El director del viejo Museo Egipcio de la plaza Tahrir, el Dr. Ali Abdel-Halim, ha confirmado en declaraciones a la prensa egipcia que la momia de Tutankhamón no será trasladada al Grand Egyptian Museum, donde se pretende exponer el conjunto del ajuar funerario con el que fue enterrado el faraón. La momia real seguirá en su tumba en el Valle de los Reyes.

Desde que Tutankhamón encontrara sepultura hace unos 3300 años, no ha sido trasladado fuera del Valle de los Reyes. Durante décadas, tras el descubrimiento de la tumba en 1922,  sus restos continuaron  en la cámara funeraria, dentro del sarcófago de cuarcita tapado por un cristal que dejaba sutilmente ver un ataúd de madera chapado en oro que contenía los restos del faraón. Lejos, por tanto, de la visión directa de los turistas que accedían a la tumba. Esta localización realmente debía ser dañina para la momia, ya que no había nada que la protegiera de cambios de humedad y temperatura, y además permitía el ataque de hongos o insectos.

Fue en 2007, con la excusa de preservar mejor la momia, cuando se decidió trasladar el cuerpo del rey a una vitrina de cristal, preparada para su preservación y situada en la antecámara de la tumba. El cuerpo maltrecho del monarca se cubría con un pudoroso lino que solo deja ver su cabeza y pies. Parece que de este modo la momia estaría en mejores condiciones de exposición y, a la vez, no poco importante, la visualización directa del milenario gobernante podría ser un atractivo más sugestivo para el turismo que accede a la tumba. Ahora los turistas podían gozar de la experiencia de bajar por el breve pasadizo y toparse súbitamente con Tutankhamón.

Desgraciadamente quienes hemos visitado la tumba en muchas ocasiones hemos tenido que observar que no todos los visitantes son respetuosos. Algunos sí, muchos… pero cada vez es lo menos común. Parece que la moda de los selfis ha desencadenado verdaderas sesiones fotográficas de quienes desean aparecer en sus redes sociales junto al cuerpo de un rey milenario del que muchos no recordarán ni el nombre, poses y más poses mirando a cámara, muchas veces haciendo gestos irrespetuosos y hasta obscenos, y todo ello permitido por los vigilantes de la tumba que suelen distraer su atención tras cobrar una módica propina. La toma de esas fotografías obstruye la visión de los demás visitantes y genera tensiones, a veces pueden ser intensas. También en ocasiones llegan a estallar riñas por lo que algunos turistas ven que hacen otros turistas. Los vigilantes… vete a saber.

La vitrina donde se expone a Tutankhamón está protegida por una pequeña valla que muchos visitantes saltan; de hecho, algunos vigilantes ayudan a que la gente salte y también facilitan la iluminación con las linternas de sus propios móviles para que la imagen, que nunca debería haber sido posible, salga mejor. He llegado a ver a una chica subida sobre la vitrina haciendo gestos lascivos mientras sus amigas grababan vídeos, y mientras los demás visitantes protestábamos y nos indignábamos. La momia del rey balanceándose… Y sí, seguro que consiguió con tan estúpida actitud miles de estúpidos likes. ¿Algún vigilante serio que no permita esto? Pues sí, también los hay, pero son los menos y se les ve muy poco.

Quizá reconforta pensar que Tutankhamón seguirá allí donde fue enterrado. Que el lugar en el que debía reposar para siempre seguirá siendo su morada eterna. Que estará donde Howard Carter quiso que se quedara. Pero también es cierto que algo se revuelve en el alma cuando has visto tantas actitudes irreverentes y frívolas, que además ponen en peligro los restos de Tutankhamón… sin que nadie mueva un dedo. Supongo que son signos de nuestros tiempos… Menudos tiempos. Así que espero que si Tutankhamón ha de seguir en su tumba, lo que me agrada, se tomen medidas adecuadas y efectivas. No puede seguir así.

Por Susana Alegre García