Ramsés II, «El Grande”, es considerado por la mayoría como el faraón más célebre, influyente y poderoso de Egipto. Ramsés Meriamón fue el tercer faraón de la Dinastía XIX de Egipto, y su gobierno se extendió aproximadamente 66 años hasta el 1213 a. C. Ramsés II fue hijo del faraón Seti I y de la Gran Esposa Real Tuya. Nació en 1303 a.C. y vivió unos 90 años, algo poco frecuente en tal época. Falleció en el 1213 a. C.
Desde joven intervino en actividades del ejército y ya en su reinado llevó a cabo una gran actividad militar, con numerosas batallas y gran despliegue estratégico en su gobierno, en la inmensa propaganda política, y en la perpetuación de su nombre para la posteridad.
Otra característica de su reinado fue su afición u obsesión por la construcción de templos, monumentos, tumbas, etcétera. Parece que en Egipto no existe un lugar donde el rey no esté inmortalizado en monumentos de roca para afirmar su gloria y para asegurar su memoria en esta vida y en el más allá. Quizá para la mayoría nos resulten famosamente conocidos los templos en Nubia. Son deslumbrantes y célebres los de Abu Simbel, dedicados a Ra, Ptah, Amón, y, por supuesto, al propio Ramsés. Y el templo menor que está dedicado a la diosa Hathor y Nefertari, su amada esposa. Ramsés II tuvo decenas de esposas y concubinas y se calcula que cientos de hijos. Pero la mujer de su vida fue Nefertari, su primera «Gran Esposa Real», por quien sintió un amor y una adoración inigualables, que han quedado demostrados en bellas construcciones alusivas a la gran reina. A ella le dedicó el segundo templo de Abu Simbel demostrando el gran amor que le profesaba. Hablar de su vida llenaría cientos de hojas de texto… Así que les hablaré de las reconstrucciones artísticas que he realizado de este famoso faraón.
Reconstrucciones artísticas del rostro de Ramsés II
Para realizar estas reconstrucciones me he basado en representaciones del rey, en relieves, pinturas, en estatuas, especialmente en la conservada en el Museo de Turín, y también, por supuesto, en las imágenes de su momia. Debo aclarar que al tratarse de la momia de un hombre anciano, lo que he decidido es tomar los datos e información que ésta me brinda y, analizando y comparando estos datos mediante la Anatomía del Retrato, he «reconstruido» a un Ramsés más joven. De aproximadamente unos 35 o 40 años. La observación de sus imágenes en relieve y la escultura de Turín son de gran ayuda para ello, pero me he detenido mucho en el estudio de su momia. Y de acuerdo a ello lo he retratado.
Características de las recreaciones. En estas recreaciones se pueden observar algunas de estas características principales:
Al tratarse de un hombre de gran físico y altura, su cabeza parece pequeña en relación al cuerpo. He representado un rostro alargado que cuenta con una mandíbula fuertemente marcada y ortogonal o cuadrada, muy recia, así como su mentón.
Si observamos su frente, advertimos que es baja y chata o aplanada hacia atrás y además presenta un notorio arco superciliar, prominente y muy marcado que le confiere, junto a su fuerte mandíbula, un aspecto varonil y singularmente armonioso desde el punto de vista estético para este tipo de rostros. Para representar sus ojos he tenido en cuenta que éstos aparecen bastante juntos entre sí, ubicados en una cara delgada, larga y enjuta, pero de importantes y pronunciados pómulos. Es, ésta, otra fundamental característica que he plasmado, la importancia sobresaliente de sus poderosos pómulos.
Podemos ver que su nariz es curva, aguileña y grande, aunque fina y presenta una importante giba que provoca un quiebre hacia su mitad, otro rasgo muy destacado y particular. Sus labios parecen ser carnosos, aunque no negroides, y su boca destaca con armonía respecto a las demás proporciones de tan singular rostro. En cuanto a sus orejas, aparecen de un tamaño medio y separadas o diferenciadas del cráneo. En conjunto, los peculiares rasgos de su cara, su cuello largo y su mandíbula ortogonata o cuadrada, le brindan un aspecto importante, distintivo e imponente, que sumados a su gran altura le harían verse como un verdadero dios.
Debo agregar que, según los estudios a su momia, era pelirrojo y no era de piel oscura ni de raza negroide, sino más bien se acercaba al tipo de características de raza blanca o caucásica. Sin duda, además de su labor, sus obras, su fama y función como gran faraón, Ramsés II despierta gran curiosidad en lo concerniente a sus rasgos. Seguramente su aspecto era el de un rey magnífico, destacado e imponente debido a su físico y a las singularmente marcadas particularidades de su rostro. Lo he representado de perfil y de frente. Con maquillaje y sin maquillaje. Con atavíos, corona y joyas y sin ellos. (En algunas imágenes lo he representado con aretes. No en todas las imágenes lo represento con agujeros en sus orejas; esto sólo para dar más variedad a su recreación…). La corona – casco con la que lo he representado en algunas de las reconstrucciones es la Corona Azul o Corona de Guerra o Khepresh, atributo militar y ceremonial (la que lleva en la escultura del Museo de Turín). Por supuesto, también lo he plasmado junto a su amada reina Nefertari (aquí puedes ver la reconstrucción del rostro de la reina Nefertari https://egiptologia.com/reconstruccion-rostro-nefertari/). Resulta un gran trabajo, un gran compromiso y una gran responsabilidad recrear la imagen de una persona tan célebre. Por ello he trabajado con dedicación y esmero para poder ofrecer una merecida reconstrucción de Ramsés II, «El Grande». Con todo mi respeto y amor por el Arte y la Egiptología, Cesáreo Alfonso García.
Autor : Cesáreo Alfonso García
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