Prólogo – Un proyecto excepcional
La arqueología submarina utiliza los mismos métodos científicos que la terrestre, sin embargo la presencia del agua hace mucho más compleja cada una de sus etapas. Los trabajos de prospección movilizan a todo un equipo de científicos. Ingenieros y geofísicos cartografían los fondos marinos con ayuda de tecnología punta: sonares, sondas, magnetómetros por RMN.
Los datos así reunidos son interpretados por arqueólogos, historiadores, egiptólogos… que los cotejan con los testimonios históricos y con las investigaciones anteriores. Estos científicos también hacen un seguimiento del proyecto desde el principio hasta el final y aportan un trabajo indispensable de estudio y análisis de los descubrimientos.
Las excavaciones están a cargo de submarinistas especializados, técnicos a la par que deportistas, los acompañan fotógrafos y camarógrafos. Cuando los objetos salen a la superficie, los especialistas en conservación y restauración se hacen cargo de ellos inmediatamente. Finalmente, también hay equipos de logística compleja: maquinaria, transporte, almacenamiento y “catering”.
Cantimplora
Finales del siglo V, mediados del siglo IV a.C.
Realizada en cerámica
Heraclion
Los objetos encontrados bajo el mar suelen estar cubiertos de concreciones (capas de sedimentos calizos aglomerados a organismos marinos) que a veces pueden alcanzar varios centímetros.
Espejos
Época Ptolemaica (305 – 30 a.C.)
Realizados en bronce
Heraclion
Las concreciones se retiran mecánicamente, con ayuda de escalpelos. Esta cirugía, que puede hacerse con lentes de aumento, se completa en algunos casos con procesos químicos y electroquímicos.
Daga
Época Ptolemaica (305 – 30 a.C.)
Realizada en madera y metal
Heraclion
La madera requiere un tratamiento especial para que no se degrade de manera irreversible. Se desaliniza en agua dulce y después se sustituye el agua por resina, antes de proceder a un secado lento.