ideograma jeroglífico, cuya pronunciación equivale a mut, “madre”. Asimismo, Nejbet, la diosa protectora de la realeza del Alto Egipto, en los nacimientos y en las guerras, aparece frecuentemente representada como un buitre y portando la corona blanca. Representado en reposo y de perfil, el buitre es el signo jeroglífico 3 (G1) que corresponde a la letra A.[12] Si bien, con frecuencia, se lo ha confundido con el Buteo ferox (eg. tyw) (G4), un ave de color marrón, cabeza redonda, patas largas y pecho pronunciado, creemos que en este caso la carta, que  registra la expresión acadia erû,[13] hace referencia al Neophron percnopterus (eg. 3) (G1), el típico buitre egipcio, que durante el invierno migraba desde Europa hacia Africa Sub-sahariana.[14]

Finalmente, en esta carta, el discurso se torna más económicamente motivado, ya que solicita un pago en plata por previos envíos de madera, aún no pagos: “Mi hermano, los hombres de mi país están hablando de la madera, que ellos han enviado al rey de la tierra de Egipto; por este motivo, mi hermano, [dáme] el pago debido”.[15] La restitución de las pertenencias (bienes y/o metal) de los mensajeros es mencionada también en la carta: “Ésta es la situación: un hombre de la tierra de A[lashiya] ha muerto en la tierra de Egipto, y [sus] cosas (pertenencias y/o plata) están en tu país, aunque su hijo y su esposa están conmigo. Así que, mi hermano, toma las cosas (pertenencias y/o plata) de los hombres de Alashiya y entrégalas, mi hermano, a mi mensajero”.[16] Los mensajeros viajaban con sus pertenencias y metal (especialmente fragmentos de cobre y plata) para sus gastos de viaje y transacciones económicas. Tal vez, el hombre de Alashiya, que había muerto en Egipto, fue víctima de una epidemia. A veces, los mensajeros fueron retrasados ​​o detenidos en otras cortes por varias razones. En este caso, la epidemia pudo haber causado la demora de un mensajero egipcio en Chipre durante tres años: “Mi hermano, no te preocupes al saber que tu mensajero ha permanecido tres años en mi país, porque la mano de Nergal está en mi tierra, y en mi propia casa había una joven esposa que, ahora, mi hermano, está muerta”.[17] Su esposa y probablemente un hijo o un niño murieron a causa de la epidemia (“la mano de Nergal”), que afectó no sólo a los mineros, sino también a su propia familia. Una vez más -en EA 35: 37- es incierta la lectura del nombre del dios Nergal, Reshep o un dios chipriota de la pestilencia.[18] Helck[19] conecta esta epidemia desatada en Alashiya con un brote de “peste” más extendida, que él cree comenzó en Egipto al final del gobierno de Akenatón y alcanzó a los heteos durante la guerra contra Egipto, ante el asesinato de Zannanza, quien fue enviado a casarse con la viuda de Tutankamón. La epidemia fatal pudo haberse extendido por las principales rutas y haber durado, al menos, veinte años. La situación habría sido crítica debido a una epidemia fatal que azotaba la región y afectaba la explotación de las minas de cobre y, en consecuencia, a la economía regional y a los intercambios inter-estatales.

Textos contemporáneos confirman la existencia de una epidemia fatal que azotaba otras regiones del Levante durante la época de El Amarna. Una pestilencia, una epidemia, la peste, la plaga, o la expresión metafórica de la “mano de Nergal” son mencionadas en las Cartas de El Amarna, los Papiros Médicos egipcios, los textos Ugaríticos, las Plegarias Heteas y los Rituales Heteos. Según estos textos, epidemias habían afectado en diferentes períodos a varias regiones, tales como Sumur, Tiro, Biblos, Megiddo, Alashiya (Chipre), Egipto y la tierra de Hatti.[20] Dada la magnitud de esta epidemia, es muy posible que la muerte repentina de varios miembros de la familia real egipcia pudiera estar relacionada con la peste (probablemente la peste bubónica) y otras enfermedades (como la malaria). Hallazgos arqueológicos recientes evidencian que la peste bubónica habría afectado a los habitantes de la Aldea de trabajadores en El Amarna. Si bien la mayoría de los investigadores consideran a Asia central como el lugar de origen de la epidemia, nuevos estudios sugieren que la peste bubónica pudo haberse originado en el antiguo Egipto.[21] La peste pudo haber sido interpretada como un castigo enviado por los antiguos dioses ignorados por Akenatón y en consecuencia pudo haber llevado al fin del culto de Atón y el abandono de la nueva capital.

Conclusiones

 El envío de especialistas (tales como médicos, artesanos, adivinos y expertos en augurios)[22] y de estatuas de dioses (tales como Amón y Shimige) y diosas (tales como Shaushka/Ishtar) entre cortes de grandes reyes fue un recurso conocido en el Cercano Oriente antiguo.[23] Estas estatuas fueron símbolos de vida, fertilidad, curación, prosperidad, cambio y alianzas. Asimismo, se puede afirmar que hay elementos culturales comunes y distintivos que se visualizan en el culto de diversas diosas (tales como Sekhmet) y dioses (tales como Nergal, Reshep y Shed) relacionados con la pestilencia durante la época de El Amarna. En el Levante, Nergal y Reshep fueron dioses de la muerte, la pestilencia, la plaga, la enfermedad y la guerra. En Egipto, la plaga fue asociada con Sekhmet, la diosa de la enfermedad, curación, venganza, odio y guerra. Sabemos que más de setecientas estatuas de grano-diorita (de cerca de una tonelada de peso cada una) de la diosa Sekhmet, representada con cabeza de leona, fueron erigidas alguna vez en el templo funerario de Amenofis III en Kom el-Hetan en la ribera occidental de Tebas y en el Templo de Mut en Karnak en la orilla oriental de Tebas.[24] Los últimos días del reinado de Akenatón, fueron testigos de la importancia del culto popular del dios Shed, el “Salvador”, a quien fueron dedicadas plegarias y estelas.

Vista del templo de Mut en Karnak. Foto: Susana Alegre García 

En la antigüedad, hombres y mujeres, ricos y pobres, miembros de las élites y del resto de la población; en definitiva, todos fueron afectados por las catástrofes. Las plagas y las epidemias no respetaban a ninguna persona. La mano de un dios (tales como Nergal o Reshep) o el deseo de una diosa vengativa (como Sekhmet) y sus mensajeros portadores de plagas y peste (como los demonios o los extranjeros), trajeron enfermedades, fuerzas malignas y muerte a la humanidad. Una mano activa y poderosa, y la palabra pronunciada por una deidad podían provocar una enfermedad maligna. A fin de hacer frente a enfermedades y catástrofes, especialistas y estatuas de dioses se movilizaron entre las grandes cortes de la época, aunque seguramente los rituales practicados serían destinados al privilegio de sólo de unos pocos.

 

Notas: 

[1] W.L. Moran, The Amarna Letters, Baltimore, 1992, pp. 107-109. Véase G. Gestoso Singer, Beyond Amarna: The Hand of Nergal and the Plague in the Levant, UF 48 (2017) pp.223-247.
[2] En los textos acadios de Ugarit, la misma grafía es usada para designar al dios Reshep, asociado con el dios Nergal/Erra (W. Van Soldt, Studies in the Akkadian of Ugarit. Dating and Grammar, Alter Orient und Altes Testament 40, Neukirchen-Vluyn, 1991, p. 30).
[3] EA 35: 10-15; A. Rainey, The El-Amarna Correspondence. A New Edition of the Cuneiform Letters from the Site of El-Amarna based on Collations of all Extant Tablets, Handbuch der Orientalistik 110, Leiden y Boston, 2015, p. 341.
[4] Moran, 1992, p. 108, n. 3; Rainey, 2015, p. 340. Según Teixidor, en Kitión (Chipre), el dios Reshep-Mikal emplea un epíteto interpretado como “flecha”, ya que éste hería a sus víctimas con flechas, como lo hacía el Apolo Homérico (J. Teixidor, The Phoenician Inscriptions of the Cesnola Collection, Metropolitan Museum Journal 11 (1976) 65). En los textos médicos egipcios (tales como los Papiros Smith y Ebers), los síntomas padecidos por pacientes que sufrían de una enfermedad similar a la peste bubónica, fueron descriptos como puntadas provocadas por el impacto de una flecha y atribuidos a un agente externo (probablemente un demonio, una diosa vengativa, o los h3tyw, los “portadores de la enfermedad”) (D. Sass 2014, Slaughterers, Knife-Bearers and Plague-Bringers, Sydney, 2014, pp. 72; 74).
[5] H. Georgiou, Relations between Cyprus and the Near East in the Middle and Late Bronze Age, Levant 11 (1979) 96.
[6] Un encantamiento es un conjuro o hechizo creado con palabras. Véase Y. Sefati y J. Klein, The Role of Women in Mesopotamian Witchcraft, en  S. Parpola y R.M. Whiting (eds.), Sex and Gender in the Ancient Near East. Proceedings of the 47th Rencontre Assyriologique Internationale, Helsinki, July 2-6, 2001, The Neo-Assyrian Text Corpus Project II, Helsinki, 2002, p. 573.
[7] L. Helbing, Alashia Problems, Studies in Mediterranean Archaeology 57, Göteborg, 1979, pp. 14-16; A. Rainey y R.S. Notley, The Sacred Bridge, Carta’s Atlas of the Biblical World, Jerusalén, 2006, p. 80.
[8] EA 35: 19-22; Rainey, 2015, p. 341.
[9] EA 35: 23-26.
[10]KUB II 7 iii 11-18, en J.C. Moyer, Hittite and Israelite Cultic Practices: A Selected Comparison, en W.W. Hallo, J.C. Moyer y L.G. Perdue, Scripture in Context. II. More Essays on the Comparative Method, Winona Lake, 1983, p. 34. Véase O.R. Gurney, Some Aspects of Hittite Religion, Oxford, 1977, p. 49; Gestoso Singer, 2017.
[11]Para la traducción: “del mejor aceite”, véase Rainey, 2015, p. 343; y para “aceite dulce”, véase Moran, 1992, p. 107.
[12] R. Faulkner, A Concise Dictionary of Middle Egyptian, Oxford, 1991, p. 1.
[13] Moran, 1992, p. 109, n. 6. Véase G. McEwan, A Seleucid Augural Request, ZA 70 (1980) 62.
[14]A. Gardiner, Egyptian Grammar, Oxford y Londres, 1973, p. 467.
[15] EA 35: 27-29; Rainey, 2015, p. 343.
[16] EA 35: 30-34; Rainey, 2015, p. 343.
[17] EA 35: 35-39; Rainey, 2015, p. 343.
[18] Moran, 1992, p. 108, n. 3; Rainey, 2015, p. 342.
[19] W. Helck, Die Beziehungen Ägyptens zu Vorderasian im 3. Und 2. Jahrtausend v. Chr., Wiesbaden, 1962, pp. 186-187.
[20] Gestoso Singer, 2017.
[21] E. Panagiotakopulu, Pharaonic Egypt in the origin of plague, Journal of Biogeography 31/2 (2004) 269-275.
[22] Por ejemplo, en una carta de El Amarna (EA 49), el rey Niqmadu II de Ugarit solicita al faraón el envío de un médico, aparentemente porque no contaban con un especialista en su corte (Ugaritica III, pp. 164-168; Moran, 1992, pp. 120-121; S. Caramello, Physicians on the Move! The Role of Medicine in the Late Bronze Age International Gift Exchange, en B. Horejs et. al, Proceedings of the 10th International Congress on the Archaeology of the Ancient Near East 25–29 April 2016, Vienna, Wiesbaden, 2018, p. 278).
[23] G. Gestoso Singer, Shaushka, the Traveling Goddess, Trabajos de Egiptología 7 (2016) 54-56.
[24] A. Kozloff, Bubonic Plague in the Reign of Amenhotep III? Kemet 17/3 (2006) 36-46; Amenhotep III. Egypts Radiant Pharaoh, Nueva York, 2012, pp. 112; 138.

 

 

 

Por Graciela Gestoso Singer

 

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