Todo para viajar a Egipto
Por Amigos de la Egiptología
19 febrero, 2004
Modificación: 13 marzo, 2023
Visitas: 242.373

Egipto actual. Entre el pasado y el futuro

Introducción: Egipto en el periodo de entreguerras y Segunda Guerra Mundial

Antes de poder abordar el estudio de la evolución histórica de Egipto desde el fin de la Segunda Guerra Mundial hasta nuestros días, hemos de esbozar una pequeña introducción que explique los momentos anteriores a 1945.

La entrada de Turquía en la Primera Guerra Mundial y sus maniobras para influir en sus súbditos en contra de los aliados, va a decidir a Gran Bretaña a asegurarse su dominio sobre Egipto en diciembre de 1914, proclamando unilateralmente un protectorado de derecho y legitimando así su ocupación militar anterior; al trono de Egipto sube Husain Kamil (1914-1917).

El nacionalismo egipcio (encabezado por Saad Zaglul) comienza a reclamar a Gran Bretaña su escisión del Imperio, su independencia. El Wafd, partido nacionalista, se funda hacia 1918, organizando campañas de insurrección contra Inglaterra buscando la autodeterminación. Estos movimientos son duramente reprimidos. Fracasada la vía de la independencia mediante acuerdos, Gran Bretaña proclama unilateralmente la independencia en febrero de 1922, con algunas cláusulas que se reservaba el Imperio Británico. El jedive Fuad I, que sucede a Husain Kamil en 1917, se proclama primer rey de Egipto. Se trata de un reinado tenso, entre las ambiciones nacionalistas por hacerse con todo el poder y Gran Bretaña, que busca restringir su papel. En abril de 1923 el rey otorga una constitución en la que se dan grandes poderes al soberano (derecho de veto, capacidad de disolución de las dos Cámaras, alta, muy conservadora, y baja, muy restringida). Las primeras elecciones (enero de 1924) reflejan bien la tensión entre elWafd, vencedor electoral, y la Corona. Saad Zaglul es nombrado Primer Ministro. Su gobierno, dada la gran tensión con los británicos, no llega a acabar ese mismo año. En junio de 1928 el rey deroga la Constitución para negociar con los británicos las relaciones entre ambos países. El soberano promulga una nueva Constitución en octubre de 1930, reduciendo aún más el número de senadores electos y restringiendo mucho más el sufragio. Las nuevas tensiones hacen que en 1935 se restablezca la Constitución de 1923, dando el poder de nuevo al Wafd, ahora dirigido por Mustafa Nahas. Éste, en 1936, ya bajo el reinado de Faruk, hijo y sucesor de Fuad I, negocia definitivamente con los británicos y sienta las bases de una relación estable con los éstos, con algunas cláusulas favorables a éstos en caso de guerra y estrategia (de especial significación e importancia es el tema de Suez). Así, ya independiente, Egipto entra en la Sociedad de Naciones en 1937.

En el terreno socioeconómico, Egipto cuenta en 1922 con 13 millones de habitantes, que serán 16 en 1939. Las tierras cultivadas permanecen estacionarias y concentradas en escasas manos (un 1 % de la población posee el 40 % de la tierra), imperando el minifundio, que apenas permite el autoabastecimiento de las familias; comienza un importante proceso de éxodo rural. El capital financiero se halla concentrado en manos extranjeras. La propia dinámica parlamentaria hace que poco a poco vayan diversificándose los partidos políticos (surgen el Bloque Nacional, Partido de la Unión, etc.). En 1928 se funda un grupo de ideario religioso islámico que cuestiona la estructura del Estado egipcio según el modelo occidental, la Asociación de los Hermanos Musulmanes, convirtiéndose en un elemento del juego político egipcio.

La Segunda Guerra Mundial, tal como se contemplaba en las negociaciones con Gran Bretaña en 1936, lleva el conflicto a Egipto. Durante las primeras fases del conflicto Egipto permanece neutral, si bien rompió sus relaciones con los países del Eje. Los alemanes restringieron sus acciones a bombardeos de Alejandría, El Cairo y Suez a finales de 1941, hasta la célebre batalla de El-Alamein (verano de 1942), importante victoria británica que supuso el inicio del repliegue alemán en el Sahara [1]. En 1943 se dio la Conferencia de El Cairo (EE. UU., China [luego sustituida por Turquía] e Inglaterra). En 1945 Egipto declara la guerra a Japón y Alemania, tomando parte de la Conferencia de San Francisco, en ese mismo año, por lo que Egipto entra a formar parte de la O.N.U.

La posguerra y el naserismo

En septiembre de 1944 los estados árabes crearon a iniciativa de Egipto en El Cairo la Liga Árabe, federación formada en principio por Egipto, Iraq, Transjordania, Líbano, Siria, Arabia Saudí y el Yemen, con los fines de coordinar la acción política de los estados miembros, fortalecer sus lazos de unión, actuación unitaria en caso de agresión y fomentar la cooperación comercial, cultural y de comunicaciones. Tácitamente también se pretendía contrarrestar los proyectos hachemitas de un nuevo y gran estado integrado por Siria, Líbano, Palestina, Iraq y Transjordania. En esta agrupación Egipto ejercía el liderato.

En 1948 la Liga Árabe entró en guerra con el recién nacido estado de Israel, de la que sale derrotada a las primeras de cambio. Tras esta derrota árabe en Palestina, se ponen de manifiesto en Egipto que los sistemas políticos y gubernamentales tradicionales se han tornado antipopulares. Surgen nuevas fuerzas incapaces de dirigir unos cambios históricos y de suplantar a partidos ya antiguos (Wafd, Bloque Nacional). Sólo el Ejército es capaz de ofrecer una alternativa organizada a esta situación.

De este modo el pronunciamiento militar pasa a ser la fórmula para el cambio político. Hemos de señalar que el Ejército conoció anteriormente cómo los miembros de las clases medias se irían integrando en el tejido castrense (buena prueba es el grupo de los Oficiales Libres). Estos últimos constituyen en 1949 una sociedad secreta dirigida por un Consejo del Mando de la Revolución, presidido por Nasser y diez personas más, entre los que destacan Anuar al-Sadat, Salah Salem o Abdel Hakim Amer. Sus tres objetivos, en el marco global de una revolución política y social, eran: 1) depuración de responsabilidades en el Ejército tras la derrota en Palestina; 2) liberación de la todavía presente ocupación británica; y 3) establecimiento de un gobierno justo.

La crisis que vive Egipto en 1950 lleva de nuevo al poder al Wafd, con 2/3 de la asamblea, con un programa político demasiado tímido que es desbordado por una guerrilla contra la presencia británica en 1951 en Suez. El asunto se torna grave cuando el 26 de enero de 1952, con el incendio de El Cairo de fondo y un clima general de amotinamiento, el Ejército entra en escena como fuerza política. Faruk sustituye el gobierno existente, mas la desunión interna del Wafd y las tensiones entre las distintas facciones tornan el país ingobernable; precipitan el golpe militar de 23 de julio de 1952. Se exilia y obliga a abdicar a Faruk a favor de su hijo Ahmed Fuad II. El poder efectivo queda en manos del Consejo de la Revolución (encabezada por el general Mohammed Naguib). La primera reforma que lanza el Consejo es, como no podía ser de otro modo, una Ley de Reforma Agraria. Sin embargo, la medida no logrará que cumplir sus objetivos esenciales sino que por el contrario creará una burguesía adicta al régimen.

La política emprendida encontrará detractores por todos los sectores políticos: clases dominantes, sindicatos y partidos de la izquierda (estos últimos son reprimidos). El 16 de enero de 1953 se disuelven los partidos políticos (salvo el de los Hermanos Musulmanes) y se crea el Reagrupamiento para la Liberación, partido único que pretende acabar con el ambiente de desunión y dirigir una etapa transitoria de tres años. El 10 de febrero se promulga una Constitución provisional, que concede poderes absolutos al Comandante del Consejo de la Revolución. El 18 de junio la Monarquía es abolida y se proclama la República Árabe de Egipto (R.A.E.). Sin embargo, se da una lucha intestina entre el proyecto de Gamal Abder Nasser (llegar a un régimen autoritario) y el de M. Naguib (convocar elecciones libres a Asamblea Constituyente). Naguib pretende restaurar las libertades, como lo demuestra la legalización de los partidos políticos entre el 25 y el 29 de marzo de 1954; Nasser, por el contrario, prefiere apoyarse e elementos nacionalistas, firmando un acuerdo con Gran Bretaña para que ésta abandonara Suez en 1956 (con cláusulas de reocupación en caso de conflicto, lo que supone la entrada indirecta de Egipto en la OTAN). El cénit de la confrontación Nasser-Naguib se da el 26 de octubre, cuando Nasser sufre un atentado en Alejandría por parte de un “hermano musulmán”. El 14 de noviembre Naguib es cesado de todos sus cargos y es sometido a arresto domiciliario. Nasser pasa a ser la cabeza de la Revolución, venciendo asimismo sobre los Hermanos Musulmanes en su lucha por la apropiación de la Revolución.

En lo referente al exterior, en este periodo el nuevo régimen egipcio recibe ayuda estadounidense en el plano económico y diplomático (les ayudan a desprenderse del dominio inglés), con lo que se acusa a los militares egipcios de estar manipulados por los americanos. Por el contrario, sus relaciones con británicos y franceses, antiguos dominadores, es más tirante, negándose a proporcionar a la nueva república árabe las armas que solicita para defenderse de Israel. En otro orden, en abril de 1955, en la Conferencia de Bandung de países no alineados, Egipto se erige de la mano de Nasser como uno de los líderes de este movimiento enarbolando la bandera del neutralismo positivo. De un modo algo contrario a la filosofía de este movimiento, Egipto firma con la URSS un acuerdo para la provisión de armas por parte de los soviéticos a Egipto en julio del mismo año, inclinándose de un modo algo ambiguo hacia el lado comunista.

En enero de 1956 Sudán logra la independencia, poniendo fin al condominio que sobre este país tenían Gran Bretaña y Egipto. El 26 de julio del mismo año tendrá lugar un suceso en Egipto con repercusiones a escala mundial. Dadas la ayuda militar francesa a Israel y la negativa francobritánica de ayuda para la construcción de la futura presa de Assuán (condición del Banco Mundial para conceder a Egipto ayuda financiera), Nasser, dentro de una actitud antioccidental, nacionaliza el Canal de Suez para financiar el proyecto de la presa. Es lo que se ha dado en llamar la Crisis de Suez. Francia, Inglaterra e Israel negocian el 24 de octubre en Sèvres secretamente una intervención en el Canal cuatro días después. Nasser, reafirmado mediante referéndum en la presidencia un mes antes, se convierte en campeón de la nación árabe ante la agresión occidental e israelita. Las tres potencias justificaron un ultimátum, con la oposición de la ONU. Las operaciones en suelo egipcio duran hasta el 6 de noviembre, cuando aceptan un alto el fuego. Las tropas agresoras se retiran el 22 de diciembre.

¿Qué supone este conflicto? En occidente es el fin de facto de las potencias coloniales tradicionales en Oriente Medio y el inicio en esta zona de la guerra fría y la lucha por adscribir a los distintos países que la conforman a un bloque u otro. Egipto, así, recibe el apoyo soviético para la construcción de la impresionante presa (que dio lugar a la formación del Lago Nasser, siendo inaugurada el 11 de enero de 1971, tras once años de trabajo).

El 1 de febrero de 1958 Egipto firma con Siria en El Cairo la unión de ambos países en la República Árabe Unida (RAU). Ésta consistía en una unidad de derecho internacional con un Jefe de Estado único (Nasser), poder legislativo común, ejército unificado y una misma bandera. El 8 de marzo de 1959 se adscribió —si bien no pasó de una mera declaración— Yemen del Norte a la RAU, ahora llamada Estados Árabes Unidos (EAU). Pero se trataba de una quimera que no podía funcionar: el 26 de septiembre de 1961 el presidente de Siria, Shukri al-Kuwatly, se declara oficialmente fuera de los EAU, reasumiendo su anterior condición de Estado soberano. En diciembre, Nasser declara concluida la unión con Yemen.

La desaparición de la RAU produce en Egipto un vacío político que sólo podrá ser salvado mediante un impulso populista de movilización ideológica. Así, el socialismo corporativista egipcio va a proveer las nuevas bases ideológicas, tratando de neutralizar a esa burguesía adicta al régimen de la que ya hemos dicho algo antes. En octubre de 1961 se convoca un Congreso Nacional de Fuerzas Populares para debatir una Carta Nacional que condense los principios de orientación de la nueva etapa de la revolución, documento que se aprueba el 30 de junio de 1962, optándose abiertamente por el socialismo (recordemos la presencia soviética desde la crisis de Suez), hasta entonces no admitido del todo por Nasser, y la existencia de un partido único, la antigua Unión Nacional, ahora Unión Socialista Árabe. Se promulga una nueva ley de reforma agraria y un plan de nacionalizaciones a lo largo de 1962 y 1963. El sector público se convierte en el primer capitalista del país. Llega a ser casi total la fusión y confusión entre Estado, partido y sociedad.

Sin embargo, el naserismo y su legitimidad comienzan a ser cuestionados tanto fuera como dentro del país (por grupos clandestinos como los Hermanos Musulmanes). Egipto se implica en la guerra civil del Yemen (recordemos que se unieron en la RAU) apoyando el bando republicano y enfrentándose con aquel país árabe que cuestionaba el dominio moral egipcio sobre el mundo árabe, Arabia Saudí, y Jordania, partidarias del establecimiento en Yemen de un imamato. Será una guerra que se prolongará desde 1962 hasta 1969.

Entretanto, se producirá el acontecimiento más relevante de esta época: será la guerra de junio de 1967, la denominada Guerra de los Seis Días, que enfrentó a Egipto con Israel, que llevó a cabo una verdadera Blitzkrieg sobre el líder árabe, Jordania y Siria. En 1965 Egipto protestó por el envío de armas a Israel por parte de la RFA. Egipto se reabrió entonces a China y la URSS. En 1967 prohibe su espacio aéreo a británicos y americanos, poniendo sus tropas en alerta y bloqueando el golfo de Aqaba y hostigando a Israel. El 5 de junio responde Israel abriendo las hostilidades. A Egipto le costó más de 10.000 vidas humanas (a los judíos 800), perdiendo de nuevo el Sinaí y los territorio palestinos controlados por Egipto (Gaza). La ONU declaró intolerables esta actitud israelita y exigía la devolución de los territorios y la retirada de las tropas. Se trató de una dura derrota árabe, importante en los planos político y militar, si bien el impacto mayor se produjo en el seno de la sociedad árabe del momento. Supone la quiebra definitiva del naserismo, a punto de sucumbir por la dimisión de su líder, que cambia de opinión ante las manifestaciones en su apoyo en las calles, asumiendo de nuevo el poder. A propuesta de los Estados Unidos, Nasser estudia negociar la paz con Israel, pero muere antes de poder concretar nada. Desde la derrota egipcia y hasta la muerte de Nasser (septiembre de 1970), se aprecia y marca mejor el declive egipcio, declinar contrapesado en el mundo árabe por el ascenso de Arabia Saudí.

Egipto bajo los gobiernos de Anuar al-Sadat y de Hosni Mubarak

Nasser es seguido en el cargo por Anuar al-Sadat, nombrado tras algunas vicisitudes con otros posibles líderes (como Alí Sabri) candidato único del partido y ratificado en el cargo mediante referéndum el 15 de octubre de 1970. Éste se comprometió en principio a seguir la política de su predecesor, pero el tiempo demostró que, por el contrario, se desnaseriza el régimen. Ahora se trata de reconstruir con Libia, Siria y Sudán una nueva versión de la RAU en abril de 1971. De ese modo, procura deshacerse de Alí Sabri y del ala izquierda del partido (acusándolo de complot a comienzos de mayo). Son bien recibidas en el país distintas medidas liberalizadoras (lo que se llama la Revolución (o Contrarrevolución) del 15 de mayo), así como la relajación del monopolio político del partido único. Sadat firma un acuerdo de amistad y cooperación por quince años con N. Podgorny, presidente del presidium de la URSS, en El Cairo el 29 de mayo. En la segunda mitad del año,las relaciones con la URSS se deterioran al apoyar Egipto a Numeiri, líder sudanés derrocado por un golpe de Estado procomunista. En 1972 la URSS ordena la retirada de los 21.000 consejeros militares soviéticos solicitados por Nasser en 1970.

Tras una serie de enfrentamientos leves en territorio palestino, y con el fin de desbloquear la situación de impasse en las relaciones con Israel (ni guerra ni paz), por lo que decide Sadat tomar algunas posiciones israelíes que fuercen la apertura de negociaciones diplomáticas. Las tropas egipcias, dirigidas por Mubarak, el 6 de octubre de 1973, día del judío Yom Kippur, atacan Israel cruzando Suez y las tropas sirias por los altos del Golán, replegando a la nación judía a sus límites originales, limando su contraofensiva. Sin embargo, las tropas judías logran cruzar el Canal y sorprender a los egipcios en su propia retaguardia, lo que torna la batalla a favor de Israel. Si bien los árabes son derrotados, el objetivo de forzar las negociaciones conoce el éxito. El 30 de octubre el mismo año tiene lugar en Ginebra el primer acuerdo, y el 26 de enero de 1974 se firma la retirada israelí de los territorios ocupados.

Otra consecuencia de la guerra es el acercamiento diplomático a los Estados Unidos, de los que se distanció en 1967 con motivo del apoyo americano a la causa israelí. Poco a poco Sadat se va alejando del polo soviético y se va aproximando al estadounidense, llegando incluso a denunciar el tratado firmado con la URSS en 1971, iniciando, como consecuencia lógica, un intento de establecer la paz con Israel de modo unilateral, sin contar con los demás países árabes. Esto es el fiel reflejo del giro que imprime Sadat a la política anterior, tendente a posturas más conservadoras. Así, se produce una tímida apertura política, una progresiva separación de los naseristas y un reforzamiento de las medidas de orden público contra naseristas de izquierda y comunistas, especialmente tras los disturbios acaecidos durante 1977.

La reapertura de negociaciones con los Estados Unidos conlleva asimismo un cambio de política económica interna, una corrección del modelo económico hacia la liberalización, en el sentido que acabamos de señalar en la política. Se trata de la Infitah. Así, a partir de 1974 se exige al país el sometimiento a las leyes de mercado, el fin de las nacionalizaciones y la apertura de la economía nacional a la iniciativa privada y a la inversión extranjera. Se promulgan una serie de leyes que marcan la apertura al exterior del sistema, lo que encontrará en el seno de la sociedad egipcia con detractores (naseristas, islamistas) y defensores (grupos sociales y económicos influyentes, una generación de nuevos ricos).

Gracias al impulso dado por los Estados Unidos, a partir de 1975 se diversifica el panorama político egipcio: surge una derecha liberal, un centro oficialista y una izquierda naseriano-marxista. En 1978 se da otro paso adelante en este proceso y se legalizan el Neo-Wafd, Partido Socialista del Trabajo y el Reagrupamiento Nacional Progresista Unionista (de carácter naserista). En 1976 el FMI asigna un programa económico a Egipto con vistas a acabar con el dirigismo, asunto del que nos ocuparemos más adelante. Entre otros asuntos, supone la reducción de las subvenciones de los productos de primera necesidad. Estalla, a causa de esto, una revuelta del pan el 18 de enero de 1977, utilizándose al Ejército contra la muchedumbre, con un trágico balance de víctimas. A finales del mismo mes, se somete a referéndum un conjunto de leyes represivas contra la agitación ciudadana.

Para dar una salida a la crisis política y económica, Sadat piensa atacar Libia para detener el apoyo del coronel Gadafi a las revueltas internas en el país del Nilo. Así, bombardea una base de Cirenaica el 21 de julio de 1977; la operación fue un completo fracaso. Sadat no sólo es criticado dentro del país: se suman las críticas del mundo árabe, que le acusan de desatender el frente de Israel, y de los Estados Unidos. Será así como Sadat emprende marcha atrás, y comienza a barajar la idea de establecer la paz con Israel. Éste se mostrará bastante reticente a negociar con Egipto, pero será el esfuerzo de la administración Carter el que haga avanzar las negociaciones. Sadat se muestra claramente partidario de la paz, visitando algunos países árabes para recabar apoyos en su política de paz, hallando la radical oposición siria y de ciertos sectores institucionales egipcios. Viaja a Jerusalén el 19 de noviembre. La reacción árabe a este encuentro con los israelíes es una cumbre restringida en Trípoli el 2 de diciembre (participan Argelia, Libia, Iraq, Siria, Yemen del Sur y la OLP), con el rechazo a la política egipcia por parte de Iraq y la OLP, con los que Sadat rompe sus lazos. Carter logra con la ONU en Camp David entre el 5 y el 17 de septiembre de 1978 reunir a Sadat y Menahem Beguin, firmándose el día 20 (y ratificándose el 26 de marzo de 1979) un acuerdo favorable a Egipto: Israel se marchaba del Sinaí y se ofrecía a los palestinos un autogobierno sobre Cisjordania y Gaza por cinco años. Finalizaba una guerra que había durado treinta y un años. Begin y Sadat reciben ese mismo año el Premio Nobel de la Paz. El tratado será considerado por el mundo árabe como un tratado unilateral egipcio, una paz separada, al que no tendría derecho. Únicamente no sería rechazado el tratado por Sudán, Marruecos y Omán, por la marginación de la OLP y del resto de los países árabes. El 31 de marzo de 1979 se acuerda la expulsión de Egipto de la Liga Árabe, que traslada su sede permanente de El Cairo a Túnez, la ruptura de relaciones diplomáticas y un bloqueo económico. El 26 de febrero de 1980 se restablecen plenamente las relaciones diplomáticas con Israel con el intercambio de embajadores. La evacuación del Sinaí se completa el 25 de abril de 1982, tras algunos altibajos en las relaciones egipcio-israelíes (por hechos como la anexión israelí de Jerusalén).

En mayo de 1980 se aprueba por referéndum que Sadat sea presidente vitalicio. El 6 de octubre de 1981 Sadat muere como consecuencia de un atentado en El Cairo. Le sucede en el gobierno del país el vicepresidente Hosni Mubarak, siendo ratificado en el puesto por referéndum días después. Mubarak continúa con la política de su predecesor e inicia en el exterior una política de mediación entre Israel y los países árabes, cuyas relaciones con el país judío y la OLP sufren diversos altibajos, sobre los que no podemos entrar aquí. La política de Mubarak se centrará en dos aspectos primordiales, a saber, la solución de la crisis económica y la resolución del conflicto con los islamistas o integristas, que ahora se vuelven más activos y comienzan a desestabilizar la vida social y política del país, con encuentros, marchas, atentados (a egipcios y extranjeros) tendentes a establecer la Ley Islámica o Sharica como Ley Fundamental del país (si bien ya inspiraba ampliamente la Constitución vigente). El 6 de abril de 1987 lograba la mayoría en el Parlamento el Partido Nacional Democrático (PND). En las elecciones presidenciales del mismo año Mubarak fue reelegido por seis años más. Ante la invasión iraquí de Kuwait en agosto de 1990, Mubarak se reunió con la Liga Árabe y pidió la retirada de Iraq. Cuando comenzaron las hostilidades en 1991, Egipto fue el país árabe que más tropas envió contra Iraq, tras Arabia Saudí. Contra lo que pudiera esperarse, Mubarak no conoció dentro del país oposición a esta política, saliendo fortalecido tanto dentro como fuera de Egipto, ejerciendo en el exterior un firme liderato del mundo árabe.

El 10 de marzo de 1992 se dio a conocer una conspiración urdida por los Hermanos Musulmanes para quitar de en medio a Mubarak e implantar en el país un régimen integrista islámico con el apoyo de, entre otros, Irán y Pakistán. Ello decidió aún más a Mubarak a seguir con la política emprendida contra el integrismo islámico, focalizado en el Medio Egipto.

Evolución económica social

En la evolución socioeconómica de Egipto de la inmediata posguerra destaca la enorme desigualdad en el reparto de la riqueza, especialmente en el caso de las propiedades fundiarias. Por este motivo una de las preocupaciones fundamentales del Consejo de la Revolución fue promulgar una ley de reforma agraria, con el objetivo de atacar el sistema terrateniente vigente, limitando la propiedad a 200 feddans, expropiando e indemnizando a los propietarios, tratando de distribuir entre los fellahim (campesinos) las tierras expropiadas en un plazo de 5 años, creando además cooperativas agrícolas de agricultores con propiedades iguales o inferiores a 5 feddans. Sin embargo, la medida no logrará cumplir sus objetivos esenciales sino que creará una burguesía adicta al régimen; no será más que una medida simbólica, de escaso avance.

El atraso industrial y agrario es manifiesto, pese a la gran producción agrícola que tiene gracias al Nilo, dada la carencia de infraestructuras de tipos diversos, especialmente energéticos (lo que motivará el proyecto y ejecución de las obras de la presa de Asuán). La calidad media de vida no es especialmente buena, si bien ha mejorado algo a lo largo del periodo estudiado. En éste se ve una clara conciencia de los gobernantes por mejorar la situación económica del país y de los egipcios.

Otra medida importante que se llevó a cabo fue la promulgación en 1962 de una nueva ley de reforma agraria que de nuevo limita la propiedad agraria a un máximo de 100 feddans, que de nuevo no logra remover las estructuras fundiarias, permaneciendo todavía un 80 % del campesinado sin tierras propias. Asimismo se aprobó un programa de corte socialista que incluía un plan de nacionalizaciones a lo largo de 1962 y 1963. Ello supuso que se refundieran sociedades privadas en entes públicos, creando cooperativas comerciales, prohibiendo la posesión de tierras a los extranjeros (excepto a los palestinos), y fusionando los bancos privados en cinco grandes vinculados a un Organismo Público de Banca. El sector público se convirtió así en el primer capitalista del país. Se trata ahora de una política dirigista que ha de enfrentarse a un serio déficit público. La construcción de la presa de Asuán supuso un importante impulso para la economía del país, al dotarle de una importante fuente de energía para el consumo industrial y privado. El país comienza a crecer, si bien arrastra el importante lastre de la deuda externa, que motiva diversas reuniones con el FMI a fin de ajustar su economía para que este organismo pudiera enviar sus ayudas a Egipto, como ya hemos visto.

Poco a poco las severas reformas económicas, sufridas sobre todo por la población pobre y rural (cada vez menor, dado el éxodo a la ciudad) y la entrada de divisas a través del turismo van surtiendo efecto. El PNB per capita en 1970 era de 210 $; en 1992 lo era de 630. Es un crecimiento importante, si bien inferior otros países árabes (Marruecos pasa en la misma fecha de 230 a 1040 $; Iraq de 340 a 3652 $). Uno de los retos futuros es impulsar el crecimiento sin hacerlo a costa de los ciudadanos más pobres, finiquitar la deuda externa y establecer una sólida industria que pueda absorber una mano de obra en un constante proceso de crecimiento demográfico.

Los problemas religiosos. El integrismo islámico

Uno de los problemas y retos a los que se ha enfrentado y sigue enfrentando Egipto, problema creciente y no exclusivo de Egipto, es el del integrismo islámico. Éste pretende la instauración de la Ley Islámica (Sharica) como Ley Fundamental del Estado, esto es, llevar a Egipto hacia la confesionalidad islámica más ortodoxa (hoy día Egipto se considera, desde su propio punto de vista, un Estado laico, que en teoría busca arrinconar la fe en la esfera de lo privado), en el contexto panislámico del resurgir de la tradición (un caso de sobra conocido es el golpe integrista que dio en Irán el ayatollah Jomeini). De ese modo, el integrismo se niega a separar (y por ello integra) el nivel de lo religioso, lo mundano y lo estatal, acusando de ilegítimo al gobierno que no acepte sus presupuestos.

De este tema hemos de comenzar diciendo que Nasser siempre estuvo contra la explotación política del Islam, sobre todo cuando eran otros (sobre todo los Hermanos Musulmanes) los que sacaban partido de ellas, lo que no le impidió legitimar, a la luz del Islam, su evolución hacia el socialismo a comienzos de la década de 1960. Durante los años setenta se da un punto de inflexión entre las relaciones entre religión y política, dado el liberalismo, que apoyaba ese «neotradicionalismo», de la política impulsada por Anuar el-Sadat. Así, tras el fracaso del nacionalismo y del socialismo de corte naseristas, ha cobrado un especial auge en este contexto de crisis ideológica del mundo árabe. De ese modo, los grupos integristas van cobrando poco a poco un mayor impulso, con mayor presencia en la vida política.

En la década de 1980 se hace más presente esta ideología (recordemos las oleadas de atentados, como el que mata a Sadat) gracias al triunfo de la revolución islámica en Irán (1979), que marca un modelo y un camino a seguir en la toma del poder para estos movimientos islamistas. Las enmiendas constitucionales de 1980 convierten la Ley Islámica en la fuente principal de la legislación y no en sólo una de sus fuentes. En cambio, con Mubarak el enfrentamiento entre el gobierno y los integristas se agudiza, llegando a reprimirse con crudeza todo movimiento integrista de presión al gobierno. Uno de los puntos de inflexión se produce cuando la Gamaat Islamiya (grupo integrista) focaliza y dirige sus ataques a una de las principales fuentes de riqueza del país, el turismo, destacando el acribillamiento de 58 turistas alemanes en el templo de Deir el-Bahari, en Luxor occidental, en 1997. En ello se mezcla el ataque a un importante recurso económico y el odio y desprecio hacia el extranjero,aún presente enlos lugares más cerrados y conservadores del país. Recientemente, tras otros atentados contra turistas, la Gamaat Islamiya ha prometido cesar en este tipo de ataques y abren la posibilidad de entablar negociaciones con el gobierno de Mubarak.


[1] Artola, R.; La Segunda Guerra Mundial. Madrid, 1998, pp. 45-49

Bibliografía

Blecua, Ramón; «Egipto y el desafío islamista». Política Exterior 61, XII (enero/febrero 1998), pp. 115-130.

Hopwood, Derek; Egypt. Politics and Society 1945-1981. George Allen & Unwin, London, 1982.

Hussein, Mahmoud; La lutte de classes en Égypte. Deuxième édition mise à jour (1945-970). François Maspero, Paris, 1971.

López García, Bernabé; El mundo arabo-islámico contemporáneo. Una historia política. Síntesis, Madrid, 1997.

Robinson, Francis; El mundo islámico. Esplendor de una fe. Folio, Barcelona, 1990.

Roger Louis, W. M.; Suez 1956. The Crisis and its Consequences. Clarendon Press, Oxford, 1989.

Solar Cubillas, David; «La guerra del Sinaí-Suez», dentro del dossier «1956. El año del miedo». Historia 16 246 (octubre 1996), pp. 68-78.

Tomiche, Nada; L’Égypte moderne. Presses Universitaires de France, Paris, 1966.

VV. AA.; L’Égypte d’aujourd’hui. Permanence et changements 1805-1976. Éditions du Centre National de la Recherche Scientifique. Paris, 1977.

Woodward, Peter; Nasser. Longman, London and New York, 1992.

Páginas: 1 2 3 4 5 6

Whatsapp
Telegram